martes, 19 de julio de 2016

MINI CUENTOS


EL EGO, EL YO Y EL ALMA GEMELA DEL ESCRITOR 


 
Ahora que duerme la ciudad, quiero susurrarte al oído nanas de amor. Decir buenas noches, buenas noches, mi amor, hasta que el canto de la alondra anuncie el alba. Nuestros bostezos emanan vapor soñador. Nuestras bocas exhalan quimeras, de las hadas sus alas. Los duendes campan a sus anchas en nuestras cabezas locas. Mañana no habrá un mañana, sólo tus labios dejados en mi tubo de licor. Tenue rastro de un bostezo. Soñador de saliva con grumos de maría, diluido paso del volcán de tu lengua.
El pub desaparece, se convierte en una estancia onírica que inventaron nuestras lenguas batientes. Hijos de la luna enfrascados en su azabache. Sabes a licor de manzana, voz amarga tras un cigarro compartido. De tus labios el rastro fantasma. Quiero abrazarte, irrumpir en tu cuerpo ajeno, saborear tu paladar, apropiarme de tus caderas, montañas adentrándome en sus grutas. Labios prolongados en un despegue de lenguas.
Encontré mi nombre en Internet. Mi nombre no. Hay millones de Borges en el mundo y no por ello dejas de sentirte único. Pero la cosa cambia si encuentras a un escritor llamado Borges, nuevo poeta, una joven promesa de la suya Argentina. Te dices entonces que ya es mucha casualidad que triunfen dos tipos con el mismo nombre. Una espada de Damocles cuelga sobre tu ordenador ¿El o yo? Pienso en mis esquizos yos y en mi fragmentación interior, en mis caretas y roles sociales, y luego que qué carajo, qué ¡pobre ultraísta fracasado!. Si mi nombre pasa a la historia, el suyo se olvidará y al revés. Será un fratricidio, seré el Caín de mi camarada del Azul. Sí uno se inmortaliza, el otro será engullido por la lava del olvido, nunca habría existido. La  voluntad de poder corrompe de ambición pues con mi éxito provocaría su fracaso, así que lo mejor será dejarle el campo libre a él. Al fin y al cabo la inmortalidad que anhelamos, como dice Kundera, es sólo física. Lo bonito de esta casualidad azarosa es la reiteración de ese mito de los gemelos de Borges, del hombre duplicado, de la media naranja en el otro lado del mundo. Realmente me gustaría conocer a este tocayo. Ese tal Borges se ha apropiado de toda mi obra. Va publicando cosas como el aleph o ficciones usando de seudónimo mi nombre. Él se ha llevado la fama y la gloria por una obra que me pertenece sólo a mi. Claro, claro… los enfermeros le atan a la camisa de fuerza.
 
 
 
 
 

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