miércoles, 6 de junio de 2018

JAVIER ARNALDO, APOLO Y DIONISIO, ORFEO EN EL ARTE


JAVIER ARNALDO-PATXI LANCEROS “COLOREAR DE ROJO LA NATURALEZA”
Arnaldo es catedrático de historia del arte en la Complutense de Madrid. Ha colaborado en la dirección de museos y en el comisariado de exposiciones. Le conoció Patxi Lanceros en una exposición sobre Goethe como científico y naturalista donde fue comisario y editó un catálogo en el círculo de Bellas Artes de Madrid. ha publicado poesía y teoría del arte. Ha editado los aforismos de la guerra de Franc Marc, el arte del romanticismo alemán, naturaleza y estilo, Carpar David Friedrich, 1914 la vanguardia y la gran guerra en el Thyssen. 


Va a hablar del dolor infligido al bufón como payaso trágico, el clown de la película el que recibe las bofetadas (1924) con esos rojos aparentemente festivos, pero que aproximándote parecen estigmas de un dolor o tragedia, del tormento del bufón. En Noche de circo 52 de Bergman, el payaso de la compañía apunta con una pistola al director del circo.  Los peces salieron a combatir con los hombres 2003 es otra película en la que sale ese bufón apuntando con una pistola. 

  
Dios ha querido un mundo sembrado de minas personales para que elevemos la vista al cielo. Nietzsche decía que prefería haber cantado y no hablado sobre el alma humana. Alberto Durero en las tablas del Prado representa paradigmáticamente a Adán y Eva, tapados sus sexos con ramas de manzano y él acepta la fruta proscrita. La manzana en el cetro del jardín es el instrumento por el que se conoce el mal. El mal prospera, instrumento como la pistola en la película anterior. La manzana no se ha quitado de ninguna dieta de ninguna cultura, pero ha habido más símbolos que se han atribuido al mal.  

 

Jan Vermeer en 1656 en la casa de la alcahueta actualizan el alimento del pecado que rebeló la desnudez de Adán y Eva y lo relacionan con el dinero. La escena se sitúa lejos de la arboleda original, en un espacio donde una costosa alfombra turca lo cubre todo con un manto oscuro. Parece un corral de comedias, el balcón parece un escenario teatral. La moneda la está ansiando el pretendiente de la mano de la celestina. En vez de la serpiente aparece ella encorvada vigilante, ante los ojos codiciantes del otro. Levanta un vaso de vino el trovador, el músico, junto al instrumento. El juglar intenta desenmascarar un delito. El bufón es la figura que más abunda en el teatro de Shakespeare. Baudelaire dice que es el último y más solitario de los humanos, privado de amor y amistad. La figura sonriente del bufón rivaliza con la de la celestina que bebe de su vaso. Dos soledades rodean la moneda. Vermeer sigue a otros seguidores de Caravaggio de Utrecht como Van Honthortst. De él es la alcahueta es de 1625 en la que aparece un bufón trasunto de la conmiseración. En remedio del mal el autor dice que en los pasajes homéricos aparece la mentira y disimulo del corazón, cuando se dice algo que no se siente, piensa. Stravinski habla de un conocimiento que mantiene viva la oposición entre lo externo e interno, lo cumplido dentro de nosotros e imágenes interiores que la memoria redita. La figura del testigo hace que la memoria intervenga en el cuadro y nos recuerda al pasaje bíblico trágico.  

Tiziano pinta en el tributo del cesar de 1516 pintado para el duque, un tributo a su vez que se hizo colocar en su cámara personal donde tenía su colección de monedas. Esa relación con el mal y el dinero quizá tenga que ver con los usureros judíos y la concepción de la nueva burguesía y mercantilismo precapitalista como pecado. Los fariseos rechazaron a Jesús. Le acusan de que no practica el favoritismo. ¿Es licito pagar tributo al Cesar? Jesús respondió; ¿por qué me tentáis, hipócritas? Le muestran un denario. Si esa imagen es del Cesar dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. ¿Justifica eso que no hay que pagarlos? La moneda denuncia la hipocresía. La moneda de cambio era un señuelo, el denario apuñado en plata con la efigie de Cesar. Se da una dualidad como lo apolíneo y dionisiaco en Nietzsche. El dinero tiene poder envilecedor. Apolo se distancia de él y Dionisio ríe al aceptar el dinero. Es una sonrisa como la del payaso que está ahí para que le abofeteen y se rían de él. En el cambista de su mujer de 1514 Metsys del Louvre de Paris aparecen varias monedas que codicia el hombre mientras que ella lee una biblia. Aparece de nuevo la manzana y joyas de valor, que presuponen su valor por el peso. Habla de la falsedad y la verdad del corazón. La moneda es la falsedad, lo dionisiaco. 

 
La moneda se relaciona con la primera expansión del alfabeto en Grecia y en Asia Menor. Así comienza la historia. esto se revisita en el Flandes del XV y XVI porque en 1460 se crea la primera banca en Amberes. Lucrecio dice que se reparten las monedas por los vestidos de Jesús. Estos objetos exaltan la codicia. Además, asocian el mal con el bochorno por el desnudo. El uso de las ropas para vestirse denuncia la desnudez de la que son conscientes Adán y Eva, aceptan un señuelo que envilece el paraíso. Según el libro de Lucrecio allí en el paraíso la silvestre musa florecía, como en la escultura de Durrio de la musa con su lira en el Bellas artes.  “Los humanos se vestían con guirnaldas de flores y batían la madre tierra con sus pies pesados y nacían dulces carcajadas porque todo era nuevo y maravilloso para ellos”. Describe esa felicidad del paraíso. La primitiva inocencia se describe relacionada con el mundo campesino silvestre fecundo para la poesía. En paraíso terrenal de Brueghel el viejo tiene que ver más con la poesía dionisiaca que con el dios apolíneo. Pietro Bendo, autor veneciano, dice que allí amor fue llamado dios. Dice que los hombres en la naturaleza que les dio el cantaban la naturaleza mitigando el dolor, erraban conduciendo su vida como fieras. Cantaban sus canciones y allá donde fueran arrastraban a los hombres salvajes embriagados por sus voces. Orfeo tocaba la lira y le seguían las bestias y sacaba las fuentes de sus peñas y las montañas de sus sitios. Los hombres moraban en los bosques y riberas de los ríos. 

 

Aparece allí el canto unido a esa felicidad primigenia de la humanidad, tan relacionada con Nietzsche. La existencia adamita, la que relacionamos con Adán, está muy relacionada con la poesía y la felicidad. Orfeo dice que es de los primeros maestros de la vida. El canto de Orfeo se relaciona con Adán. Cree que el canto órfico ponía en éxtasis la naturaleza. En la tradición moralizada del Ovidio del siglo XV ves como los animales acuden al canto de Orfeo y el curso del rio se aprieta a la cercanía del rio y con los hombres igual. Sebastián Vrancy pinta al Orfeo y los animales en 1595. El éxtasis de los animales no viene de dios sino de Orfeo. Píndaro llama a Orfeo padre de los canticos. La poesía como origen cósmico, el canto órfico del universo es anterior a la perversión humana. Y no obstante Orfeo conoce su propia tragedia y su canto coexiste con sus tormentos. La fábula de Orfeo reserva el sufrimiento inmerecido que le acompaña hasta su muerte. Nicolas Poussin pinta en 1650 paisaje con Orfeo y Eurídice estableciendo la imagen más perdurable de ese episodio; ella mordida, mientras él aún entona los cantos de boda.  Orfeo se casa con Eurídice, una serpiente la mata, como narra Ovidio. Acompañada por un grupo de náyades es mordida en el talón por una serpiente, como se dice en el libro decimo de las Metamorfosis. Aparecen aún los rastros de la boda y su carcaj y ropa roja en el árbol. Hay relación entre Eva y Eurídice. Ambos tienen que abandonar el paraíso. En el infierno aparecen las orillas del Aqueronte de Caronte, donde Ovidio pasó 7 días lamentándose por la crueldad de los dioses. Tiziano en 1508 pinta Orfeo y Eurídice. Orfeo logra rescatarla por un tiempo, pero ella al mirar atrás vuelve a los infiernos. La lira es otro instrumento del mal, porque había hecho llorar a las Euménides, a las furias, diosas de la venganza. La lira aparece caída en el suelo en el dibujo de 1494 de Alberto Durero, aparece la muerte y descuartizamiento de Orfeo, las piedras se tiñeron de rojo con la sangre del poeta. Las ménades ofendidas por su desprecio sexual le apedrearon, lapidaron y destriparon. Luego Baco es el que le rescata. Como si lo dionisiaco fuera a salvar lo apolíneo. Las ménades usan palos para pegarle y piedras, nuevos instrumentos del mal. Se acusa implícitamente de Orfeo como el primer pederasta. Su muerte acaba al ser descuartizado y sus partes son repartidas por el mundo. Otra analogía con lo que le pasó al propio Baco. 

 

En el simbolista Gustavo Moreau de 1865 mujer tracia con el cuerpo de Orfeo aparece la cabeza que la quedó una mujer. En Odilon Redón de 1881 aparece otra cabeza de Orfeo. Se quedaban con la voz de Orfeo y con su lira. En la película aparece la cabeza del bufón que recibe bofetadas. El tema de la cabeza cortada no aparece en el renacimiento, pero sí la cabeza del bautista en manos de Salome como en la obra de Tiziano. También pinta Bravo de 1516, en una serie de medias figuras. Aparece un hombre armado con una daga dionisiaca que ataca a un hombre rubio apolíneo. Hay intérpretes que dicen que se basa en un relato de Plutanio donde se ataca a Petronio, otros creen que es un ataque a Acostes, un seguidor de Baco. Baco es retratado según la tradición órfica, la de Orfeo. La daga es aquí el instrumento del mal. 

 
Esta constantemente relacionado Orfeo, Apolo y Baco. En la colección del duque Guillermo aparecen los cuadros el de Bravo y la Violante. La agresión del Bravo le recuerda al Charlot agredido en la película el circo de 1928.  En el frontispicio del palacio de Guillermo aparece un retrato del archiduque y el retrato de Atenea y aparecen los dos cuadros.
Una señora dice que Morfeo es el dios del sueño, porque ella recuerda mucho que la decían que había caído en los brazos de Morfeo. ¡Dos horas hablando sobre Orfeo para que una señora diga que qué interesante Morfeo! Añade la señora que le recuerda el refrán de que “el que canta las penas espanta”. Nietzsche revaloraba el canto y el habla más que la palabra escrita. Las representaciones del mal (cuchillo, moneda, manzana) son más las que la gente relacionaba, figuraciones del mal; la serpiente, el monstro, el demonio… Hay una representación del mal en la iconografía del sufrimiento en la cultura cristiana y pagana. 

 

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