Hoy visitamos el puerto de Santurce y un barco-museo encallado en la
orilla. Nos explican la vida de los pescadores. La pesca de bonito dura mes
medio, es la pesca de altura. La pesca de bajura se hace en el día, no lejos de
las casas de los pescadores y se pescan anchoas, sardinas, txitxarrillos, o verdel
que nadan cercanos a la costa. Ahora en este barco organizan un taller de gente
joven que aprende el oficio de marinero como el carpintero aprende a trabajar
la madera. Había barcos de metal, alguno de madera. El precio de los barcos era
asequible, y luego necesitabas una mano de obra barata. Uno de estos barcos que
llegó a Kabieces ha sido intervenido y convertido en un museo. El pasado de
Santurce está ligado al mar. Hace 3 años se creó este centro de interpretación de
la pesca. Se muestra la vida de los arrantxales y las técnicas de pesca de ahora
y de antes. El barco iba a ser destruido y ahora es una escuela del oficio de carpintero
y la madera. Dentro de las jornadas europeas, este museo pertenece al patrimonio
europeo desde el mes de Octubre. Lo ha intervenido el hombre para su conservación
cultural.
El barco que nos están enseñando se llamaba el Santurtzi Itxaso. Los astilleros
de Santurce funcionaron hasta el 90. En los 70 consiguen la patente de
navegación y el permiso para navegar con matrícula. El barco de pesca de cerca
tiene capacidad para 27 mil personas y consume gasoil en un día de trabajo. La velocidad
es básica. Está hecho de madera. Vemos la proa y popa, el vapor y estribor, la puntal,
la quilla y la cubierta. Los barcos de Santurtxi tienen la tercera denominación
para distinguirlos de los barcos de Lekeitio o de Bermeo del oeste o de Hondarroa.
Este barco dejó de dedicarse a las labores de pesca y se hizo almacén y camarote
hace unos años. En la proa están los depósitos de gasoil de agua dulce y el almacén
en la popa. En el dormitorio dormían los arrantxales. En 1922 se inaugura el puerto
de Santurtzi y en 1916 el edificio de la cofradía de pescadores. El barco aguanta
mejor el diésel. Existían barcos de vapor para la pesca. El barco descargaba
las redes llenas de pescado. No es elevado el sueldo de los arrantxales.
Necesitaban la ayudar para descargar de hijos nietos mujeres y familias.
También necesitaban reparar las redes y coserlas. Aunque el oficio de redera ha
desaparecido. Generalmente eran las mujeres las que cosían las redes.
Trabajaban en la intemperie, hiciera frio, sol o lluvia. Es un trabajo muy duro
pero muy importante. No quedan ya rederos. Los mismos pescadores tejían las
redes. Conseguían trabajar a pesar de las inclemencias del tiempo con sus consecuencias
físicas correspondientes y problemas en los huesos.
Es famosa la sardinera de Santurce que llevaba una cesta de sardinitas
frescas, cantando “desde Santurce a Bilbao voy por toda la orilla, con la falda
arremangada, con la falda remangada luciendo la pantorrilla”. Son famosos los trajes
regionales de las fiestas. Madariaga Metesa, una antigua sardinera, es natural del
puerto de Santurce. Iba cargada de pesca. Se iba a las cofradías a pujar por
sus sardinas. En la sala de subastas se subastaban las sardinas desde el precio
más alto al más bajo. Vendían el pescado más caro. Se lo ponían en la cabeza en
una cesta e iban por Portugalete, Sestao, Baracaldo, Erandio y Lejona. Luego empezaron
a usar el tren o el marido las llevaba en coche. Se ha perdido también la
tradición de la sardinera. Las sardineras vendían la pesca de sus maridos o
hijos. En 1916 se crea la cofradía de pescadores de Pedro. Iban con el pareo
relleno hasta el hotel reina Victoria Eugenia en San Sebastián. Llevaban las
faldas rellenas con lo ganado al mar hasta el hotel. Ahora se ha creado el museo
de turismo y el restaurante de Madariaga.
En el astillero reparan los barcos, se encargan del manteamiento y
reparación, de la limpieza y el mantenimiento del casco del barco. En la madera
aparecen pegadas lapas, conchas, insectos, microorganismos. El barco se mueve más
lento pues funciona con gasoil, a igual distancia. La barca funcionaba por el
motor eléctrico. Se pinta el casco. Se echa brea para que no entre el agua en
el barco. Era parecido a un petrolero, porque no era saludable sino muy contaminante.
El barco varaba al subirse al barco los marineros con la fuerza de la marea. Se
movía la pala a donde quisieran. Para manejar la hélice pedían el permiso de navegación.
A más potencia más impuestos. Pagaban las tasas de permiso de navegación, y a
veces lo trucaban. Iban más rápido de lo que decían que iban. Pescaban bonitos,
o se iban a ver algo más raro metiéndose en la mar profunda. Tiraban la red y
esta atrapaba a todo lo que pillase. El barco se anclaba en el norai del
puerto. Quitaban el brillo a las hélices a veces. No las podían lijar pues se
cargaban el bronce. Por eso las sumergían en el estiércol del ganado. La hélice
la podían sumergir un año y así perdía luz, pero no el bronce. En las traineras
se usaba una red especial de trainera. Se izaba la vela y con las manos libres
movían las redes. Tenían una especie de GPS para localizar el pescado pero muy
rudimentario.
Se hacían carreras de embarcaciones; quien es el primero en llegar al
puerto. El que antes llegue antes vende el pescado o lo vende más caro. De ahí
viene la carrera de traineras. Los barcos de vapor funcionan con una estufa de
carbón que en combustión crea el movimiento inestable. Con los remos,
cambiándolos de manos, remaban. En los años 50 ya los barcos de agantxa o madera
incorporan el motor diésel. Este depósito produce el movimiento por sí mismo y no
hay que remar manualmente. Los barcos de metal pesan menos, son más grandes, tienen
más depósito de gasolina diésel, llegan más lejos, y son más seguros que los
anteriores pues tienen medidas de alta seguridad. Llevaban hielo en un cajón
para separar y congelar el pescado. Es duro ser marinero, sobre todo en la época
estival. Los marineros tenían muchos recuerdos vividos en la cubierta. Es una vida
dura, pero no motona ni gris, pues están al contacto con la naturaleza y cada
día era distinto. Estaba el patrón y el maquinista y el engrasador que hace que
el motor funcione durante toda la travesía. En los mejores tiempos había 115
personas dedicadas a la pesca en el puerto de Santurce. Alrededor de los
puertos había muchos caseríos y se construían barriadas marineras de
pescadores.
En la cubierta de proa era dónde se preparaba el pescado. Los pescadores
metían el pescado en viveros y luego estaban los que se encargan del mantenimiento
o las redes. Tenían ayudantes, auxiliares, grumetes a los que llaman “txo” en
eusquera, que limpiaban y ayudaban al alto mando. Debían prepararse con
vestidos abrigados para no pasar frio. Estos grumetes se encargaban de llamar casa
por casa para que ningún marinero se quedara dormido el día de pesca. Un chaval
de 16 años que no quiere estudiar se hace marinero, y puede llegar a capitán de
barco. Pescaban durante horas y horas. Les dolían las articulaciones. Cuando
salen de la cama mantienen su posición. En la nevera mantenían el pescado frio y
olía al pescado de los 4 viveros.
El bonito del norte lo cogían en alta mar y ocupaba 45 o 50 k aproximadamente.
La técnica de la caña pescar se emplea con el bonito, las sardinas, el txitxarro
y las anchoas. Se trataba de mantenerlos vivos en viveros después de pescarlos.
Hacer creer al pescado que aun vive en el mar. Tardan 15 días en llevarlo al
banco de bonitos. Establecen un cerco para cercar peces de grupos homogéneos.
Cavan la red para meterlos allí y localizar el barco de anchoa. Al acercase
apagan las luces del barco y al pescarlo encienden las luces en la barca. Los
peces van engañados a la luz y así rodean el banco de peces. Echan una red de
cerco de un km de longitud a 40 m de altura.
Todo el banco de peces acaba metido en la red y con el mantenimiento del
cebo consiguen pescarlos. Los arrantzales con paciencia van sacando los peces
suavemente para no matarlos. Tienen cuidado de que el agua de mar donde los
vuelven a meter esté limpia y de que el pez suba del agua casi sin oxígeno. En Santurce
hay agua dulce y salada, esta última agua tiene menos oxígeno, por lo que es
más fácil pescarlos en agua salada. A los peces pescados se les da alimento con
pienso artificial. Otra técnica es no iluminar las redes con luz pues si el pez
va en oscuras se estrella y muere. Esa es la técnica de pesca del cerco. El
primer día que persiguen el bonito lo suelen vender. Lo levantan del agua. Ese
pescado no tiene que conservarse. Ese mismo día puede venderse en la lonja. Pero
igual pasan 15 días hasta que encuentren de nuevo más bancos de bonito.
En el barco nos enseñan la popa, la parte de detrás, y la proa que es la
de delante. Al este estribor y al oeste babor. Con la grúa de babor se
practican la pesca de cerco y en estribor se hace la pesca del celo vivo. En la
proa se guardan apilados los pescados y en babor se guardan en estrechas
neveras. Se guarda la caña para seguir capturando otros peces. Existen sistemas
para conservar el pescado 2 días. Los pescadores usan escaleras para pescar. Con
la escalera de papel se pescan verdeles y anchoas. Se pesca el día de bajura, y
se vende en el día. No lo guardan en neveras. Pero 30 mil kilos de bonito si
que hay que guardarlos en una refrigeración artificial. Se puede conservar el pescado
durante un mes. El hielo les ayuda a mantenerse hasta que sean comprados en los
puertos. En las neveras vacías llevan también lácteos, huevos y hielos.
Es mejor ser capitán que marinero. Donde manda capitán no manda
marinero. Los bancos de peces se localizan por radio o con teléfonos de onda
media, alta tecnología que se ha incorporado a la pesca y que funciona como una
especie de GPS que nos lleva hasta el pescado que queremos. En el camarote particular se estudian las capturas
y funciona como puerto de mando y es el cerebro de la embarcación. Un radar nos
servirá para la localización del pescado. El banco de peces irá atraído hacía
el barco y se situará alrededor de él. Esto se percibe con una sonda electrónica.
El emisor eléctrico emite la señal hasta el fondo del mar. Y podemos ver que
tipo de pescado es y a que nivel de profundidad está gracias a un radar
periscopio. Nos darán datos de lo que ocurre alrededor del barco. Es una información
fiable.
En el camarote está el patrón de la embarcación con su mesa de trabajo,
su cama y su botiquín. Si nos ponemos enfermos en el barco hay botiquines en
orden. Si alguien se pone enfermo se le lleva medicación. En un cajón cerrado
con pestillo vemos las cartas de navegación originales del barco, y rosarios
simplificados. Los marineros eran muy religiosos. Muchas veces llamaban a sus
barcos con nombres femeninos y era muy común llamarlos María o hacer
referencias a la virgen, o a las distintas santas patronas del mar o los
marineros. Los marineros por miedo se aferraban a lo que tenían; la religión.
El agurtza o rosario es el símbolo del barco.
Dentro del barco nos enseñan los generadores y compresores, las bombas de
lubricación y lastre, en la planta matriz nova de la nave. Existían unos trabajadores
técnicos llamados enquisadores que lubricaban los componentes móviles de los
motores. Era un trabajo duro y requería mucho esfuerzo. Las condiciones de trabajo
del marinero son muy duras. En los motores era fácil golpearse, era fácil
caerse al mar, quemarse o marearse, perder conocimiento por oler determinados gases.
Era peligroso subir al barco por la parte de arriba y podían quedar sordos o
tener enfermedades respiratorias y canceres.
Otro trabajo era el del posicionador. Para trabajar de marinero hay que saber
de todo sobre el mar. Al posicionador, al que sabía mantener cualquier barco lo
contrataban en todos los lados. Requería de un trabajo mecánico naval a pie del
barco. Ahora todo se hace desde el ordenador y estos trabajadores cobraban algo
más que el resto de la tripulación, pero no sabemos si con eso les daba para
vivir. En el barco era importante mantener la seguridad colectiva, por la
propia seguridad de sus tripulantes. En la pesca de altura podían pasar varios
días en la mar y por eso el barco incorporaba una cocina y un táper con el que
comían los marineros, intentando que no se cayeran las ollas y cacerolas. Un
plato que se comía era el marmitako de bonito al horno.
El barco está lleno de cañas y arpones. Muchos de estos barcos
importaban la técnica naval de los barcos franceses. El bonito del norte más
sabroso era el pescado con caña en alta mar, pero un banco de bonitos no se
puede levantar con una sola caña. El funcionamiento siempre era el mismo;
primero localizar el banco de bonitos con un aparato y luego parar el motor del
barco. La técnica de pescar del cebo vivo es ideal y se suele hacer cuando hay sirimiri
y lluvia artificial. Se usaba la txiscarra, un sistema de marizar el mar. El
mar hierbe lleno de pescado. Una película de agua ocultaba el barco. Esa técnica
era la txiscarra. Se tiran los cebos al mar, el bonito los huele, se escita y
se pone nervioso y así se pueden pescar. Existían técnicas manuales para cazar
todo tipo de pescados; con redes, con arpones, con anzuelos… antiguamente se pescaba
uno a uno y solo bonito. Una vez pescados los pasaban de mano en mano hasta
llegar a las neveras y allí con un mazo los golpeaban y mataban, aunque a veces
se vendía pescado vivo. Al lanzar el anzuelo los peces veían algo plateado y
caían en la trampa y mordían el anzuelo. También se vendía el pescado muerto,
listo para cocinarlo. El 10% del pescado se vendía en lonjas, pero la mayoría
se vendía en el mismo puerto al llegar el barco. La participación económica era
del 50%. La mitad se lo llevaba el dueño del barco y la otra mitad toda la
tripulación, con lo cual siempre ganaba más el patrón y crecía la plusvalía. El
patrón tenía la participación como propietario de las acciones del barco.
Muchos trabajadores y marineros eran a su vez maquinistas y engrasadores. A
veces una anchoa o sardina viva servía de cebo de la caña, y la tiraban viva al
mar. Los viveros en los que guardaban el pescado vivo estaban llenos de agua.
El bacalao, típico en la cocina vasca, se
cogía en los lejanos mares de Terracota. Lo trajo Elcano de América, Colon, Américo
Vespucio y Hernán Cortés de sus viajes. Todo empieza con los Reyes católicos y
Carlos I de España, V de Austria y Alemania. Se trae mucho pescado durante la
guerra de los 100 años. El viento mueve las velas. Se trae también cacao y patatas.
Había sicarios corsarios y piratas como San Francis Bacon que intentan robarlo.
Los barcos de vapor van a la caza de ballenas, anchoas, del delfín, merluzas,
besugos y sardinas. El negocio naval compite con el de las ferrerías de las casas
torre y la primera explotación de las cuencas mineras. Aparece el Tren de la
siderurgia y la Vizcaya e iberia se fundan en 1902 en los altos hornos. Muchos
barcos trasportaban ese hierro a Inglaterra y el carbón mineral. Pero la pesca
en el país vasco ya se da durante el siglo XV (medievo), el siglo XVI (renacimiento),
el siglo XVII (barroco), el siglo XVIII (ilustración) y el XIX. Aquí en Euskadi
se pesca merluza, congrio, langosta, bonito, verdel, lubina, nécora,
quisquillas y percebes. Hay pesca de altura, de madera y bajura.
Se crearon las primeras estufas dentro del
barco, cocinas de carbón, y se empezó a secar la ropa en el barco. Se pescaba
en los puertos de Olabeaga y Erandio. Los del museo nos enseñan una galería de
barcos a escala de miniatura, una galería de barcos y buques, los depósitos,
los remolcadores (el auntz de 1928), el aljibe de agua dulce, el depósito de
agua... José Luis Ugarte fue el primer regatista que en España participó de una
regata en solitario con su barco, el Endee Gable, en 1933. Recorrió 27 mil
millas él solo. Otro regatista famoso fue Antonio Guztuneta. Puertos como el de
Mutriku se habían abierto en 1956 pero el de Rentería y Hondarribia ya
funcionaba desde 1728. Nos enseñan una maqueta del remolcador arn mendi, de los
astilleros euskalduna de los años 20. Estos astilleros construían barcos de
gran potencia, con bastante seguridad y habilidad tractora. Los incendios y las
inclemencias del tiempo eran los principales enemigos de esos barcos junto a la
mar que engullía a los marineros. Los primeros barcos eran muy contaminantes. En
1968 se hizo una restauración de los remolques y en 1988 los talleres MMRB también
restauraron remolcadores como el de alyibe desde 1988 hasta 1999. Se pusieron
patrulleros y vigilantes de guardia en los puertos.
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