LA POSTMODERNIDAD
SOÑAR SABIENDO QUE SE SUEÑA NIETZSCHE
El malestar de la cultura moderna.
El postmodernismo
es la critica de los valores modernos dirá quien sólo lea el nombre, de las
grandes utopías y palabras que tantos regueros de sangre nos costaron.
Artísticamente se
refleja antes esta crisis de identidad cultural “los hombres vacíos” “el hombre
sin atributos” “el ser y la nada” “la nausea” “la tierra baldía”... son obras
que ya sólo el título nos ofrecen una imagen desengaña, nihilista, del
mundo.
En el Ulises de Joyce el monologo interior
desarrollado durante un día de una vida anodina, insulsa y absurdamente prosaica
(como todas) refleja los limites de nuestro propio pensamiento discursivo. (Ver
mi trabajo sobre la toma de conciencia lingüística)
El teatro del absurdo (Beckett, Brecht, Ionet,
Pirandello...) también refleja esta crisis de la racionalidad burguesa y de sus
formas narrativas clásicas. Los románticos son los primeros contra- sistemas,
rebeldes con causa y revolucionarios. Los beatnicks, los bohemios, los hippies
o flowers sons (hijos de las flores) intentamos emular a estos genios de la
trasgresión artística y vital. Se extiende una aptitud esnobista critica con la modernidad.
Baudelaire llama a la modernidad “una vanguardia continuada” Hay que ser
moderno, estar siempre en la última trasgresión, en la mayor liberalidad
posible. También dijo este estético poco ético que “el progreso es el paganismo
del imbecil”
La
posmodernidad nace con la caída del muro de Berlín y el mayo del 68 francés. El
mundo se nos derrumba, asistimos al desencantamiento de las ilusiones antiguas
del niño y de las utopías e ideales del joven moderno.
La Internacional
Situacionista o Imaginista constituye entre 1957 y 1972 un grupo de filósofos que cuestionan el
papel del hombre en la sociedad de consumo de posguerra. Su conclusión es que
nuestra sociedad es mera apariencia sin esencia ni verdad, con la filosofía
muerta. ¿Y por qué? Porque nos han matado la Imaginación, la han enajenado.
La
postmodernidad es un mero teatro de diferentes roles que confrontan en diálogos
de besugos, sin verdadera comunicación, en la más completa soledad e
incomprendidos puesto que el lenguaje nos malinterpreta aquello que para
Wittgenstein era mejor callar. Pero si nos callamos, nos morimos ya que también
dijo que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi realidad” En el mayo
francés se comprobó este desencanto juvenil ya que no se gritaban tanto
eslóganes políticos como personales, vitales “Imaginación al poder”, "bajo los
adoquines hay una playa", "No queremos un mundo donde la garantía de
no morir de hambre se compense con la garantía de morir de aburrimiento".
La mayoría de
pensadores posmodernos provienen de este psicomarxismo hippie que han visto
fracasar en sus realizaciones practicas. Al margen de su crítica al
totalitarismo encubierto y subliminal actual, cabe señalar algo más en común:
la desconfianza y aversión hacia toda macro estructura de poder. Rechazan el
materialismo marxista y defienden un
espiritualismo, un idealismo, una re- mitificación; la "nostalgia de la Trascendencia".
¡No todo esta inventado, aún queda tanto por soñar...!.
La postmodernidad es la superación de la modernidad, pues en
época de Bauleaire del proyecto moderno apenas quedaban unas vanguardias
artísticas trasgresoras "transitorias, efímeras y contingentes" según
crítica el poeta.
La
posmodernidad es la crítica a los mayores críticos de la historia; los
filósofos de la sospecha (Nietzche. Marx y Freud) y sus dogmas más sagrados:
Razón, emancipación, igualdad, progreso... Váttimo definió la filosofía posmoderna como
un pensamiento débil, pues aporta más criticas que soluciones prácticas. Frente
a las afirmaciones categóricas, las aseveraciones ex cátedra y la pretensión
aprehensiva, Derrida propone la "deconstrucción", los "juegos lingüísticos" o como diría
Lyotard; el rechazo de cualquier "meta narrativa", el desengaño de
las grandes palabras.
En contraposición
con el pensamiento único de la globalización, estos filósofos posmodernos
proponen la diferencia, lo
aleatorio, el Otro, lo contingente, indeterminado, impensable, discontinuo y
diseminado. En este contexto muere la filosofía en ciernes. La postmodernidad
transmite en su conjunto una cierta ansiedad.
La excesiva
modestia de una razón –"cansada"- que se siente incapaz de
reflexionar sobre los grandes temas y se conforma con pequeños segmentos, con
minúsculas y fragmentarias certezas, conlleva la renuncia de la Razón a
emprender grandes empresas.
BAUDRILLARD.
Código y Simulación.
Su último
escándalo fue negar la existencia de la Guerra del Golfo. Este Ex
estructuralista analiza nuestra sociedad de consumo y bienestar con sus valores
simbólicos, y la noción de código aplicada a todos los ámbitos de la vida
social.
Según Marx hay un
valor de uso y otro de cambio, pero en la posmodernidad ya no se distingue el
original de su reproducción, las copias de productos, los inter textos, lo
homogéneo que viste la gente... Todo se
copia, nada queda original o autentico. Vivimos en un simulacro de mundo, en un
mundo ficticio e incierto donde mañana pueden caerse las torres o destruirse.
Supone el fin de la concepción clásica de realidad e incluso de la historia.
Nos hallamos así abocados "a la incertidumbre radical sobre la verdad,
sobre la realidad misma del devenir".
LYOTARD. Critica
del meta relato.
Lyotard se dedica
al arte y la política. Ex marxista que critica la “meta- narrativa” del
proyecto moderno. Para él las grandes
teorías clásicas sólo han sido eso; bellas utopías. Sus libros cuentan como
meros juegos verbales a la manera de Wittgenstein. Mas no cree en los relatos
meta- literarios. Es decir; no cree que podamos ir más allá (meta), que exista
el más allá o el poder trascender lo concreto. Él analiza también la
perfomatividad, es decir; la alianza de la ciencia y el poder (Conocer es
poder)
DELEUZE. El
pensamiento horizontal.
Deleuze arremete
contra el pensamiento vertical desde Platón aquí. El pensamiento vertical
establece una dicotomía entre la idea y la realidad para así reducir la
múltiple, heterogénea diversidad. Hegel
significa la culminación de esta pretensión unificadora con su concepto de
Razón. Deleuze rescata a Nietzche para hablarnos del pensamiento horizontal, el
del diferente, el del otro, el del raro, el de librepensador marginal, como ya
he expuesto antes. Este pensamiento no pretende erigirse como Verdad, sino
reclamar su sana diferencia. También se
lo llama pensamiento nómada por lo subjetivo, mutable y cambiante que es. No
tiene jerarquías, estructuras ni orden lógico, pero sí autenticidad,
sinceridad.
DERRIDA. Crítica
del logocentrismo.
Critica el
logocentrismo, sobreestimar a la diosa
Razón, aunque el error fue anterior aún; suponer que la realidad se conocía a
través del logos y no del mito.
No podemos escapar
de esa frase de Hegel "lo que es real es racional y lo que es racional es
real". Él culpa el aristotelismo y el platonismo de la actual imagen de la
realidad. Sólo creemos en el lenguaje,
en las ideas de la realidad y por eso la realidad es para nosotros
inaprensible. El propone, al igual que Deleuze, la filosofía de la Différance.
VATTIMO. El
pensamiento débil.
Gianni
Vattimo teoriza contra una metafísica objetivadora que intenta interpretar y
buscar el fundamento de la realidad. Es lo que él denomina un "sujeto
fuerte", detrás del cual se oculta un afán de dominación, de imponer su
propia subjetividad al objeto. Para él se ha acabado con ese pensamiento fuerte
y el débil, el que no se pretende único ni unifica la realidad desde su
subjetividad. Sin embargo, el sujeto del pensamiento débil es acrítico,
amnésico, sin criterios ni fundamento, muy fácilmente manipulable.
DOLLÉ. Lo
impensado.
Surge del mayo del
68, radicalmente antimarxista, Interpreta el pensamiento occidental como una
metafísica y esto –para él- quiere decir una filosofía conceptual, una
filosofía en la cual el único valor es lo abstracto, lo inteligible, lo
universal. La califica como "filosofía de la noche", es decir,
oscura, tenebrosa. Nuestros sistemas filosóficos en lugar de
"iluminar", o "aclarar" la existencia, lo que consiguen es
"oscurecerla", "ennegrecerla". Utilizar el método
conceptual es como salir a admirar los colores de las flores en plena noche,
como recorrer las salas de una exposición de pinturas en la más completa
oscuridad. Intentar aprehender conceptualmente la realidad es como apagar la
luz antes de entrar a ver los cuadros.
Los términos
genéricos no son aptos para aprehender el ser. Por esto Dollé designa el ser
como lo "impensado", es decir, como lo que no puede ser pensado, que
no se puede aferrar mediante conceptos, lo que nunca podrá ser sustituido por
un concepto. Para indagar el ser, Dollé propone otras vías alternativas a la
filosofía, como son la poesía o el mito. Tal como lo hacían los griegos antes
del momento, nefasto, en que intentaron sustituir el mito por el
"logos".
Criticando
a los críticos de la posmodernidad, diría que una vez desmontadas las
estructuras y descostruido los edificios conceptuales, ¿qué nos queda? Si todo
ha muerto, desde Dios hasta la historia,¿Qué queda? El horizonte es de una
humildad sorprendente; un desencanto, desengaño, una apatía, un endeble sujeto
"débil", unos flojos "regímenes de frases" que no llegan a
ser filosofía, la "pluralidad de universos éticos" aislados, el
sujeto "acrítico", la "simulación", la "incerteza en
torno a la realidad del acontecimiento", el "esteticismo
fruitivo", el pensamiento "amnésico",
el
"vagabundeo incierto", el "considerar sospechoso y anticuado
cualquier intento por establecer unas reglas de juego universales", la
"ausencia de criterios objetivos", el "pluralismo
heteromorfo", los "géneros de discurso", la "imposibilidad
de un consenso mínimo". En definitiva, la imposibilidad de llegar a establecer unos valores que
fueran el fundamento de una actitud comprometida, un fondo teórico en el que
repose el compromiso personal, ético, social, político. Sin embargo, muchos de
los pensadores postmodernos han estado comprometidos en causas humanitarias
justas. No todo es la vida fácil de las apariencias y debemos luchar por buscar
esa esencia personal, ese perfume que emana nuestra libertad.
Muerte de la historia, el sujeto, desfragmentación, desorientación del Yo, crisis total de la filosofía y la literatura. El nuevo Narciso ególatra.
Muerte de la historia, el sujeto, desfragmentación, desorientación del Yo, crisis total de la filosofía y la literatura. El nuevo Narciso ególatra.
La
historia es una ilusión, no sólo la escriben los vencedores, sino que existe
gracias a que hemos recordado datos puntuales historiográficos de reyes y
batallas, pero no cada historia personal con lo que la historia sería un caos
biográfico. No existe tampoco la idea de progreso histórico, somos tan
estúpidamente platónicos como Platón y emocionalmente o en un plano ético no
hemos evolucionado, aunque tengamos más armas de destrucción masiva que nunca.
Por tanto, la historia se repite, se repite en el eterno retorno de lo mismo.
Ahora con la efigie del Ché se hacen camisetas en
nuestra sociedad capitalista de consumo. Ha resucitado la carne, lo más salvaje
del hombre, la pornografía o “follar” (la sensualidad es su sublimación, una
estética de lo sublime como decía Dalí pero incluso Kant también), la autonomía
de la carne. Hemos vuelto en muchos sentidos a la sinrazón del animal, al hedonismo
mal entendido, al egocentrismo sólo en lo que interesa, al epicureismo del
placer, pero sólo del físico (no del
intelectual, que también comporta placer)
Los nuevos Narcisos (como el de Dante Gabriel
Rosseti) se burlan del Prometeo que se pringó por la humanidad, o de Sísifo que
lastró una piedra rotándola eternamente.
El moderno también puede ser considerado, como
escribe Milan Kundera, un Atlas cargando la pesada gravedad de su destino, su
vida, sus ideales... y frente a esto en la posmodernidad entramos en la
insoportable levedad del ser.
Narciso, enamorado de sí mismo cual Nietszche o
Whitman, sólo cree de este mundo cínico en el momento de irse de vacaciones.
Frente al tradicional homo sapiens surge una especie de homo sentimental (como
la novela de Marías), un hombre más andrógino, de mentalidad más femenina, más
débil y de consistencia externa más fuerte, más preocupado por acudir al
gimnasio que por leer un buen libro. Ya no le importa “ser bueno” sino “estar
bueno”, y en este sentido las estéticas han acabado con las éticas. Kundera
también dice que el “pienso, luego existo” es propio de quien subestima un
dolor de muelas, y que hoy día es el “siento, luego existo” más pascaliano; una
especie de corazón Proustiano.
Concluiré mi resumen. Hemos vuelto a lo natural, y
si bien creemos que no estamos reprimidos el sistema y los otros nos reprimen
más que nunca. Esta feneciendo la cultura por culpa de la civilización
decadente que ya no sublima nada, ni sueña ni trasciende ni se eleva ni idea ni
inventa.
Carecemos de nuevas ideas, todo esta inventado,
nada nuevo bajo el sol, todo dicho, no coment, just do it (no lo pienses,
hazlo)... ¡qué patética falsa humildad! Se huye de lo intelectual “la sabiduría
me persigue, pero yo corro más” Frente al intelecto brota el sentimiento y el
afecto. Sólo existe un pensamiento fragmentario y débil “el aquí y ahora Yo
digo esto” . Incluso Foucault loa al loco- sabio a través de la historia
siguiendo el elogio de la locura de Lutero, y el llamado pensamiento divagativo
frente al discursivo, las libres asociaciones de ideas o hasta el elogio a la
esquizofrenia de Deleuce.
Es como reconocer que todo intelectual está loco,
que toda idea es enfermiza, que todo idealista es un “pringado”, “pardillo”,
“aparbado”, y sobretodo “flipado” (este neologismo proviene del anglicanismo
“fly”, ósea “volar” con la imaginación, viajar con nuestra mente, abstraernos,
soñar) Esta cultura del instante, del falso carpe diem y las criticas
destructivas de toda idea es profundamente burguesa y conservadora (propia de
la ancianidad como ya he expuesto en este trabajo)
Nos
hemos pasado de maduros; somos niños- viejos descreídos del cuento de hadas.
La vida es absurda, es “una historia contada por
un loco con mucho ruido y furia, mas no
significa nada” (Shakespeare) Debemos significarla, darla sentido, nosotros
mismos.
Me parece digna esta conclusión, aunque la mayoría
tenga miedo a esa concepción de la vida, de tu vida sobretodo, como un
caos que tú, y sólo tú, debes ordenar.
¡ATREVETE A VIVIR! ¡ATREVETE A SOÑAR (
¡VIVIR, MORIR... SOÑAR!)
SAL DE TU CULPABLE VEJEZ O MUERTE EN VIDA.
THE END (PERO COMO TODO META- RELATO POSMODERNO;
CON UN CONTINUARÁ)
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