martes, 18 de abril de 2017

LA GENERACION DEL 50



La generación del 50 pasará a la historia por ser la del tremendismo, el realismo mágico, la crítica al régimen de Franco, y el retrato de la vida y las costumbres de la España de Posguerra. Sus dos grandes genios serán Cela y Delibes.  Delibes es empático al ponerse en el lugar del otro, parece que ama a sus personajes, que tiene simpatía hacia ellos y cuando describe al Milano lo hace con cierto cariño y compasión por su retraso mental. Cela, en cambio, trata a sus personajes con crueldad. En la familia Duarte describe a un personaje que hace burradas como matar a su madre, es un personaje que no tiene empatía hacia nadie. Esto se ve no solo en su literatura sino en su propia figura como intelectuales; frente al tipo antipático, engreído, altanero, y soberbio que es Cela, Delibes es la santidad hecha hombre. En Delibes hay un tono exclamatorio y admirativo de la naturaleza como algo maravilloso, cierto panteísmo y lo hecho por el hombre aparece como horrible y feo. Frente a la naturaleza bella la industria y la ciudad como algo feo. Si Delibes se mueve en el ambiente rural y los pueblos, Cela describe a sus personajes en ese Madrid que es como un avispero o una colmena de abejas. El hombre contemporáneo aparece cosificado, alienado y enajenado. Ambos autores dentro del tremendismo mezclan lo irracional, lo ilógico, lo que no tiene sentido con el día a día de sus personajes. en cierta forma cultivan una especie de realismo mágico o describen una España mágica que es la España de posguerra, negra de Solana y blanca de Sorolla, es la España profunda y misérrima pero también la portadora de las leyendas locales y los romanceros de los pueblos.  Cela es conocido por lo que dijo de la palangana para absorber por el culo. pero su aportación a la literatura es que es un autor experimental y retrata como nadie la posguerra. Cela introduce en España el monologo interior de Joyce o Faulkner. Son libros experimentales obras como oficio tinieblas, o san camilo 36 en el que describe el ambiente post bélico. Se hace eco como nadie de las dos Españas, una de las dos ha de helarnos el corazón. retrata pueblos y barrios en los que los vecinos están divididos en una o otra ideología, y muchas veces delataban como rojos al vecino con el que tenían alguna redecilla. Cela pone voz a un suicida que planea suicidarse y que al final se suicida. También en esta línea está escrito noche de difuntos. San camilo 36 es el retrato de un día, el 18 de julio, día del glorioso alzamiento nacional Desde las 5 o 6 mañana hasta la madrugada trascurre la novela. Es una novela extensa sin puntos aparte. El narrador es en tercera persona y omnisciente. Va pasando de unos a otros Va pasando ese día, la guerra civil desatada ha llegado al final. En la novela hay diálogos y mezcla los anuncios de la radio con las letras de las canciones. Hay un chaval que se habla así mismo en tercera persona como narrador torrencial. Mezcla lo serio, con lo cachondo, lo más guarro. Cuenta la vida de diferentes personajes, habla en segunda persona de un personaje que va a comprar tabaco. Es una literatura mórbida, barroca, morbosa donde se introduce el sexo y la picaresca propia del barroco. En Delibes en cambio hay ternura, cariño. Son ambientes más dulces, blandos, suaves, aunque retrate a gente pobre lo hace con cariño. Así el Mochuelo puede parecer un pícaro del barroco, pero es querido por sus padres. La novela El Camino está llena de ternura, cuando ve las estrellas con su padre o la relación con sus amigos. En el idolatrado hijo sisi y en el príncipe destronado se trata la relación paterno filial. Las criadas del príncipe destronado bromean con el niño, lo tratan con dulzura, y aunque el sexo esté presente es menos desgarrado que en Cela. Ambos tienen en común el retrato de los personajes de posguerra. Y ambos tienden a presentar escenas tremendas, como de cine hiperrealista. La fantasía está muy presente en la generación de los 50 o en la literatura de posguerra. Quizá sea la más representativa de esa fantasía mezclada con la realidad Ana María Matute sin olvidar a Carmen Martin Gaite. La fantasía está presente en la realidad como forja de afrontar esta o como válvula de escape y evasión a una realidad cruel y tremendista. Ignacio Aldecoa retrata la picaresca y sus personajes son vagabundos, borrachos, desclasados… siempre la figura de la bohemia y de las borracheras de vasos de vino rosado que esta generación se tomaba entre pecho y espalda. Sin embargo, Rafael Sánchez Ferlosio es el contrapunto de Aldecoa pues en él es más importante lo fantástico, el realismo mágico, que el retrato realista de Aldecoa. Aldecoa tiende al realismo galdos- barojiano, que decía Umbral, mientras que Ferlosio recrea situaciones cuasi surrealistas como en las andanzas de Alfanhui. Ferlosio es un excelente ensayista como se ha visto en sus artículos sobre la paz y sus opiniones políticas que siempre son utópicas, trasgresoras y originales. En esos ensayos defiende lo quijotesco y al hombre enfrentado al sistema, parecido a lo que hace Saramago o Sampedro en sus ensayos económicos o políticos.(cuadernos de Lanzarote del primero. El mercado y la globalización o escribir es vivir del segundo) Trata de dar soluciones de pueblo, de sentido común de aldeano, a problemas macroeconómicos como la globalización. Sus opiniones a veces son disparatadas y siempre novedosas y vanguardistas. El Jarama es un experimento formal sobre los lenguajes de los pueblos, es todo un tratado de jerga y habla popular y coloquial. También se puede ver como un teatro de lo castizo y popular, y ambos autores beben del costumbrismo de Mesonero Romanos o Larra o de los autores realistas clásicos (léase Pardo Bazán, Valera, Pereda, Galdós, Blasco Ibáñez, Clarín..) y de los autores del 98 (Unamuno, Baroja, Valle) Otros autores de posguerra son Juan Benet, Gonzalo Torrente Ballester, Josefina Aldecoa con su retrato feminista de las mujeres de pueblo o de las señoritas de ciudad y la figura de la profesora en La maestra (ella misma fundó un colegio para señoritas en Madrid) Jesús Fernández Santos, Juan García Hortelano (gramática parda que es la inteligencia popular) o Juan Marsé (padre de la Gauche Divine con sus tardes con Teresa) Entre los poetas de la generación están los Goytisolo, los Panero, Gil de Biedma (que muere de sida en Sudamérica donde trabaja en una fábrica de tabaco y nos dejó aquello de “entonces supe que la vida iba en serio) José Ángel Valente, Jesús González, Antonio Gamoneda, José Hierro con sus hojas de Nueva York y su marxismo radical, Claudio Rodríguez, Caballero Bonald, Carlos Barral (el de la editorial) o Félix Grande.

Juan Benet hace algo parecido a juan Rulfo en Volverás a región- Ángel crespo es el postismo de la vanguardia español Le roba los hilos al tiempo que desgasta, todo va muriendo. Todo muere, o forme parte de la existencia. En estos poetas además de la evidente ruptura con el régimen nos hablan del tiempo concreto y del metafísico, en aquellos pueblos el tiempo parecía no pasar o detenerse eternamente.  


Aparece en los escritos de la generación del 50 las grandes superficies y pequeños comercios, las ferreterías y mercerías, los ultramarinos, las droguerías y bodegas de vino al granel y aceites de toneles. En la calle del dragón dormido, en un barrio suburbial, trascurre un relato de Marse, La novela Nada de Laforet trascurre en la Barcelona de Posguerra, en la calle Aribau. Carmen M Gaite describe los txitxarrillos y bailes donde los mozos sacaban a bailar a las señoritas. El capitalismo y la industrialización llenaba a las ciudades de comercios y ellos parecen añorar la vida en los pueblos, lo bucólico pastoril. Quizá por eso se emborrachaban y sesteaban en la hora de las siestas en aquellas tabernas que frecuentaba Alfonso Sastre. A Matute la apodaban la cosaca por todo lo que podía beber. Al emborracharse (no existían aún las drogas de diseño de los novísimos y de la generación Kronen) llegaban a estados alterados de conciencia y la bebida disparaba el monologo interior y el exterior (la búsqueda de interlocutor en Martín Gaite) y el flujo libre de conciencia. Es cierto que la generación del 50 fueron unos niños bien jugando a la revolución. El único de esta generación que era verdaderamente pobre era Ignacio Aldecoa. También es cierto que era el que menos estudiaba. Mientras Carmen Martín Gaite hacía sus estudios de filología e historia en Salamanca, Aldecoa se recorría las tabernas entrevistándose con los personajes de pueblo, con los borrachos y con la gente de la calle. Tal vez por eso, y por su prematura muerte, Aldecoa fue visto por todos como un líder generacional. Su muerte afectó a toda la generación como se ve en el homenaje que le hizo Carmen Martín Gaite e n Esperando el Porvenir. Todos provenían de familias franquistas y todos se habían revelado a esa clase social con la que habían nacido. Quizá tuvieran un sentimiento de culpa burgués y querían que su literatura se divulgara y llegara a todas las clases sociales. Marse retrata personajes de extracción proletaria, algo que copiará Maruja Torres en novelas como mientras vivimos donde el personaje es una hija de obreros. Carlos Barral fundará la editorial Seix Barral, de la que habla en sus memorias, y esto originará una nueva generación; la Gauche Divine, a la que pertenecía Maruja Torres, Carmen Posadas, la Matute, Marsé, Terenci, Bonald… fue un ensayo de las generaciones de los poetas sociales, de la movida, de la kronen… Barral empezó a publicar a los autores sudamericanos del boom latinoamericano como Borges, Cortázar, Llosa, Márquez, Zoe Valdés, Isabel Allende, Carlos Fuentes.. y empezaron a darse los premios planeta y Nadal. La editorial Planeta la dirigía Lara. Gil de Biedma moría de sida en Filipinas donde trabajaba en una empresa de tabaco. Esperanza Aguirre fue sobrina del poeta. Biedma era la oveja negra, homosexual y comunista de la familia. Y en sus diarios retrata su vida nocturna de alcohol y juegos con chaperos, al más puro estilo de Reinaldo Arenas. Se pone de moda Oliverio Girondo, el ultraísmo, Mario Benedetti, la Rayuela de Cortázar y los versos enredados en laberintos de Borges. Empieza a verse Sudamérica como un país bohemio, muchos poetas y novelistas habían marchado allí al exilio. Se daban grupúsculos de intelectuales y se experimentaba con drogas típicas de allí como el Peyote. Por un momento la vanguardia cultural del París es una fiesta de Hemingway se trasladaba a Sudamérica y por supuesto a Nueva York.   
Umbral será el gran discípulo y amigo de Cela, que a su vez será el maestro de Prada con sus máscaras del héroe sobre el café Gijón.  Carmen Martín Gaite o Ana María Matute reconocían tener su relevo generacional en autoras como Belén Gopegui, Espido Freire o Lucia Etxebarria.  

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