Esta charla en la
librería Anti de Bilbao la vieja trata sobre la transexualidad. No debemos
confundirse la transexualidad con el travestismo. Una cosa es travestirse,
vestirse de mujer y otra nacer con los órganos sexuales equivocados y operarse
para conseguir los sexos deseados y no con los que han nacido. El travestismo
puede ser un juego, ir acompañado de la pluma, o puede ser algo muy serio el
querer vestir como una mujer. En la historia siempre ha existido el travestismo
(pensemos en los actores que se vestían de mujer en los tiempos en que la mujer
no podía actuar en el teatro) El origen de los primeros travestis se dice que
data del siglo XIX en Berlín. El travestí no tiene por qué ser de género
homosexual. Un paciente fue a la consulta de Alfred kinser, y le dijo; me
siento mujer. Pero aquel siquiatra de otra época no quiso tratar eso, lo
consideró una desviación o una depravación sexual y lo delegó a otro psicólogo,
Benjamín. Nadie quería atender a estas personas. Recordemos las protestas de Greenwich
Village en Nueva York donde la mayoría de manifestantes eran transexuales que
increparon a la policía reclamando sus derechos.
Ahora hay tratamientos
hormonales, recetas, para los transexuales. El medico receta hormonas, pero
sigue viéndolos como enfermos. Hasta hace pocos años se les hacía electroshocks
en los psiquiátricos. Ahora se le da un diagnóstico, como si se tratara de una
enfermedad. Solo si se demuestra que es una enfermedad se les puede ayudar, es
el pensamiento conservador que aún predomina. Para ser considerado transexual hay
que cumplir determinados prefectos. El sistema medico trató mal a los
transexuales de los años 50 pero la política actual es que si hay dinero de por
medio se puede operar al paciente. Se ha luchado por el derecho de que el
cambio de sexo sea pagado por el sistema médico público. El que piensa que el
homosexual jugaba de niño con juguetes femeninos es el mismo que ve natural que
la mujer limpie platos. Ahora existen terapias siquiátricas, y millones de preguntas.
Parece que el género sexual sigue buscando un nivel de purismo, y también de
puritanismo. Se somete a examen psicológico a las personas que quieren cambiar
de sexo.
La película con faldas y
a lo loco de Billy Wilder jugaba con esta idea del chico trans maquillado y con
pelo largo y rubio y faldas cortas. El cine, el teatro, la cultura en general,
ha jugado mucho con los conceptos de travestismo y transexualidad. Virginia
Woolf, abiertamente bisexual, describió en Orlando a una mujer que se travestía
de hombre. El cambio de género, no obstante, sigue considerándose un trastorno de
la identidad de género. Prevalecen los criterios sexistas que lo ven como un problema
individual. Muchos siguen viéndolo como una enfermedad incurable con
tratamiento. Nunca dejaras de ser un enfermo anormal por muchas operaciones quirúrgicas
que te hagas. Nunca serás hombre o mujer sino una ficción. Es un problema del
cuerpo. Muchos transexuales no confiesan su problema para no ser considerados
enfermos. Sigue viéndose como una ruptura de las normas de género. No sabemos
si hace más daño a los trans la mirada homófoba o la transfobia que la
explicación médica de que es una enfermedad. En la legalidad también la
obesidad es vista como enfermedad. Simplemente
se trata de unas características sexuales externas que molestan a la persona. Ha
nacido con el sexo equivocado.
“Cuando me opere volví a
nacer, pero aún siento que no es mi cuerpo. No importa si le doy sexo, si le
mutilo, parece que siempre estaré condenada a llevar un sexo que no me
corresponde. Mi cuerpo es mi tesoro, mi Ítaca, pero se sigue uno sintiendo que no
es su cuerpo de verdad sino un cuerpo operado, prestado” Otro trans afirma; “no
existe el cuerpo de Mikel. Nunca tendré un cuerpo de hombre sino algo parecido.
Eso que nos lo digan a la cara los cirujanos” Muchos trans se odian así mismos,
no les gusta su cuerpo y gastan mucho en cremas, hormonas, en la reconstrucción
de su cuerpo. Un hombre puede sentir tener un paradigma femenino.
Esto hay que tratarlo
desde la infancia. Pero no con el pensamiento de detectar el problema en la
infancia para evitar un homosexual, como aún siguen pensando muchos doctores. A un niño le dicen; no puedes jugar con esto
porque es de niña. Muchas veces el niño que pide el juguete femenino no quiere
decir que se sienta mujer, sino que simplemente quiere el juguete. Pero muchas
veces es más la paranoia de los padres, que enseguida creen que su hijo va a
hacerse homosexual por jugar con una barby. Cada vez más niños y niñas piden de
regalo de reyes un cambio de sexo. A veces hay que ver esta petición como un
capricho adolescente, igual que las adolescentes que piden de regalo de
cumpleaños aumentarse los pechos. Pero la mayoría de las veces no es un
capricho sino algo muy serio. Se trata de dejar pasar el tiempo para ver si es
una moda pasajera o realmente quieren operarse. Al final es como el hacerse un
tatuaje, siempre hay marcha atrás, la posibilidad de volver al cuerpo
originario. Dentro de la comunidad LGTB y poli sexual cada vez se reconocen más
los derechos de los trans. La comunidad intersexual debería ir haciendo amigos y
con constructivismo más que pelearse entre ellos; los plumifobos (los que no
soportan la pluma), los que piensan que un bisexual solo es un gay que no se
acepta del todo…La transexualidad permite el feed back, el retorno. De todas
formas, sigue siendo engorroso el paso judicial, legal, y médico. A veces el
cuerpo está separado de la identidad corporal. La película Billy Eliot nos
habla del respeto al niño que quiere llevar tutú y bailar ballet (Y no por
elllo es un transexual potencial) Tras la operación hay que hacer muchos
papeles, como cambiar el DNI, o asumirlo psicológicamente. Sigue suponiendo
mucho trastorno psicológico. A veces no hay que hacer caso al niño que quiere
ser chica como una llamada de atención a sus padres. El niño a veces quiere ser
murciélago o batman y volar o ser astronauta o jugar como Messi. No podemos
confundir una decisión tan importante y trascendente con un mero capricho
pasajero. Hay niños que se identifican con lo femenino y niñas que quieren ser
futbolistas y no por ello quieren cambiar de sexo. Con 5 años no se puede decidir
si uno quiere ser hombre o mujer. aún no tiene formado el carácter, la madurez
ni la identidad sexual o de género. Sin embargo, ya se han practicado operaciones
vaginoplásticas a menores de 5 años. Por desgracia, siguen llevándose mal los trans
y los homosexuales. Muchos hombres pegan a los trans o los ridiculizan o
rechazan sexualmente. Siguen marginados dentro del mundo gay. Muchos tienen
dificultades para encontrar pareja. La relación de los trans con las lesbianas
es menos transfobica. Y hay más rechazo a la mujer que se convierte en hombre
que al hombre que se convierte en mujer.
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