EL TIEMPO Llevo ya meses instalado en esta
buhardilla, y quien dice meses quizá quiera decir años porque ¡como pasa el
tiempo! ¡que relatividad el tiempo!.¡como pesa el paso del tiempo pesando sobre
nosotros! ¡como pasa aquí el tiempo sin que nada pase! ¡es flipante! El tiempo
es un reloj de arena en el que el hombre se entierra. El tiempo es vida, y la
vida se mide en tiempo, pero no en el tiempo de sus relojes viceroy de oro,
sino en el tiempo que de veras importa; buenos momentos (lo bueno siempre pasa
demasiado rápido dejándonos en la boca el regustillo a miel sin poderlo
saborear) o malos momentos (que siempre se hacen eternos) Y todo esto porque el
tiempo no es oro, como creen los empresarios y sus empleados, sino que el
tiempo es dorada vida.
No dividamos nuestro tiempo en la tierra en horas,
segmentos, segundos, minutos y demás costructos ficticios de monjes eruditos.
No dividamos el tiempo en estaciones romanas, o en calendarios revolucionarios
franceses. No, al hombre no le esta destinado superar el tiempo, dijo la
Biblia, el tiempo de los dioses no es el tiempo de los vivos y por eso hemos de
gozar- sufrir nuestro tiempo intensamente como si fuera eterno.
En el fondo la
eternidad nos asusta, ¡que mal rollo sería ser eterno y que eternamente se repitiera
todo en un eterno y monótono retorno! Estar encadenado a la eternidad, como
Atlas al mundo, la eternidad sería nuestro peso y condena; ir viendo como se
muere nuestra pareja, nuestros amigos, como pasan las eras, los milenios, los
seres humanos, naciendo, viviendo, reproduciéndose y muriendo...¡y siempre la
misma monotonía! Un hombre no podría soportar la eternidad porque el hombre ha
de ser caro a los dioses, como los dioses, y vivir su pequeña eternidad. La
vida, como el amor, es eterna mientras dura. Jamás nos imaginamos sin vida
porque la vida es en sí misma conciencia de sí misma. no podemos concebirnos
sin conciencia, ni siquiera soñando. Nos aferramos a la conciencia, igual que a
la vida, ninguno de nosotros puede llegar a imaginarse del todo loco o muerto.
Son los dos pensamientos que, desde siempre, desde que el hombre es hombre, más
pánico le dan.
Al tiempo que no nos lo dividan, que los semiólogos
estructuralistas no nos lo desglosen. El tiempo no se puede fragmentar así en
cachitos, dividir en épocas, en eras, en días, segundos, instantes... no, el
tiempo es eterno (los que estamos aquí de paso somos los vivos) ¡como pasa el
tiempo en estos pasatiempos literarios! Pensamos para matar el tiempo. Soñamos
para abolir tiempo y espacio. Y en el fondo es para matar a la muerte, para
borrarla de nuestra cabeza, para que no pese sobre nosotros la maldición de
tener sólo destinado un corto espacio de tiempo. Y ya que el tiempo es tan
veloz, más raudo que la luz y el tiempo no se anda con miramientos... ¡no
cronometremos nuestra vida!, ¡no segmentemos el día en trozos de agenda ni
hagamos un planning con todas nuestras citas y contactos! El tiempo no debe
ordenarse así para olvidarnos que es muy corto, debe dejarse al tiempo libre,
suelto, anárquico. Bebe y come que la vida es breve. Coge las rosas doncella
antes de que las rosas pierdan su aroma, y tu capullito de alelí se desflore y
la única rosa que veas sea tu corona funeraria. Crisantemos mustios, marchitas
orquídeas violáceos, violetas de la violetera. Disfruta el día, o el año del
lagarto, o del mes de termidor, o de tu era de Acuario o del tiempo del
cangrejo que siempre mira hacía atrás añorando otro tiempo, cualquier tiempo
pasado fue mejor. Da igual donde vivas, vivir en el pasado anclado es vivir en
otro tiempo pero mientras lo sientas como tuyo no deja de ser tu tiempo, tu
vida. Y tu puedes decidir vivir en otro tiempo, o quizá no, pero sí podemos
aprender a sentir históricamente este tiempo. Y quien mira la vista hacía atrás
en el tiempo tendrá conciencia del tiempo presente e incluso llegará a
superarlo y hacer proyecciones de futuro. (todo poeta es iluminado y
visionista, dijo Rimbaud)
Disfruta el tiempo, la vida, porque no hay más, contigo
Tomás, y cuando digo que no hay más, es que este instante eternamente se te
repetirá, en un eterno retorno el día de tu juicio final. En el juicio final
Cronos y los viejos dioses del tiempo te preguntarán: ¿Gozaste o padeciste en
la vida? ¿sentiste la agridulce pasión, la tragicómica existencia humana, su
muerte y su vida, su Eros y su Thanatos, la construcción- deconstrución del
mundo? ¿Viviste o moriste en vida? ¿Has vivido como un esclavo sin pensar en tu
vida? ¿viviste muriendo por no morir? ¿Viviste como espectro de la muerte en
vida? Tu decides como vivir, y decides como morir, pero no decides cuando ni
donde. No decides cuando vivir ni cuando morir ni donde hemos nacido o donde
moriremos (nos puede sorprender esta parca hasta haciendo el amor en un hotel
de un paraíso artificial). Sólo podemos cambiar el como y ni siquiera, creo yo,
podemos entender el por qué. ¿Por qué morimos? Porque vivimos. Son reverso y
anverso de la misma moneda, la muerte al final es sólo una liberación, la
verdadera liberación total y final; de la vida, de la conciencia, de la vida
que es conciencia de sí misma.
La vida es condena; te condenan a vivir. La muerte es
condena determinista; te ordenan morir Y un cura te pega un sacramento en la
cabeza. Pero en medio de estas dos condenas deterministas estas tú, procesado,
para ser todo lo libre- feliz como el tiempo te haya destinado.
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