jueves, 7 de junio de 2018

REFLEXION SOBRE DIOS 1


No sé si la ansiedad que a veces tengo (por el conocimiento, por apuntar libros o por beber bebidas dulces energéticas) me lo produce el pan de cebada como a Santa teresa “la loca de la casa” o como al otro las cervezas. Pero mi experiencia de ir a un colegio de curas, como Nietzsche, me hacía llamar alma a ese interlocutor en silencio, que luego llamas mente, yo, monologo del inconsciente etc. Hay un proceso de secularización del Objeto moral heterónoma menor de edad animal a un ético Subjetivo autónomo “individualista- ciudadano”; Hombre, tanto en la Historia como en la VIDA de cada cual. Antes que preguntarte por el origen del mundo te preguntas por el origen de uno mismo. De niño en vez de pensar en un dios como supuesto creador lo identificas con tu interior. Y cuando más conoces más lo vas desterrando de lo humano, lo deshumanizas, de un dios antropomórfico materializado con barba a uno intelectual como idea. 



El hombre Materia objetiva (apariencia, significante, forma, “lavadora aristotélica”) tiende a buscar la Idea subjetiva (esencia, significado, fondo, “molde platónico, demiurgo”), hasta ahí bien. Ese juego materialismo/ idealismo. 

El problema es imponer esa esencia ideal del teólogo (resentido con su cuerpo, con neurosis de culpa, vergüenza, arrepentimiento o miedo) al pueblo instintivo que vive en lo material. El pueblo materialista olvida la esencia, pero el intelectual medieval olvidaba la materia, su propio cuerpo. Y Sartre dice que la existencia del hombre es anterior a crear ideas y esencias. Antes que el verbo -lenguaje- fue el hombre. Sin boca no hablamos. El hombre crea a Dios, lo cual me parece una fantasía preciosa, “vale lo mismo el poema que Nietzsche propone que los tratados sistemáticos de Santo Tomás que impone como creencias”. Que sea anterior la materia no significa que rechace la idea. Yo creo que lo decía en un sentido vitalista, vivía la vida, pero se dedicaba al estudio del ideal.
En cuanto a que exista una proto materia (causa primera, motor) eso no se puede afirmar ni negar, ni conocer. (los científicos son agnósticos. Kant llama dios a lo que conoce) Unamuno quiere conocer y esa voluntad es más honesta que al que le basta su conocimiento insuficiente. El teísta se queda con ese parche intelectual de un dios creador como Sartre con su café con leche, porque en el fondo sólo sabe que no sabe nada. Dar nombre a un misterio no significa conocerlo. Puedes querer conocerlo, pero no afirmar que ya lo conoces.  El final del sentimiento trágico es un fracaso de toda una vida de intentar conocerle por la fe o razón. O no fue tan fracaso porque se reafirma en la voluntad de haberle querido conocer. No en la respuesta sino en la curiosa pregunta filosófica.

De la nada nada puede crearse, entonces hay algo que crea el Todo, pero a ese algo alguien lo ha creado, y así en un “eterno retorno”. El panteísmo en su origen era más una creencia holística que una filosofía racional, cosa de fe. La totalidad no se puede conocer, lo infinito o ínfimo no se puede aprehender igual que la vida-existencia se escapa a todo análisis filosófico. Si la vida es dinámica hay que pararla para estudiarla y ya no es vida. Si te limitas a vivirla ya no la estudias. El sentido a ese Todo que vemos o a esa Nada que intuimos se lo damos nosotros.  Y me parecen ambos conceptos unos absolutos. La ambivalencia sería moverse entre dios y la nada, no afirmando que hay un todo, pero sí que hay algo. Haberlo haylo, como los gallegos.  

No se puede conocer Todo, lo intentamos, aun así. La metafísica empieza donde acaba lo conocido. Si no se puede conocer solo cabe tener fe, o voluntad de querer conocer. El religioso cree en el todo, aunque no lo conozca. El filósofo quiere conocer, aunque no crea. No puedo creer en algo que no conozco, pero sí quererlo conocerlo. Tampoco lo puedo negar. La dialéctica materia- idea es irresoluble. ¿por qué estudiar algo que sabes de antemano sin respuesta? Seamos menos graves, montemos una movida. Pero la levedad posmoderna del ser también es insoportable. La inteligencia sintiente es otra forma de llamar a la razón práctica- vital- poética o a lo que ahora se dice inteligencia emocional, al servicio de la vida, precisamente porque sin existencia no habría esencia, pero con ella intentamos explicar nuestra existencia. De nuestra existencia hay certeza, y de la materia primera no la hay. ¿somos el sueño de una mente superior? Yo no puedo conocer esa mente, solo intentar conocer lo humano. 

Mi opinión es que siempre hemos confundido el referente con el significado. Nos hacen crecer que nacemos con esa dualidad alma- cuerpo (Platón) o con que la naturaleza tiene su sentido al margen de nosotros (Aristóteles), pero sin hombres para observarla la naturaleza no tendría sentido por sí misma, no se puede auto-significar. En el esquema lingüístico clásico del estructuralismo; referente (materia), significado (idea) y significante (lenguaje) falta el Sujeto que lleva esta acción. 

Hay quien afirma ahora que no existía la materia, apoyándose en teorías de la física cuántica que ni ellos conoces.  Quizá lo que no exista es el mundo de las ideas, más que como potencial de un cerebro en desarrollo. Se deben pensar que los arquetipos universales están por ahí flotando como fantasmitas en el mundo de las cosas.  Desconfío de las personas tan idealistas que sacan el dinero a las señoras mayores en sus talleres de yoga y reiki en nombre del idealismo. Esta contrarreforma de la new Age de las flores de Bach no puede echar abajo todo el proyecto moderno de secularización e individualización del hombre. 

El defecto del intelectual es olvidar su corporalidad y materia, tan grave cómo que el pueblo materialista olvide lo esencial. Significante y significado se lo damos nosotros. Y las leyes naturales, por mucha ciencia que sean, las han formulado personas de carne y hueso y las hemos aceptado como convención arbitraria y transitoria pues nuevas teorías desmontan las anteriores. Si la esencia soñada por unos libertinos arrepentidos no se hubiera impuesto sobre la existencia penosa de los esclavos medievales nos hubiera ido mejor.  No nacemos con identidad, la hacemos. Nacemos vivos, pero no existimos hasta no tomar conciencia. Por eso decía Sartre que no nacemos libres, nos hacemos libres. (lo mismo de Hesse de hacerse hombre) No nacemos con los derechos humanos bajo el brazo más que como formulación abstracta, pero hay que luchar por ellos. Claro que es más cómodo pensar que primero va la esencia y luego la existencia; que ya hemos nacido con un alma determinada por una pre-mente soñante y así evitamos desarrollar el cerebro. Nos guste o no estamos condenados a la libertad. Y eso siempre es elegir si no tienes el don de la ubicuidad; me quedo con Carlos tomando un café o voy donde las señoras. Y equivocarse, pero sin chorradas de culpa miedo o resentimiento.  O que nos vendan flores de Bach en vez de seda.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario