sábado, 16 de septiembre de 2017

GONZALO DE BERCEO, MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA

EL MILAGRO VII “EL MONJE Y SAN PEDRO” DE LOS MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA DE GONZALO DE BERCEO
Juan Manuel Rozas definiría este milagro de la virgen como el de la salvación de un pecador al que ella perdona y redime de su condenación. El poema trata de un monje “loco y desordenado” que vive en pecado con una mujer de la que tiene un hijo. (en la época se las llamaba “barragana”)
Además tendía a cultivar más el cuerpo que el espíritu. No tomaba los santos sacramentos (el Corpus Dominus es la ostia sagrada, el cuerpo del señor) y además ni confesaba ni se arrepentía de estos pecados. 
Cuando muere, San Pedro se apiada de él por el simple hecho de que se trata de un devoto de su monasterio. Por ello, pide clemencia a Jesús en el juicio final.
Este se muestra inflexible hasta que la virgen gloriosa intercede por el pecador. La virgen pide benevolencia a su hijo en su juicio ya que pretende redimirlo. Al final, el pecador no sólo no es condenado al infierno sino que es devuelto a la vida para que se reconvierta y cambie su conducta. La virgen le da otra oportunidad, demostrando su benevolencia infinita, el amor que procesa hacía sus “hijos” y el poder de trasformación y cambio que en ellos puede obrar. La virgen no “le perdona”, sino que más bien le da una segunda oportunidad para que sea el monje quien se gane el cielo. Tal y como sugieren los últimos versos, el monje, además de agradecerle la gracia a la virgen,  recapacita y decide enmendar su comportamiento.
  
Todo lo cual denota que el didactismo práctico de Berceo, en forma de “exemplus” morales, ha de servir de imitación entre todos los buenos cristianos.  Pero en mi opinión no pretende tanto reflejar el cambio existencial que obra en el monje, sino la clemencia y filantropía de la virgen, su infinita piedad, ya que se trata de poemas marianos que se relacionan con el culto popular que se daba a la virgen en los pueblos.

Juan Manuel Cacho Blecua dividiría este poema en seis partes. Las cuatro primeras estrofas suponen la introducción en el marco narrativo y en él se dan las indicaciones de localización (monasterio de San Pedro en Colona) y se relata la vida pecaminosa del monje. La muerte del monje, en la cuarta estrofa, genera el nudo del poema que será su juicio final en el cielo. Así mismo englobaríamos como desencadenante del milagro en sí la compasión de San Pedro (de la quinta a la octava estrofa) A partir de la novena aparece la virgen en escena e interviene en nombre del monje ante su hijo, Don Jesús. (de la onceava estrofa a la catorceava) En la estrofa número quince se produce la primera admiración hacía la virgen (A San Pedro el dulce mandado le parece bien enderezado) y de la dieciséis a la diecinueve se narra su resucitación. En la estrofa vigésima el monje se lo agradece a la virgen, lo cual Blecua lo consideraría también una admiración del milagro. En las dos últimas estrofas, Berceo deja de narrar para dirigirse directamente al lector, hablándole en primera persona sobre las virtudes de la virgen. Esta parte es la conclusión moralizante y la enseñanza didáctica, la moraleja. (que Dios no le niega a la virgen nada que esta le pida) La moraleja, en mi opinión, no es sobre la conducta del monje. A Berceo le interesa simplemente enfatizar las virtudes de la virgen, sus milagros, su condición de “gloriosa”, “interceptora” y sobretodo la carithé, la caridad y la gloria piadosa que de ella se desprende. No moraliza explícitamente sobre la conducta del monje sino implícitamente. No es un moralista prescriptito, dictando ordenes o mandatos, sino descriptivo, y por ello se basa en los ejemplos concretos de “casos” morales.
Por eso, en mi opinión, Berceo juega a un “juego” que usan muchos moralistas para disimular su didactismo moralizante. Berceo denuncia los usos y malas costumbres de su sociedad real en concreto, “lo que ve, lo que había”, para de esta forma hacer reflexionar al lector sobre lo que “debe haber, lo que faltaba”.
  
Creo que su intención o finalidad comunicativa es doble: 
Por una parte, hace una clara denuncia social a la conducta materialista del clero que predica abstinencia sexual y luego vive en pecado con una mujer a la que embaraza. (critica Berceo todo lo que no sea el matrimonio canónico, ósea a las barraganas de los curas y critica también su incultura, su gula o su codicia, y falta de piedad o de caridad o el que no den limosnas. En otros poemas).
Pero la intención principal de Berceo en los poemas marianos es la de enfatizar las virtudes de la virgen y esto no lo realiza de forma teórica y abstracta (como pudieran hacer los escolásticos agustinianos o tomistas), sino que se dirige al pueblo con su lenguaje “vulgar” y vernáculo.  Pretende escribir para toda la comunidad de fieles y ser leído por el mayor número posible de lectores o oído por el mayor número de auditores. Por eso no habla teóricamente de estos aspectos religiosos sino que rebaja el estilo, con el fin de divulgar el papel de la virgen en la cristiandad que es lo que a él le interesa defender. Lo que a Berceo le interesa es extender didácticamente algunos aspectos del cristianismo, y en este caso concreto; los cultos marianos que era uno de los aspectos religiosos más extendidos entre el pueblo llano. De ahí deduzco que pretende enseñar al pueblo y no sólo a los clérigos. No sólo a las personas ilustradas, sino también a la población más inculta. El lector ideal que Gonzalo de Berceo espera es toda la comunidad de fieles cristianos. (otra cosa es que este no fuera del todo su lector real, y más bien les llegarían estos milagros por vía oral, al final de los cantares de juglaría o de los autos de fe, ya que la mayoría de la comunidad cristiana, casi toda la nobleza y parte del clero bajo y rural, era analfabeta)  La virgen ejerce con mucha más “mano blanda” que el Señor, que es en quien recae la autoridad absoluta y la última palabra, y esto quizá fuera una forma de pedir clemencia o caridad social y más liberalidad dentro de la propia iglesia. Lo cual sería el paso del románico al gótico.  
 


Este poema es uno de los milagros que conforman los milagros de nuestra señora de Gonzalo de Berceo. Este poeta, cuyo origen podría ser riojano o navarro, compuso en el monasterio de San Millán de la Cogolla también las loores a la virgen y los dolores de la piedad. La obra pertenece al mester de clerecía del siglo XIII porque sigue las unidades métricas y temáticas que ya aparecen postuladas en el libro de Alexandre cuya segunda estrofa se considera una poética sobre el modus versificando de la cuaderna vía, una estrofa también llamada tetrastofo monorrimo conformado por 4 versos alejandrinos (catorce sílabas) divididas en dos heptasílabos separados por un hemistiquio o cesura. Esta cesura sería una pausa en medio del verso para que el recitador descasara o se tomara una pausa poética. Su rima era consonante, AAAA BBBB.
Destaca sintácticamente por la yuxtaposición o ausencia de elementos coordinantes que unan coherentemente el texto. Berceo se sirve del yo autobiográfico que popularizaron las confesiones de San Agustín y se convierte así en un narrador o poeta omnipresente en lo que narra. Además sus poemas marianos pueden considerarse una amplificatio, una composición al modo sermonial de las artes liberales o el tribium y por tanto tiene una clara intención moralizante que se denota en la forma de exemplum con moraleja final que toman estos milagros. Se trataría de un milagro de premio, perdón o conversón (argumentar) Su intención es didáctica- moralizante como la de muchos libros sapienciales y docta literatura (árabe, clásica...) pero siempre buscando a su lector ideal o potencial del pueblo por lo que no teoriza sino que concreta y rebaja el estilo, acercándose a las personas iletradas (según tradicionalistas y oralistas se leían sus poemas al final de los autos de fe, obras sacramentales de teatro o mesteres de juglaría, aunque para los individualistas lo componían clérigos para otros)  Su finalidad es probar la intercepción de la virgen piadosa y su infinita benevolencia con los pecadores.
En el contexto sociopolítico hemos de mencionar el concilio de letrán o latenarense 1215) que se propone, siguiendo el intelectualismo moral, acabar con la barraganía y los pecados a  base de culturizar, es por ello que reconocen las lenguas romances y vernáculas como aptas para las artes sermoniales e impulsan los estudios palantinos y la escuela de traductores de Toledo. La influencia de los poemas marianos se dejará ver en las cantigas a santa maría de Alfonso X el sabio e incluso en Juan Ruiz el arcipreste de Hita. Berceo se inspiró en muchos tratados, devocionarios, vidas de santos y hagiografías
En cuanto a la estructura del milagro hemos de decir que al principio el personaje toma parte activa y después pasiva ya que maría se convierte en la protagonista intercediendo ante el señor y al final Gonzalo de Berceo, dirigiéndose directamente hacía los lectores, concluye la moraleja de que la virtuosa virgen siempre esta dispuesta a interceder por los hombres. se trata por tanto de una estructura deductiva pues los acontecimientos iniciales van encadenando la resolución final.

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