KASPAROV Y LA MAQUINA DE AJEDREZ
Mi amigo Alberto es ajedrecista y encima estudia
Física- Química. Tiene una visión totalmente determinista de la vida. Para él
la vida esta escrita, no en las líneas de la mano ni en los renglones torcidos
o rectos de Dios ni en otra suerte de Destino, sino en la Física. No sale de
ese positivismo científico, aunque yo le diga que ya se superó en el siglo XX y
que ahora los científicos son más modestos y reconocen no poseer la verdad.
Quizá mi amigo Alberto es positivista- sin darse cuenta de que lo es- porque en
el plan de su carrera de física no estudian nada de metafísica, de filosofía.
Este futuro físico me llama “meta- físico” en tono
burlón (quizá tiene una imagen de los metafísicos que se corresponde más al de
la Pitonisa Lola) ¿Y para que hacer esa distinción o “especialidad” entre
físicos y metafísicos, entre “ciencias” y “letras”?
En la Atenas clásica, en la Florencia renacentista o
en el París ilustrado y neoclásico los físicos eran metafísicos y los
metafísicos físicos. Estos autodidactas y diletantes, hombres del renacimiento
como Da vinci estudiaban de todo, un poco “hombres- orquesta” sabían que la
física y la metafísica están unidas y que donde una acaba empieza la otra,
están interrelacionadas. Hoy diríamos, en esta jerga actual, que lo que Da
Vinci, Tales o Descartes estudiaban eran ciencias “trans- disciplinares”. Y es
que en la vida todo esta interrelacionado; no podemos especializarnos en la
cocina “yo sólo sé freír huevos fritos” o yo “tengo un master en tortillas” ¿y
por qué las demás áreas de la vida y la cultura sí se fragmentan?.
Estoy de acuerdo en que el hombre podría reducirse a
relaciones físicas siempre que veamos al hombre como simple materia. También se
puede reducir la vida a combinaciones binarias donde tu eliges, igual que un
ordenador, pero siempre como metáfora. Y se puede reducir la vida a que todo es
derecho, o todo es economía etc porque todos al filosofar (la filosofía es la
tierra de nadie de las disciplinas del hombre) llevamos el discurso a nuestro
terreno. Lo que él me dice del cuerpo y del átomo es compatible a lo que un
psicólogo diga de la sique y un religioso new age del “espíritu”.
Para mi amigo el cerebro humano es sólo una maquina.
Me pregunta que distingue a Kasparov de la maquina que le ganó al ajedrez. Que
a estas alturas el hombre siga sin saber que le diferencia de una maquina ya le
responde a su pregunta. Una maquina jamás tendrá conciencia de sí misma, de su
existencia, y nunca se preguntará que le distingue de un hombre.
Es hora de simplificar (que no vulgarizar) la
filosofía y decir que sólo 3 dudas inquietan al hombre, los tres misterios de
la Esfinge;
De donde viene (el pasado, el origen, la cosmología
presocrática, el darwinismo, el génesis, el bin- bang...)
Quien es (su presente, el conocernos a nosotros y a
los demás. Mi amigo cree que se podrá desenmarañar el misterio del hombre, de
su sique y reducirla a combinaciones matemáticas y que a su vez la vida se
reduce a influencias que vas sumando o restando)
A donde va (si hay vida después de la vida física es
de lo que se ocupa la meta-física)
Mi amigo me dice:
- A una maquina puede programársela para que piense,
eso es lo que hacen con nosotros en la escuela; nos programan. Tu respetas la
vida y no matas porque hemos ido a un colegio de curas.-
- ¿Tu crees? Si fuera cierto ese determinismo
social.... ¿por qué hay sicópatas que han ido a colegios de curas? ¿por qué hay valientes que salen de la droga
o mujeres que se liberan del burka? La libertad se consigue con la educación.
La razón nos hará más libre dijo alguien.
Programar es darte unos patrones, un programa, que
la maquina combina. Educar es enseñarte a elegir entre esos patrones (o
influencias sociales que te condicionan sin determinar). Programar es que no te
quede otra que acatar esas ordenes (La educación conductista es como la
programación de un software). Educar
debe ser la llave de la libertad. La ilustración interior, encontrar tu luz
interna, que te alumbre a ti mismo, pensar tu mismo para ti mismo.
Una maquina esta determinada, un animal también y un
bebé. Determinados por su Ello (inconsciente naturaleza salvaje) pero un ser
humano nace con la posibilidad (aunque pocas probabilidades) de ser libre. El
hombre no nace, se hace. El hombre ha de recoger valores para luego elegir
entre ellos los que mejor le vayan, al menos eso dicen los personalistas.
Es la conciencia la que nos separa del animal, una
conciencia sensorial, sensitiva, sensible y hasta me atrevería a decir sensual
pues el pensamiento nace del sentimiento de afiliación, del Eros, con ese
pensamiento. La sensación de estar vivos- libres y destinados- determinados,
ahí sí- ay- al morir. Pero salvo la muerte no hay más determinismos, sólo
condicionantes sociales; vives, pero con unas condiciones, las de estar sujeto
a una sociedad y la de que tu libertad acabe donde empieza la suya. Lo único
irreversible es la muerte, todas las demás patologías (pathos o determinismos)
se superan. Atrévete a ser libre.
No te creas tan determinado porque parece una queja,
pero en el fondo te va el rollo, ¿eh?... en el fondo te gustaría ser como una
maquina y no pensar y que todo estuviera ya prescrito y tú sólo fueras un
engranaje de la maquinaria o del ordenador ese del que me hablas. Tu me has
confesado que juegas al ajedrez por la presión de tu entorno, por los demás, pero
que sepas que una palabra tuya bastará para borrarte de la “secta” de
ajedrecistas. Tendrías que atreverte a dar ese paso, a ser libre. O la decisión
de quedarte. Pero tienes que decidir tú, no puedes escudarte en los demás, en
que otros sean libres por ti.
El hombre autómata se llega a preguntar que le
distingue de una maquina. El fallo del proyecto moderno era presuponer a priori
que nacemos/ pensamos libremente. Ahora sabemos que no nacemos libres, sino que
nos educamos para esa libertad, no nacemos hombres, nos hacemos.
Y además no somos libres de pensar o no pensar, ya
que somos un 90% inconsciente (hasta cuando dormimos pensamos) pero aunque la
naturaleza animal e imaginativa del Ello nos seudo- determine, queda un margen
para la auto- conciencia. Por ejemplo; para “programarte” (no me gusta nada
esta palabra) los sueños que vas a tener o para dejar la mente en blanco tal que
un lama. Estamos determinados hasta a pensar, no somos libres de pensar o no
pensar ni libres de ser libres o no serlo (estamos determinados a ser libres)
pero podríamos llegar a vender nuestra libertad o incluso a renunciar al
pensamiento... liberar la mente, como hacen los budistas.
Mi amigo no cree en la libertad del hombre. La
libertad no es de hecho, a la vista esta, pero sí es el derecho que para
nosotros hemos de reclamar. De niño naces inconsciente y determinados (“puro”
según mi amigo que acaba de leer a Rosseau) pero se nos van abriendo “malos”
caminos o “sendas buenas”, y uno se ve obligado a elegir entre ellas. La
libertad es fatal elección. Por eso es una condena y una putada ser libre y
denegamos de esa libertad. La maquina esta determinada – o programada- a no
pensar por sí misma, a no ser libre. Y muchas personas “autómatas” y no
autónomas la envidian. La machine – gane o pierda- no se va a sentir ni feliz
ni desdichada mientras que seguro que Kasparov se sintió humillado por el
cacharro “pensante”. Siento ergo sum.
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