viernes, 13 de octubre de 2017

ESPERANZA Y DESESPERANZA EN LA RESISTENCIA INTIMA DE JOSÉ MARÍA ESQUIROL

Charla clandestina del filósofo Carlos de Agustín, conde duque de Marzana.
Dado que lo clandestino tiene el encanto de lo prohibido, de lo estar oculto, parece que uno sigue hablando, pero le da la sensación de que en cualquier momento se va a quedar en silencio porque lo prohibido así lo exige. Hoy me encuentro de forma clandestina con el duque de Marzana que no es tal clandestino porque los duques ya no viven escondidos, sino que pueden salir a la luz y en días de auto pueden hablar de narrativa, de filosofía como en el día de hoy
  
Hoy vamos a hablar del libro de José María Esquirol la resistencia intima.  Lo que viene a decir el filósofo es que ese individuo que se convierte en ciudadano obedece a unos parámetros que a través de la inteligencia sintiente (xubiri) o el pensamiento da sentido a la propia realidad. De ahí que el pensamiento a través del lenguaje sea la realidad importante de cada cual que interpreta esa realidad. El resistente es un ente, un ser que toma consciencia de esa realidad y de pronto ve que esa realidad le supera. Esos parámetros de realidad con los que se encuentra no forman parte de sus convicciones, le superan, le desbordan. No coincide esa nueva realidad con la idea de realidad que tiene estructurada y entonces ese ente da un sentido a la realidad desde su individualidad. La estructura le condiciona y él tiene que desmontar esa estructura y dar unos sentidos determinados. Así aparece la figura del que resiste, ese ente esencial que utiliza otros lenguajes con el fin de dar un sentido a esa realidad. Habrá tantos individuos que resisten como situaciones que a estos les desbordan o superan o no entroncan con sus parámetros de interpretar la realidad. El utiliza en este ensayo los términos de desesperación y esperanza muy ligados al resistente. El resistente se desespera, no tiene esperanza, porque la realidad le supera, pero a la vez tiene la esperanza intima e interior de que eso que el anhela de una manera o otra puede llegar a manifestarse. Esa idea de ambivalencia queda muy bien reflejada. A lo largo de los tiempos históricos vemos que todo obedece a esa estructura organizada desde el capital y el estado, creando en nosotros un vaivén de esperanza y desesperación. Hablamos posiblemente de anhelos, de deseos de esa materialización pues a veces o la mayoría de veces no se materializan como el individuo desea. Todo ser humano en cierta manera es un resistente, en su opinión. La necesidad de absoluto que cada uno tiene se materializa en esa realización y aparece la filosofía de la interpretación de ese resistente que quiere cambiar su realidad dando unas pautas nuevas de interpretación.  
 
La filosofía es el cauce por el cual el resistente consigue un significado y una significación de argumentos. Dime qué tipo de filosofía utilizas y te diré que tipo de ser eres. En este libro aparecen filósofos que han dado un sentido a esa realidad. Aparece la filosofía de Schopenhauer, de Gabriel Marcé, los existencialistas franceses, de los filósofos esperanzadores como puede ser de Manuel Mounier, un poco la filosofía de la historia. la historia nos condena a la hostilidad, pero nos posibilita el bálsamo de la esperanza. Es un filósofo nada derrotista, podía llegar a serlo. Esta la desesperanza en él, pero a la vez que asume la desesperación y habla de la propia esperanza. Es positivo dentro de lo negativo, sabe que lo negativo de la realidad está ahí presente, pero en vez de quedarse en esa negatividad como absoluto deja abierta la puerta a esa otra parte de la realidad que es la ambivalencia. Es un filósofo de la esperanza y cada cual la encuentra donde la encuentre. La búsqueda de esa esperanza cada cual la busca como puede. El nihilismo positivo en vez de quedarse en el desarraigo se queda arraigado en la forma de esperanza. A la vez que el escrito puede rezumar un color de negritud, esa negritud no tiene el punto final, sino que hay especie de luminosidad que al chocar con esa negritud hace un punto claroscuro. No es una filosofía de la ingenuidad sino de la sabiduría y la madurez, compagina esas dos partes de desesperación y esperanza.
El filósofo pertenece a la corriente personalista, comunitaria y esperanzadora actual. Él habla de la persona, pero no en el sentido concepto de persona individuo del que suele hablarnos Carlos. (es lo que tiene la conceptualización de los conceptos, que cada cual le da unos significados determinados y distintos. Carlos distingue entre el individuo libre y la persona alienada, pero en el personalismo hablan de persona). La persona es el centro de todo el universo. El individuo está en su libertad más absoluta. El filósofo usa un código común de lo que está hablando. Esquirol nació en el 58, es de esta generación reciente, profesor de filosofía en Barcelona. Es un filósofo actual. Me atrevería a decir que es religioso por lo que rezuman los libros. Podríamos darle ese atributo. La parte esa de esperanza la entroncamos con una filosofía cristiana. De forma heterodoxa, claro, pero rezuma una parte religiosa religante. La religión consigue que esa desolación desesperación del existencialismo nihilista tenga un efecto balsámico frente al concepto de desesperación que es un final a todo. El absurdo sartriano como punto final. Pero Esquirol deja la puerta abierta a la esperanza o al misterio de la propia realidad en la filosofía de cada cual. Es heterodoxo, nada de ortodoxo. Esa religión podía ser muy heterodoxa y los conceptos que le rodea, por la lectura del libro. 
  
Esquirol pertenece a una generación de filosofía existencialista esperanzadora, aquellos personalistas cristianos; Mourier, Gabriel Marcé, Eugenio Trías, Salvador Paniker, un José Luis López Aranguren … esta relación o etiqueta generacional es muy subjetiva. No menciona de forma directa nada de esto. Estas 167 páginas giran en resumen sobre la religión católica como fuente de esperanza, brisa sirena con la que Dios nos refresca. Es un ensayo sobre toda la modernidad, como está sometida a esa depuración de esperanza. En los tiempos actuales, hay una religión subliminal en todo lo que se hace. No es una religión a la carta, sino la subjetividad de la religión en cada cual que vive la fe de forma interna. Se trata de vivir la religión personalmente, casi místicamente. El libro se refiere a la religión personal y no las religiones a la carta. Es el exilio interior de cada uno porque la realidad es muy hostil. Ante una realidad no placentera ni pacifica no encontramos esto budista de la armonía prestablecida. Encuentras hostilidad en la realidad y el filósofo tiene el deber de dar sentido a todo esto. En esa resistencia hay muchos mecanismos y el mecanismo esperanzador entronca con sentidos religiosos. Aunque él no lo menciona directamente, la filosofía cristiana no está alejada de él. Las maneras de describir la trascendencia como religiosa no va por esos esoterismos. Es concreto en el cristianismo como esperanza. Jesús le dijo a Dios en el huerto de Getsemaní; “padre, ¿por qué me has abandonado?, que se haga la voluntad y no la mía”. El escritor parece que está pasando por esta travesía que es angustia desesperación y esperanza, pero hay una apertura hacia el misterio que sugiere el libro. Frente al absurdo punto final; el misterio puntos suspensivos. Filosofía de esperanza desesperación. No entronca con el rencantamiento del mundo. Es pragmático, la filosofía se hace día a día, donde aplicas esa filosofía que encuentra esperanza. Esto viene de la interpretación que tú le das. El resistente pone un filtro para que la parte de desesperación quede en el filtro, pero a través de tu voluntad pones un punto d esperanza. Es maduro, a la vez que asume la desesperación ante la realidad y no se queda en ella. Pone los matices de la propia esperanza según la búsqueda de cada cual. Busca la trascendencia de la propia realidad por muy negativa que esta sea. La realidad no es punto final del absurdo. Queda el misterio. Esquirol tiene una visión religiosa que puede coincidir con el cristianismo que no menciona, pero el lector puede tener diferentes y otras interpretaciones religiosas de la realidad. No menciona el libro las religiones a la carta; taichí, yoga, nuestro paso actual y postmoderno del logos al Mitos, o el rencantamiento mágico del mundo… no habla tampoco de si la iglesia católica está en decadencia o resurge con fuerza en la postmodernidad. No hay una intención moralizante ni una misión pedagógica o evangelizadora. No es esa su misión visión del mundo. Su punto de vista va hacia esa esperanza sin derroteros, no hace una interpretación histórica de lo que es una orden o religión socialmente o económicamente. No hay paternalismo patriarcal en su ensayo ni tiene la intención de convertirnos…. Es el logos que trabaja y deja la puerta abierta a la esperanza a través de la religión. No es un parche o subterfugio, es muy maduro el libro, no es una escapatoria, la novela de la “hermanita de los pobres”. El logos te da una posibilidad de interpretación y llevándolo hasta el final puede llegar a la desesperación o esperanza. No es un libro de engaño, un libro de autoayuda falsa. Es muy honesto y maduro, no engaña con subterfugios variados, “sea feliz en 24 h y yo se lo posibilito”. Es muy sincero, no se engaña así mismo como Unamuno, es lo contrario de san Manuel Martin, el párroco que no se creía su propio sermón y tenía dudas de fe o convicción. Ha pasado por los estadios, ¿escalas místicas? de su religión interior. Lo mismo que Unamuno o Kinkegaard ha sentido la angustia, pero avanza más. No es la angustia y nada más. Se supera la angustia no con subterfugios sino con el propio logos. Hace que la angustia al superarse dulcifique ese monolito solido de la propia angustia. Al dulcificarla parece car el agua de estalactitas y estalagmitas va cayendo la gotita de agua de la esperanza, la gota malaya, se va debilitando la angustia con la propia esperanza. Es el agua fresca frente al ardor. Lo ardiente lo convierte en balsámico por el propio logos que va dando significados. Más que religión habla de religación y deja pasar una religión interna, católica. 
  
La Cristología es el logos que a través de unos significados de Cristo dan significados de realidad. No hay fe sino conocimiento que da significado a la realidad. Cristología es el conocimiento logos aplicado a unos significados. es la interpretación que se lleva a todos los campos del conocimiento interpretativo de esas palabras, acciones o ética o praxis que dirían los marxistas. No tiene que ver con fe sino con logos. La Marxistologia tiene viene con Marx y no con los comunismos que lo han interpretado. Logos es conocimiento y se hace de significados distintos de la propia realidad aplicados a nombres propios o a sujetos del conocimiento. Es una interpretación simbólica, de lo que ese lenguaje a través del logos puede entender. Si digo que mi padre y yo somos la misma cosa puede ser una interpretación panteísta, idealista materialista, abierta a múltiples significados que se dan acorde al avance de tiempos históricos en conocimientos. Puede uno llegar a la conclusión que ese budismo panteísmo panenteísmo (pan en el todo) puede basarse en la vida de Jesús. Desde una óptica monoteísta no hay duda, el ser supremo es idéntico al padre, es la divinidad. Lo dice el monoteísmo de múltiples iglesias; Alá es grande… es la interpretación de las religiones monoteístas. Se aplica la biología, la física, la química a la cristología. Muchos científicos hacen postulado determinados y llegan a esta conclusión de lo que puede ser un lenguaje religioso en el sentido de logos. Cualquier lógica o logos busca la interpretación científica, Cristo como un personaje histórico, de alguien que la historia así lo ha hecho. No es un juego fantasioso de interpretación, de chamanismo. En el logos se busca el empirismo científico y que haya lógica en cada cosa que se dice. El logos es el conocimiento de las cosas a través del lenguaje, la idea, el conocimiento. Hay interrelaciones entre un postulado y otro hasta el infinito. El autor se aleja de las fantasiosas interpretaciones que se pueden hacer de las religiones o de cualquier interpretación de la vida. Se aleja también de la teosofía, los movimientos simbólicos esotéricos, que son juegos de fantasía. El logos y la fantasía no tienen nada que ver, son dos mundos distintos y antagónicos. Los filósofos en la historia han intentado relacionar fe y razón. La fe tiene que estar atada a la razón y si no es un juego simbólico que no lleva a un territorio final satisfactorio. De la misma forma la ciencia debe reconocer sus límites y de aquello que no se puede explicar el fenómeno físico surge el noúmeno o lo incognoscible, territorio de la fe.  Se puede jugar con la fantasía. Taichí, yogas, funcionan en la medida en que dan un sentido, pero no pasan por el filtro del conocimiento ni están expuestos a tantas interpretaciones de ese logos. Se convierten en juego inmaduro de las religiones. Tampoco es este libro un trabajo de análisis de las religiones actuales. Se puede llegar a decir que uno puede sentir la new Age, el tao, pero estos cultos nuevos no pasan por el filtro del logos. La teosofía es una interpretación subjetiva de la realidad, pero también tiene su parte científica. Si el logos entra en la fe bienvenida sea. Tiene que tener una base de logos que lo sustente. Chamanes, religiones interpretativas, la sicomagia de Jodorowsky no tienen una base científica de logos. Primero intenta Unamuno buscar a Dios por la razón y luego se da cuenta que solo por la fe lo encontrará. Esquirol, en cambio, tiene fe al principio y luego encuentra la razón.
La ciencia solo puede ocuparse del fenómeno físico, pero intenta llegar a lo metafísico. Es una aproximación al origen, te aproximas, aunque no llegues nunca con el lenguaje; de lo que no se sabe es mejor callar, decía Wittgenstein. Con el lenguaje te aproximas. Si te quedas tan lejano en la realidad parece que la realidad son solo las fiestas de Bilbao y la mariscada del domingo. Es la realidad que nos circunda inabarcable. El centro de todo es lo que se vende por realidad, aunque sea realidad. Volver al origen es otra cosa. Llegas a un momento en que no racionalizas, sino que parece que comprendes. Es ese silencio tras el ruido del lenguaje de toda una vida que se ha ido manifestando hasta llegar a ese grado de sabiduría. Es la sabiduría de la comprensión. El triunfo total del logos. Ya lo he comprendido. Vas subiendo escaleras y peldaños y llegas al final de la escalera última. Tiras la escalera, ya no la necesitas porque has llegado al final de todo. Ya los místicos decían que subían diversas escalas hasta Dios. La escalera que tiras es la razón o el conocimiento porque has llegado ya al Logos. Y has llegado por sabiduría, no por razón ni fe. No dedicas más tiempo a estudiar la vida porque ya te la sabes. Es un instante eterno de logos y sabiduría. El kairos es el momento de descubrimiento, de perfección, de haber alcanzado lo que querías. He visto esa obra, he llegado al momento, el resultado final de todo lo que uno busca. Lo has buscado de forma paulatina todo el tiempo. lord Byron dijo de Sintra, a una hora de Lisboa en Portugal; “este es el paraíso”. Lord Byron pasó toda su vida buscando el paraíso y deslumbrando por la vegetación del lugar dice; “esto es la belleza”. La verdad es belleza, decía Holderling. Cristo dijo; soy la verdad y la vida. El Kairós es el movimiento de plenitud en el momento de la trasfiguración evangélica. Una especie de ataraxia. Juan, el apóstol amado, se encontraba tan cómodo en ese lugar que le dijo a Jesús; ¿por qué no ponemos una tienda de campaña aquí y nos quedamos a vivir? Aquel lugar era para Juan el máximo de blancura, el logos. Jesús dice “no me puedo quedar aquí, tengo que luchar, no he venido a traer la paz sino la guerra” Es la guerra del logos, del cambio, de la trasformación de la vida. Su mensaje era revolucionario, guerrear por la paz. La religión no son solo verdades de fe de una institución sino tu trabajo que lo vas entroncando con muchos momentos y movimientos de la propia realidad que te sirven para dar un sentido interpretativo de la misma. “No he venido a traer la paz sino la guerra”. Es la guerra del paso del mito al logos con el conocimiento y la sabiduría. Que haya enfrentamiento en todo, es revolucionario su mensaje de “yo soy la Verdad”. Me someto a la Verdad y Belleza a través del logos. (Verdad, Belleza y Bondad era la trilogía en que se resume el pensamiento apolíneo o platónico) En nuestra época pasamos del logos al Mitos, otra vez. El logos ha muerto, triunfa la ida del mito a través de la razón, la tendencia al placer de cada cual, con la idea, o más bien creencia, que deja de lado el conocimiento. A través de la idea se organiza la búsqueda del placer que satisface el capitalismo. El Logos queda eclipsado. El logos ayudaría a decir que esas ideas de placer no son verdad sino mentiras. una falacia. Los epicúreos no sólo buscaban el placer físico, sexual, momentáneo y fugaz. También buscaban los placeres intelectuales. Más que epicúreos nos consideramos hedonistas, buscadores del placer. Un placer que no se satisface económicamente, monetariamente o materialmente, sino espiritualmente. Lord Byron, los románticos, empezaron a ver el Arte como un nuevo dios. Ante un mundo descreído y asesino de Dios, triunfó el panteísmo que ha existido desde siempre, o mejor llamarle panenteísmo o creencia en el todo, en el absoluto dentro de la ambivalencia. La Naturaleza se diviniza, se diviniza la belleza. Sintra era el lugar que buscaba Lord Byron y en los campos nevados Juan el amado quería quedarse a vivir eternamente. Era su paraíso. Un paraíso en la tierra, no en el cielo. Lord Byron recorrió medio mundo, con la belleza como objetivo final. Empezaba a darse el arte por el arte, el arte como forma de divinidad. Por eso cuando Esquirol nos habla de la religión, sin definirlo en una iglesia concreta, no nos habla de la institución o de la comunidad, tampoco de los dogmas ortodoxos, ni de las religiones a la carta. De lo que nos habla es de la religare interior, la relación con el dios interior de cada cual. Está más cerca del misticismo barroco que de definir la postmodernidad como conjunto de nuevos cultos y supercherías. Un dios interior, un sentido de trascendencia connatural al hombre que el propio hombre puede saciar en sí mismo, siempre subjetivamente, interiormente. Dios ha muerto, pero seguimos buscando la Verdad, la Bondad y la belleza. 
  

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