ROMANCES
LA POETISA EN UN PUEBLO carolina coronado
LA POETISA EN UN PUEBLO carolina coronado
¡Ya viene, mírala! ¿Quién?
—Ésa que saca las copias.
—Jesús, qué mujer tan rara.
—Tiene los ojos de loca.
Diga V., don Marcelino,
¿será verdad que ella sola
hace versos sin maestro?
—¡Qué locura!, no señora;
anoche nos convencimos
de que es mentira, en la boda:
si tiene esa habilidad
¿por qué no le hizo a la novia,
siendo tan amiga suya,
décimas o alguna cosa?
—Una décima, es preciso
dije— el novio está empeñado:
«ustedes se han engañado
me respondió, no improviso».
—Siendo la novia su amiga,
vamos, ¿no ha de hacerla usté?—
«Pero por Dios, si no sé,
¿no hasta que yo lo diga?»
La volvimos a rogar,
se levantó hecha una pólvora,
y en fin, de que vio el empeño
se fue huyendo de la boda.
Esos versos los compone
otra cualquiera persona,
y ella luego, por lucirse,
sin duda se los apropia.
—Porque digan que es romántica.
—¡Qué mujer tan mentirosa!
—Dicen que siempre está echando
relaciones ella sola.
—Se enseñará a comedianta.
—Ya se ha sentado ¡la mona!
Más valía que aprendiera
a barrer que a decir coplas.
—Vamos a echarla de aquí.
—¿Cómo?— Riéndonos todas.
—Dile a Paula que se ría.
—Y tú a Isabel, y tú a Antonia.
Ja ja ja ja ja ja ja.
¡Más fuerte, que no lo nota!
Ja ja ja ja ja ja ja.
Ya mira, ya se incomoda,
Ya se levanta y se va...
¡Vaya con Dios la gran loca!
Egoísmo",
de Ángela Figuera Aymerich (España, 1902-1994)
Contra el sucio oleaje
de las cosas
yo apretaba la puerta. Mis dos manos,
resueltas, obstinadas, indomables,
la mantenían firme desde dentro.
Fuera, el naufragio; fuera, el caos; fuera
ese pavor, abierto como un pozo,
de las bocas que gritan
al hambre, al ruido, al odio, a la mentira,
al dolor, al misterio.
Fuera, el rastro acosado de los hombres
sin alas y sin piernas, que se arrastran,
que giran a los vientos,
que caen, que se disuelven
en muerte sorda, oscura,
derrumbándose
sin asunción posible.
Fuera, las madres dóciles que alumbran
con terrible alarido;
las que acarrean hijos como fardos
y las que ven secarse ante sus ojos
la carne que parieron y renuevan
su grito primitivo.
Fuera, los niños pálidos, creados
al latigazo rojo del instinto,
y que la vida, bruta, dejó solos
como una mala perra su camada,
y abren los anchos ojos asombrados
sobre las rutas áridas,
mordiendo con sus bocas sin dulzura
los largos días duros.
Fuera, la ruina de los viejos tristes
que un cuervo desmenuza fibra a fibra
en dolorida hilacha, preparando
la dispersión desnuda de los hueso.
Fuera, el escalofrío que sacude
el espinazo enfermo de la tierra
con ráfagas de hastío y de fracaso.
Fuera, el rostro de Dios , oscurecido
por infinitas alas desprendidas
de arcángeles sin hiel, asesinados.
Yo, dentro. Yo: insensible, acorazada
en risa, en sangre, en goce, en poderío.
Maciza, erguida; manteniendo firme,
contra el alud del llanto y de la angustia,
mi puerta bien cerrada.
Ángela Figuera Aymerich en Vencida por el ángel (19509, incluido en Obras completas
yo apretaba la puerta. Mis dos manos,
resueltas, obstinadas, indomables,
la mantenían firme desde dentro.
Fuera, el naufragio; fuera, el caos; fuera
ese pavor, abierto como un pozo,
de las bocas que gritan
al hambre, al ruido, al odio, a la mentira,
al dolor, al misterio.
Fuera, el rastro acosado de los hombres
sin alas y sin piernas, que se arrastran,
que giran a los vientos,
que caen, que se disuelven
en muerte sorda, oscura,
derrumbándose
sin asunción posible.
Fuera, las madres dóciles que alumbran
con terrible alarido;
las que acarrean hijos como fardos
y las que ven secarse ante sus ojos
la carne que parieron y renuevan
su grito primitivo.
Fuera, los niños pálidos, creados
al latigazo rojo del instinto,
y que la vida, bruta, dejó solos
como una mala perra su camada,
y abren los anchos ojos asombrados
sobre las rutas áridas,
mordiendo con sus bocas sin dulzura
los largos días duros.
Fuera, la ruina de los viejos tristes
que un cuervo desmenuza fibra a fibra
en dolorida hilacha, preparando
la dispersión desnuda de los hueso.
Fuera, el escalofrío que sacude
el espinazo enfermo de la tierra
con ráfagas de hastío y de fracaso.
Fuera, el rostro de Dios , oscurecido
por infinitas alas desprendidas
de arcángeles sin hiel, asesinados.
Yo, dentro. Yo: insensible, acorazada
en risa, en sangre, en goce, en poderío.
Maciza, erguida; manteniendo firme,
contra el alud del llanto y de la angustia,
mi puerta bien cerrada.
Ángela Figuera Aymerich en Vencida por el ángel (19509, incluido en Obras completas
ALFONSINA Y EL MAR
Por la blanda arena que lame el marSu pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma
Sabe Dios que angustia te acompañó
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado
Bájame la lámpara un poco más
Déjame que duerma Nodriza en paz
Y si llama él no le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
A la mujer perfecta
Poema publicado el 03 de Agosto de 2011
Mi amor por ti no es lacónico
Es inmenso como la imaginación de un niño
Es dulce como el gorjeo de una golondrina
Tierno como el afecto de una madre a su hijo.
Ese cuerpo envidiable
Labrado del cincel de Miguel Ángel
Esa mirada coqueta, esa sonrisa traviesa
Dibujada del pincel de Monet.
Tu olor me entorpece
Mi sistema nervioso enloquece
Afrodita me reclama
Por tu excelsa belleza.
Es que los besos de tus labios
Me han dejado una huella la cual no quiero borrar.
Esa mirada que me deja indefenso
Me pide que te dé un primer último beso.
Tu voz de sirena cautiva
Al hombre más humilde y al señor más acaudalado.
Tu piel suave como un terciopelo, mi amor
Eres perfecta hasta el más mínimo detalle
Mi corazón se ha vuelto súbdito
De un amor sin igual
Frágil como un cristal
O no te quiero parar de amar.
Los dioses del olimpo te aclaman
A ti musa que suscitas sus mañanas.
Haces lo que quieres
Dices lo que se te antoja.
Perfecta, impecable e insuperable
Estas efímeras palabras, tratan de describirte.
Pero las encuentro mundanas e ordinarias…
No hay palabra que describa mi amor por ti.
Si alguna se asemeja
Celestial debería de ser
Porque no encuentro explicación alguna a tu belleza
Si un ángel no eres bendita mujer.
Poema publicado el 03 de Agosto de 2011
Mi amor por ti no es lacónico
Es inmenso como la imaginación de un niño
Es dulce como el gorjeo de una golondrina
Tierno como el afecto de una madre a su hijo.
Ese cuerpo envidiable
Labrado del cincel de Miguel Ángel
Esa mirada coqueta, esa sonrisa traviesa
Dibujada del pincel de Monet.
Tu olor me entorpece
Mi sistema nervioso enloquece
Afrodita me reclama
Por tu excelsa belleza.
Es que los besos de tus labios
Me han dejado una huella la cual no quiero borrar.
Esa mirada que me deja indefenso
Me pide que te dé un primer último beso.
Tu voz de sirena cautiva
Al hombre más humilde y al señor más acaudalado.
Tu piel suave como un terciopelo, mi amor
Eres perfecta hasta el más mínimo detalle
Mi corazón se ha vuelto súbdito
De un amor sin igual
Frágil como un cristal
O no te quiero parar de amar.
Los dioses del olimpo te aclaman
A ti musa que suscitas sus mañanas.
Haces lo que quieres
Dices lo que se te antoja.
Perfecta, impecable e insuperable
Estas efímeras palabras, tratan de describirte.
Pero las encuentro mundanas e ordinarias…
No hay palabra que describa mi amor por ti.
Si alguna se asemeja
Celestial debería de ser
Porque no encuentro explicación alguna a tu belleza
Si un ángel no eres bendita mujer.
SOY
UNA MUJER DE COLORES POEMA DE ARANTXA OTEO
Soy la INDIA COBRIZA que pare a su hijo
agarrada al tronco del árbol de la vida
que lame la sangre y los restos de placenta
del cuerpecito que muy poco antes
era suyo unido por ese cordón umbilical que
ella corta con sus dientes,
los mismos dientes que curtirán el cuero
con el que hará los mocasines de su hijo.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la NEGRA AFRICANA que
grácil como una gacela
atraviesa con los pies descalzos,
ya parte de su tierra,
la sabana con el cántaro sobre su perfecta
y bellísima cabeza
en busca de agua para su familia.
La que maja en el molino de piedra
el grano que sustentará a su gente,
la que cuida de sus ancianos para
transmitir la sabiduría
ancestral a sus púberes a los que
prepara para los ritos de paso que los
convertirán en tribu.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la ASIÁTICA AMARILLA que, agachada,
cultiva el arroz, cubierta por un enorme sombreo que no le priva ni
del sol ni de la lluvia
mientras su niño, atado a su espalda,
duerme mecido por el
suave bamboleo de la penosa
tarea de la madre.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la MUJER MUSULMANA,
ARCO IRIS bajo los mantos que la cubren,
vestidos por amor y
fidelidad a su tradición,
velos que ocultan las lágrimas
derramadas por
sus hijos,
heridos en lucha desigual de
piedras contra balas;
las vertidas,
con rabia e impotencia,
por esos llamados
mártires
que dan su vida para
quitar otras;
las que se lloran hacia dentro y
anegan el corazón
para ahogar frustraciones,
anhelo,
luto,
dolor.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la OCCIDENTAL BLANCA,
esclava del reloj y de las prisas,
partida entre su casa y el trabajo,
campeona en un mundo hostil que
le exige darlo todo y aún más,
ser una profesional eficiente y
una esposa y madre ejemplar,
mujer objeto autoconvencida
de que su liberación y
su satisfacción
pasan por sacrificar
lo mejor de su vida
a un sinsentido.
SOY UNA MUJER DE COLORES
La que oculta su rostro detrás de un burka,
la que pierde a sus hombres en las guerras,
la que es violada, humillada, maltratada,
la que vive en el olvido y la miseria.
La que triunfa y es reconocida,
la que hace realidad sus sueños,
la que juega con sus hijos y es amada,
la que muere feliz y realizada.
La adolescente que se prostituye
con las falsas promesas de neón de un supuesto mundo
feliz,
la vieja que se engaña
con prótesis y liftings.
La niña que sólo sentirá dolor cuando
debería
estremecerse de gozo porque, salvajemente,
le arrancaron su clítoris y le
robaron el orgasmo para siempre.
La recién nacida y recién muerta porque
hija mía, este mundo no es para ti,
y solo un hermano tuyo podrá llenar
nuestra casa y nuestro corazón
SOY UNA MUJER DE COLORES,
con mis sufrimientos,
mis sacrificios,
mi dolor, mi desgarro.
SOY UNA MUJER DE COLORES,
con mis alegrías,
mi entrega,
mi dignidad, mi fuerza.
Soy LA mujer de colores
y no pienso consentir que nadie,
ni siquiera tú,
me vuelva gris.
Para todas las que hemos decidido ser LA
Soy la INDIA COBRIZA que pare a su hijo
agarrada al tronco del árbol de la vida
que lame la sangre y los restos de placenta
del cuerpecito que muy poco antes
era suyo unido por ese cordón umbilical que
ella corta con sus dientes,
los mismos dientes que curtirán el cuero
con el que hará los mocasines de su hijo.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la NEGRA AFRICANA que
grácil como una gacela
atraviesa con los pies descalzos,
ya parte de su tierra,
la sabana con el cántaro sobre su perfecta
y bellísima cabeza
en busca de agua para su familia.
La que maja en el molino de piedra
el grano que sustentará a su gente,
la que cuida de sus ancianos para
transmitir la sabiduría
ancestral a sus púberes a los que
prepara para los ritos de paso que los
convertirán en tribu.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la ASIÁTICA AMARILLA que, agachada,
cultiva el arroz, cubierta por un enorme sombreo que no le priva ni
del sol ni de la lluvia
mientras su niño, atado a su espalda,
duerme mecido por el
suave bamboleo de la penosa
tarea de la madre.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la MUJER MUSULMANA,
ARCO IRIS bajo los mantos que la cubren,
vestidos por amor y
fidelidad a su tradición,
velos que ocultan las lágrimas
derramadas por
sus hijos,
heridos en lucha desigual de
piedras contra balas;
las vertidas,
con rabia e impotencia,
por esos llamados
mártires
que dan su vida para
quitar otras;
las que se lloran hacia dentro y
anegan el corazón
para ahogar frustraciones,
anhelo,
luto,
dolor.
SOY UNA MUJER DE COLORES
Soy la OCCIDENTAL BLANCA,
esclava del reloj y de las prisas,
partida entre su casa y el trabajo,
campeona en un mundo hostil que
le exige darlo todo y aún más,
ser una profesional eficiente y
una esposa y madre ejemplar,
mujer objeto autoconvencida
de que su liberación y
su satisfacción
pasan por sacrificar
lo mejor de su vida
a un sinsentido.
SOY UNA MUJER DE COLORES
La que oculta su rostro detrás de un burka,
la que pierde a sus hombres en las guerras,
la que es violada, humillada, maltratada,
la que vive en el olvido y la miseria.
La que triunfa y es reconocida,
la que hace realidad sus sueños,
la que juega con sus hijos y es amada,
la que muere feliz y realizada.
La adolescente que se prostituye
con las falsas promesas de neón de un supuesto mundo
feliz,
la vieja que se engaña
con prótesis y liftings.
La niña que sólo sentirá dolor cuando
debería
estremecerse de gozo porque, salvajemente,
le arrancaron su clítoris y le
robaron el orgasmo para siempre.
La recién nacida y recién muerta porque
hija mía, este mundo no es para ti,
y solo un hermano tuyo podrá llenar
nuestra casa y nuestro corazón
SOY UNA MUJER DE COLORES,
con mis sufrimientos,
mis sacrificios,
mi dolor, mi desgarro.
SOY UNA MUJER DE COLORES,
con mis alegrías,
mi entrega,
mi dignidad, mi fuerza.
Soy LA mujer de colores
y no pienso consentir que nadie,
ni siquiera tú,
me vuelva gris.
Para todas las que hemos decidido ser LA
ODA AL CALDILLO DE
CONGRIO PABLO NERUDA
EN el mar
tormentoso
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.
Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda
entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.
Ahora
recoges
ajos,
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro.
Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.
Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.
EN el mar
tormentoso
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.
Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda
entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.
Ahora
recoges
ajos,
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro.
Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.
Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.
MUJERES
Manuel Vilas (Barbastro, 1962)
Manuel Vilas (Barbastro, 1962)
No
las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que
sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la
maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con
este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y
unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres
en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de
pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía
las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillajes y zapatos
que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como
mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres.
La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en
las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan
en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces.
Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan.
En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de
casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en
las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando
mueren a manos de los hombres.
A QUERER COMO LAS
LOCAS, AMANTE DE ABRIL Y MAYO
Andaba por los cuarenta la rosa de Peñaflor,
señora de escudo y renta, hermosa y sin un amor. Y de pronto un día cambió de
peinao, cambió de peinao, y la vio to el pueblo salir al zaguán a decirle
adioses a un niño tostao, a un niño tostao, que partió a galope sobre su
alazán. (Inicio estribillo) Amantes de abril y mayo, morena de mi pasión. Te
llevo como a caballo sentada en mi corazón. Me están doliendo los centros de
tanto quererte a ti. Me corre venas adentro tu amor de mayo y abril. Desde los
pies a la boca, que aprendan todas de mí, ay ay de mí. A querer como las locas.
(Fin estribillo) {MI} {FA} Hablaron más de la cuenta las niñas de Peñaflor.
“Que si ella tiene cuarenta y que él solo veintidós” Pero contra el viento de
la comidilla, de la comidilla, y a pesar del tango de lo de la edad, la vieron
casada salir de mantilla, salir de mantilla, con aquel mocito de la catedral.
ESTRIBILLO (Bis) A querer como las locas. A querer como las locas
No importan las luces
encendidas, puertas abiertas o cerradas, manos, pies, suelos, añicos, la noche,
el techo, el vacío, me da igual calles vacías o llenas, piernas de acero, luz
de farolas a su sombra, no quiero sus manos grises en mi cuerpo, su olor es elevado,
¿habéis probado a cerrar los ojos?
Hijos de Saturno.
Roberto San José
Respuestas cortadas. Muro de
silencio, las maltratadas se perpetúan en las paredes, deben proteger a mujer e
hijos, el nuevo Saturno devora a sus hijos. Conozco a mis hermanos, hijos únicos
de Saturno, madres difieren dentro del mismo himen, rosto sobre caminos, convirtiéndose
en muros la piel de cada uno de nosotros. Capto respuestas cortadas supurando
alfabetos retenidos en el hilo de los otros. Caño al dolor que destila el
viejo. Dolor o culto. Todavía cada vez que me mira transita directo a mi
origen. Pienso a veces que me engendró incoloro un ser empobrecido. Por esa podredumbre
he enriquecido el mío trasmitiendo el mío desde los umbrales de la muerte. Sesteando
está Saturno, tu agonía es nuestro trabajo. Siempre hay algo que muere al
tiempo, bien lo sabes. El serrín te corrompe, rama en tu tronco, sobre los
muros que antaño te asfixiaban, aquí desde mi nueva piel resucita.
Canción cuento hasta 100. El solista canta tres canciones. Flores amamantan
tu piel, vela entre ttus dedos, suaves sin ganas de correr, jugar a ser
pequeños, la tiza en la pared, corre, vuela alto, cierra los ojos, cuenta hasta
100. Sueños y cuentos abren destinos, dices estar jugando en el recreo, no
quiero crecer, todo se puede aprender
Poema
Telenovela de Rosario Castellanos
El sitio que dejó vacante Homero,
el centro que ocupaba Scherezada
(o antes de la invención del lenguaje, el lugar
en que se congregaba la gente de la tribu
para escuchar al fuego)
ahora está ocupado por la Gran Caja Idiota.
Los hermanos olvidan sus rencillas
y fraternizan en el mismo sofá; señora y sierva
declaran abolidas diferencias de clase
y ahora son algo más que iguales: cómplices.
La muchacha abandona
el balcón que le sirve de vitrina
para exhibir disponibilidades
y hasta el padre renuncia a la partida
de dominó y pospone
los otros vergonzantes merodeos nocturnos.
Porque aquí, en la pantalla, una enfermera
se enfrenta con la esposa frívola del doctor
y le dicta una cátedra
en que habla de moral profesional
y las interferencias de la vida privada.
Porque una viuda cosa hasta perder la vista
para costear el baile de su hija quinceañera
que se avergüenza de ella y de su sacrificio
y la hace figurar como una criada.
Porque una novia espera al que se fue;
porque una intrigante urde mentiras:
porque se falsifica un testamento;
porque una soltera da un mal paso
y no acierta a ocultar las consecuencias.
Pero también porque la debutante
ahuyenta a todos con su mal aliento.
Porque la lavandera entona una aleluya
en loor del poderoso detergente.
Porque el amor está garantizado
por un desodorante
y una marca especial de cigarrillos
y hay que brindar por él con alguna bebida
que nos hace felices y distintos.
Y hay que comprar, comprar, comprar, comprar.
Porque compra es sinónimo de orgasmo,
porque comprar es igual que beatitud,
porque el que compra se hace semejante a dioses.
No hay en ello herejía.
Porque en la concepción y en la creación del hombre
se usó como elemento la carencia.
Se hizo de él un ser menesteroso,
una criatura a la que le hace falta
lo grande y lo pequeño.
Y el secreto teológico, el murmullo
murmurado al oído del poeta,
la discusión del aula del filósofo
es ahora potestad del publicista.
Como dijimos antes no hay nada malo en ello.
Se está siguiendo un orden natural
y recurriendo a su canal idóneo.
Cuando el programa acaba
la reunión se disuelve.
Cada uno va a su cuarto
mascullando un -apenas- “buenas noches”.
Y duerme. Y tiene hermosos sueños prefabricados.
Ocho de marzo
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres,
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!
De la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras vidas-
deberían pavimentar de flores para celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa Diana que no vio, ni oyó
las floridas avenidas postradas de pena de Londres)
Nosotras queremos ver y oler las flores.
Queremos flores de los que no se alegraron cuando nacimos hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos cortaron el clítoris
Y de los que nos vendaron los pies
Queremos flores de quienes no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina
Flores del que se metió en la cama de noche y nos tapó la boca para violarnos mientras nuestra madre dormía
Queremos flores del que nos pagó menos por el trabajo más pesado
Y del que nos corrió cuando se dio cuenta que estábamos embarazadas
Queremos flores del que nos condenó a muerte forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
Del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos escolte
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
Y nos encerraron por locas
Flores del que nos pega, del que se emborracha
Del que se bebe irredento el pago de la comida del mes
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
Flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y sus nueras
Y albergan ponzoña en su corazón para las de su mismo género
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una, tendremos que surgir.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuanto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.
GIOCONDA BELLI
A veces pensamos
que somos buenos porque no maltratos. El 21 de octubre de cada año en la plaza
Moyua se reúne un grupo de hombres para leer un comunicado. Vivir sin
violencia, pronunciarnos públicamente contra la violencia en cualquiera de sus
formas. Estar a favor de la igualdad, evitar que se extienda el maltrato. Afecta
a toda la sociedad porque tiene consecuencias terribles. Cientos de mujeres
sufren el terror fisco y suele ser en su entorno mas inmediato, a manos de sus
propios maridos no hacemos lo suficiente para acabar con la violencia la
violencia es la suma de cada agresión que la sociedad tolera y permite. Aumenta
el relativismo y la permisibilidad. ¿Qué podemos hacer contra eso? No sentirnos
libres de culpa. El silencio nos hace cómplices. En este momento están muriendo
miles de mujeres maltratadas. No miremos hacia otro lado.
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