viernes, 22 de junio de 2018

LA CANTANTE CALVA DE IONESCO


Hoy asistimos al segundo festival de teatro de la casa de cultura de Solokoetze, con la obra del grupo teatro estudio la cantante calva. Se ha visto esta obra en el Arriaga, y cobraban 15 e. Llevan casi 9 meses ensayando. La que hace de marido es Clara Fraile, del taller de Pinilla. 

 


Los hombres de teatro nunca mueren. A pesar de sus 94 años Roberto Negro ha dirigido esta obra como otra de las tantas que ha dirigido durante más de 50 años.  A Roberto Negro lo conoció Carlos hace 30 años. Tenía entonces negro 60 años y ahora tiene 90. Roberto negro era un galán con sus gafas, un poco sobrado, te miraba por encima. En Getxo Carlos hizo la introducción a un teatro leído.  Negro representaba la elite cultural de los progres no franquistas. En los años 70 el instituto de cultura hispánica estrenaba estas obras símbolo del antifranquismo y funcionaban como célula cultural del PC, y la resistencia cultural. Era el tiempo de las comparsas feministas y las de Txomin Barullo y Federico Esquerra. José Luis Cuesta dirigía el festival de cortos desde el 86 que se sigue representando. En el grupo de teatro la Karraka de Ramon Barea y Alex Angulo los dadaístas la galleta del norte llevaron obras como crujir de comeditas. Carlos recuerda ese día del 86 en que se reunieron en la casa del dramaturgo argentino en el campo volátil, y recuerda que hasta tenía criadas. El video de esta obra me lo pasarán, pero será de uso doméstico y no lo subiré al blog. (No se pueden mandar videos por email o wasap y para meterlos en el blog tengo que subirlo a youtube)  

 
Parece que el tiempo no ha pasado para esta pieza que recupera el teatro de texto. Es la misma obra que hace 40 años se podía haber representado en un teatro estudiantil o de sindicato. Sigue siendo teatro de base. Y aquellos estudiantes que querían cambiar el mundo cuando tenían 20 años son los mismos que hoy asisten como púbico a la obra, quizá algo más viejos y cascados. Ahora que el teatro va por otros derroteros, que hacen de la obra algo minimalista sin escenario ni texto y casi sin sentido, esta obra del absurdo cobra más sentido que las que ahora se representan. Es más trasgresora que la última performance hípsters que nos hayamos tenido que tragar con la máxima de que todo es cultura. Es una vuelta al teatro existencialista y en la propia obra dejan caer que todo lo humano es interesante. Nada de lo humano me es ajeno, como decía Séneca. El espectador mantiene el interés por saber quién es la criada, si realmente es un Sherlock Holmes con lupa, quién es ese matrimonio que parece odiarse en su rutinario y tedioso matrimonio. Una de las mejores escenas es cuándo la pareja que va a visitarlos cree haber coincido en el vagón del tren, sorprendiendo al final al espectador con que son pareja. “¡Qué curioso, que extraño y que coincidencia!, pero no logro acordarme si soy mujer de usted”. Logra mantenernos en vilo buscando un sentido en todo momento que la obra no tiene.
 

Con 16 años Carlos leyó esta obra. Ionesco rompió con el teatro lineal (las unidades de tiempo, lugar, tres actos) Ionesco nace en 1912 en Rumania y muere en el 94 en Paris. Desde 1950 en París se representa todos los días hasta ahora. Parece una obra sin sentido, pero habla de los problemas humanos como la indiferencia hacia los otros, la pasividad del individuo o la rutina de la pareja. Hay que dejar las preocupaciones a un lado y disfrutar de la obra, aunque Carlos no entiende el sentido de estas introducciones antes de las obras. Esperando a Godot de Samuel Becquett iba sobre dos mimos, Astracon y el otro. Ionesco también escribió el rinoceronte o la lección, sobre el auge del fascismo. Hace una critica social y del lenguaje. La criada se rebela a sus amos, critican a los políticos... El matrimonio inglés discute sobre qué han comido ese día y se plantan en pie y cuadrándose cuando mencionan a la marina inglesa. Crítica los tópicos y los formalismos que hay en las conversaciones, diálogos de sordos en los que se muestra la hipocresía inglesa y los convencionalismos y la insuficiencia del lenguaje para expresar la vida. A través del lenguaje creamos estos estereotipos mentales que obedecen a una psicología más profunda en la que tenemos una serie de arquetipos y prototipos universales, Jung. Distorsionando el lenguaje, reduciendo la conversación a fonemas o descomponiéndola en estructuras de semas y morfemas comprobamos lo ridículo de todo, el absurdo sin sentido del mundo. Y sobre todo de la incomunicación humana. 

Unamuno nace en el 14 y muere en el 36 pero algunos críticos han querido ver en Niebla influencia de este teatro del absurdo (Camus, Sartre, Becquett, Pirandello 6 personajes en busca de autor) Estamos hablando de meta teatro, de metaliteratura. Como decía aquel; si vamos a hablar al menos que sea para no decir nada. La obra está llena de ruido, de ataques de tos, de nadería, pues apenas pasa nada, no tiene argumento, pero consigue mantener la intriga y la trama en el espectador durante la hora y media que dura. El titulo la cantante calva nos puede llevar a engaño, porque el lenguaje y la gramática es una vieja hembra engañadora, pues en la obra no aparece ninguna cantante y aún menos calva. A ella se refieren dos veces, cundo se levantan y con solemnidad exclaman; la cantante debe estar peinándose, y más adelante; a la cantante calva la están haciendo la permanente. Los actores se presentan al público, en vez de al resto de personajes. Critica así los convencionalismos y el apego al lenguaje, al que estamos atados, es lo único que tenemos para expresarnos, pero la mayoría de las conversaciones giran en torno al tiempo atmosférico que hace, la lista de lo que hemos comido ese día, las enfermedades que uno padece y otras cosas intrascendentes. El lenguaje así se vuelve fático, como los vecinos que se saludan en un ascensor, y meta poético, pues constantemente se refiere con el lenguaje al propio lenguaje. La filosofía que late después es la vergüenza ante el ridículo del mundo, ese “cuento contado por un idiota, lleno de ruido y nada pero que nada significa”

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Fernando Arrabal en aquellos años bohemios de París abría su casa para que Becquett, Ionesco o Jodorowsky jugaran con él al ajedrez. Y también a los miembros del Oulipo; George Peret, Raymond Queneau, a los que tanto les apasionaba la matemática, la ciencia, y el ajedrez y quisieron trasladar estos cálculos numéricos a la literatura. Un ajedrez que le hubiera encantado al dadaísta Marcel Duchamp. El arte postmoderno ya no trata de buscar la belleza sino la trasgresión, ya no es la melodía sino el ruido. Pero podemos encontrar belleza en este ruido azaroso del teatro del absurdo. Arrabal nació en el 36, justo cuando Unamuno muere. Su padre había desaparecido y toda su vida pensó que lo habían matado los rojos, aunque debieron de ser los fascistas. Daniel Barbero, profesor de la universidad para mayores de la UPV en el casco viejo, trajo a Arrabal a un dialogo y Carlos de Agustín le preguntó por el arquitecto y el emperador de Siria, que es la obra que más le gusta de Arrabal. Muchos años antes de que mi abuela estudiara en estas aulas de la experiencia su carrera de humanidades para señores mayores, Arrabal llamaba señor (con muchas RRRR al final) a un joven periodista Carlos de Agustín, en los arcos del mercado de la Ribera. Arrabal es quizá el mejor dramaturgo español (¡que nos perdone Juan Mallorga!) con obras como el triciclo, picnic o el cementerio de automóviles. Nadie es profeta en su tierra y ha tenido que encontrar el éxito de público y el respeto de la critica en Francia, en la bohemia París. Es miembro del grupo pánico junto a Jodorowsky, Topor y demás, que se desligaron del surrealismo y del viejo “papa” André Bretón. En esto los gabachos siguen ganándonos en cultura, pues París sigue siendo la segunda ciudad del arte, después de Nueva York. A Arrabal le acompañaba en esa ocasión su traductora de francés, que es su actual mujer, que escuchaba con entrañable respeto la charla. Yo también conocí a Arrabal, en los encuentros de la alhóndiga Azcuna y como no tenía un libro suyo a mano, me firmó el nombre de la rosa de Umberto Eco, diciéndome algo así como que era “un erudito milenarista pero integrado”.

Umberto Eco era lectura obligada en aquella universidad reivindicativa de los 70, su libro apocalípticos e integrados recuerda a la infancia recuperada de Savater. El autor se empeña en considerar que el cine, los comics y Superman son cultura de masas, pero cultura, al fin y al cabo. Umberto Eco había sabido combinar novelas de masas y comerciales con obras sesudas sobre semiótica como la estructura ausente (había profesores de estructura ausente en la universidad, que nunca venían al despacho) o curso de semiótica general o su tesis doctoral sobre el tomismo medieval. En Obra Abierta Eco habla de la creación, el meta-arte, la intertextualidad, la relación espectador-artista y los procesos de inspiración. Algunas compañeras querían irse a Bolonia a estudiar con él. En semiología se da a Pierce, la teoría de la orquesta, Laswell, el estructuralismo, el funcionalismo ruso de Roland Barthes, los postmodernos Bautrillard, mc luhan con su medio es el mensaje, Ángel Benito Jaén del opus, y Rodrigo Alsina de la universidad abierta de Barcelona. Semiólogos del lenguaje, estructuralistas, formalistas, que llevan al ensayo lo que en esta obra de teatro de hoy hemos visto representado; la insuficiencia de un lenguaje manipulador para expresar nuestro interior, la incomunicación humana. 

  

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