FERNANDO LONGÁS-PATXI LANCEROS
“APRENDER A NO SER BUENO:A
PROPÓSITO DE LA DEUDA Y LA PENA”
Este filosofo chileno nos va a
hablar de cómo aprender a no ser bueno, sobre la deuda y la pena. Es doctor en
filosofía por la universidad de Valladolid, y la universidad católica de Chile
en la universidad metropolitana de Ciencias de la Información. Tiene varias
especialidades; literatura, cine, filosofía política. Ha escrito la moderna
condición humana, la libertad en el laberinto del minotauro, la libertad en la era
de la comunicación, la ética en la política… la ley y pena ciega, paradojas de
la dominación. Su artículo se acerca al tema del que va a hablar y otro artículo
llamado el mal inevitable, también.
Maquiavelo escribió el manual de
tiranos el Príncipe, aunque era un republicano, lo que hoy diríamos un
demócrata liberal. Aconsejaba no ser bueno. No va a hablar del mal en la
naturaleza humana o de si el hombre es bueno o malo o bueno y malo
naturalmente. El mal se puede predicar de las acciones que realizamos. Desde el
pensamiento crítico moderno entra en crisis el conocimiento de la naturaleza
como mentalidad física y se empieza a sostener que el hombre no es algo con una
esencia determinada sino lo que hace (Hume, Marx) Nace la novela moderna, de
aventuras, el héroe solo tiene su honor y su palabra, se compromete con sus
promesas y lleva acciones prometeicas que acaban muy mal. Nace el comercio, la
industria, entran en crisis las nociones clásicas del poder, surgen discursos a
favor de la igualdad, libertad, democracia. Se incentivan procesos de
revolución, independencia. la historia es la principal fundamentación. No ver
qué es el hombre sino en su contexto temporal como parte de una historia donde
el final puede ser mejor o peor. El hombre puede hacer el mal y otros evitar
que lo hagas. Maquiavelo piensa el poder político de forma muy moderna.
Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo
lea, me ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa
que a la representación imaginaria de la misma. Muchos se han imaginado
repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que
existieran realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se
debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería
hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera
hacer en todos los puntos profesión de bueno labrará necesariamente su ruina
entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se
quiere mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta
capacidad en función de la necesidad
No es cierto que justificara todo
medio para conseguir el fin. Si seguías la moral predicada por Roma te iba
bien, pero había tensiones entre los poderes que venían de fuera. Kant dice que
la historia empieza con el origen del mal. En la metafísica de las costumbres
se esfuerza por mostrar que lo único que mide el bien o el mal es la voluntad.
El hombre puede adoptar prácticas contrarias al poder y eso se calificaba de
mala voluntad y malas acciones. Jehremy Bertrand, filosofo jurista padre del
utilitarismo, participó en la redacción de naciones nacientes en Latinoamérica,
y polemizaba con Kant; ¿para qué puede servir la libertad si con ella no puedo
hacer el mal? Relacionan la libertad, la construcción del hombre en su acción y
la posibilidad de hacer el mal. Libertad y mal se vinculan en el pensamiento de
la época, piensa mal y acertarás. Kant decía que al hombre lo guiaba el deber,
el imperativo moral categórico. Pero hay acciones destinadas a hacer el mal a
los otros.
El mal no es carencia o
ignorancia del bien, sino que el mal existe. A veces nos indignamos llenos de rabia
profunda contra otro ser humano. No quiero verte oírte más, decimos. Uno con su
voluntad es dueño de sus acciones, decide lo que hace, pero una vez que lo
haces hay algo que ya no está en tus manos, algo irreversible en tu acción. A
veces te equivocas de cometer el acto y quieres volver al momento anterior,
ojalá esto no lo hubiera dicho, pero ya eso pertenece al otro, que en una
cadena de acciones ha interpretado recibido y posee parte de la realidad de esa
acción. El mal no está en el sujeto que actúa ni el que lo recibe sino en la
relación entre ellos.
Hanna Arendt habla de la
condición humana y dice que por la acción sabemos que nadie es igual a otro,
sabemos quién es el otro por sus acciones. La acción sería lujo innecesario, de
las leyes de la conducta, si fuéramos reproductores del mismo modelo y
tuviéramos la misma naturaleza. En la acción se ve nuestra individualidad
plural. El que actuáramos por naturaleza sirve como justificación; yo hago eso
porque soy así. Si el sentido de la acción es que aparezcamos como diferentes a
los otros, esto solo tiene sentido en la sociedad política. La indignación está
ligada a padecer un dolor, ser objeto de él (los dolores se pueden clasificar,
como los placeres) Los dolores se producen en el cuerpo, única certeza de
nuestra existencia. Un cuerpo, como dicen los hermenéuticos, es un lugar de
símbolos y significaciones. El cuerpo siempre se ha asociado al mal. Nadie se
indigna con el dentista, pero entiende que es inevitable que le cause dolor.
Piensas que el que te ha dañado podría haberse abstenido de causar dolor, pero
eligió ese curso de acciones. Supones el sentido de libertad de la otra persona
y eso es lo que te indigna.
Los animales hacen lo que tienen
que hacer, pero el hombre libremente escoge causar dolor, hacer el mal. Se pone
en el lugar de la víctima, lo calcula, lo planea intelectualmente y realiza la
acción. Les decimos a los niños que no les tiren de las orejas a la mascota
porque les duele y para que lo entiendan le tiramos de la oreja a ellos. Hay
una empatía con la mascota. Si el niño sigue tirando la macota tenemos un
hombre que va a llegar lejos. Les hacemos ponernos en el lugar de la mascota. El mal es la acción libremente elegida y
planificándolo racionalmente poniéndonos en el lugar de la víctima. El mal
no lo hacen los malos sino todos. Hay muchos motivos y móviles para hacer el
mal. La venganza tiene un sentido de justicia, ojo por ojo, me hiciste esto y
te hago esto. los motivos van del placer a la venganza, de lo anal como decía
Arendt a la perversidad, como decía Kant, desde el amor así mismo a los
mecanismos de justicia. La guerra justificada existe, es legítimo hacerle la
guerra al otro.
El sentido de la pena y el
castigo es el móvil por el que causamos dolor a otro. Hay penas más terribles que
hacen los planificadores del mal. El mal que causamos en apariencia de bien.
Todo esto es por tu bien, por tu propia seguridad. Un viejo adagio del derecho
dice que donde hay sociedad hay derecho. Y él añade; penas y castigos. Ningún
sistema no va acompañado de un derecho penal, pensando y repensando las penas
por las infracciones de la ley. Trasmitimos saberes y deberes morales a las
generaciones y todo el sistema educativo contempla también los castigos. No
podría no suspender a nadie en su universidad, algunos se lo merecen y él está
envestido de esa autoridad y debe hacerlo. Le infunde el temor para que evite
el suspenso. Pena y castigo son importantes en la política y educación.
En la ejecución de la pena se
realizan los elementos del mal. No hay pena sin dolor. Cuando planeas un
castigo piensas qué le va a doler. Lo pensamos racionalmente. El sujeto es el
origen de la trasgresión que merece esa pena. Adquiere una deuda que solo puede
saldar si cumple la pena. En la acción del hombre hay una contingencia tendente
a un conflicto necesario en el humano. El hombre tiene pretensión al mal, escrito
en su propio arbitrio. Jon Locke en el contrato originario para distanciarse de
Hobbes dice que los hombres son libres y no les condiciona nada salvo la Razón Universal,
el sentido común, que les hace comprender que si ha juntado bellotas y ha
trabajado esas le pertenecen y si se las quitan violentan esa razón.
Pero la razón no es suficiente
para justificar la propiedad material e intelectual. El desarrollo del capital
es ir apoderándose de las cosas de los demás. Y por eso es necesaria la ley.
Hay un conflicto original en el libre albedrío que nos tiende al mal. Libertad
es hacer lo que marca la ley y el deber, pero debería aceptar Kant que también se
puede obrar contra esa autoridad. Longas ha de aceptar a su pesar que hay
jerarquías sociales y el sueño de la anarquía es imposible. Siempre hay gente
por encima, jueces profesores padres académicos ministros reyes…con la
responsabilidad de mitigar el mal humano si el hombre es un lobo para el
hombre. No se puede administrar el mal o
el bien de forma óptima. Se santifican los medios, legitimamos el dolor que
causamos en un sistema legal de castigos.
Eso significa que no podemos legitimar el mal de forma óptima. En el
pensamiento débil, relativismo, en el individualismo de la postmodernidad vemos
esto. Aplicamos esos castigos con los mecanismos de coacción, pero no vemos la
eficacia de su aplicación y eso genera un caudal de dolor. Un ejemplo dramático
son las cárceles americanas, como vio en una peli de un motín de una cárcel de
Brasil donde acaban matándolos a todos.
Necesitamos sociedades ordenadas
que nos dan seguridad en un mundo de inseguridades y crisis. El positivismo
jurídico piensa así. Esto ha alimentado nuestra adhesión a este valor de un
modo ideológico y oculto. Distingue juicios de hecho, empíricas, y de valor,
morales, lo que debería ser. Recuerda al modo de hablar de Maquiavelo.
Diferencia el estudio del derecho como un hecho, de las leyes, del estudio de
lo ideal. Separa la justicia de la legalidad. El estudio de lo que debería ser
es cosa de los filósofos y supera nuestras capacidades racionales. No estamos
capacitamos para resolver eso. Aparece el sentido de justicia cunado hay
conflictos de intereses. La ley regula esto, problemas de intereses
particulares, pero no resuelve la justicia ideal. El único deber que tenemos es
el de obedecer a la ley en cuanto tal pero no en cuanto a ideal. Es dura, pero
es la ley. La ley es el único soporte normativo, si no podemos resolverlo hay
que obedecer la ley. La razón está sometida a la sospecha y nos sometemos a la
legalidad como hecho. Expresa un valor, pero solo de forma formal y abstracta.
Somos iguales a la ley, esto genera seguridad jurídica. El derecho es una
técnica de organización social. Nos dicen que es mejor un orden que ninguno.
Por eso es tan importante la pena para este sistema. La legalidad se legitima
así mismo. No ansiamos en realidad ese nuevo orden mundial. Nos trae esto
proteccionismo, ajustes de mercado, control de prisma de riesgos, congelación
de salarios y pensiones… el poder legitima la violencia organizada.
Una nación es un conjunto de
individuos movidos por los mismos intereses. La ley ha de atenerse a la
justicia, decía Platón. Antonio Gómez Rabos hablaba de la injusticia, hay que
tener en cuenta que la ley sin justicia es terror y justicia sin ley es
terrorismo. La dialéctica es indisoluble, no existe una sin otra. Que falle una
causa el mal. Goethe dice en una humorada que cualquier alemán prefería la
injusticia al desorden. La historia del pensamiento y su ejercicio es el
conflicto de la justicia y la ley. La ley democrática mata a Sócrates, el
hombre más justo de Atenas. La religión cristiana tiene como símbolo al justo
injustamente crucificado. Los anhelos literarios están poblados de Robin Hood,
Guillermo Tell… Hay cita rota entre ley y justicia. La ley al abandonar la
justicia puede ser muy injusto. Derrida dice que la aporía entre la justicia y
la ley es una cuestión irresoluble. No existe oposición a la legalidad porque
el sistema ha vaciado de potencia y capacidad crítica a los ciudadanos. Ser
libre no es hacer lo que uno quiere sino lo que debes y eso se vive
comunitariamente. Nos han inoculado el respeto a la legalidad. Robespierre
decía que si querían democracia debían aceptar el terror.
No agradece la pregunta de la
espectadora porque es muy compleja. El mal está ligado a la libertad. El mal no
se deposita sólo en el sujeto que actúa mal, hay que entender que ese mal se da
en toda relación. No se puede pensar la libertad sin los demás, el orgullo y el
amor así mismo es lo opuesto al deber. En la fundamentación de la metafísica de
las costumbres Kant en un pasaje se afirma en el respeto por alguien,
sentimiento que provoca la propia razón. El sentido del imperativo en Kant no
está en mirarse al ombligo sino en los otros. La libertad quebranta el orgullo.
La justicia dice por ejemplo que si te han robado se debe restituir lo robado.
Se pregunta si mejorar los indicadores de la justicia puede hacer que esos
ladrones sean justificados mejor respecto a una justicia platónica. Pero ahora
se establecen castigos muy grandes para delitos muy pequeños. Medir indicadores
se refiere a una razón instrumental calculadora que podría medir los baremos de
progreso, crecimientos… entonces estaría solucionada el tema de la justicia.
Pero la justicia no debe basarse en el crecimiento de la sociedad y eliminar a
aquellos que nos estorban en esos indicadores. Los indicadores generan orden y
estamos llenos de ellos. Los indicadores miden la ley, pero la justicia ideal
queda al margen.
Está al contra del orden
internacional pero no ha precisado en qué partes. ¿Cómo hacemos si los
catalanes quieren cambiar la ley? Hay muchos puntos de vista sobre la justicia.
La solución es una educación en sentido crítico y reflexión, cómo hacemos la
democracia, para hacer política de la buena y llegar a consensos, acuerdos,
modificaciones de la ley cuando son necesarios. La solución no es despolitizar
la sociedad. Los sistemas dominantes para preservarse y auto afirmarse eliminan
el pensamiento reflexivo creativo. Están atacando las humanidades. El discurso
deslegitima la actividad política constantemente y eso tampoco es la solución.
Puedes admirar a alguien y amarte
a uno mismo, dice otra espectadora. Kant no dice que no haya que dejar de amarse
a uno mismo y auto flagelarse, pero hay que pensar que es el sí mismo, porque no
es el cúmulo de afectos y pasiones que siente uno al verse en el espejo en una
auto referencia que nos estimulan e inducen. Me quiero a mi mismo porque soy
soberano de mis pasiones, pero estamos poblados de influencias de los otros.
Pensar es que dentro de uno mismo hay más que un yo, en el que los demás han
puesto su bandera. Junto al agradecer está el perdón, decía Hana Arendt. Pone
como ejemplo dos acciones para recomenzar cosas que han sido rotas y que tiene
que ver con el orgullo al haber hecho daño y una de ellas es el perdón. Derrida
dice que solo se puede perdonar lo que es imperdonable. Hay cosas que no pueden
ser perdonadas, recordando el golpe de estado de Chile. Podemos perdonar
aquello que podemos contar con sentido y trasformar en un relato contable. Lo
que no cabe dentro de un relato es lo imperdonable. Allí comienza el perdón. La
otra opción es la promesa, ¿Cómo podemos prometer sin tener certeza de lo que
va a pasar? Y sin duda sabemos prometer. Y la otra es agradecer, como hace el
autor a la sala. Los dos son irritablemente modernos en sus conferencias. La libertad absoluta no existe. Carmen
Bernabé no hablará en la próxima conferencia de cosas sustantivas como el
demonio, la carne, pero hablará también de lo perdonable.
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