Desmitificar/desmontar la Realidad, no con la mala baba agria del
descaro y el rencor sino con el arte premeditado del verbo irónico desde
el gracejo sabio:
"MILLONES AL HORNO" de JULIO CAMBA(1882-1962).
Escritor, hedonista, libertario. El NO-SER para SER. El alejado de lo
fastuoso para vivir de cerca las aparentes pequeñeces que engrandecen de
forma plenipotenciaria cada momento del espectáculo vital. Obra escrita
en 1958. Reflexiones breves sobre los seres pensantes con el amor/odio
propios de un buen anarquista hacia sus congéneres de especie. La
pretendida y ansiada pureza de comportamiento se resquebraja y aflora un
sin fin de patológicas mediocridades en un exponente caótico e
interminable. La debilidad, que puede caer en la crítica mordaz, se
convierte en un ejercicio soterrado de HUMOR donde uno, si quiere, se
puede hacer millonario o, al no ser lo mismo cerebro que cabeza, el
sombrero tiende a mostrar una perfecta seña de identidad. Magistral acto
de optimismo el del enfermo postrado en cama y sonriente al ver que en
el periódico todavía no se inserta su esquela. ¡Y en este plan!. Dinero,
políticos, plebe y poderío. Teatralización de las costumbres. HUMANA
CONDICION. No hay maldad ante/frente(a) los otros cuando los recursos
intelectuales y de lenguaje pudieran finalizar en la destrucción de
tanto espécimen insignificante. Gentileza(amor) de la moral anarquista.
Preguntas sin respuesta: ¿Cómo se come un spaghetti?,¿son necesarias las
camisetas?, ¿hasta dónde llegaría usted por dinero?, ¿por qué se ríen
las focas?. Cuestiones claves en el transcurso de la Humanidad y que
Julio Camba analiza con precisión.
Ironía y cálida puñetería que no llegan ni por asombro a lo soez del
sarcasmo. Perdería todo su encanto olvidar las lindezas del buen hacer
con el florido análisis del texto que cautiva con la hiriente resaca del
que tiene necesidad del destrozo, de no respetar al títere aunque la
cabeza la tenga en la entrepierna del hedor cotidiano. Julio Camba es un
señor, y los gentiles no manchan sus manos(letras) con la desidia y el
despilfarro hacia sus semejante. No, lo grandioso estriba en apañárselas
con la vida y sus gentes sin herir ,pero con el loable acierto de sacar
a colación(risas) lo chirriquitín de las acciones pertinentes de cada
elemento único e intransferible(como los carnets de socios de los
equipos de fútbol). Dardos con fragancias que se alejan de lo hostil de
lo que cada cual, si se lo propone, puede llegar a ser. El escritor
también, y más si tiene una inclinación a englobar/discernir el turbio
ruido ambiental. Una vez digerido, es menester demostrar que la
situación puede ser concebida de forma antagónica entre la creatividad y
la destrucción, o lo que es lo mismo, el regodeo sin acritud o el
marcaje sin descanso tendente al criticismo feroz que ,¡oiga usted!, no
lleva a ningún lado provechoso si se trata de mantener una
predisposición de no barranco y más allá. Además, de lo que de verdad se
trata es de poder llegar a "La casa de Lúpulo", donde la libertad y el
gozo de la gastronomía envuelven al parroquiano con un manto de virginal
algarabía. Estrategias militantes, bien calculadas, para dar sentido al
hedonismo, esa aparición de la divinidad en forma de voluntad que se
materializa en deseo y premia al humilde buscador/devoto con el gozo
infinito de ambrosías celestiales vencedoras de infiernos quemadores.
¡Cuánto calor innecesario si la frescura de agua y talante humano hacen
su gloriosa aparición de forma silente y desinteresada(superada moral
burguesa)!.
La
exageración de las situaciones amenaza, de forma inconsciente, con el
rictus de sorpresa ante lo percibido. Es en este estadío de curiosidad
donde el autor ejerce su poder de influencia y consigue la aprobación
del lector que, ubicado en la extrañeza, da el visto bueno a ese estado
de novedad creativa.(El señor Zaratrusta nada tiene que ver con filósofo
alemán alguno, sino con señor de Madrid al que le gustaban las tostadas
y como buen superhombre aceptaba pantalones y algún que otro gabán. La
intrahistoria como eje central por el que gira un cierto candor
puñetero).
De
verdad, estos tipos que recorren el mundo no son malos aunque parezca
que tras de sí sólo el odio anida en sus afligidos corazones. No tienen
problemas cardiovasculares, quizás algo de soledad por la incomunicación
e impotencia ante lo que les rodea. Son libertarios, vacuos como
protesta por lo en apariencia imprescindible. Escriben bien. Son
precisos. Les va la VIDA en ello. Creen poco en Naciones y en
Procesiones. La profesión/procesión la llevan dentro.
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