CHINA MIEVILLE Norwich 72
Le pusieron China porque los
padres eran hippis y molaba poner China. Se crio en Willesden en una familia
trabajadora. Su madre era una profesora que se separó del padre cuando China
tenía un año. Viajó mucho a Egipto y a Oriente Medio donde se interesó por su
cultura y su política. Ha devuelto este autor el prestigio literario al género
de la ciencia ficción, es representante de la nueva ciencia ficción. Contrapone
sus ficciones a las de Tolkien que le parece un reaccionario conservador. Ha
escrito el rey rata, el azogue, kraken,
Embasytonn, la cicatriz, la ciudad y la ciudad, y la estación de la calle
perdido, el mar de hierro, ralisea, los últimos años de Nueva Paris o Octubre. Es
una radiografía de la sociedad perdida de su época, o el consejo de hierro.
De muchacho pertenecía a la
asociación troskista del partido socialista de trabajadores británicos. British
Socialist Workers Party, No salió elegido en las elecciones a cortes de
diputados (cámara de los comunes) a las que se presentó por alianza socialista
en el 2001. Tiene un blog político, la tumba de Lenin. Es un marxista
convencido desde su juventud y reniega del postmodernismo. Tiene el aspecto de
un hombre grande que da miedo si te lo encuentras en un callejón oscuro.
Tiene muchas influencias cruzadas
en su literatura. Es fan del surrealismo de Breton y Buñuel, de Kafka, Cortázar
o el Conde de Lautréamont. El estilo de Miéville se reconoce
influenciado por la ciencia ficción pulp de los años 20, tanto de series
de televisión como de películas, así como por diversos escritores de terror y
fantasía. Destaca la influencia de M. John Harrison, Michael Moorcock, Thomas
M. Disch, y J.G. Ballard, a los que considera prácticamente como sus ídolos;
pero también son importantes otros autores como H.P. Lovecraft, Mervyn Peake, y
Gene Wolfe. Se pueden incluir, además, los juegos de rol como Dungeons &
Dragons o similares. La pregunta no es cómo ha llegado al género fantástico
sino por qué el resto del mundo lo ha abandonado. A los niños les gusta la
fantasía y lo irreal pero los adultos han renegado de este género. Lo
fantástico no está reñido con la realidad pues él fomenta el debate político y
la critica social en sus obras. No es que ahora resurjan tendencias literarias
fantásticas, sino que nos hemos apropiado de estos elementos fantásticos que
siempre han estado en el inconsciente colectivo. Obras como la criada de
Margaret Atswood o Nunca me abandones de Ishiduro tienen estos elementos
fantásticos. Hay otro autor inglés mayor que va en su línea, Ellian Watts.
Estudió antropología en
Cambridge. Y en su juventud fue ecologista, comunista y antiapartheid, por la
familia que tenía, tan liberal. Estudió un master de derecho internacional allí
en Cambridge y filosofía del derecho, pero canta en un grupo de hip hop. El rey
rata del 98 es la primera novela de las 12 que ha publicado. Es la fantasía de
un Londres que se descompone al ritmo del hip hop. Crea una tierra media de
Tolkien mezclada con el Londres de su época que llama Baldac. Combina la política revolucionaria y la creación de mundos
imaginarios. Son dos aspectos que surgen de la misma preocupación; los monstruos
políticos y los de la ficción nacen del mismo lugar.
En los últimos días de Nuevo París plantea una historia alternativa, los
nazis tratan de resucitar demonios muertos mientras una organización comunista
quiere salvar los cuadros del Louvre. Habla del papel creador del arte. Dice
que hemos entrado en la época del Trump-oceno, al que asemeja a lo que ha pasado
con el Brexit o Cataluña. Hay una pulsión freudiana de muerte y destrucción
culpables de estas catástrofes. Ya nadie puede fingir que las cosas van bien. Desde
los 20 año le han interesado el socialismo, las relaciones internacionales y el
derecho que estudia en Cambridge y Harvard. También ha escrito la conspiración de la arquitectura,
notas de la modernidad, edificios en general. Habla del gótico urbano de
nuestra postmodernidad.
Ha ganado numerosos premios,
incluido el Premio Arthur C. Clarke (tres veces), el Premio Británico de
Fantasía (dos veces), el Premio Locus a la Mejor novela de fantasía (cuatro
veces) y la Mejor Novela de Ciencia Ficción, Premios Locus a la Mejor Novelette
y Mejor Libro para adultos jóvenes, así como el Hugo, Kitschies y World Fantasy
Awards.
INTRODUCION DEL REY RATA
Serpenteo entre
los edificios por huecos que ni siquiera puedes ver. Camino tras de ti, tan
cerca que mi aliento te pone la piel de gallina en el cuello sin que me oigas.
Oigo cómo se contraen los músculos de tus ojos cuando tus pupilas se dilatan.
Me alimento de tu mugre, vivo en tu casa, duermo bajo tu cama y nunca lo sabrás
sin yo quererlo.
Trepo por los
muros de las calles, tengo acceso a todas las dimensiones de la ciudad. Tus
paredes son mis paredes, y mis techos, y mis suelos.
El viento azota
mi abrigo como la ropa tendida. Los mil arañazos de mis brazos se estremecen
como si estuviesen electrificados cuando escalo los tejados y paso a través de
los pequeños arbustos de las chimeneas. Esta noche tengo trabajo.
Me derramo como
el mercurio sobre el borde de un edificio y me deslizo por los tubos de desagüe
hasta llegar al callejón después de caer desde cinco metros de altura. Avanzo
en silencio a través de las pilas de basura bajo la luz sepia y abro la tapa de
metal de las alcantarillas, la dejo a un lado, sin hacer el más mínimo ruido.
Ahora estoy en
la oscuridad, pero puedo ver. Escucho el ruido sordo del agua que atraviesa los
túneles. Vuestra mierda me llega hasta la cintura, siento cómo me oprime, puedo
olerla. Conozco el camino en estos pasadizos.
Me dirijo al
norte sumergido en la corriente, me cuesta avanzar, y me aferro a los muros y
al techo. Seres vivos se hunden y dan vueltas en círculo para apartarse de mi
camino. Zigzagueo sin titubear por los corredores fríos y húmedos. La lluvia
había sido inconstante e indecisa, sin embargo, parece que esta noche en
Londres toda el agua ansía llegar a su destino. Los ríos de ladrillo subterráneos
han crecido. Buceo bajo la superficie y nado en la oscuridad total hasta que
llega la hora de emerger y salir de las profundidades. Atravieso la acera otra
vez sin hacer ruido.
Mi destino de
ladrillo rojo se alza ante mí. Una masa grande y oscura, rota en celdillas de
luz imperceptible. Me fijo en un destello entre las sombras del voladizo. Me
encajo en la esquina del edificio y comienzo a subir. Ahora soy más lento. El
ruido de la televisión y el olor a comida se cuelan a través de la ventana, a la
que ya estoy llegando, en la que estoy repiqueteando con mis largas uñas,
arañándola con un ruido como de paloma o de ramita, con un sonido intrigante,
que sirve de cebo.
CAPITULO 1
Los trenes que
llegan a Londres son como barcos que navegan sobre los tejados. Pasan entre las
torres sobresaliendo en el cielo como bestias marinas de largo cuello y los
grandes cilindros de gas se revuelcan en la espuma sucia cual ballenas. En las
profundidades, hay filas de tiendas pequeñas y franquicias de dudosa legalidad,
cafés con la pintura de sus fachadas desconchadas y negocios insertados entre
los arcos sobre los que pasan los trenes. Los colores y las curvas de los
grafitis marcan cada pared. Las ventanas de los pisos superiores están tan
próximas que los pasajeros pueden intuir el interior de las pequeñas oficinas
insulsas y de los almacenes; pueden imaginarse los contornos de los calendarios
de negocios y las pin-upsde
las paredes.
Los ritmos de
Londres se tocan ahí fuera, en la zona de pisos desperdigada entre los alrededores
y el centro.
Las calles se
ensanchan gradualmente y los nombres de las tiendas y los cafés se vuelven más
familiares. Las carreteras principales son más salubres, el tráfico más denso y
la ciudad se eleva para acoger las vías.
Al final de un día
de octubre, un tren recorría su trayecto hacia King’s Cross. Flanqueado por el
aire, avanzó sobre los alrededores de North London, sobre la ciudad construida
por debajo, mientras se aproximaba a Holloway Road. La gente de debajo no le prestó
atención. Sólo los niños alzaron la mirada cuando traqueteaba sobre sus cabezas
y algunos bebés también lo miraron. A medida que el tren se acercaba a la
estación, iba descendiendo el nivel de los tejados.
Varias personas
que iban en el vagón vieron que el ladrillo los rodeaba. El cielo desapareció
sobre las ventanas. Una nube de palomas con rumbo al Este surgió de un lugar
escondido entre las vías.
La ráfaga de alas
con cuerpos distrajo a un joven rechoncho del fondo del compartimento.
Intentaba no mirar abiertamente a la mujer que estaba sentada frente a él. Se
había untado el pelo de un spray alisador que le estiraba los rizos cerrados y
los llevaba enrollados a la cabeza como serpientes. El hombre cesó en su
escrutinio furtivo cuando pasaron los pájaros y se pasó las manos por el pelo
rapado.
Ahora el tren iba
por debajo de las casas, serpenteando a través de un profundo surco de la
ciudad, como si los años pasados hubiesen ido gastando el hormigón bajo las
vías. Saul Garamond observó de nuevo a la mujer sentada frente a él, después
fijó su atención en las ventanas. La luz del vagón las había convertido en
espejos, y se miraba, miraba su cara redonda. Por encima de su cara había una
capa de ladrillo apenas apreciable, y, sobre ella, se alzaban los bajos de las
casas como precipicios a ambos lados.
Saul llevaba días
sin pisar la ciudad.
Cada traqueteo lo
acercaba más a su casa. Cerró los ojos.
En el exterior, el
surco por el que se deslizan las vías se iba ensanchando a medida que se
acercaban a la estación. A ambos lados, los muros se salpican de oscuros
pórticos y de pequeñas cavas llenas de basura a pocos metros de las vías. Las
siluetas de las grúas se arquean sobre el contorno de los edificios. La
sucesión de las paredes que flanquean el tren se ralentiza. Las vías van
desvaneciéndose cuando el tren disminuye la velocidad a su llegada a King’s
Cross.
Los viajeros se
levantan. Saul se echa la bolsa al hombro y arrastra los pies hasta la salida
del vagón. Un aire helador se extiende hacia el magnífico techo abovedado. El
frío le coge por sorpresa. Saul aprieta el paso entre los edificios, entre la
multitud, haciéndose sitio entre los grupos. Aún le quedaba un buen trecho. Se
metió en el metro.
La lluvia antes de caer Jonatan
Coe
El rey rata China Melville
Porno irina welsh
MERENDOLA DEL CURSO HISTORIA DE LA LITERATURA DE JOSU MONTERO
Este curso hemos hecho cursos monográficos literarios sobre los autores judíos actuales, los narradores sudamericanos,
los polacos desde el romanticismo, los autores ingleses y el Oulipo.
En anteriores cursos hemos dado dos
años de la literatura por décadas desde 1900 y dos años de la literatura escrita por mujeres. Tienen más interés los
novelistas, pero hay que conocer de todo, poesía y teatro incluidos, aunque
nadie se va a leer las Lusiadas. A partir del 20 de junio se puede formalizar
la matrícula en el centro, aunque va a ser por sorteo.
AÑO QUE VIENE La clase será
el martes (se cambió por el cine de los miércoles) a la misma hora. Una estudiante
ha terminado filología hispánica y yo periodismo y bromeamos que si hemos leído
a Ken Follet habremos leído a Maxim Huerta, ministro de cultura. Leemos mierdas,
pero leemos.
Para el próximo año se baraja la
posibilidad de seguir con los monográficos
literarios (el Portugal desde el siglo XVI a los contemporáneos y otro a los escritores
raros, heterodoxos) o optar por la literatura
no occidental (áfrica, árabes) o por comentar
50 relatos, algunos de 20 páginas. Él hará una introducción colocándoles en
estilo, época y autor, pero obligará a leerlos (los enviará escaneados al email
o correo electrónico de cada persona, lo de escanear se lo puede encargar a la
propia casa del centro Campoamor) Se mezclarán los datos históricos con el
comentario. Para eso debemos ser más activos leyendo y comentando. Pero debemos
elegirlo con tiempo y no probarlo, pues él se prepara los monográficos en
verano. Hay que optar por una cosa o otra, y votamos mientras comemos los
pinchos que hemos traído para esta merendola. Al final optamos por los
COMENTARIOS. Por último, nos pasa una noticia del periódico con las cien
mejores obras de la historia de la literatura.
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