viernes, 3 de marzo de 2017

VIRGINIA WOOLF



Virginia Woolf    1882 Londres 1941  59 años
Virginia Woolf tenía una casa de campo al sur de Inglaterra en el canal de la mancha. Era vecina de Klaus Mann. Allí se suicidó. Virginia está a medio camino entre la sociedad victoriana y la modernidad. Todos admiramos su aptitud vital, tenía un punto con el sexo y el pudor. Todos los autores de Bloosbury jugaban con el darse aires aristocráticos, ironizan con ello. Virginia es la madre de la moderna novela pues tenía un estilo muy moderno de escribir, experimental y adelantado a su época. Además, estaba en la vanguardia del feminismo, muy avanzado para la época. Virginia reflexiona en la habitación propia sobre lo difícil que era averiguar la personalidad de Jane Austen y lo sencillo que era adivinar la vida de las bronte, pues sabemos mas de sus vidas que de Jane Austen. Es fácil entender la vida de Bronte. Virginia Woolf nos suena a todos, por las pelis basadas en sus obras. Es un icono literario en Inglaterra, la camiseta más vendida con su foto es como las de aquí del ché. Es un mito, un icono, no por su literatura sino por su vida. Cualquiera la conoce, aunque no la haya leído. Su vida, su suicidio y su locura la conocemos todos. No tuvo una aburrida vida recogida como Emily Dikinson que no salió de su casa. Austen era una mujer normal y corriente. Sin embargo, tenemos la imagen de Virginia como una mujer depresiva, tendente al delirio, introvertida y no lo era en absoluto. “Me sorprendo que la gente la vea como una torturada reclamada por las tinieblas. Tenía una voz de terciopelo rojo, la daban información sosa como el polvo y la devolvía luminosa como los diamantes”. Hablar con Virginia Woolf era como beber la mejor copa de vino.  Era realizadora de la vida. La vida se diferencia entre los que realzan la vida y los que la merman. Era una mujer muy sociable y encantadora, pero con un punto oscuro. No era introvertida. Escribió diarios y cartas abundantes. Se han publicado 5 volúmenes gruesos de diarios. 6 volúmenes gruesos de cartas. Escribía 6 cartas al día. Escribía a gente de muy lejos, sus cartas forman el grueso de su obra. Es ardua difícil de leer. Una mujer sesuda, farragosa. Quien teme Virginia no tiene nada que ver con ella. La relacionamos con el alcohol y las relaciones difíciles por esta película, aunque ella no bebió jamás. Ni alcohólica ni loca, acaso reflexiva. Tiene un punto feminista la habitación propia. Su locura le llevó al suicidio. Es agradable fácil de leer sus pensamientos. Orlando no es significativa como obra. Ha abandonado a su novia cuando escribe esta obra y su poesía original. En Orlando el personaje hombre se convierte en mujer, vive en la Francia del siglo XVIII, vive mucho tiempo. Se basó en su amante Vita para escribirlo. Un hermano abusó de Virginia, el hermanastro en su adolescencia. Esto determinó su difícil relación con el sexo. A los 30 años era virgen aun y esto la traumaba. No podía ser una buena escritora si era seudo virgen, pensaba. Se casó con este hombre bueno, un amigo, para no quedarse sola. Al principio no tuvieron relaciones sexuales sino esporádicas. Mantuvo la relación con este hombre hasta su suicidio pero siempre desde cierto distanciamiento. Tuvo amantes mujeres. Fue novelista, ensayista, feminista. Nos han llegado sus correspondencia y diarios. Le angustia el hecho de escribir y de enfrentarse a la novela. Escribía y entraba en depresión durante mucho tiempo, podía estar semanas deprimida. A las novelas más serias las continuaban pequeños divertimentos. Orlando es un divertimiento, no es que sea mala novela. Los dos autores del modernismo (Joyce y Virginia) nacen y mueren el mismo año. Del análisis de la conciencia, Joyce va más allá. Son escritores no tradicionales. Tampoco Mansfield. Sus obras están narradas en tercera persona omnisciente, nos deja a los lectores asistir a lo que dicen los personajes, como un dios que está por encima. La novela evoluciona en el XIX y XX, se busca eliminar a ese narrador omnisciente. La historia se mueve desde dentro. Sigue habiendo un narrador en tercera pero interviene menos. Joyce anula narrador, se introduce en las mentes de los personajes, oímos lo que piensan. Pegamos la oreja a la cabeza de alguien. Pensamos en palabras.  No existen ideas abstractas ni pensamos en imágenes. El discurso interior se hace con palabras, hay que desgajar el lenguaje para pensar, es algo lingüístico. El pensamiento se estructura sin ordenación ni argumentación, da saltos, sube, baja, cambia descambia. El monologo interior es el hablarnos a nosotros mismos. En las imágenes de los sueños hay pensamiento. Refleja el monologo el interior de los seres, su pensamiento caótico, un monologo interior en primera persona. Woolf tiene una pierna en el xix y otra en el xx. Introduce personajes pensantes dentro del narrador en tercera persona. El perro no tiene monologo interior, no piensa, por lo que es una licencia poética que en su obra flux el perro piense como un humano. Es la madre del  monologo artificial, cuando intenta el monologo es artificioso. En Joyce no. Las olas es un monologo de 4 personajes donde no hay narrador. Asistimos a los monólogos interiores. Los monólogos de Virginia son más difíciles de leer pues son pensamientos pero muy poéticos. 
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Te coloca en una forma de pensar muy poética. En Joyce se acerca más a la realidad de como pensamos los seres humanos y no es poética. En estilo indirecto libre se escribió la señora dalloway. Es el monologo de esta mujer, haciendo compras por Londres. Es la mujer de un alto cargo político. Se narra en tercera persona. Tiene una intención satírica de la crítica de las costumbres. Ridiculiza su clase social. Voy a escribir de mi clase social, se dijo. Cuando nos hundimos en otro personaje, lo entendemos, no podemos criticarle o satirizarlo porque hay contacto y empatía hacia esa mujer. 
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Jesús Marchamalo escribió sobre Virginia Woolf; Virginia era bella pero nunca guapa. Su marido planta lirios, y campanillas. Vivía en un castillo, recibía una nómina extensa, tenía gatos y perros y amantes eventuales en su habitación propia. Esta habitación era como una celda con una ventana y una chimenea y un velador. Repitieron su nombre en el funeral y misa. Una editorial de prensa sacó sus libros encuadernados. Fue la editorial Howard donde publicó Gorki Freud Eliot. Tenemos ya sus obras completas. En sus escritos siempre estaba el olor a cigarro, las letras con polvo de tinta, el papel y sus tripas. Era hija de stifer, que tenía amigos escritores, pensadores y ensayistas. El padre le dejaba su biblioteca, se convirtió en un anciano huraño cascarrabias, y gritón. La vecina pintaba. Tenía amigos cultos aseaditos, limpios bebedores. Tenía miedo a la locura, escuchaba pájaros cantando en griego en el jardín. Necesitaba silencio absoluto para escribir. Se encerró en su estudio a escribir. La sacaba de quicio el ruido. En la caseta del jardín dejaba los útiles y herramientas. Se sentaba en una butaca a escribir los cuadernos que fabricaba ella misma. Su cuarto estaba lleno de libros, papeles, horquillas, baratijas Cazaba mariposas poniendo miel en el tronco de los árboles. Oía voces en la cabeza cuando los nazis bombardeaban a diario. Tenía bodegas y antes de morir provocó un incendio y quemó media docena de cartas. Desapareció siempre bella nunca guapa. Se llenó bolsillos de piedras, la molestaba todo ruido, dejaba de escribir. En su casita refugio se cobijaba. Paseaba por el jardín sola, lejos del mundo. Tardaron dos semanas en encontrar el cadáver
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