No sé si la ansiedad que a veces
tengo (por el conocimiento, por apuntar libros o por beber bebidas dulces
energéticas) me lo produce el pan de cebada como a Santa teresa “la loca de la
casa” o como al otro las cervezas. Pero mi experiencia de ir a un colegio de
curas, como Nietzsche, me hacía llamar alma a ese interlocutor en silencio, que
luego llamas mente, yo, monologo del inconsciente etc. Hay un proceso de
secularización del Objeto moral heterónoma
menor de edad animal a un ético Subjetivo
autónomo “individualista- ciudadano”; Hombre, tanto en la Historia como en la
VIDA de cada cual. Antes que preguntarte por el origen del mundo te preguntas
por el origen de uno mismo. De niño en vez de pensar en un dios como supuesto
creador lo identificas con tu interior. Y cuando más conoces más lo vas
desterrando de lo humano, lo deshumanizas, de un dios antropomórfico
materializado con barba a uno intelectual como idea.
El hombre Materia objetiva
(apariencia, significante, forma, “lavadora aristotélica”) tiende a buscar la Idea
subjetiva (esencia, significado, fondo, “molde platónico, demiurgo”), hasta ahí
bien. Ese juego materialismo/ idealismo.
El problema es imponer esa
esencia ideal del teólogo (resentido con su cuerpo, con neurosis de culpa,
vergüenza, arrepentimiento o miedo) al pueblo instintivo que vive en lo material.
El pueblo materialista olvida la esencia, pero el intelectual medieval olvidaba
la materia, su propio cuerpo. Y Sartre dice que la existencia del hombre es
anterior a crear ideas y esencias. Antes que el verbo -lenguaje- fue el hombre.
Sin boca no hablamos. El hombre crea a Dios, lo cual me parece una fantasía
preciosa, “vale lo mismo el poema que Nietzsche propone que los tratados
sistemáticos de Santo Tomás que impone como creencias”. Que sea anterior la
materia no significa que rechace la idea. Yo creo que lo decía en un sentido
vitalista, vivía la vida, pero se dedicaba al estudio del ideal.
En cuanto a que exista una proto
materia (causa primera, motor) eso no se puede afirmar ni negar, ni conocer.
(los científicos son agnósticos. Kant llama dios a lo que conoce) Unamuno
quiere conocer y esa voluntad es más honesta que al que le basta su
conocimiento insuficiente. El teísta se queda con ese parche intelectual de un
dios creador como Sartre con su café con leche, porque en el fondo sólo sabe
que no sabe nada. Dar nombre a un misterio no significa conocerlo. Puedes
querer conocerlo, pero no afirmar que ya lo conoces. El final del sentimiento trágico es un
fracaso de toda una vida de intentar conocerle por la fe o razón. O no fue tan
fracaso porque se reafirma en la voluntad de haberle querido conocer. No en la
respuesta sino en la curiosa pregunta filosófica.
De la nada nada puede crearse,
entonces hay algo que crea el Todo, pero a ese algo alguien lo ha creado, y así
en un “eterno retorno”. El panteísmo en su origen era más una creencia
holística que una filosofía racional, cosa de fe. La totalidad no se puede
conocer, lo infinito o ínfimo no se puede aprehender igual que la
vida-existencia se escapa a todo análisis filosófico. Si la vida es dinámica
hay que pararla para estudiarla y ya no es vida. Si te limitas a vivirla ya no
la estudias. El sentido a ese Todo que vemos o a esa Nada que intuimos se lo
damos nosotros. Y me parecen ambos
conceptos unos absolutos. La ambivalencia sería moverse entre dios y la nada,
no afirmando que hay un todo, pero sí que hay algo. Haberlo haylo, como los
gallegos.
No se puede conocer Todo, lo
intentamos, aun así. La metafísica empieza donde acaba lo conocido. Si no se
puede conocer solo cabe tener fe, o voluntad de querer conocer. El religioso cree
en el todo, aunque no lo conozca. El filósofo quiere conocer, aunque no crea. No
puedo creer en algo que no conozco, pero sí quererlo conocerlo. Tampoco lo
puedo negar. La dialéctica materia- idea es irresoluble. ¿por qué estudiar algo
que sabes de antemano sin respuesta? Seamos menos graves, montemos una movida.
Pero la levedad posmoderna del ser también es insoportable. La inteligencia
sintiente es otra forma de llamar a la razón práctica- vital- poética o a lo
que ahora se dice inteligencia emocional, al servicio de la vida, precisamente
porque sin existencia no habría esencia, pero con ella intentamos explicar
nuestra existencia. De nuestra existencia hay certeza, y de la materia primera
no la hay. ¿somos el sueño de una mente superior? Yo no puedo conocer esa
mente, solo intentar conocer lo humano.
Mi opinión es que siempre hemos
confundido el referente con el significado. Nos hacen crecer que nacemos con
esa dualidad alma- cuerpo (Platón) o con que la naturaleza tiene su sentido al
margen de nosotros (Aristóteles), pero sin hombres para observarla la
naturaleza no tendría sentido por sí misma, no se puede auto-significar. En el
esquema lingüístico clásico del estructuralismo; referente (materia),
significado (idea) y significante (lenguaje) falta el Sujeto que lleva esta
acción.
Hay quien afirma ahora que no
existía la materia, apoyándose en teorías de la física cuántica que ni ellos conoces. Quizá lo que no exista es el mundo de las
ideas, más que como potencial de un cerebro en desarrollo. Se deben pensar que
los arquetipos universales están por ahí flotando como fantasmitas en el mundo
de las cosas. Desconfío de las personas
tan idealistas que sacan el dinero a las señoras mayores en sus talleres de
yoga y reiki en nombre del idealismo. Esta contrarreforma de la new Age de las
flores de Bach no puede echar abajo todo el proyecto moderno de secularización
e individualización del hombre.
El defecto del intelectual es
olvidar su corporalidad y materia, tan grave cómo que el pueblo materialista
olvide lo esencial. Significante y significado se lo damos nosotros. Y las
leyes naturales, por mucha ciencia que sean, las han formulado personas de
carne y hueso y las hemos aceptado como convención arbitraria y transitoria pues
nuevas teorías desmontan las anteriores. Si la esencia soñada por unos
libertinos arrepentidos no se hubiera impuesto sobre la existencia penosa de
los esclavos medievales nos hubiera ido mejor.
No nacemos con identidad, la hacemos. Nacemos vivos, pero no existimos
hasta no tomar conciencia. Por eso decía Sartre que no nacemos libres, nos
hacemos libres. (lo mismo de Hesse de hacerse hombre) No nacemos con los
derechos humanos bajo el brazo más que como formulación abstracta, pero hay que
luchar por ellos. Claro que es más cómodo pensar que primero va la esencia y
luego la existencia; que ya hemos nacido con un alma determinada por una
pre-mente soñante y así evitamos desarrollar el cerebro. Nos guste o no estamos
condenados a la libertad. Y eso siempre es elegir si no tienes el don de la
ubicuidad; me quedo con Carlos tomando un café o voy donde las señoras. Y
equivocarse, pero sin chorradas de culpa miedo o resentimiento. O que nos vendan flores de Bach en vez de
seda.
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