Y para que poetas. Y para que poetas era la pregunta retórica
de Holderlin. Nuria Sánchez Madrid
ha venido hoy a Bidebarrieta, aunque tenía problemas técnicos para venir. Esta
dentro del ciclo de literatura y filosofía ¿para
qué poetas? Nuria es neo kantiana. Solo hay cuatro filósofos de campeonato
para ella; Platón Aristóteles Kant,
Hegel. Ella ha traducido y editado sus obras. Un compañero se lo agradece y
se descubre ante ella. Ha descubierto con sus textos y palabra que tiene un talento
natural para la palabra literaria. Una novela es un barrio que él no había descubierto,
que escribió ella. Nuria nos va a hablar desde el pensamiento de Hana Arent.
Hace poco se ha editado bajo su dirección un libro sobre ella. Arendt es la
testigo mayor de los desastres del siglo XX. La filosofa que nos ha hecho ver
los desastres y la condición de ellos, parte de un compromiso.
La idea de este
ciclo y el sentido de la contribución es la intervención sobre ella. Ha
descubierto su búsqueda de sentido, la de Harant, la promoción de la búsqueda
del sentido por encima de los conocimientos que puede acumular el
entendimiento. Aparece muy pronto Kant en su filosofía. En 45 minutos estará
hablando y tratará de delimitar lo que Harant entiende por la seducción del
sentido, el lugar que la literatura desempeña en ese trabajo camino de seducción
y fascinación. Leerá varios textos, algunos no son de ella. Un texto de karl
Kraus y otro de Rosa Luxemburgo. La antorcha es una recolección de filósofos editada
en una selección en castellano en editorial acantilado. ¿Qué podemos extraer de
la defensa apología de la compasión de Krauss? El autor se presenta comentando
una carta desesperada en la que habla de la melancólica de una Rosa Luxemburgo
encerrada en la cárcel de Bresnau en el año 17. Irá trazando los hilos del
asunto del que ella se va a ocupar aquí.
En el titulo
aparece una triada que puede parecer rimbombante, pero que en el fondo es
bastante humilde y tiene que ver con el ciclo de naturaleza y el intento en que
la condición humana se ensaña en romper esa naturaleza con la torpeza de esa
condición. Entre las llamas, las cenizas
y el polvo. Esos tres elementos representan para Harendt el nacimiento de
una nueva esperanza, de una confianza bastante solida en la capacidad que tiene
la literatura para sacarnos del presente, del tiempo que vivimos. Condensarnos
como el propio lenguaje en un presente que va más allá del presente, que es un
instante y se convierte en la eternidad. En varios textos de habla de ello, de
manera especialmente plástica en el párrafo 23 de la condición humana, obra conocida de ella y celebre. Ahí se recoge otra tripartición que ha pasado
a la historia.
En la teoría de
la condición de Arent se analiza el trabajo
o la labor, la acción laborante del ser humano que intenta acabar con el hambre
y se enfrenta de manera desnuda al mundo, a tumba abierta a los obstáculos que
el mundo le pone. Conoce el esfuerzo, el cansancio, lo que viene después del
hambre y el miedo a que el hambre vuelva. Conoce el ser humano a la vida que
nunca conoce del todo, siempre nos gana la batalla la vida. Habló la filósofa
de la humillación que experimentamos todos los seres humanos cuando conocemos
el esfuerzo. El esfuerzo físico del cuerpo cuesta. Nos hace notar su presencia.
Nunca tenemos claro que esa presencia sea lo mejor de nosotros mismos. Cuando
el cuerpo se manifiesta más de la cuenta hay algo de agrado que es muy relevante
pero que se emboza, se encubre. El cuerpo nos seduce y desborda. La producción,
la actividad pone en el mundo el hábitat en el sentido amplio, las casas, pero
también los muebles. Le llama la atención de manera central el mueble que es la
mesa cuando habla de pluralidad humana. Nos mantiene la mesa unidos, pero a la
vez nos separa. Hay una interposición de distancias. Hay cosas que tenemos en
común, pero porque están nos impiden caer en situaciones semejantes a una
fusión o igualdad excesiva, demasiado intensa.
La igualdad de la masa es un efecto de fusión que Hannah teme por encima
de todo y comparte en ese temor consideraciones que pueden encontrar por
ejemplo en Elias Canetti. Es fácil reconocer
esa conexión línea de filiación ante el miedo. El emperador Adriano teme a lo
que representa la masa, es una amenaza constante de olvido, de salida, del
estado social. Canetti en masa y poder habla de la masa que se trasunta, que se
sitúa y entra en ese estado. No sabemos si hay locura, instinto, vida, pero en
cualquier caso percibimos la inmensa violencia de la que es capaz esa comunidad
inconsciente de su propia existencia, de la condición individual de sus
miembros. Arendt más conocida es la del elogio constante a la actividad,
alabanza de la acción como lo que habla de nosotros mismos. A diferencia de la labor-
trabajo- producción (términos exigentes polémicos con su traducción de términos
del alemán o ingles) en su obra la condición humana. El trabajo es la manifestación
de lo que uno es ante los demás. Esta meditación colectiva revindica convicciones
y creencias de Arendt. El texto es del capítulo de la acción de condición
humana., párrafo 23, habla de la mundialidad del mundo y el lugar de la obra de
arte en esa mundialidad. Aquello que procede de manos productoras y artífices
va poblando el mundo de las realidades, gracias a cuya estabilidad nosotros
podemos ganar un espacio y tiempo para eso que llamamos la acción, la
deliberación.
En ese conjunto de
realidades a introducir en el mundo, subraya el carácter específico singular de
la producción artística. Es múltiple
como lo son las diferentes bellas artes, pero nos vuelve a llamar la atención,
singularizando seleccionando en ese conjunto de hechos de producciones debidas
al arte una muy peculiar la producción artística que se hace con logos,
lenguaje, la palabra. La palabra hecha arte. Em el artificio encuentra la condensación,
es contención y salida. Quien escucha la palabra poética tiene la impresión de
que el tiempo no pasa, se ha detenido. De alguna manera la naturaleza consiste
en hacernos ver y reconocer y hacer soportable en la medida que podamos el
hecho de que las llamas se vuelven cenizas. Nos convencen siempre los ciclos de
la naturaleza de que no hay salida a la vejez muerte decadencia, pero la
palabra poética trata de convencernos de lo contrario; a veces el polvo (como
dice el poema de Rilke) se detiene en forma de nota de magia. A veces el polvo
deja de ser lo más humilde perecedero expuesto y vulnerable a la decadencia y desesperación.
El polvo se rebela y se convierte en llama. Se rebela a la caducidad, a la
perdida, insiste en ganar. ¿Ganar qué? Ganar por de pronto el recuerdo. Es una ganancia
que tiene mucho de trampa, hecha a tiempo. Lo que tenemos no de animal, mas
especifico, no de trabajador, no de artificie de obras, lo ponemos en
conocimiento. La condición humana más sólida tiene que ver con eso que llamamos
memoria. En la Grecia antigua se llamaba la musa Mnemosine. Poetas y aedos en Grecia invocaban la memoria, porque
de ahí venían todas las obras de arte y producía la riqueza lingüística
discursiva. Son los miedos de ese platón que Arendt critica tanto, por su gusto
de ajustar las realidades humanas al paradigma de lo verdadero y la hegemonía
de producción. No es de los que más le inspiran a la filósofa. Ella se inspira más
en Aristóteles o Kant. Platón no pertenece a los buenos de la película que
nacen como ella intentando criticar de raíz aquello que ha consistido la
filosofía política. Comparte con Platón el mismo miedo a la letra que leemos, que
podemos tener disponible allá donde la oralidad deja de ser el ambiente
cultural de una sociedad, como en la Grecia de la época de platón, (siglo v a
c., siglo iv de Aristóteles). Esa Grecia para el que la oralidad es pálido
recuerdo. Arendt y Platón comparten ese temor, reticencia a la palabra escrita.
No porque sea un depósito ciego a las resonancias que están dispostadas en lo sonoro
sino por el temor de que Mnemosine no acuda en ayuda de los que lo leen. Los
autores no están presentes ante sus destinatarios que ellos no controlan. Es el
temor a que la palabra no se defienda así misma. Temor a que lo humano, lo más
humano, desaparezca. La producción de la palabra, la materialización de la
palabra se queda inerme, se convierte en una cosa entre las cosas. No una cosa
que da sentido a los demás que hace comprender en que consiste el resto de
realidad en que tomamos conciencia.
Las obras de arte son más que trasformación. Trasfiguración, metamorfosis que ocurre como si el
ciclo de la naturaleza quedara invertido, polvo que se convierte en llamas.
Letra muerta donde sobrevive el espíritu puro. Todo el polvo no se convierte en
cenizas sino en llamas. Es rescatado de
la muerte al ponerse en contacto con una vida que la estudia, y la resucita. La
resucitación es el hecho de que no
morirá con todas las cosas de la vida. La poesía es el material del lenguaje, la
más humana y menos mundana de las artes. El producto final queda próximo al
pensamiento que lo inspiró. El carácter duradero del poema le da consolidación.
Como si el lenguaje hablado fuera poético en sí mismo. El recuerdo, Mnemosine
madre de las musas se trasforma directo en memoria. El poeta transforma
mediante el ritmo, y el poema se fija en recuerdo casi por mismo. Es la
contigüidad al poema vivo, retener el carácter duradero al margen de la página
escrita o impresa. Ante la variedad de modelos y sujetos, tiene un carácter
duradero, posibilidad de quedar permanentemente en el recuerdo de la humanidad.
La inversión de llamas a cenizas
es un proceso natural. El polvo consigue devolverse, regresar al milagro de la
llama, revivir eso que por caduco, contingente y humilde no tiene como promesa
el sentido sino como final la muerte. La poesía es resurrección, encontrarse al
lector, el poeta, se encuentra y sospecha de sus lectores que tiene y los que
vendrán. El poeta también es lector de sus propios poemas. El sentido se ha
descubierto, producido. Cuando hay un lugar para el sentido, la muerte queda más
lejos. No puede detener la muerte la destrucción violencia. Eso es difícil
defenderlo. La historia nos ha enseñado más bien lo contrario. Siempre se rompe
el hechizo. Siempre llega la detención. La desilusión aparece. En esto la
filósofa tenía una polémica con Adorno.
La desilusión no impide que el gesto poético vuelva a parecer una y otra vez
como manifestación constante y perpetua de que estamos ahí, la condición humana
está ahí. El temor a la sospecha de la letra muerta no impide que sigamos
buscando ese espíritu que nos parece encerrado en los textos, presente en
determinadas palabras y nos anima a buscar y reconocer. El texto que hemos
leído nos dice que la condición humana es un espacio no solo terrestre, no solo
importa la casa, importa esa resonancia que llamamos recuerdo y ese recuerdo es
discusivo, hecho de imágenes.
La ponente invita a recuperar
cierto Pasolini de las cartas luternas,
lenguaje poético de las cosas, nada enseña más que las cortinas o los muebles que
conocimos de las casas de nuestros abuelos que han pasado a mejor vida, a las páginas
de manuales de historia del arte en el mejor de lo casos o de manuales de arte
populares. Pasolini decía; nunca encontraremos alternativas, otro tipo de elementos
que enseñen al ser humano como enseñan las cosas con esa contundencia. Es la
afirmación de Pasolini hablando a un muchacho napolitano. En su cine aparece el
norte de Italia que aborrece en los 70.
El programa pedagógico de
recuperar el lenguaje en el principio silencioso de las cosas, está presente en
Hannah. Es sensible al modo en que las cosas nos hablan. No basta con la tierra,
las casas o el ambiente doméstico. Eso no es lo único que nos humaniza. Falta
algo más. La memoria. Con los griegos. El
recuerdo. La rememoración. Situación semejante. Al antropólogo Levi Strauss
en una conversación le preguntan ¿para usted qué es eso del sentido? ¿cuándo se
produce lo estético, de donde viene? ¿es un código, es lo que dicen los
académicos, lo que dice el pueblo? Levi Strauss silencioso que era, meditativo reflexivo,
dice que el sentido aparece cuando determinados símbolos se promocionan,
ascienden, logran sacar una estructura que para un sujeto se vuelve interpretable.
Lo estético es la promoción significativa de los signos. Lo que no es más que
una cosa entre las cosas. Los símbolos son cosas. Lo inerte de repente se
vivifica, de repente le habla al ser humano. Y le dice cosas que tienen que ver
con lo que se espera de él, lo que espera de sí mismo, lo que considera modelo y
paradigma. Esos dibujos geométricos dieron que pensar en el estudio de la antigua
Grecia. Podemos pensar en pintura dibujo o lo que la poesía hace con el
lenguaje que utilizamos todos los días. La poesía recupera ese lenguaje, le da
la oportunidad de un segundo nacimiento. Es el misterio que lleva a que el
polvo, tan facticio, se convierta en llama. Sentimos necesidad en reparar en la
existencia del lenguaje. La novela, el escrito de un autor, lo convierte en
algo central. Puede ser el lenguaje lo menos llamativo, lo que pasa más
desapercibido, pero llama nuestra atención, al centralizar la reflexión. Algo
en nosotros se pone a funcionar al admirar una obra que nos parece bella,
misteriosa, enigmática, para harent es lo que consideramos lo más humano que
tenemos. El sujeto descubre que el arte es
lo menos suyo que pueda darse. Cuando algo es bello es bello para nosotros, y hay
una exigencia de que para los demás también lo sea. Lo que llama recuerdo nos
lleva al ritmo, la danza, la música, el Nietzsche
de la palabra y música, la genealogía en el ámbito artístico. Eso que es Mnemosine
es el nombre de una comunidad muy extraña de individuos que se parecen muy
poco, tienen poco en común, no quieren esa coincidencia, pero se encuentran en
esos momentos en que reconocen determinadas piezas de la realidad y del
lenguaje como algo con sentido en sí mismo, se sostiene en sí, no solo es agradable,
sino que es bello. Lleva el peso de la comunidad el encuentro con el otro, que
a veces es un lastre. Se `puede presentar de muchas formas a los otros. Estamos
acostumbrados a que el otro me reconcilie conmigo mismo. Eso es encuentro o
diseño artificioso de la comunidad que pretendemos ser. Hay otra manera, más
complicada y atravesada por obstáculos de salida, que es el encuentro con los
demás. Lo que llamamos sujeto se lleva sorpresas por reconocer que los que
tienen al lado no se parecen a el como el pensaba. Se encuentra en evidencia, el
mismo no se parece a sí mismo como creía en el encuentro. ¿Qué es eso de lo
verdadero? La verdad siempre es plural, nos recuerda constantemente Arendt. La
razón no la tenía Kant sino Lessin; a
Saladino frente al viejo sabio judío
le preguntan cuál es la religión o creencia verdadera. Lo mejor que puede decir
es que no hay ninguna, todas son sometidas, y obligan a atravesar un calvario
especifico hacia el hallazgo del noúmeno. Lo que los seres humanos llaman
ideales son constructos de un modelo que nunca estuvo y quizá no existe.
Necesitamos encarnar. Sentimos impulso y tendencia de que aquello en que
creemos sea lo verdadero. En este consenso se puede hablar de muchas maneras.
Se introduce en modulaciones, la virtud del obstáculo, del esfuerzo. Las
virtudes en plural de semejanzas y heterogeneidades son más creíbles, menos abstractas
ideal que cuando se pretende depurar un espacio público con la obra de arte. La
obra de arte puede blanquear muchas cosas, pero la provechosa fructífera es más
bien la que saca a luz y hace emerger determinadas dificultades. Sufrimos desilusiones
con respecto a lo que pensábamos que éramos o considerábamos era el ser de la
comunidad en que somos estamos. Arendt
nos da el tono de su mirada y de su investigación sobre la condición humana, en
este texto de los años 30. En el 33 la pensadora abandona Alemania y va a París
y EE.UU. Huye de su patria y experimenta lo que es ser una parias sin papeles
en la Europa de mitad del siglo xx. Tuvo un enfado profundo con la filosofía
política, con ese negocio que aún tenemos montados en Europa de estados- nación
que solo defienden a los suyos, a los ciudadanos, los miembros de su nación. Identificar
territorio y nación estado es una conjunción que considera destructivo de la
vida política, asegura. Allá donde un estado que se precie da el do de pecho, o
lecciones a los demás, deja de obsesionarse con esa perfecta partición de
elementos, de territorio, formas políticas. Nada es tan fácil. Todo está mucho más
mezclado, está más borroso. La vida es mucho más gris para ella. Se enfadó con
amigos sionistas. En medio de la tragedia a los judíos no les queda otra que
fundar el estado de Israel. Frente a la discusión con la historia y el sentido
está la discusión del propio sentido, juegan al juego de los demás que juegan
todos. Fundan un estado como el estado de todos, no introducen ninguna novedad
en el mundo político. Eso Arendt nunca estará de acuerdo.
Siente cercanía personal y
peculiar por una mujer judía de la primera mitad del siglo xix que es Rael davi, que acogió en su salón en los
primeros años del xix y década de los xx a todos los intelectuales del momento.
Los acogía primero en una buhardilla y luego en una casa mucho más amplia y
lujosa y con otro tipo de visitantes. Tuvo contertulios como haine, Hegel, hunbor. Se convierte en
su obsesión. Esa mujer para Arendt representa lo que le ocurre al ser humano
cuando le niegan ocupar un espacio, ser sujeto de derechos, pero insiste en construir
un sentido espacio propio. Lo pretende llenar y tramar con ayuda de textos, de
lecturas, conversaciones, germen del espacio público. Autores como Benjamin Habermas lo han visto de esa
manera. Es curioso que, en esos salones de lo privado se amplíen las coordenadas
de algo que el espacio público está negando. Está negando la palabra, no la voz
o la queja o el grito, pero se la niega que tenga algo que decir. La filosofa
trae a coalición la vieja polémica en el campo de la filosofía política. Sus
problemas vienen del excesivo convencimiento de la bondad, de la exactitud,
frontera con que Aristóteles al
principio de la política dice que cuando uno grita o algo le gusta, eso que
expresamos placer displacer, nos hace perder la compostura, eso está debajo de
la compostura política. Debe recuperar el saber estar y atreverse a dar un
discurso articulado con sentido. Lo que tenemos en común con los animales es lo
domestico, pero no el ágora o el haliopago o la ekesia son instituciones
políticas que no permiten que lo animal en política se abra pasa. Aristóteles
estaba condenado al silencio obligado y forzado a los individuos indignados u desajustados
con su condición social, a los quejosos de su posición, los que manifestaban
dolor y disciplencia por el lugar que ocupan en sociedad. Esos individuos no
cuentan porque no hablan como deben hablar, entonar el discurso político
meramente. Basta participar en cualquier manifestación, o acción política
popular, para ver que esa separación entre lo privado y público es artificiosa.
En realidad, todo está más mezclado. Hay gritos en las cosas que decimos lógicas,
en muchas constituciones y cuerpos civiles. Nos entregan las piezas como muy
serias y a buen resguardo de la sospecha de lo que consideramos bestial animal.
Los problemas de Arendt tienen que ver con la supervivencia. Ha intentado
actualizarla, mantener sus textos para seguir pensando lo que nos pasa en la
actualidad. Vienen de esa geografía que a ella se le antoja tan inflexible,
artificiosa, huidiza de lo que todos tenemos que lidiar. En la manera en que
somos humanos tenemos que lidiar con la vergüenza y la violencia. Lo instintivo
animal en nosotros cuanto más se niega más vuelve, mas retorna. Arendt
participa de esa idea., convencida de que todo el que compadece en público usa
el discurso con un tipo de modulación muy determinada. Usa el discurso y no el grito
d voz. No interviene manera extemporánea en las discusiones debates. Todo es cuestión
de ritmo. La poesía empieza con ritmo y se pierde si el grito aparece. En la
novela biográfica que dedica a esta saloniers, esta prusiana empezaba a hablar.
Se convirtió en una obsesión, trasunto itinerario vital de Arendt que también atraviesa
problemas de falta de identidad, de lucha, problemas parecidos a ellos. Consigue
personalidad en un punto de vista social, publico. A propósito de esa mujer nos
encontramos con el efecto mimético y algo más importante; una suerte de
asunción del fracaso. Toda vida es un fracaso porque tiene su fantasma poético,
su seducción poética, a todos nos hubiera gustado ser alguien que no somos, ese
deseo no nos abandona, es difícil y es un deseo bastante tramposo y es difícil
imposible satisfacerlo. Escribió el dialogo
con isaak dinesen de los hombres en el mundo de oscuridad. La isaak dinesen
de 4 cuentos góticos es de la que más se ocupa Arendt y de su capacidad de usar
en la poesía elementos. Hemos hablado mucho de la memoria, pero no la capacidad
de ver en lo poético para dar sentido a todo. Lo que hablaba Aristóteles en su poética.
Parece que todo está sometido a un guion, al troquelar una historia, todos los acontecimientos
cumplan una función, todo tiene un sentido prefijado y sometido a guion y si
hay guion hay guionista, demiurgo. La escritora de memorias de áfrica usa elementos
de interpretación poética. Son causas de una peculiar ilusión, podemos dar
cuenta de que es la ilusión poética del sentido. Es la capacidad que tiene la
historia, las historias en plural, para hacernos creer en un espacio de tiempo en
que las cosas son como las cuentan. Las cosas como nosotros las relatamos. Tenemos
la posibilidad de la ficción de convertirse en mundo y en un tiempo
determinado. Es una matriz de humanización y esa suerte de pozo agujero negro
por el que especie humana hace perder su parte humana que es la ideóloga. La
ideología es mala poética. La poesía sabe que muere porque sus lectores mueren,
a los que hechiza luego desaparecen, no genera ningún sueño totalitario.
Algunos lectores de Arendt
subrayan que toda buena historia puede servir de infraestructura de una potente
ideología. La ideología cuenta
historias que destruyen, nos hacen olvidar la finitud de nuestra existencia, en
vez de hombres somos super hombres a la altura del hombre o historia con
mayúsculas. Maquiavelo critica en
sus discursos a los hombres cultos de Florencia que creyeron a ese monje. Las
ideologías son malas historias, que asombran y maravillan a la cantidad de
individuos que creen en ella. Todos somos susceptibles vulnerables de dejarnos
engañar por esas historias malas que tienen un final feliz para unos pocos y triste
para todos los demás. Esa lógica es amiga enemiga de esas historias. Un tono
arriesgado peligroso encontramos en los cuentos que narramos a nuestros hijos.
Están en la frontera amigo enemigo de la mala poética. Ocupa la infancia y generaciones
enteras de seres humanos adultos. Ha ilustrado de forma perversa a muchos seres
humanos. Lo que tenemos delante es que quien habla de lo estético y de la belleza
habla de algo ambiguo, radicalmente ambivalente. Lo estético se puede cargar de
lógica, convertir en algo así como una llama lógica que pierde todo tipo de
contacto, de relación con lo que podemos calificar como la ficción y por tanto transformarse
transfigurarse de espacio proveedor de sentido en un camino que suministra la
verdad. Allí donde la poética, relato, olvida que lo es podemos encontrarnos
con una intensa confluencia del relato en algo que ya no es poético o cuento,
sino que es más bien la verdad. Una verdad insatisfecha que pone mala cara a la
pluralidad heterogeneidad ambivalencia y a las opiniones. Nos hace sentirnos a
nosotros mal, siempre sentimos que lo estamos haciendo mal. El camino a la
perfección no ha sido realizado como debía haberse producido, algo ha fallado
en ese proceso.
Arendt es muy consciente de algo que podemos
calificar como ambigüedad estética. Es el efecto de desconexión entre lo que
ocurre cuando hablamos de las cosas bellas y eso que ocurre en lo real. Sin
detenernos en la distinción entre buenas historias e ideologías, sería siempre
necesario reconocer que donde nos enfrentamos a la belleza de la persistencia
del recuerdo, sístole de la palabra. La palabra nos hace reconocer una vida no
expuesta a ciclos de naturaleza (envejecimiento, muerte) se pierden cosas y
nunca llegan las ganancias. Llegan las ganancias, llega la felicidad, y llega el
miedo a perderlas, que sean fugaces, tan contingentes como nosotros, mala
mimesis de lo que somos. La belleza nos sitúa en una especie de sueño. La ponente
es especialista en autores que dicen; se acabó la fiesta. No deja de recalcar
que la belleza muere, no es capaz de enfrentarse a las heridas de la muerte, el
hechizo desaparece, pero mientras dura el hechizo nos sitúa en la eternidad de
lo bello. El concepto de alma bella, tan shilleriana. Tiene que ver con un
mundo espacio determinado por lo que llamamos el sentido. No hay sentido sin
comunidad, que solo valga para mí, que solo esté yo. El sentido siempre es
plural. Las ideologías necesitan que el que tengo enfrente cumpla un papel. Es
escenográfico. No hay afuera de representación. Somos representación,
necesitamos ese teatro. Las caras rostros pueden ser demasiado parecidos y nos
da que pensar la cosa, no esta tan preparado o pueden ser sumamente contingente
heterogéneo que no tengan que ver unos con otros, convertirse ese escenario en la
confirmación de que la pluralidad es y somos. EL mundo sigue ahí cuando
despertamos. La vida sigue la ley de muerte nacimiento, aparición y
desaparición.
En la biografía a ciegas de esta
mujer judía, hace una reflexión de lo que es lo bello en la vida de cualquiera
de nosotros. En la biografía aparece su amante bilbaíno, Rafael de Urquijo, que trabaja en la delegación en Berlín, un tipo
buscavidas, que logra hechizar a la judía durante un tiempo. Ese estallido de
esta seducción nos dice Arendt en esta biografía (lumen); no hay camino de lo
que solo es bello a la realidad. La belleza de un poema da lugar a pensamientos
infinitos, unidos a la magia del instante, no conocen ayer ni mañana. El anochecer
bello no es de un día concreto, es el amanecer puro, sin día ni noche. Dia y
noche destruirán la belleza de esa obra. Solo el lenguaje es capaz de nombrar
lo bello y lo convierte en eterno. La continuación de la vida destruirá la
belleza del crepúsculo. Se opondrá a la precisión de lo que es. Lo uno será
para lo otro, algo parecido a una cárcel aislada por altos muros. La vida
siempre triunfa sobre el hechizo de la belleza. Lo bello insiste en la
capacidad de ser visto o oído, aunque sea un momento así mismo. Lo bello prevé
la magia, aunque los días de su sucesión se resistan a todo encantamiento. El
tiempo es más poderoso. Porque también muere el ser hechizado. Levanta acta en
estas páginas de esta situación sentimental de la judía tras la ruptura con el
amante. Se levanta el acta de la capacidad que tiene lo bello. Nunca como en el
romanticismo, se ha dado tanta capacidad de lo bello para producir un mundo
propio que no tiene por qué acabar en lo real, trasformar el mundo. Hablamos de
un mundo interior, para Leibniz un mundo perfecto, todo va bien hasta que ese
anochecer del poema es el anochecer del que somos conocedores. Todo va bien
hasta que llega la experiencia. Es un poema no de la experiencia. Lo contrario
de lo que diría Benjamín entre la narración y experiencia y la pobreza. El
mundo estético que presenta Arendt es un mundo armonioso, equilibrado, pero en
realidad está a buen resguardo del mundo real. La estética no quiere que sirva
para aislar. Debe ser consciente de la pluralidad, la capacidad de convocar el
lugar del otro, ver las cosas como las ve el otro. Esa condición plural la
trasmite la facultad de la imaginación o la de juzgar. Lo estético, el
recuerdo, la poesía, son depósitos de los sentidos en los que han insistido
generaciones sucesivas de seres humanos. No hablan únicamente al sujeto sino al
Daemon o persona. Persona, personalidad frente a subjetividad. Intenta
trasmitir que cuando uno actúa dice determinadas cosas y discursos al fin y a
la postre el ultimo se entera en lo que ha hecho es el sujeto. El sujeto es vulnerable,
se convierte en medio de manifestación de otra cosa, instrumento político. En
lo estético vemos el milagro de esa estructura. Habló de las fronteras de lo
estético, lo que circula en las obras de arte, no es controlado por el
productor, el artífice. Y ese es su mayor éxito, la capacidad de empatizar con
otros, de entrar simpáticamente con placer o displacer. Es una obra
condescendiente de su tiempo, de denuncia de problemas de su presente. Busca
comunicarse con algo que no es el, entrar en contacto con el otro. Es el alcance
comunitario del arte, fantasma antiguo de lo poético. Juicio nítido y perentorio
de la compasión. No habla de simpatía
sino de amistad, la amistad de lessin, no existe verdad sino opiniones
plurales. Cuando habla de la verdad cita a Kafka. Donde alguien habla de la
verdad y se refiere a ella, la humaniza, singulariza, la dispersa, la parte.
Diseminamos todo y también la verdad. Cuando habla de amistad, se refiere a la
comunidad que comparte palabras y acciones, diferencias y distancias. Es poca
amiga del espíritu de fusión. Para entendernos todos no nos hace falta ni
hablar de lo unido que estamos. Aparece la simpatía y amistad en textos de
revolución o en hombres antes de la oscuridad. La compasión es un sentimiento perverso,
como la piedad, un fenómeno subjetivo que con frecuencia los que lo sienten
intentan hacer pasar por un acontecimiento plural valido para muchos. La compasión
anula el espacio entre individuos que necesitan de una mesa, del texto, de una
distancia determinada poética objetiva para decirle algo, hablar de algo con
alguien. En la compasión desparece el espacio para interesarnos por el espacio
entre nosotros y con los otros y nos impide por ejemplo abrazarnos. La compasión
es sospechosa porque anula el lenguaje. Siempre ha tenido sospecha de que como
critica de la compasión sufre una ilusión óptica propia de todos los buenos
burgueses que ha habido y habrá. Lo que los liberales escoceses consideraban como simpatía, alemanes como Kant
lectores de Hume en alemán,
traducían por sentimiento de participación. Pero al mismo tiempo es una sana
distancia. De la forma de comunicación habla en la crítica del juicio, en la parte
40. La simpatía de la ilustración escocesa es un campo de operatividad
demasiado clausurado, poco abierto a la experiencia. A Arendt la compasión le
lleva a quedarse sin palabras, sin lenguaje, no necesita del lenguaje.
Rosa Luxemburgo y el uso que hace Kraus de esa carta se puede ver como un texto sobre la compasión.
Pueden convertirse los hábitos en costumbres, la forma mentís de un sujeto, se
viene abajo. Es el sentimiento útil que hace hundirse las coordenadas del logos
y que más acá del logos hay una fone interesante. Nos pone en contacto no solo
con los propietarios, en la conversación de la simpatía de los tratado
naturaleza de Hume. Es una conversación entre propietarios, no entre
propietarios y subalternos. La conversación ilustrada no admite a cualquiera. Siente
cierta vergüenza por haber insistido en fronteras delimitaciones que son válidas,
pero no son únicas. No son auténticas verdaderas y veladeras. Esta carta de Rosa
Luxemburgo la publicó Kraus en la antorcha en los años 20, 3 años después de recibir
la carta a su amiga. Ella ya estaba recluida en la cárcel. Siente espanto por
un búfalo que es maltratado en el patio. Representa la poca visión del mundo, no
tenía acceso al mundo exterior de la prisión. Es parecido a la expresión de Nietzsche
cuando abraza a un caballo pidiéndole perdón porque Descartes dijera que no
tenía alma. Rosa Luxemburgo ve el cuerpo abierto, sangrando de un búfalo.
Reconoce en el búfalo las lágrimas de un hermano. Kraus, poco dado a la
conmoción y lo lacrimógeno, se siente conmovido por esa carta y decide
publicarla. Unos días después recibe una carta de una señora, hija de un
propietario húngaro, con tierras en Rumanía donde se imaginaba en libertad a
ese pobre búfalo. La señora habla de la pereza de esos animales y lo
acostumbrados que están a ser tratados de esa forma. No debía llamar a ningún
escándalo su muerte. La mujer llama histérica a Rosa, una granuja que ha
levantado a las masas en la calle y le hubiera gustado haber creado una
república de búfalos. En esta comparación de los documentos, vemos la llamada a
la compasión de Rosa y la ruptura del hechizo a la compasión de la lectora que
escribe la carta al director. Aunque sus palabras no fueran objetivas, aunque los
animales estuvieran al servicio del hombre, la mujer se queja de su andar suelto.
Estaban acostumbrados a ello los búfalos. Representa la bestialidad de una
mujer que se divierte con esta injusticia. Es esa asquerosa listeza que hace
que los señores de la creación sepan desde su juventud que un animal no
experimenta nada en su interior como su dueño, porque no es capaz de mostrar
sus sentimientos como aquel dispone. El Idioma tiene sus sonidos metálicos.
Podrán mis ojos ser postrera sombra, que uno es llama polvo y ceniza. Hablando
de la animalidad del búfalo, hemos trasmutado por un momento nuestras venas y
cuerpo con la poesía en un instante solo por un instante eterno. Seremos
cenizas y polvo, mas será polvo enamorado.
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