EL EGO, EL YO Y EL
ALMA GEMELA DEL ESCRITOR
El vacío se ve cuando todo
esta lleno, sin una totalidad anterior jamás podría existir el concepto de
vacío. Sin Dios hoy no podría ser ateo. Sin padre hoy no podría ser rebelde.
Sin estado yo no podría ser anarco- capitalista. Sin algo yo no podría ser esta
nada. Sin nada yo no podría ser este todo. La soledad se descubre siempre
rodeado de gente. Si no hubiera gente jamás me sentiría sólo, pero hay personas
y yo no estoy entre ellas. Soledad rodeada de gente. Soledad transitada de fantasmas.
Soledad en los objetos. Somos naturalezas muertas. Somos paisaje sin figura.
Compramos objetos, compramos sujetos. Usamos objetos, usamos sujetos. Y al
final el sujeto se objetiviza, la persona se hace personaje, el obrero se
aliena y Andy Warhol te etiqueta como un cacho carne de Mc Donald. Los mismos
sueños los hacen fábricas de sueños, dreams factorýs, los libros salen en
cadenas de montajes y aunque ya no quedan poetas... siempre habrá poesía, la
poesía y la verdad esta ahí fuera, como expediente X, como el noúmeno, lo
inaprensible, el misterio y la incógnita. Dios, te mofas de mí y te compadeces.
Te mueves hacía mí pero ya paso de ti, ¡Dios patológico¡, ¡Dios determinista!,
¡pathos de Dios!,¡qué irónico resultas riéndote de este mundo por no llorar!
Cuando viajas en bus es claro que no puedes observar
detenidamente el paisaje. Cruza fugaz ante tus ojos sin tu poder retenerlo en
tu pupila y parece, pues, que no existe. ¿a dónde van los pinos que dejamos
atrás? ¿a dónde las personas que una vez pasaron por nuestra vida y a las que
apenas prestamos atención? Pasa la vida sobre nosotros con demasiada prisa,
estrés, siempre demasiada prisa. Sin tiempo para pensar. Sin tiempo para
abrazar a las personas que de veras nos importan. Sin tiempo para sentir
nuestros cuerpos, que se besan, sin miedo, sin temblores, sin histerias
consumistas ni sexos obsesivos compulsivos, sino amando con pureza, como los
niños en un campamento, con esa religiosa simpleza.
Ahora que duerme la ciudad, quiero susurrarte al
oído nanas de amor. Decir buenas noches, buenas noches, mi amor, hasta que el
canto de la alondra anuncie el alba. Nuestros bostezos emanan vapor soñador.
Nuestras bocas exhalan quimeras, de las hadas sus alas. Los duendes campan a
sus anchas en nuestras cabezas locas. Mañana no habrá un mañana, sólo tus
labios dejados en mi tubo de licor. Tenue rastro de un bostezo. Soñador de
saliva con grumos de maría, diluido paso del volcán de tu lengua.
El pub desaparece, se convierte en una estancia
onírica que inventaron nuestras lenguas batientes. Hijos de la luna enfrascados
en su azabache. Sabes a licor de manzana, voz amarga tras un cigarro
compartido. De tus labios el rastro fantasma. Quiero abrazarte, irrumpir en tu
cuerpo ajeno, saborear tu paladar, apropiarme de tus caderas, montañas
adentrándome en sus grutas. Labios prolongados en un despegue de lenguas.
Encontré
mi nombre en Internet. Mi nombre no. Hay millones de Borges en el mundo y no
por ello dejas de sentirte único. Pero la cosa cambia si encuentras a un
escritor llamado Borges, nuevo poeta, una joven promesa de la suya Argentina.
Te dices entonces que ya es mucha casualidad que triunfen dos tipos con el
mismo nombre. Una espada de Damocles cuelga sobre tu ordenador ¿El o yo? Pienso
en mis esquizos yos y en mi fragmentación interior, en mis caretas y roles
sociales, y luego que qué carajo, qué ¡pobre ultraísta fracasado!. Si mi nombre
pasa a la historia, el suyo se olvidará y al revés. Será un fratricidio, seré
el Caín de mi camarada del Azul. Sí uno se inmortaliza, el otro será engullido
por la lava del olvido, nunca habría existido. La voluntad de poder corrompe de ambición pues
con mi éxito provocaría su fracaso, así que lo mejor será dejarle el campo
libre a él. Al fin y al cabo la inmortalidad que anhelamos, como dice Kundera,
es sólo física. Lo bonito de esta casualidad azarosa es la reiteración de ese
mito de los gemelos de Borges, del hombre duplicado, de la media naranja en el
otro lado del mundo. Realmente me gustaría conocer a este tocayo. Ese tal
Borges se ha apropiado de toda mi obra. Va publicando cosas como el aleph o
ficciones usando de seudónimo mi nombre. Él se ha llevado la fama y la gloria
por una obra que me pertenece sólo a mi. Claro, claro… los enfermeros le atan a
la camisa de fuerza.
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