martes, 19 de julio de 2016

EL TIEMPO DE LOS VIVOS

EL TIEMPO Llevo ya meses instalado en esta buhardilla, y quien dice meses quizá quiera decir años porque ¡como pasa el tiempo! ¡que relatividad el tiempo!.¡como pesa el paso del tiempo pesando sobre nosotros! ¡como pasa aquí el tiempo sin que nada pase! ¡es flipante! El tiempo es un reloj de arena en el que el hombre se entierra. El tiempo es vida, y la vida se mide en tiempo, pero no en el tiempo de sus relojes viceroy de oro, sino en el tiempo que de veras importa; buenos momentos (lo bueno siempre pasa demasiado rápido dejándonos en la boca el regustillo a miel sin poderlo saborear) o malos momentos (que siempre se hacen eternos) Y todo esto porque el tiempo no es oro, como creen los empresarios y sus empleados, sino que el tiempo es dorada vida.
No dividamos nuestro tiempo en la tierra en horas, segmentos, segundos, minutos y demás costructos ficticios de monjes eruditos. No dividamos el tiempo en estaciones romanas, o en calendarios revolucionarios franceses. No, al hombre no le esta destinado superar el tiempo, dijo la Biblia, el tiempo de los dioses no es el tiempo de los vivos y por eso hemos de gozar- sufrir nuestro tiempo intensamente como si fuera eterno.
En  el fondo la eternidad nos asusta, ¡que mal rollo sería ser eterno y que eternamente se repitiera todo en un eterno y monótono retorno! Estar encadenado a la eternidad, como Atlas al mundo, la eternidad sería nuestro peso y condena; ir viendo como se muere nuestra pareja, nuestros amigos, como pasan las eras, los milenios, los seres humanos, naciendo, viviendo, reproduciéndose y muriendo...¡y siempre la misma monotonía! Un hombre no podría soportar la eternidad porque el hombre ha de ser caro a los dioses, como los dioses, y vivir su pequeña eternidad. La vida, como el amor, es eterna mientras dura. Jamás nos imaginamos sin vida porque la vida es en sí misma conciencia de sí misma. no podemos concebirnos sin conciencia, ni siquiera soñando. Nos aferramos a la conciencia, igual que a la vida, ninguno de nosotros puede llegar a imaginarse del todo loco o muerto. Son los dos pensamientos que, desde siempre, desde que el hombre es hombre, más pánico le dan. 
Al tiempo que no nos lo dividan, que los semiólogos estructuralistas no nos lo desglosen. El tiempo no se puede fragmentar así en cachitos, dividir en épocas, en eras, en días, segundos, instantes... no, el tiempo es eterno (los que estamos aquí de paso somos los vivos) ¡como pasa el tiempo en estos pasatiempos literarios! Pensamos para matar el tiempo. Soñamos para abolir tiempo y espacio. Y en el fondo es para matar a la muerte, para borrarla de nuestra cabeza, para que no pese sobre nosotros la maldición de tener sólo destinado un corto espacio de tiempo. Y ya que el tiempo es tan veloz, más raudo que la luz y el tiempo no se anda con miramientos... ¡no cronometremos nuestra vida!, ¡no segmentemos el día en trozos de agenda ni hagamos un planning con todas nuestras citas y contactos! El tiempo no debe ordenarse así para olvidarnos que es muy corto, debe dejarse al tiempo libre, suelto, anárquico. Bebe y come que la vida es breve. Coge las rosas doncella antes de que las rosas pierdan su aroma, y tu capullito de alelí se desflore y la única rosa que veas sea tu corona funeraria. Crisantemos mustios, marchitas orquídeas violáceos, violetas de la violetera. Disfruta el día, o el año del lagarto, o del mes de termidor, o de tu era de Acuario o del tiempo del cangrejo que siempre mira hacía atrás añorando otro tiempo, cualquier tiempo pasado fue mejor. Da igual donde vivas, vivir en el pasado anclado es vivir en otro tiempo pero mientras lo sientas como tuyo no deja de ser tu tiempo, tu vida. Y tu puedes decidir vivir en otro tiempo, o quizá no, pero sí podemos aprender a sentir históricamente este tiempo. Y quien mira la vista hacía atrás en el tiempo tendrá conciencia del tiempo presente e incluso llegará a superarlo y hacer proyecciones de futuro. (todo poeta es iluminado y visionista, dijo Rimbaud)
Disfruta el tiempo, la vida, porque no hay más, contigo Tomás, y cuando digo que no hay más, es que este instante eternamente se te repetirá, en un eterno retorno el día de tu juicio final. En el juicio final Cronos y los viejos dioses del tiempo te preguntarán: ¿Gozaste o padeciste en la vida? ¿sentiste la agridulce pasión, la tragicómica existencia humana, su muerte y su vida, su Eros y su Thanatos, la construcción- deconstrución del mundo? ¿Viviste o moriste en vida? ¿Has vivido como un esclavo sin pensar en tu vida? ¿viviste muriendo por no morir? ¿Viviste como espectro de la muerte en vida? Tu decides como vivir, y decides como morir, pero no decides cuando ni donde. No decides cuando vivir ni cuando morir ni donde hemos nacido o donde moriremos (nos puede sorprender esta parca hasta haciendo el amor en un hotel de un paraíso artificial). Sólo podemos cambiar el como y ni siquiera, creo yo, podemos entender el por qué. ¿Por qué morimos? Porque vivimos. Son reverso y anverso de la misma moneda, la muerte al final es sólo una liberación, la verdadera liberación total y final; de la vida, de la conciencia, de la vida que es conciencia de sí misma.  
La vida es condena; te condenan a vivir. La muerte es condena determinista; te ordenan morir Y un cura te pega un sacramento en la cabeza. Pero en medio de estas dos condenas deterministas estas tú, procesado, para ser todo lo libre- feliz como el tiempo te haya destinado.
 

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