En los 20 30 nace el movimiento
de vanguardia que se irradia por Latinoamérica ocupada por EEUU y con
dictaduras y gobiernos títeres de las grandes compañías multinacionales. Surgen
así intelectuales que como respuesta a esto revindican lo propio y sus raíces.
Por eso hay una tendencia al compromiso en poesía y narrativa de estos poetas.
Frente al barroquismo modernista de Rubén Darío revindican el habla cotidiana, el
lenguaje trasparente de la gente. La poesía es un género complicado de leer,
pero aquí tienen tendencia a lo prosaico, lo coloquial, la denuncia social.
Asturias es complejo, aunque use lenguaje popular. Estos escritores tienden al
compromiso, pero tienen que vivir de algo en un país pequeño donde solo hay
trabajo en la función pública, como funcionarios. Por eso colaboran con
dictadores. De la Selva fue embajador y Ultrecho diputado del partido liberal
de Somoza. Se adhieren pronto a la necesidad de cambio y trasformación de la
revolución sandinista.
Pablo Antonio de la Cuadra nace en 1912 y muere en
2002, 90 años. Nace y muere en Managua. Darío
en el poema Roselvert contrapone la invasión yanqui con su dios dinero y la américa
católica de sangre española. El revindica esa cultura hasta el punto de
declararse católico y monárquico. Se adhiere a acción española, un partido de ultraderecha
anterior a la segunda república cercano a la falange. Fue invitado a Italia por
Mussolini y en España en el 35 escribe “queremos un dictador quede lugar a un
hijo dictador, que funde monarquías, haga a la nación preventiva y
conservadora. Que no haya obstáculos para la unidad imperial” Era la época de
los extremismos de derecha e izquierda. Tenía veinte años, a esa edad se hacen
cosas así. Aunque no se las perdonamos. Fue conservador siempre, aunque anti
somocista. En la revolución sandinista apoya a la contra y por tanto a EE.UU.
Fue periodista en la prensa, en el periódico de Chamorro y los antirrevolucionarios.
Arte poética de canciones de pájaro y señora, 29 31
Volver es necesario
a la fuente del canto:
encontrar la poesía de las cosas corrientes,
cantar para cualquiera
con el tono ordinario
que se usa en el amor,
que sonría entendida la Juana cocinera
o que llore abatida si es un verso de llanto
y que el canto no extrañe a la luz del comal;
que lo pueda en su trabajo decir el jornalero,
que lo cante el guitarrero
y luego lo repita el vaquero en el corral.
Debemos de cantar
como canta el gurrión al azahar:
encontrar la poesía de las cosas comunes,
la poesía del día, la del martes y del lunes,
la del jarro, la hamaca y el jicote,
el pipián, el chayote,
el trago y el jornal;
el nombre y el lugar que tienen las estrellas,
las diversas señales que pinta el horizonte,
las hierbas y las flores que crecen en el monte
y aquellas que soñamos si queremos soñar.
Decir lo que queremos.
Querer lo que decimos.
Cantemos
aquello que vivimos
a la fuente del canto:
encontrar la poesía de las cosas corrientes,
cantar para cualquiera
con el tono ordinario
que se usa en el amor,
que sonría entendida la Juana cocinera
o que llore abatida si es un verso de llanto
y que el canto no extrañe a la luz del comal;
que lo pueda en su trabajo decir el jornalero,
que lo cante el guitarrero
y luego lo repita el vaquero en el corral.
Debemos de cantar
como canta el gurrión al azahar:
encontrar la poesía de las cosas comunes,
la poesía del día, la del martes y del lunes,
la del jarro, la hamaca y el jicote,
el pipián, el chayote,
el trago y el jornal;
el nombre y el lugar que tienen las estrellas,
las diversas señales que pinta el horizonte,
las hierbas y las flores que crecen en el monte
y aquellas que soñamos si queremos soñar.
Decir lo que queremos.
Querer lo que decimos.
Cantemos
aquello que vivimos
JUEGO N°1
Orfeo
a Guillermo, que
tan mal le fue...
Cuando bajé al infierno a rescatarte
sus guardias, por oficio, resistieron
pero, ciego de amor, puse tal arte
en mi canto y tan dulce se movieron
mis dedos sobre el arpa, que me dieron
el ansiado permiso de llevarte.
Yo nunca sospeché cuando cedieron
y corrieron felices a entregarte
las diabólicas artes del averno.
Ahora, sin remedio, en compañía
de lo que yo creí mi amor eterno
comprendo, aunque muy tarde, su falsía,
porque no te sacaba del infierno
sino que era el infierno el que salía.
Epitafio de un poeta
Yo canté las cosas naturales
en el momento en que las cosas naturales se extinguían.
Amé la tierra y las cosas de la tierra
cuando la tierra y las cosas de la tierra
eran destruidas por el hombre.
Mi poesía cabalgó hacia el campo huyendo de la ciudad
cuando la gente del campo abandonaba el campo
y se venía a la ciudad.
El canto no se escuchaba en la ciudad
porque la ciudad estaba llena de ruido
pero mi canto no se escuchó tampoco en el campo
porque el campo estaba lleno de soledad.
He abandonado la prosa y me he ido en busca de la poesía
cuando la poesía abandonaba la poesía
y se entregaba en manos de la prosa.
El poeta siempre llega donde nadie lo recibe
y así vive hasta que llega a la muerte;
solo entonces, cuando la muerte tampoco lo recibe,
es cuando todos reciben su canto.
El extranjero
Conociéronme por lo que no era:
Por las palabras felices que nacieron de mis tristezas
pensativas
Por las voces fatigadas que brotaron de mis sentimientos
/incansables.
Sorprendieron la caída de mi palabra
mas no miraron en la noche el vuelo de mi deseo.
Encontraron entre la zarza mis cinco sentidos,
nunca en las nubes la bandada de mis innumerables anhelos.
Por la hendidura entre mi proyecto y mi realización
se asomaron a mi desnudez. Y se mofaron.
Os dejo, pues, mi testamento:
`Nada soy.
Aparte de eso poseo todos los sueños del hombre.'
En el calor de agosto
Como las rondas de ángeles que Fra Angélico pintó junto al
establo,
vi a los gráciles, gárrulos y excitados pájaros lacustres
danzar con ingenua alegría
alrededor del cadáver de la serpiente,
como si el Mal hubiera con su muerte terminado para siempre.
Así el pueblo saltó a las calles jubiloso agitando banderas,
creyendo que un hombre solo resumía su daño,
danzando al sol
mientras en la grieta oscura de uno o dos corazones
calladamente anidaba la nueva tiranía…
Ernesto Mejías Sánchez (1923-mexico 85) y Carlos Martínez Rivas (1924 1998) forman
con Ernesto cardenal, la segunda generación de vanguardia.
Epitafio del desterrado. Si muero en el exilio desenterrarme la
memoria. Recordar que hay un sitio en el mundo, no lo elegí yo, de pobreza e incertidumbre.
Es mi tierra porque toda tierra es mi tierra. Me niegan el retorno y la
rebeldía y me piden pudor y arrepentimiento. En el estrecho paraíso vuelvo a
verte linda, pero puerca. Si muero en el extranjero llevaré la patria como una enfermedad
peligrosa. Es tierra tuya, por libre siempre Nicaragua (En este poema defiende que es mejor no ser
recordado por nadie, para que nadie sufra por nuestra muerte)
TALLER,
TALLERES, TALLERISTAS…
Pinten un huevo con palabras, decía Coronel en su
gallinero imaginario. Lo ovoide, lo elíptico, lo rosáceo, pintarlo por dentro y
fuera hasta que no quede nada del huevo sino palabras. Corregir la pintura,
tacharla, rasparla y que sólo quede lo resplandeciente de la criatura. A ver,
vate –me decía a mí–, desembuche. Y yo sacaba mi mierdita de la bolsa y él leía
y leía, serio, sonriente, picarón y decía: –Esto es una reverenda mierda. Pues
así va uno aprendiendo en el taller de la vida. Así Cardenal aprendió más que
ninguno. Y yo sigo aprendiendo todavía.
Managua, 29 de mayo de 1981 La nueva Nicaragua, 1980-84.
Carlos Martínez Rivas 1924 1998 nace
y muere en Nicaragua. Aquí van algunos de sus versos:
No
Me presentan mujeres de buen gusto
Y hombres de buen gusto
Y últimos matrimonios de buen gusto
Decoradores bien avenidos viviendo en medio
de un miserable e irreprochable buen gusto
Yo sólo disgusto tengo.
Un excelente disgusto, creo.
Me presentan mujeres de buen gusto
Y hombres de buen gusto
Y últimos matrimonios de buen gusto
Decoradores bien avenidos viviendo en medio
de un miserable e irreprochable buen gusto
Yo sólo disgusto tengo.
Un excelente disgusto, creo.
ASCÉTICA
Persiste
en ir deshaciendo todos los lazos.En ofrecer el frío costado
helador de efusiones.
¿Inhumano?
Así te irás sin que nadie llore
tu pérdida. ¿Qué menos egoísta y más magnánimo?
Morir sin enlutar un solo corazón !Qué paz!
Sin despertar
recuerdos gratos en algún ser tierno
que te sobreviva, débil, expuesto a esas
morbosas remembranzas que sólo laceran
-a un hijo, por ejemplo.
No estropearás
ratos de exaltación o simple esparcimiento
con tu indiscreta ausencia
-como lo hacen los más que se van.
Desde tu sueño sin sueños no serás en los sueños
de nadie un motivo de remordimiento o pena
a causa de tu amor o de tu gentileza:
en vida, menospreciado aquél; vejada ésta.
Intratable disciplinante, persiste rígido.
Te borrarás en caridad.
Tan como si nunca hubieras nacido.
*****
EL FRÍO Y LA TRANSFUSIÓN DE SANGRE DE LOS MUSEOS
El frío. La impiedad del frío. Impiedad
que hizo arquearse las hirsutas cejas
de Schopenhauer: -¿Por qué querer ser
tan frío el frío?”-. (PARERGA Y PARALIPÓMENA.)
La impiedad del frío, que aflige con sabañones
las hinchadas, enrojecidas manos del labriego
en Castilla la Vieja: Burgos Soria Ávila… Allí
la vida es sólo afán ahínco esfuerzo fatiga frío.
La impiedad del frío en París, buhardillas
con la estufa de hierro helada; en las que, en
amaneceres fríos, despuntó el Arte Moderno.
Inventado por parias que con dedos ateridos
lo concibieron y forjaron. Confortando,
al calor del sol de los Museos,
a sucesivas generaciones;
que en piadoso intervalo de ávidos vistazos,
por un segundo,
se escabullen de la impiedad del frío:
a la que está sujeta toda carne.
Con estos poetas pasa como con
los de la generación del 27. ¿qué tienen que ver Alberti o Alexandre o Cernuda
entre ellos? Tienen un origen común con características parecidas pero cada uno
va por un camino diferente. Estos son poemas de su época madura de ambos poetas.
Sus últimos poemas son difíciles de leer, complejos, aunque bonitos.
Clarivel alegría, 1924. Vive en Esteli Nicaragua. Murió su marido. Es
hija de salvadoreña y nicaragüense. Con un año sus padres como protesta a la
ocupación americana se exilian en el Salvador. Pasa su niñez adolescencia allí.
Por eso es “salvina”, bromea (mitad de Salvador y mitad de Nicaragua). Tiene patria
y “matria”. Estudia en EEUU; en Nueva Orleans y Washington. Conoce a Juan Ramón
Jiménez, que reunió algunos de sus poemas y publicó su poemario anillo de
silencio. Publican allí a nuevos escritores del boom latinoamericano y de las
nuevas letras hispánicas. En el 35 es la matanza de Izalco, mataron a 30 mil indígenas
en un levantamiento en el salvador. En 1976 escribe cenizas de Izalco premiada
en España donde habla de la masacre. En España le dan el premio biblioteca
breve de barral editores que ahora es seix barral. Es muy prolífica, tiene
muchos libros y estudios de la literatura latinoamericana publicados en EEUU y
Europa. aquí van algunos de sus poemas:
TAMALITOS DE CAMBRAY
(5,000,000 de tamalitos)A Eduardo y Helena que me
pidieron una receta salvadoreña.
Dos libras de masa de mestizo
media libra de lomo gachupín
cocido y bien picado
una cajita de pasas beata
dos cucharadas de leche de Malinche
una taza de agua bien rabiosa
un sofrito con cascos de conquistadores
tres cebollas jesuitas
una bolsita de oro multinacional
dos dientes de dragón
una zanahoria presidencial
dos cucharadas de alcahuetes
manteca de indios de Panchimalco
dos tomates ministeriales
media taza de azúcar televisora
dos gotas de lava de volcán
siete hojas de pito
(no seas mal pensado es somnífero)
lo pones todo a cocer
a fuego lento
por quinientos años
y verás qué sabor.
Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohibo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohibo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.
Otros poemas hablan de los
personajes y figuras femeninas en la literatura clásica, querido Ulises el
tiempo pasa y vuela y no quiero que regreses, dice uno de ellos. En este habla
la hechicera Circe de la odisea.
Circe es mi nombre
me llaman bruja
y maga
y hechicera.
Amo el mar
la furia del mar
contra las rocas
y sus acantilados
tenebrosos.
Nunca amé a un mortal
ni siquiera a Ulises
pude amar.
Me gusta lo fugaz:
la chispa
y no la hoguera
el encuentro fortuito
sin adioses.
Fui siempre fiel a mi destino
me impulsaba
jugaba con los hombres
caían aturdidos
en mis redes
los convertía en bestias
los volvía a su forma
y seguían amándome
y tejían guirnaldas para mí.
Me cansé de mi juego
era pueril
los expulsé a todos
de una vez
me quedé sin esclavas
ni efebos
sin bestias
sola
en mi isla sepulcral
yo sola frente al mar
con los alisios
condenada a mí misma
y a la paz.
Mis recuerdos son tersos
tengo dura y vacía
la mirada
mirada de gaviota
y de albatros.
Quizá si hubiese amado
algún dardo heriría mi memoria.
me llaman bruja
y maga
y hechicera.
Amo el mar
la furia del mar
contra las rocas
y sus acantilados
tenebrosos.
Nunca amé a un mortal
ni siquiera a Ulises
pude amar.
Me gusta lo fugaz:
la chispa
y no la hoguera
el encuentro fortuito
sin adioses.
Fui siempre fiel a mi destino
me impulsaba
jugaba con los hombres
caían aturdidos
en mis redes
los convertía en bestias
los volvía a su forma
y seguían amándome
y tejían guirnaldas para mí.
Me cansé de mi juego
era pueril
los expulsé a todos
de una vez
me quedé sin esclavas
ni efebos
sin bestias
sola
en mi isla sepulcral
yo sola frente al mar
con los alisios
condenada a mí misma
y a la paz.
Mis recuerdos son tersos
tengo dura y vacía
la mirada
mirada de gaviota
y de albatros.
Quizá si hubiese amado
algún dardo heriría mi memoria.
Carta a un desterrado. Claribel Alegría:
Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estás tú donde estás.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.
Tu discreta Penélope
(Claribel Alegría)
Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estás tú donde estás.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.
Tu discreta Penélope
(Claribel Alegría)
“Llega lejos mi escritura
ancestral, para esculpir la arena mojada. No comprendo nada, me escondo duermo,
la voz me empuja y me va conduciendo al origen”, afirma la poeta.
Deisy Zamora nace en Managua Nicaragua
en el 50. Participó como combatiente en el frente sandinista, era guerrillera
en el operativo que toma el palacio nacional o el congreso de Somoza. Es directora
clandestina de esta revista, locutora de la radio sandina, viceministra de
cultura, participa en la fundación de la coalición de mujeres de Nicaragua en
su lucha a favor de los derechos de la mujer en un sitio tan necesitado. Es fundadora
del centro salvadoreño de escritoras y en Nicaragua de escritoras. Participa en
la política cultural de la revolución. Es encargada de la poesía libre y
publica traducciones de poetas que salían de los talleres. Ahora es profesora
en la universidad de san francisco en EE.UU.. Tendrá unos 67 años.
LINAJE
Pregunto por las mujeres de mi casa.
Desde niña supe la historia de mi bisabuelo:
científico, diplomático, liberal, político,
padre de prole numerosa y distinguida.
Y doña Isolina Reyes, casada con él desde
los quince años hasta su muerte, ¿cuál fue su historia?
Mi abuelo materno se graduó cum laude
en la Universidad de Filadelfia
y aún se conserva su tesis fechada en 1900.
Dirigió la construcción de kilómetros de vía férrea
y sólo la muerte repentina truncó su sueño
de extender el ferrocarril hasta la Costa Atlántica.
Nueve hijos e hijas lo lloraron.
Y su esposa Rudecinda que parió esos hijos,
los cuidó y amamantó, ¿qué sé de ella?
Pregunto por las mujeres de mi casa.
Mi otro abuelo era un patriarca,
cuya sombra amparaba a la familia entera
(incluidos cuñados, primos, parientes lejanos, amigos,
conocidos y hasta enemigos).
Empeñó su vida en ampliar un patrimonio
que todos despilfarraron después de su muerte.
Y a mi abuela Ilse, ya viuda y despojada,
¿qué le quedó, sino morirse?
Pregunto por mí, por ellas, por las mujeres de mi casa.
Inútil inventario de mi cuarto
Desde niña supe la historia de mi bisabuelo:
científico, diplomático, liberal, político,
padre de prole numerosa y distinguida.
Y doña Isolina Reyes, casada con él desde
los quince años hasta su muerte, ¿cuál fue su historia?
Mi abuelo materno se graduó cum laude
en la Universidad de Filadelfia
y aún se conserva su tesis fechada en 1900.
Dirigió la construcción de kilómetros de vía férrea
y sólo la muerte repentina truncó su sueño
de extender el ferrocarril hasta la Costa Atlántica.
Nueve hijos e hijas lo lloraron.
Y su esposa Rudecinda que parió esos hijos,
los cuidó y amamantó, ¿qué sé de ella?
Pregunto por las mujeres de mi casa.
Mi otro abuelo era un patriarca,
cuya sombra amparaba a la familia entera
(incluidos cuñados, primos, parientes lejanos, amigos,
conocidos y hasta enemigos).
Empeñó su vida en ampliar un patrimonio
que todos despilfarraron después de su muerte.
Y a mi abuela Ilse, ya viuda y despojada,
¿qué le quedó, sino morirse?
Pregunto por mí, por ellas, por las mujeres de mi casa.
Inútil inventario de mi cuarto
Voy a hablar de mis
mujeres
(Dice el General A. C. Sandino)
Toda esta tierra sabe sus nombres de memoria:
El Chipote, La Chispa, la gruta de Tunagualán
recuerdan sus nombres y a veces los confían al viento...
Cómo no recordar a Emilia
la enfermera, con una puntería como su mano
para las jeringas, que dio cuenta de tres gringos.
Se tronó al primero a un kilómetro de distancia
y por la manera de caer –según Pancho Estrada–
le dio en la cabeza.
El segundo cayó seis semanas después.
Yo no lo vi, pero lo atestiguó el General Irías,
y dos semanas más tarde se tronó al tercero.
Después se ha dedicado a curar, a inyectar, a vacunar...
Hasta Honduras se cruza en mula
a traer sus medicamentos
y no tiene miedo de atravesar íngrima esas montañas.
¡Ah, la Emilia! Tan distinta pero igual a otras mujeres...
Cómo no mencionar
a la Juana Cruz, cantinera jinotegana,
cambiando tiros por tragos
y aconsejando a sus muchachas para sacarles información
a los marines y guardias.
Directora de correos y espionaje en la región
y hasta ayudaba económicamente.
Quién puede decir algo de ella
y de sus putas, las más dignas y limpias que se ha conocido.
Cómo no recordar a la Tiburcia García Otero,
pozo aterrado, hacienda desolada, destazada, encarcelada
y vapuleada en la penitenciaría de Managua
por órdenes expresas del propio Moncada
para que dijera lo que sabía de mí;
pero yo para ella era como uno de sus hijos,
y apenas salió libre voló a estas montañas
como lora feliz, como chocoya parlera
a hacer de cocinera, de enfermera, de lavandera en el ejército.
Y qué decir de la Bertita Munguía, dirigente obrera,
que organizó protestas ante el traidor de Díaz
y ante el Gobierno de los Estados Unidos...
Y así podría mencionar a tantas y tantas mujeres
que nos han seguido montaña adentro;
soldados que se juegan la vida y a veces, la pierden.
Guardadoras de secretos donde los hombres son vulnerables.
Sus ropas íntimas escondieron mensajes más amorosos
que el amor que nunca conocieron.
Señoras y señoritas de antiguas familias de Managua,
León, Matagalpa y Chinandega
que prestaron efectivos servicios.
Todas ellas montaron dos emboscadas:
El Embocadero y El Bramadero.
Una niña culta y rica es la jefa de Matagalpa.
Muy conservadora y absolutamente insospechable.
Dos jóvenes y una viuda de abolengo de León;
esposas de terratenientes chinandeganos
y hasta la mujer de un Ministro de Moncada
son nuestras.
Cómo no recordar o mencionar a todas nuestras mujeres.
Sin ellas la guerra hubiera sido imposible,
columna invisible de mi ejército
ellas han tendido el amor entre emboscada y emboscada,
y se han tendido al amor con los muchachos.
Ni un libro entero bastaría para contar sus acciones
ni todas las estrellas de este cielo segoviano bastarían
para compararlas,
pero el viento de esta tierra sabe sus nombres, repite
sus nombres,
dice sus nombres mientras pulsa los pinares
como si rasgara una honda y oscura guitarra.
(Dice el General A. C. Sandino)
Toda esta tierra sabe sus nombres de memoria:
El Chipote, La Chispa, la gruta de Tunagualán
recuerdan sus nombres y a veces los confían al viento...
Cómo no recordar a Emilia
la enfermera, con una puntería como su mano
para las jeringas, que dio cuenta de tres gringos.
Se tronó al primero a un kilómetro de distancia
y por la manera de caer –según Pancho Estrada–
le dio en la cabeza.
El segundo cayó seis semanas después.
Yo no lo vi, pero lo atestiguó el General Irías,
y dos semanas más tarde se tronó al tercero.
Después se ha dedicado a curar, a inyectar, a vacunar...
Hasta Honduras se cruza en mula
a traer sus medicamentos
y no tiene miedo de atravesar íngrima esas montañas.
¡Ah, la Emilia! Tan distinta pero igual a otras mujeres...
Cómo no mencionar
a la Juana Cruz, cantinera jinotegana,
cambiando tiros por tragos
y aconsejando a sus muchachas para sacarles información
a los marines y guardias.
Directora de correos y espionaje en la región
y hasta ayudaba económicamente.
Quién puede decir algo de ella
y de sus putas, las más dignas y limpias que se ha conocido.
Cómo no recordar a la Tiburcia García Otero,
pozo aterrado, hacienda desolada, destazada, encarcelada
y vapuleada en la penitenciaría de Managua
por órdenes expresas del propio Moncada
para que dijera lo que sabía de mí;
pero yo para ella era como uno de sus hijos,
y apenas salió libre voló a estas montañas
como lora feliz, como chocoya parlera
a hacer de cocinera, de enfermera, de lavandera en el ejército.
Y qué decir de la Bertita Munguía, dirigente obrera,
que organizó protestas ante el traidor de Díaz
y ante el Gobierno de los Estados Unidos...
Y así podría mencionar a tantas y tantas mujeres
que nos han seguido montaña adentro;
soldados que se juegan la vida y a veces, la pierden.
Guardadoras de secretos donde los hombres son vulnerables.
Sus ropas íntimas escondieron mensajes más amorosos
que el amor que nunca conocieron.
Señoras y señoritas de antiguas familias de Managua,
León, Matagalpa y Chinandega
que prestaron efectivos servicios.
Todas ellas montaron dos emboscadas:
El Embocadero y El Bramadero.
Una niña culta y rica es la jefa de Matagalpa.
Muy conservadora y absolutamente insospechable.
Dos jóvenes y una viuda de abolengo de León;
esposas de terratenientes chinandeganos
y hasta la mujer de un Ministro de Moncada
son nuestras.
Cómo no recordar o mencionar a todas nuestras mujeres.
Sin ellas la guerra hubiera sido imposible,
columna invisible de mi ejército
ellas han tendido el amor entre emboscada y emboscada,
y se han tendido al amor con los muchachos.
Ni un libro entero bastaría para contar sus acciones
ni todas las estrellas de este cielo segoviano bastarían
para compararlas,
pero el viento de esta tierra sabe sus nombres, repite
sus nombres,
dice sus nombres mientras pulsa los pinares
como si rasgara una honda y oscura guitarra.
La costurera. Toda
una vida sobre la Singer, cosiendo mingas vuelos paletines, cansada, con dolor
en la columna. Me arrimé a ti papa, no he tenido vida, te di vida a ti y sin ti
no sé que hubiera sido yo
Parto
Esta inesperada redondez
este perder mi cintura de ánfora
y hacerme tinaja,
es regresar al barro, al sol, al aguacero
y entender cómo germina la semilla
en la humedad caliente de mi tierra.
este perder mi cintura de ánfora
y hacerme tinaja,
es regresar al barro, al sol, al aguacero
y entender cómo germina la semilla
en la humedad caliente de mi tierra.
Cuando las veo pasar
Cuando las veo pasar alguna vez
me digo: qué sentirán
ellas, las que decidieron ser
perfectas conservar a toda costa
sus matrimonios no importa cómo
les haya resultado el marido
(parrandero mujeriego jugador
pendenciero
gritón violento penqueador
lunático raro algo anormal
neurótico temático de plano
insoportable
dundeco mortalmente aburrido
bruto insensible desaseado
ególatra ambicioso desleal
politiquero ladrón traidor mentiroso
violador de las hijas verdugo
de los hijos emperador de la casa
tirano en todas partes) pero
ellas se aguantaron
y sólo Dios que está allá
arriba sabe lo que sufrieron.
-
Cuando las veo pasar tan dignas
y envejecidas,
los hijos las hijas ya se han
ido en la casa sólo ellas han quedado
con ese hombre que alguna vez
quisieron (tal vez ya se calmó
no bebe apenas habla se
mantiene sentado frente al televisor
anda en chancletas bosteza se
duerme ronca se levanta temprano
está achacoso cegato inofensivo
casi niño) me pregunto:
-
¿Se atreverán a imaginarse
viudas, a soñar alguna noche
que son libres
y que vuelven por fin sin
culpas a la vida?
Este poema revela el machismo a
las mujeres.
Parto. Espasmos hacia fura con dolor, oleaje agitado, en el océano corazón
convulso expectante, para alcanzar la lucha matinal. Torrente incontinente de la
vida, peinarme el pelo empapado, ojos manchados, altos los pómulos. Mi propio cráneo
me enfrenta con el rostro de la muertes
'Celebración del cuerpo'
Amo este cuerpo mío que ha vivido la vida,
su contorno de ánfora, su suavidad de agua,
el borbotón de cabellos que corona mi cráneo,
la copa de cristal del rostro, su delicada base
que asciende pulcra desde hombros y clavículas.
Amo mi espalda pringada de luceros apagados,
mis colinas translúcidas, manantiales del pecho
que dan el primer sustento de la especie.
Salientes del costillar, móvil cintura,
vasija colmada y tibia de mi vientre.
Amo la curva lunar de mis caderas
modeladas por alternas gestaciones,
la vasta redondez de ola de mis glúteos
y mis piernas y pies, cimiento y sostén del
templo.
Amo el puñado de pétalos oscuros, el oculto
vellón
que guarda el misterioso umbral del paraíso,
la húmeda oquedad donde la sangre fluye
y brota el agua viva.
Este cuerpo mío doliente que se enferma,
que supura, que tose, que transpira,
secreta humores y heces y saliva,
y se fatiga, se agota, se marchita.
Cuerpo vivo, eslabón que asegura
la cadena infinita de cuerpos sucesivos.
Amo este cuerpo hecho con el lodo más puro:
semilla, raíz, savia, flor y fruto.
'Mensaje urgente a mi madre'
Fuimos educadas para la perfección:
para que nada fallara y se cumpliera
nuestra suerte de princesa-de-cuentos
infantiles.
¡Cómo nos esforzamos, ansiosas por demostrar
que eran ciertas las esperanzas tanto tiempo
atesoradas!
Pero envejecieron los vestidos de novia
y nuestros corazones, exhaustos,
últimos sobrevivientes de la contienda.
Hemos tirado al fondo de vetustos armarios
velos amarillentos, azahares marchitos
ya nunca más seremos sumisas ni perfectas.
Perdón, madre, por las impertinencias
de gallinas viejas y copetudas
que sólo saben cacarearte bellezas
de hijas dóciles y anodinas.
Perdón, por no habernos quedado
donde nos obligaba la tradición
y el buen gusto.
Por atrevernos a ser nosotras mismas
al precio de destrozar
todos tus sueños.
'A una dama que lamenta la dureza de mis
versos'
Sucede que cuando salgo,
lo primero que veo es un vagabundo que hurga en
la basura.
A veces, una loca sombrea su miseria
frente a mi casa. Y el vacío de sus ojos insomnes
entenebrece la luz de la mañana.
Esquinas y semáforos invadidos por gentes
que venden cualquier cosa… enjambres de niños
se precipitan a limpiar automóviles
a cambio de un peso, un insulto, un golpe.
Adolescentes ofertan el único bien: sus cuerpos.
Mendigos, limosneros, drogadictos: la ciudad
entera
es una mano famélica y suplicante.
Usted vive un mundo hermoso: frondosas arboledas
canchas de tenis, piscinas donde retozan
bellos adolescentes. Por las tardes
niñeras uniformadas pasean en cochecitos
a rubios serafines.
Su marido es funcionario importante.
Usted y su familia vacacionan en Nueva York o
París
y en este país están sólo de paso.
Lamenta mis visiones ásperas. Las quisiera
suaves,
gratas como los pasteles y bombones que usted
come.
Siento no complacerla. Aquí, comemos piedras.
'Fiel ama de casa'
Todo terminó con la Luna de Miel:
azahares, cartas de amor, llantos pueriles.
Ahora reptas a los pies de tu señor:
primera en su harén,
tomada o abandonada según capricho.
Madre de los hijos de su apellido
oreando tu abandono
junto al tendedero de pañales
estrujando tu corazón
hasta despercudirlo en la ropa blanca.
Acostumbrada al grito, a la humillación
de la mano servil ante la dádiva.
Mujer arrinconada.
Sombra quejumbrosa
con jaquecas, varices, diabetes.
Niña guardada en estuche
que se casó con su primer novio
y envejeció escuchando el lejano bullicio
de la vida
desde su sitial de esposa.
'Elegía mínima'
Acaba de morir una mujer sencilla.
Su vida de auxiliar de enfermería
fue útil a la especie.
No tuvo supermercados,
ni bancos,
no explotó a nadie.
Es decir, no fue dañina
como los magnates,
los dictadores,
los genios de las finanzas
y los politiqueros.
La noticia de su muerte
no será publicada
en ningún diario.
No hay campos pagados
presentando condolencias
a su familia.
ÁNGELA RAYO
que esta frágil lápida
fije tu nombre
y guarde tu memoria.
'Marina'
Las muchachas
bocas demasiado rojas,
ojos presos en círculos
demasiado negros.
Oscuras ellas como anguilas
contrastan violentamente
con sus trajes de baño.
Andan de week-end
con unos viejos funcionarios internacionales
que beben whisky
y pagan su compañía con ropas y baratijas.
Ellos generosamente las obsequian
con su más tierna halitosis
y sus impotentes taquicardias.
Cardumen de sirenas o sardinas
lanzan las olas: guirnaldas y espuma.
Y brincan brincando mejor en la playa ardiente
que en las camas otoñales.
'Amigas/Hermanas'
Nada sucedió como lo habíamos previsto.
Pero estábamos recién llegadas a la vida
como a una gran ciudad.
Aturdidas por el bullicio de la multitud.
(Éramos como garzas a la vera de un río.
Heliotropos radiantes en la primera lluvia.
Un campo de algodón bañado por la luna).
¿Cuándo fue que la Muerte empezó a visitarnos?
¿En qué momento, a cada una
por fin, nos alcanzó el desastre?
¿Cómo sobrevivimos a la devastación?
No lo sabemos. Cada quien hizo lo que pudo.
En la tierra arrasada quedaron los escombros
que hemos dejado atrás.
Pero a veces, sin quererlo, de pronto recordamos
que alguna vez las ruinas fueron antiguos reinos.
—Espejismos de reinos para el alma desierta.
'La migrante'
Se despierta extrañada
desconociendo el cuarto.
¿Adónde se fue el padre,
dónde la madre
que hace un momento apenas
la acompañaban?
¿Dónde están las palabras
de la conversación,
y el patio oloroso
después del aguacero?
Se levanta y suspira.
Este cuarto extranjero
y la luz indiferente
de una mañana cualquiera
que la hiere.
Desde la calle
los ruidos de la vida entran.
Y el sueño queda estrujado
como un pañuelo.
'Ser mujer'
Haber nacido mujer significa:
poner tu cuerpo al servicio de otros,
dar tu tiempo a otros,
pensar sólo en función de otros.
Haber nacido mujer significa:
que tu cuerpo no te pertenece,
que tu tiempo no te pertenece,
que tus pensamientos no te pertenecen.
Nacer mujer es nacer al vacío.
Si no fuera porque tu cuerpo-albergue
asegura la continuidad de los hombres
bien pudieras no haber nacido.
Nacer mujer es venir a la nada.
A la vida deshabitada de ti misma
en la que todos los demás —no tu corazón—
deciden o disponen.
Nacer mujer es estar en el fondo
del pozo, del abismo, del foso
que rodea a la ciudad amurallada
habitada por Ellos, sólo por Ellos,
a los que tendrás que encantar, que engañar,
servir, venderte, halagarlos, humillarte,
rebelarte, nadar a contra corriente, pelear,
gritar, gritar, gritar
hasta partir las piedras,
atravesar las grietas,
botar el puente levadizo, desmoronar los muros,
ascender el foso, saltar sobre el abismo,
lanzarte sin alas a salvar el precipicio
impulsada por tu propio corazón
sostenida por tus propios pensamientos
hasta librarte del horror al vacío
que tendrás que vencer
sólo con tu voz y tu palabra.
Gioconda belli es más
floja como poeta que como novelista, aunque estuvo muy de moda. Todos la
conocemos por su novela el país bajo mi
piel (memorias del sandinismo) o la mujer habitada. Nace en el 48 en
Managua y se caracteriza por su compromiso y activismo político. Participa en
el frente sandinista de liberación nacional y su primer poemario es sobre la
grama. Se casa tres veces, está contra el dictador. Consigue el premio de
poesía casa de las Américas junto a Clarivel Alegría. Escribe Sofia de los presagios y el infinito en la
palma de las manos. Recibe el premio biblioteca breve de seix barral.
Y Dios me
hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que
creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
No es sino con temor
que una mujer se aproxima cada día hasta el espejo
y se tercia con la propia imagen.
Llega la hora de los hechizos
y las brujas
hora de los cosméticos y las abluciones
la nostalgia ante las fotos lisas de la nada eterna juventud.
Entonces uno se pregunta
cuanto tiempo más durara la pasión
el amor por las bicicletas
y los cuentos de amantes furtivos.
Uno se pregunta si el amor tendrá edad
si el tiempo sera tan implacable
como los espejos.
que una mujer se aproxima cada día hasta el espejo
y se tercia con la propia imagen.
Llega la hora de los hechizos
y las brujas
hora de los cosméticos y las abluciones
la nostalgia ante las fotos lisas de la nada eterna juventud.
Entonces uno se pregunta
cuanto tiempo más durara la pasión
el amor por las bicicletas
y los cuentos de amantes furtivos.
Uno se pregunta si el amor tendrá edad
si el tiempo sera tan implacable
como los espejos.
El poema pertenece al libro
apogeos, donde habla de cosas de mujer y de sus hijos.
Casarse es un oficio de
guerreros; la espuma del baño, la almohada compartida, mi cuerpo a la luz es un
estropicio, mañana es vino rancio en la boca, sobrevivir, mañas, ronquidos, la manera
de contradecirnos en la cama, una ventana para mirar la luna sin ser vista, hermoso
arsenal de vos, defenderé este castillo
Viene el atardecer sobre el perfil
puntiagudo del volcán a lo lejos…
Tantas
veces me he propuesto olvidartecomo si fueras un amante cruel de esos que le cierran a uno
la puerta en las narices
O uno de aquellos que cuanto más se aman
más olvido prodigan
Pero nada de lo que hago lo consigue
Viene el verdor la lluvia el viento
el revoleteo de los papeles en las calles
el roble derramando sus flores como cáscaras de seda en las aceras
el rostro del chavalo con el trapo
su sonrisa que cruza y trasciende la pobreza
Viene el atardecer sobre el perfil puntiagudo del volcán a lo lejos
las nubes derramando pintura roja y púrpura sobre el cielo
el hablar deslenguado rápido juguetón de la gente
y todo lo que maldigo y desdigo de vos se me deshace
y me irrumpe el amor como si me corrieran caballos en el pecho
y te contemplo atravesada de ceibos y corteses
de madroños caobos y palmeras
y te amo patria de mis sueños y mis penas
y te llevo conmigo para lavarte las manchas en secreto
y susurrarte esperanzas
y prometerte curas y encantos que te salven
Palabras digo puesto que son ellas la argamasa de mi vida
y a punta de palabras te imagino una y otra vez renacida
genial, despojada de cuanta polilla te corroe día a día los cimientos
Arranco de tu pelo a los que te venden te roban y te abusan
Te cuento cuentos en la esquina de mi almohada
Te arropo y te tapo los ojos
para que no veas a los verdugos que llegan a cortarte la cabeza
Y me consuela que seas irredenta
Tierra paisaje
Saber que moriré, que morirán mis angustias
y que vos seguirás
anclada en el mismo lugar
comiéndote mis memorias
y mis huesos.
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