martes, 19 de julio de 2016

EN UN CAFE PIENSO SOBRE EL AMOR


EN UNA CAFETERIA, PENSANDO EN EL AMOR. PARANOIAS Y CON LECHE, POR FAVOR.

Escribo en una cafetería de estas irlandesas, dublinesas, que ahora proliferan por doquier. Y sin embargo yo he revestido a este cafeto de un halo mágico y para mí es un café existencialista y las viejas que despotrican de la juventud en realidad hablan del ser, el no ser y el no sé qué de la Nada, la tesis, la antítesis, la síntesis y la re hipótesis.  Me tienen reservada la mesa del fondo para que no espante a la clientela (guiris la mayoría) al ponerme a escribir. Sobre mí hay una litografía de James Deam, que ni puesta a posta y dentro de unos años habrá una placa que dirá que allí se sentaba un poeta maldito a las 3 of clock para sorber su té de menta y escribir paranoias. El indomable, el rebelde, el inconformista y bohemio, escritor de café. Ja. En este café donostiarra uno debería sentirse un Rimbaud del simbolismo a escala menor, un enfant terrible o un beat de la generación perdida y demás mitos. Pero no me siento un Bukowsky. El escritor siempre ha estado mal visto en los cafés, al escribir cara al público como exhibiéndose y dándoselas de, cuando en realidad lo único que daba es pena. ¡tan tísico y tuberculoso el pobre! Si eras tía y escribías ya eras una “marisabidilla” o una “jorgesand”, una “bollera”, una sufragista loca etc. Y si eras tío y te dabas “aires de literato” ya murmuraban a tus espaldas que eras un perdido, que llevabas mala vida, senda equivocada, que si libertino, que si ocioso y vago- maleante, un pobre diablo, un soñador, un quijotesco excéntrico ... O te podían meter incluso en sanatorios mentales (Coelho, Nietzsche, Coledigde, Holderling...) o en cárceles (Byron, Miguel Hernández, Lorca, Wilde....) Aparte de eso, tenías las pestes y enfermedades que mataban poetas (la tuberculosis, la sífilis, la tisis, la artritis, la leucemia...) Y luego a otro montón de escritores se los ha llevado el alcohol y han muerto en la calle entre cartones o botellas de vino y sus propios vómitos (Allan Poe, Wilde, Rimbaud, Verlaine, Rubén Darío...). Al menos, ahora la sociedad sólo nos llama “raros”, “bichos o perros verdes” o “flipados” y flipar viene del anglicanismo “fly” que es volar (y volar es soñar), así que debemos considerarlo un piropo.               

POETA SIN AMOR, BOGART SIN CASABLANCA.

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Ya me ven aquí, en un café, creyéndome poeta por emborronar bocetos, sin nada que decir, indigno heredero de toda una tradición Esteta, Etérea y Azul. ¡Vaya poeta sin amor! ¡Vaya poeta que no tiene chavala para dedicarla sonetos! Ser poeta no es sólo dejarse perilla quevediana, no es sólo vestir de negro como ave nocturna del paraíso, ser insomne, dormirse con la literatura en la cabeza o aprenderse los recursos anafóricos-semánticas-estilísticos-metafóricos de la escuela. Es algo más y no sé qué “algo” más es, si lo supiera sinceramente se lo diría. Quizá tener cosas que decir. No sé, no tengo duende ni ángel, ¡qué soso que soy! No he nacido en tierra salerosa de poetas ni mi infancia ha visto limoneros en patios sevillanos... Esto no es Monmartre ni Montparnasse, sino una ciudad hostelera y turística llamada San Sebastián. Las musas se han declarado en huelga, no me viene la inspi, no me viene y ya voy a salir de cuentas, porque hace ya un mes que no me viene la inspiración (¡a ver si voy a estar preñado de nuevas creaciones!) Estoy escribiendo el “¿qué escribir?” Esto es como ese soneto que le mandó hacer Violante o ese cuento que me contaba mi abuela “esto era un sargento, ya estamos a medio cuento, el sargento se casó, y el cuento se acabó”... es el cuento de nunca acabar, el de la buena pipa. Estoy ante un papel en blanco que me dice “lléname de tus paranoias”.  ¡Ojala estuviera sólo ante una crisis de escritura!, es peor, estoy ante una crisis vital, un enorme vacío existencial, un no sé que diablos voy a hacer con mi vida. Las musas están ya jartas de mí, no me aguantan ni ellas, ya veis. El barman me pregunta que va a ser y yo le suelto, pitillo en boca, - lo de siempre- y lo de siempre es el wisquito (con agua). Aunque últimamente mi medico de cabecera de la seguridad social me tiene inspirado a base de cafés con leche. Y llegará un día en que me rebajaré al nescafé y mis novelas me saldrán descafeinadas del todo. Y sin nicotina para que contarles... lo mismo me sale un libro del barco de vapor. El jazz inunda la atmósfera, y un pianista (que llamaremos Sam en un alarde de originalidad) subido en un proscenio toca una vieja melodía inmortal. “Tócala otra vez, viejo pianista, haces que me sienta bien. Tócala otra vez, Sam. Tócala otra vez en tu viejo piano Pleyel para nosotros, como aquella noche cuando ella me mentía entre calada y calada a su cigarro.“ Todo tipo Casablanca. Y Ella fumaba en narguile, idéntico al celuloide, y sus halos de humo se esparcían hasta la acristalada cúpula del café. 

Volutas redondas y perfectas ascendían dibujando mil suertes de fantasmagorías, evanescencias y sombras chinescas. No vean lo ambiguo que es el humo de un cigarro esparciéndose por un café de estos “post- modernistas”.

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La asignación mensual que me meten mis padres en la cuenta no da para mucho y encima se me funde en tabaco, cafés y libros. Así que soy un artista del hambre, porque cuando uno es joven aguanta carros y carretas, trasnocha de gau-pasa, pasa días enteros sin mendrugo en la boca y sin embargo no puede dejar un solo día de alimentarse de sueños. No sólo de pan vive el hombre y más si su reino no es de este mundo, y de ilusión también se vive y soñar es gratis (ya ven que hay refranes populares que siempre se preciaron de pragmáticos y del sentido común pueden ser también literatura idealista pura).

En mi mesa hay un candelabro con una vela roja, llama eterna cuya cera se deshace, metáfora del amor,  y un cenicero con forma de calavera donde van a parar las cenizas de mi cigarrillo y de mi cuerpo.

A mi alrededor hay muchas parejas. Unos adolescentes se comen la boca con ansía feroz y sed atrasada, morreos, magreos, chuperreteos, babas... ¡Me repulsan!. Unos viejos cogidos de la mano se miran con ojos tiernos, pfff, a él no se le empalma ni con viagra y a ella le dará la hernia discal y alegara jaqueca si él le propone algo carnal... ¡Me asquean!. Unos seudo intelectuales hablan de Freud para tomar temas calientes. ¡Qué patéticos! Aggg...
¡Que asco me da el amor! Verdadera grima. Una mugre esto del amor. Un invento cultural. Una excusa para la reproducción sexual. Un pacto económico. Un contrato de besos. Si El Amor, personificado (con piernas y brazos) viniera hoy a esta mesa del café le daría bien de patadas como hizo ese moralista del arcipestre de Hita en su libro del Buen Amor. Si cupido viniera hoy a esta mesa con su carita de niño bueno, sus alas de soñador y sus ojitos vendados le desvelaría la gasa que, como a la justicia, le venda, le metería su culaj de flechas y flechazos por donde ya saben  que es pecado, y me excusaría diciéndole que en el amor como en política nunca tienes amigos.
Siempre creí que el amor era otra cosa, algo más. El amor debe ser algo más. Me digo.
¿Y que más es para mí el amor? No puedo expresarlo en palabras, así que intentaré dibujarlo. En un trozo de papel de toalette hago un colage con cachos de modelos del Cosmopolitan (metro- politiano y urbanita), hasta reunir las características físicas anheladas de mi alma gemela.
Ese alma pareja ha de ser mi émulo, mi igual, mi hermano (como ese verso en que llama a toda la humanidad su hermana) y a la vez mi contrario, mi opuesto (como ese otro verso en que se dice que lo que nos excita de la otra persona es su diferencia, que nos sea extraña). Ya se sabe que dos polos iguales se repelen mientras que los contrarios se atraen pero que dos almas idénticas se acaban encontrando. ¿Mi igual o mi diferente? ¿en que quedamos? Mi diferente entre iguales. Eso quisiera yo. Mi diferancë postmoderna entre todos libres e iguales por naturaleza (y deseo comunista mío)

Una pareja debe de ser como los polos de una pila, la carga negativa y positiva, ánodo - y cátodo +, ni contrarios ni iguales; complementarios. Dos electrones que se hallan y surge el chispazo, dos almas que se fusionan en fragua común para ya nunca separarse, como hechas ambas de la misma costilla y de idéntica arcilla del alfarero moldeador.

“Corazón parejo y a la vez ajeno, un misterio a resolver, un enigma a desvelar o pesquisa a conocer y a la vez sentir que nos conocemos de toda la vida. Has de sentir que estabais destinados, hechos el uno para el otro (hechos por el Demiurgo que luego nos partió en dos y nos tiró a la tierra cuando nos caímos del manzano o nos tiró la cigüeña o quien nos arrojara a este estercolero llamado mundo)  Espérame, seas quien seas, vaporoso fantasma, porque tarde o temprano nos reunirá el amor. “

Pues eso. Me bajo de mi nube. El amor no es más que una lucha de polos opuestos, de iones, de chacras, de auras o almas, de voluntades de poder siempre luchando la una sobre la otra en esta eterna “batalla de los sexos” que tantos libros edita. El amor es una dialéctica y como toda didáctica queda resumida en una lucha de dos. La tesis y su antítesis no llegan nunca a la síntesis perfecta y se queda en hipótesis. No hay respuestas en la filosofía, sólo preguntas. Ahora me ha tocado una época en la que yo seré el dominado, el pasivo, y ella la poseedora, la ama, la verdugo, pero en el fondo... en el fondo, es siempre lo mismo. Siempre se repite esta misma historia, cansado de girar como una noria. Puga y más puag.  Re- mierdre a la mierdre, y mi con leche, por favor.   

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