La generación
del 50 pasará a la historia por ser la del tremendismo, el realismo mágico, la crítica
al régimen de Franco, y el retrato de la vida y las costumbres de la España de
Posguerra. Sus dos grandes genios serán Cela y Delibes. Delibes es empático al ponerse en el lugar del
otro, parece que ama a sus personajes, que tiene simpatía hacia ellos y cuando
describe al Milano lo hace con cierto cariño y compasión por su retraso mental.
Cela, en cambio, trata a sus personajes con crueldad. En la familia Duarte
describe a un personaje que hace burradas como matar a su madre, es un personaje
que no tiene empatía hacia nadie. Esto se ve no solo en su literatura sino en
su propia figura como intelectuales; frente al tipo antipático, engreído, altanero,
y soberbio que es Cela, Delibes es la santidad hecha hombre. En Delibes hay un
tono exclamatorio y admirativo de la naturaleza como algo maravilloso, cierto
panteísmo y lo hecho por el hombre aparece como horrible y feo. Frente a la
naturaleza bella la industria y la ciudad como algo feo. Si Delibes se mueve en
el ambiente rural y los pueblos, Cela describe a sus personajes en ese Madrid
que es como un avispero o una colmena de abejas. El hombre contemporáneo aparece
cosificado, alienado y enajenado. Ambos autores dentro del tremendismo mezclan
lo irracional, lo ilógico, lo que no tiene sentido con el día a día de sus
personajes. en cierta forma cultivan una especie de realismo mágico o describen
una España mágica que es la España de posguerra, negra de Solana y blanca de
Sorolla, es la España profunda y misérrima pero también la portadora de las
leyendas locales y los romanceros de los pueblos. Cela es conocido por lo que dijo de la palangana
para absorber por el culo. pero su aportación a la literatura es que es un autor
experimental y retrata como nadie la posguerra. Cela introduce en España el
monologo interior de Joyce o Faulkner. Son libros experimentales obras como oficio
tinieblas, o san camilo 36 en el que describe el ambiente post bélico. Se hace
eco como nadie de las dos Españas, una de las dos ha de helarnos el corazón.
retrata pueblos y barrios en los que los vecinos están divididos en una o otra ideología,
y muchas veces delataban como rojos al vecino con el que tenían alguna redecilla.
Cela pone voz a un suicida que planea suicidarse y que al final se suicida.
También en esta línea está escrito noche de difuntos. San camilo 36 es el
retrato de un día, el 18 de julio, día del glorioso alzamiento nacional Desde las
5 o 6 mañana hasta la madrugada trascurre la novela. Es una novela extensa sin
puntos aparte. El narrador es en tercera persona y omnisciente. Va pasando de
unos a otros Va pasando ese día, la guerra civil desatada ha llegado al final.
En la novela hay diálogos y mezcla los anuncios de la radio con las letras de las
canciones. Hay un chaval que se habla así mismo en tercera persona como
narrador torrencial. Mezcla lo serio, con lo cachondo, lo más guarro. Cuenta la
vida de diferentes personajes, habla en segunda persona de un personaje que va
a comprar tabaco. Es una literatura mórbida, barroca, morbosa donde se
introduce el sexo y la picaresca propia del barroco. En Delibes en cambio hay
ternura, cariño. Son ambientes más dulces, blandos, suaves, aunque retrate a
gente pobre lo hace con cariño. Así el Mochuelo puede parecer un pícaro del
barroco, pero es querido por sus padres. La novela El Camino está llena de
ternura, cuando ve las estrellas con su padre o la relación con sus amigos. En el
idolatrado hijo sisi y en el príncipe destronado se trata la relación paterno
filial. Las criadas del príncipe destronado bromean con el niño, lo tratan con
dulzura, y aunque el sexo esté presente es menos desgarrado que en Cela. Ambos tienen
en común el retrato de los personajes de posguerra. Y ambos tienden a presentar
escenas tremendas, como de cine hiperrealista. La fantasía está muy presente en
la generación de los 50 o en la literatura de posguerra. Quizá sea la más representativa
de esa fantasía mezclada con la realidad Ana María Matute sin olvidar a Carmen
Martin Gaite. La fantasía está presente en la realidad como forja de afrontar
esta o como válvula de escape y evasión a una realidad cruel y tremendista. Ignacio
Aldecoa retrata la picaresca y sus personajes son vagabundos, borrachos,
desclasados… siempre la figura de la bohemia y de las borracheras de vasos de
vino rosado que esta generación se tomaba entre pecho y espalda. Sin embargo,
Rafael Sánchez Ferlosio es el contrapunto de Aldecoa pues en él es más
importante lo fantástico, el realismo mágico, que el retrato realista de
Aldecoa. Aldecoa tiende al realismo galdos- barojiano, que decía Umbral,
mientras que Ferlosio recrea situaciones cuasi surrealistas como en las
andanzas de Alfanhui. Ferlosio es un excelente ensayista como se ha visto en
sus artículos sobre la paz y sus opiniones políticas que siempre son utópicas,
trasgresoras y originales. En esos ensayos defiende lo quijotesco y al hombre
enfrentado al sistema, parecido a lo que hace Saramago o Sampedro en sus
ensayos económicos o políticos.(cuadernos de Lanzarote del primero. El mercado
y la globalización o escribir es vivir del segundo) Trata de dar soluciones de
pueblo, de sentido común de aldeano, a problemas macroeconómicos como la
globalización. Sus opiniones a veces son disparatadas y siempre novedosas y
vanguardistas. El Jarama es un experimento formal sobre los lenguajes de los
pueblos, es todo un tratado de jerga y habla popular y coloquial. También se
puede ver como un teatro de lo castizo y popular, y ambos autores beben del
costumbrismo de Mesonero Romanos o Larra
o de los autores realistas clásicos (léase Pardo
Bazán, Valera, Pereda, Galdós, Blasco Ibáñez, Clarín..) y de los autores
del 98 (Unamuno, Baroja, Valle)
Otros autores de posguerra son Juan
Benet, Gonzalo Torrente Ballester, Josefina Aldecoa con su retrato
feminista de las mujeres de pueblo o de las señoritas de ciudad y la figura de
la profesora en La maestra (ella misma fundó un colegio para señoritas en Madrid)
Jesús Fernández Santos, Juan García
Hortelano (gramática parda que es la inteligencia popular) o Juan Marsé (padre de la Gauche Divine
con sus tardes con Teresa) Entre los poetas de la generación están los Goytisolo, los Panero, Gil de Biedma
(que muere de sida en Sudamérica donde trabaja en una fábrica de tabaco y nos
dejó aquello de “entonces supe que la vida iba en serio) José Ángel Valente, Jesús González, Antonio Gamoneda, José Hierro
con sus hojas de Nueva York y su marxismo radical, Claudio Rodríguez, Caballero Bonald, Carlos Barral (el de la
editorial) o Félix Grande.
Juan Benet hace algo parecido a juan Rulfo en Volverás a región- Ángel crespo es el postismo de la vanguardia
español Le roba los hilos al tiempo que desgasta, todo va muriendo. Todo muere,
o forme parte de la existencia. En estos poetas además de la evidente ruptura
con el régimen nos hablan del tiempo concreto y del metafísico, en aquellos
pueblos el tiempo parecía no pasar o detenerse eternamente.
Umbral será el gran discípulo y amigo de
Cela, que a su vez será el maestro de Prada
con sus máscaras del héroe sobre el café Gijón. Carmen Martín Gaite o Ana María Matute reconocían
tener su relevo generacional en autoras como Belén Gopegui, Espido Freire o
Lucia Etxebarria.
Aparece en los escritos de la generación
del 50 las grandes superficies y pequeños comercios, las ferreterías y
mercerías, los ultramarinos, las droguerías y bodegas de vino al granel y aceites
de toneles. En la calle del dragón dormido, en un barrio suburbial, trascurre
un relato de Marse, La novela Nada de Laforet trascurre en la Barcelona de
Posguerra, en la calle Aribau. Carmen M Gaite describe los txitxarrillos y
bailes donde los mozos sacaban a bailar a las señoritas. El capitalismo y la
industrialización llenaba a las ciudades de comercios y ellos parecen añorar la
vida en los pueblos, lo bucólico pastoril. Quizá por eso se emborrachaban y
sesteaban en la hora de las siestas en aquellas tabernas que frecuentaba
Alfonso Sastre. A Matute la apodaban la cosaca por todo lo que podía beber. Al emborracharse
(no existían aún las drogas de diseño de los novísimos y de la generación
Kronen) llegaban a estados alterados de conciencia y la bebida disparaba el
monologo interior y el exterior (la búsqueda de interlocutor en Martín Gaite) y
el flujo libre de conciencia. Es cierto que la generación del 50 fueron unos
niños bien jugando a la revolución. El único de esta generación que era verdaderamente
pobre era Ignacio Aldecoa. También es cierto que era el que menos estudiaba. Mientras
Carmen Martín Gaite hacía sus estudios de filología e historia en Salamanca,
Aldecoa se recorría las tabernas entrevistándose con los personajes de pueblo,
con los borrachos y con la gente de la calle. Tal vez por eso, y por su
prematura muerte, Aldecoa fue visto por todos como un líder generacional. Su muerte
afectó a toda la generación como se ve en el homenaje que le hizo Carmen Martín
Gaite e n Esperando el Porvenir. Todos provenían de familias franquistas y
todos se habían revelado a esa clase social con la que habían nacido. Quizá tuvieran
un sentimiento de culpa burgués y querían que su literatura se divulgara y
llegara a todas las clases sociales. Marse retrata personajes de extracción proletaria,
algo que copiará Maruja Torres en novelas como mientras vivimos donde el
personaje es una hija de obreros. Carlos Barral fundará la editorial Seix
Barral, de la que habla en sus memorias, y esto originará una nueva generación;
la Gauche Divine, a la que pertenecía Maruja Torres, Carmen Posadas, la Matute,
Marsé, Terenci, Bonald… fue un ensayo de las generaciones de los poetas
sociales, de la movida, de la kronen… Barral empezó a publicar a los autores
sudamericanos del boom latinoamericano como Borges, Cortázar, Llosa, Márquez,
Zoe Valdés, Isabel Allende, Carlos Fuentes.. y empezaron a darse los premios
planeta y Nadal. La editorial Planeta la dirigía Lara. Gil de Biedma moría de
sida en Filipinas donde trabajaba en una empresa de tabaco. Esperanza Aguirre
fue sobrina del poeta. Biedma era la oveja negra, homosexual y comunista de la
familia. Y en sus diarios retrata su vida nocturna de alcohol y juegos con
chaperos, al más puro estilo de Reinaldo Arenas. Se pone de moda Oliverio
Girondo, el ultraísmo, Mario Benedetti, la Rayuela de Cortázar y los versos
enredados en laberintos de Borges. Empieza a verse Sudamérica como un país
bohemio, muchos poetas y novelistas habían marchado allí al exilio. Se daban grupúsculos
de intelectuales y se experimentaba con drogas típicas de allí como el Peyote. Por
un momento la vanguardia cultural del París es una fiesta de Hemingway se
trasladaba a Sudamérica y por supuesto a Nueva York.
No hay comentarios:
Publicar un comentario