Charla clandestina del filósofo
Carlos de Agustín, conde duque de Marzana.
Dado que lo clandestino tiene el
encanto de lo prohibido, de lo estar oculto, parece que uno sigue hablando, pero
le da la sensación de que en cualquier momento se va a quedar en silencio porque
lo prohibido así lo exige. Hoy me encuentro de forma clandestina con el duque
de Marzana que no es tal clandestino porque los duques ya no viven escondidos,
sino que pueden salir a la luz y en días de auto pueden hablar de narrativa, de
filosofía como en el día de hoy
Hoy vamos a hablar del libro de
José María Esquirol la resistencia intima.
Lo que viene a decir el filósofo es que ese individuo que se convierte
en ciudadano obedece a unos parámetros que a través de la inteligencia
sintiente (xubiri) o el pensamiento da sentido a la propia realidad. De ahí que
el pensamiento a través del lenguaje sea la realidad importante de cada cual
que interpreta esa realidad. El resistente es un ente, un ser que toma
consciencia de esa realidad y de pronto ve que esa realidad le supera. Esos parámetros
de realidad con los que se encuentra no forman parte de sus convicciones, le
superan, le desbordan. No coincide esa nueva realidad con la idea de realidad que
tiene estructurada y entonces ese ente da un sentido a la realidad desde su
individualidad. La estructura le condiciona y él tiene que desmontar esa
estructura y dar unos sentidos determinados. Así aparece la figura del que
resiste, ese ente esencial que utiliza otros lenguajes con el fin de dar un
sentido a esa realidad. Habrá tantos individuos que resisten como situaciones
que a estos les desbordan o superan o no entroncan con sus parámetros de
interpretar la realidad. El utiliza en este ensayo los términos de
desesperación y esperanza muy ligados al resistente. El resistente se
desespera, no tiene esperanza, porque la realidad le supera, pero a la vez
tiene la esperanza intima e interior de que eso que el anhela de una manera o
otra puede llegar a manifestarse. Esa idea de ambivalencia queda muy bien reflejada.
A lo largo de los tiempos históricos vemos que todo obedece a esa estructura
organizada desde el capital y el estado, creando en nosotros un vaivén de
esperanza y desesperación. Hablamos posiblemente de anhelos, de deseos de esa
materialización pues a veces o la mayoría de veces no se materializan como el
individuo desea. Todo ser humano en cierta manera es un resistente, en su
opinión. La necesidad de absoluto que cada uno tiene se materializa en esa
realización y aparece la filosofía de la interpretación de ese resistente que
quiere cambiar su realidad dando unas pautas nuevas de interpretación.
La filosofía es el cauce por el
cual el resistente consigue un significado y una significación de argumentos.
Dime qué tipo de filosofía utilizas y te diré que tipo de ser eres. En este
libro aparecen filósofos que han dado un sentido a esa realidad. Aparece la
filosofía de Schopenhauer, de Gabriel Marcé, los existencialistas franceses, de
los filósofos esperanzadores como puede ser de Manuel Mounier, un poco la
filosofía de la historia. la historia nos condena a la hostilidad, pero nos
posibilita el bálsamo de la esperanza. Es un filósofo nada derrotista, podía
llegar a serlo. Esta la desesperanza en él, pero a la vez que asume la
desesperación y habla de la propia esperanza. Es positivo dentro de lo
negativo, sabe que lo negativo de la realidad está ahí presente, pero en vez de
quedarse en esa negatividad como absoluto deja abierta la puerta a esa otra
parte de la realidad que es la ambivalencia. Es un filósofo de la esperanza y
cada cual la encuentra donde la encuentre. La búsqueda de esa esperanza cada
cual la busca como puede. El nihilismo positivo en vez de quedarse en el desarraigo
se queda arraigado en la forma de esperanza. A la vez que el escrito puede
rezumar un color de negritud, esa negritud no tiene el punto final, sino que
hay especie de luminosidad que al chocar con esa negritud hace un punto
claroscuro. No es una filosofía de la ingenuidad sino de la sabiduría y la
madurez, compagina esas dos partes de desesperación y esperanza.
El filósofo pertenece a la
corriente personalista, comunitaria y esperanzadora actual. Él habla de la
persona, pero no en el sentido concepto de persona individuo del que suele
hablarnos Carlos. (es lo que tiene la conceptualización de los conceptos, que
cada cual le da unos significados determinados y distintos. Carlos distingue
entre el individuo libre y la persona alienada, pero en el personalismo hablan
de persona). La persona es el centro de todo el universo. El individuo está en
su libertad más absoluta. El filósofo usa un código común de lo que está
hablando. Esquirol nació en el 58, es de esta generación reciente, profesor de
filosofía en Barcelona. Es un filósofo actual. Me atrevería a decir que es
religioso por lo que rezuman los libros. Podríamos darle ese atributo. La parte
esa de esperanza la entroncamos con una filosofía cristiana. De forma
heterodoxa, claro, pero rezuma una parte religiosa religante. La religión consigue
que esa desolación desesperación del existencialismo nihilista tenga un efecto
balsámico frente al concepto de desesperación que es un final a todo. El absurdo
sartriano como punto final. Pero Esquirol deja la puerta abierta a la esperanza
o al misterio de la propia realidad en la filosofía de cada cual. Es heterodoxo,
nada de ortodoxo. Esa religión podía ser muy heterodoxa y los conceptos que le
rodea, por la lectura del libro.
Esquirol pertenece a una
generación de filosofía existencialista esperanzadora, aquellos personalistas
cristianos; Mourier, Gabriel Marcé, Eugenio Trías, Salvador Paniker, un José
Luis López Aranguren … esta relación o etiqueta generacional es muy subjetiva.
No menciona de forma directa nada de esto. Estas 167 páginas giran en resumen
sobre la religión católica como fuente de esperanza, brisa sirena con la que
Dios nos refresca. Es un ensayo sobre toda la modernidad, como está sometida a
esa depuración de esperanza. En los tiempos actuales, hay una religión
subliminal en todo lo que se hace. No es una religión a la carta, sino la subjetividad
de la religión en cada cual que vive la fe de forma interna. Se trata de vivir
la religión personalmente, casi místicamente. El libro se refiere a la religión
personal y no las religiones a la carta. Es el exilio interior de cada uno porque
la realidad es muy hostil. Ante una realidad no placentera ni pacifica no
encontramos esto budista de la armonía prestablecida. Encuentras hostilidad en
la realidad y el filósofo tiene el deber de dar sentido a todo esto. En esa
resistencia hay muchos mecanismos y el mecanismo esperanzador entronca con
sentidos religiosos. Aunque él no lo menciona directamente, la filosofía
cristiana no está alejada de él. Las maneras de describir la trascendencia como
religiosa no va por esos esoterismos. Es concreto en el cristianismo como
esperanza. Jesús le dijo a Dios en el huerto de Getsemaní; “padre, ¿por qué me
has abandonado?, que se haga la voluntad y no la mía”. El escritor parece que está
pasando por esta travesía que es angustia desesperación y esperanza, pero hay
una apertura hacia el misterio que sugiere el libro. Frente al absurdo punto
final; el misterio puntos suspensivos. Filosofía de esperanza desesperación. No
entronca con el rencantamiento del mundo. Es pragmático, la filosofía se hace día
a día, donde aplicas esa filosofía que encuentra esperanza. Esto viene de la
interpretación que tú le das. El resistente pone un filtro para que la parte de
desesperación quede en el filtro, pero a través de tu voluntad pones un punto d
esperanza. Es maduro, a la vez que asume la desesperación ante la realidad y no
se queda en ella. Pone los matices de la propia esperanza según la búsqueda de
cada cual. Busca la trascendencia de la propia realidad por muy negativa que
esta sea. La realidad no es punto final del absurdo. Queda el misterio.
Esquirol tiene una visión religiosa que puede coincidir con el cristianismo que
no menciona, pero el lector puede tener diferentes y otras interpretaciones
religiosas de la realidad. No menciona el libro las religiones a la carta; taichí,
yoga, nuestro paso actual y postmoderno del logos al Mitos, o el rencantamiento
mágico del mundo… no habla tampoco de si la iglesia católica está en decadencia
o resurge con fuerza en la postmodernidad. No hay una intención moralizante ni
una misión pedagógica o evangelizadora. No es esa su misión visión del mundo. Su
punto de vista va hacia esa esperanza sin derroteros, no hace una interpretación
histórica de lo que es una orden o religión socialmente o económicamente. No hay
paternalismo patriarcal en su ensayo ni tiene la intención de convertirnos…. Es
el logos que trabaja y deja la puerta abierta a la esperanza a través de la religión.
No es un parche o subterfugio, es muy maduro el libro, no es una escapatoria,
la novela de la “hermanita de los pobres”. El logos te da una posibilidad de
interpretación y llevándolo hasta el final puede llegar a la desesperación o
esperanza. No es un libro de engaño, un libro de autoayuda falsa. Es muy honesto
y maduro, no engaña con subterfugios variados, “sea feliz en 24 h y yo se lo
posibilito”. Es muy sincero, no se engaña así mismo como Unamuno, es lo
contrario de san Manuel Martin, el párroco que no se creía su propio sermón y
tenía dudas de fe o convicción. Ha pasado por los estadios, ¿escalas místicas?
de su religión interior. Lo mismo que Unamuno o Kinkegaard ha sentido la
angustia, pero avanza más. No es la angustia y nada más. Se supera la angustia
no con subterfugios sino con el propio logos. Hace que la angustia al superarse
dulcifique ese monolito solido de la propia angustia. Al dulcificarla parece
car el agua de estalactitas y estalagmitas va cayendo la gotita de agua de la
esperanza, la gota malaya, se va debilitando la angustia con la propia
esperanza. Es el agua fresca frente al ardor. Lo ardiente lo convierte en
balsámico por el propio logos que va dando significados. Más que religión habla
de religación y deja pasar una religión interna, católica.
La Cristología es el logos que a
través de unos significados de Cristo dan significados de realidad. No hay fe
sino conocimiento que da significado a la realidad. Cristología es el
conocimiento logos aplicado a unos significados. es la interpretación que se
lleva a todos los campos del conocimiento interpretativo de esas palabras,
acciones o ética o praxis que dirían los marxistas. No tiene que ver con fe
sino con logos. La Marxistologia tiene viene con Marx y no con los comunismos
que lo han interpretado. Logos es conocimiento y se hace de significados
distintos de la propia realidad aplicados a nombres propios o a sujetos del
conocimiento. Es una interpretación simbólica, de lo que ese lenguaje a través
del logos puede entender. Si digo que mi padre y yo somos la misma cosa puede
ser una interpretación panteísta, idealista materialista, abierta a múltiples
significados que se dan acorde al avance de tiempos históricos en
conocimientos. Puede uno llegar a la conclusión que ese budismo panteísmo
panenteísmo (pan en el todo) puede basarse en la vida de Jesús. Desde una
óptica monoteísta no hay duda, el ser supremo es idéntico al padre, es la
divinidad. Lo dice el monoteísmo de múltiples iglesias; Alá es grande… es la interpretación
de las religiones monoteístas. Se aplica la biología, la física, la química a
la cristología. Muchos científicos hacen postulado determinados y llegan a esta
conclusión de lo que puede ser un lenguaje religioso en el sentido de logos.
Cualquier lógica o logos busca la interpretación científica, Cristo como un
personaje histórico, de alguien que la historia así lo ha hecho. No es un juego
fantasioso de interpretación, de chamanismo. En el logos se busca el empirismo
científico y que haya lógica en cada cosa que se dice. El logos es el conocimiento
de las cosas a través del lenguaje, la idea, el conocimiento. Hay interrelaciones
entre un postulado y otro hasta el infinito. El autor se aleja de las
fantasiosas interpretaciones que se pueden hacer de las religiones o de cualquier
interpretación de la vida. Se aleja también de la teosofía, los movimientos
simbólicos esotéricos, que son juegos de fantasía. El logos y la fantasía no
tienen nada que ver, son dos mundos distintos y antagónicos. Los filósofos en
la historia han intentado relacionar fe y razón. La fe tiene que estar atada a
la razón y si no es un juego simbólico que no lleva a un territorio final satisfactorio.
De la misma forma la ciencia debe reconocer sus límites y de aquello que no se
puede explicar el fenómeno físico surge el noúmeno o lo incognoscible,
territorio de la fe. Se puede jugar con
la fantasía. Taichí, yogas, funcionan en la medida en que dan un sentido, pero
no pasan por el filtro del conocimiento ni están expuestos a tantas interpretaciones
de ese logos. Se convierten en juego inmaduro de las religiones. Tampoco es
este libro un trabajo de análisis de las religiones actuales. Se puede llegar a
decir que uno puede sentir la new Age, el tao, pero estos cultos nuevos no pasan
por el filtro del logos. La teosofía es una interpretación subjetiva de la
realidad, pero también tiene su parte científica. Si el logos entra en la fe
bienvenida sea. Tiene que tener una base de logos que lo sustente. Chamanes, religiones
interpretativas, la sicomagia de Jodorowsky no tienen una base científica de
logos. Primero intenta Unamuno buscar a Dios por la razón y luego se da cuenta
que solo por la fe lo encontrará. Esquirol, en cambio, tiene fe al principio y
luego encuentra la razón.
La ciencia solo puede ocuparse
del fenómeno físico, pero intenta llegar a lo metafísico. Es una aproximación
al origen, te aproximas, aunque no llegues nunca con el lenguaje; de lo que no se
sabe es mejor callar, decía Wittgenstein. Con el lenguaje te aproximas. Si te
quedas tan lejano en la realidad parece que la realidad son solo las fiestas de
Bilbao y la mariscada del domingo. Es la realidad que nos circunda inabarcable.
El centro de todo es lo que se vende por realidad, aunque sea realidad. Volver
al origen es otra cosa. Llegas a un momento en que no racionalizas, sino que
parece que comprendes. Es ese silencio tras el ruido del lenguaje de toda una
vida que se ha ido manifestando hasta llegar a ese grado de sabiduría. Es la
sabiduría de la comprensión. El triunfo total del logos. Ya lo he comprendido.
Vas subiendo escaleras y peldaños y llegas al final de la escalera última.
Tiras la escalera, ya no la necesitas porque has llegado al final de todo. Ya los
místicos decían que subían diversas escalas hasta Dios. La escalera que tiras
es la razón o el conocimiento porque has llegado ya al Logos. Y has llegado por
sabiduría, no por razón ni fe. No dedicas más tiempo a estudiar la vida porque
ya te la sabes. Es un instante eterno de logos y sabiduría. El kairos es el
momento de descubrimiento, de perfección, de haber alcanzado lo que querías. He
visto esa obra, he llegado al momento, el resultado final de todo lo que uno
busca. Lo has buscado de forma paulatina todo el tiempo. lord Byron dijo de
Sintra, a una hora de Lisboa en Portugal; “este es el paraíso”. Lord Byron pasó
toda su vida buscando el paraíso y deslumbrando por la vegetación del lugar
dice; “esto es la belleza”. La verdad es belleza, decía Holderling. Cristo dijo;
soy la verdad y la vida. El Kairós es el movimiento de plenitud en el momento
de la trasfiguración evangélica. Una especie de ataraxia. Juan, el apóstol amado,
se encontraba tan cómodo en ese lugar que le dijo a Jesús; ¿por qué no ponemos
una tienda de campaña aquí y nos quedamos a vivir? Aquel lugar era para Juan el
máximo de blancura, el logos. Jesús dice “no me puedo quedar aquí, tengo que
luchar, no he venido a traer la paz sino la guerra” Es la guerra del logos, del
cambio, de la trasformación de la vida. Su mensaje era revolucionario, guerrear
por la paz. La religión no son solo verdades de fe de una institución sino tu
trabajo que lo vas entroncando con muchos momentos y movimientos de la propia
realidad que te sirven para dar un sentido interpretativo de la misma. “No he
venido a traer la paz sino la guerra”. Es la guerra del paso del mito al logos
con el conocimiento y la sabiduría. Que haya enfrentamiento en todo, es
revolucionario su mensaje de “yo soy la Verdad”. Me someto a la Verdad y
Belleza a través del logos. (Verdad, Belleza y Bondad era la trilogía en que se
resume el pensamiento apolíneo o platónico) En nuestra época pasamos del logos
al Mitos, otra vez. El logos ha muerto, triunfa la ida del mito a través de la razón,
la tendencia al placer de cada cual, con la idea, o más bien creencia, que deja
de lado el conocimiento. A través de la idea se organiza la búsqueda del placer
que satisface el capitalismo. El Logos queda eclipsado. El logos ayudaría a
decir que esas ideas de placer no son verdad sino mentiras. una falacia. Los epicúreos
no sólo buscaban el placer físico, sexual, momentáneo y fugaz. También buscaban
los placeres intelectuales. Más que epicúreos nos consideramos hedonistas,
buscadores del placer. Un placer que no se satisface económicamente,
monetariamente o materialmente, sino espiritualmente. Lord Byron, los
románticos, empezaron a ver el Arte como un nuevo dios. Ante un mundo descreído
y asesino de Dios, triunfó el panteísmo que ha existido desde siempre, o mejor
llamarle panenteísmo o creencia en el todo, en el absoluto dentro de la
ambivalencia. La Naturaleza se diviniza, se diviniza la belleza. Sintra era el
lugar que buscaba Lord Byron y en los campos nevados Juan el amado quería
quedarse a vivir eternamente. Era su paraíso. Un paraíso en la tierra, no en el
cielo. Lord Byron recorrió medio mundo, con la belleza como objetivo final. Empezaba
a darse el arte por el arte, el arte como forma de divinidad. Por eso cuando
Esquirol nos habla de la religión, sin definirlo en una iglesia concreta, no
nos habla de la institución o de la comunidad, tampoco de los dogmas ortodoxos,
ni de las religiones a la carta. De lo que nos habla es de la religare
interior, la relación con el dios interior de cada cual. Está más cerca del
misticismo barroco que de definir la postmodernidad como conjunto de nuevos
cultos y supercherías. Un dios interior, un sentido de trascendencia connatural
al hombre que el propio hombre puede saciar en sí mismo, siempre
subjetivamente, interiormente. Dios ha muerto, pero seguimos buscando la
Verdad, la Bondad y la belleza.
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