Eurípides : Con él se
cierra el ciclo de oro de la tragedia griega. Los personajes en sus obras son
seres humanos con todas sus virtudes y errores, por ejemplo, “Las Troyanas”.
Jasón busca el vellocino de oro
en Cólquida, donde el rey Etes le ofrece la mano de su hija Medea tras superar
unas pruebas. Esta le da una sustancia que le hace invulnerable y con fuerza
sobrenatural. Jasón domesticó dos bueyes que echaban fuego y con ellos sembró
un terreno del que salieron gigantes. Jasón estrecha la mano de Medea y la
promete eterna fidelidad. Tienen dos hijos (Feres y Mérmero) Medea convence a
las hijas de Pelias (el rey usurpador del reino de Jasón) de que la única forma
de rejuvenecer a su padre es despedazarle en la corona. Jasón ha llegado a
Corinto y allí el rey Creónte le ofrece la mano de su hija Glauce tras superar
unas pruebas. Jasón se compromete con Glauce. Esto Medea no lo recibe bien, su
marido la ha traicionado. Medea y sus hijos siguen alojados en palacio, pero en
calidad de invitados, en breve han de irse. Un pedagogo y la nodriza educan a
Ferer y Mérmero y temen que su madre los mate para castigar a su padre (Era un
deshonor perder la descendencia).
Medea invoca entonces a Temis (la
justicia) y Artemisa y le reprocha haber matado a su hermano por él. “De todos
los seres animados y dotados de pensamiento las mujeres somos el más
desdichado, porque hemos de buscar marido, malo o bueno, y no podemos
repudiarlo. Y si nuestro marido no nos impone su yugo por la fuerza envidiable
es nuestra vida, pero si no; menester es morir. Es forzoso dirigir la mirada a
un solo hombre. Dicen que pasamos en nuestros hogares una vida carente de
peligros, pero 3 veces prefiero permanecer junto al escudo y la lanza que tener
1 sólo parto más.”
Creonte la exilia a Medea de su
país. (el ostracismo era común en la Grecia clásica) Ella le pide quedarse aún
un solo día más. Medea arde en deseos de
matar al marido que la ha deshonrado. Duda entre prender fuego al lecho
nupcial, o atravesarle el hígado con una afilada espada Invoca a Hécate, la diosa de la magia y de
las hechiceras (es sobrina de Circe) Jasón habla con ella diciendo que no siente
hostilidad hacía ella, que así son las cosas, que se casa buscando la
estabilidad económica. Esa estabilidad económica Medea no se la da. Jasón se
casa por dinero con Glauce, y la intenta convencer de que lo hace para que ella
viva bien ella y también sus hijos pues les pasará una pensión económica
vitalicia. Ella le insulta “sufre al oírme” Resentida, le encara que le salvó
la vida, mató a una serpiente, se escapó de su casa y de su padre por él, le
ayudó en su búsqueda del vellocino de oro, le dio dos hijos… Jasón cree que sólo le ha ayudado Afrodita
(Cipris) En realidad Cupido Eros, hijo de Afrodita Venus, había lazado flechas
para que Medea se enamorara de él y lo salvara.
Ella le dice que una extranjera no le conviene, pero resulta patético
patentar que aún está enamorada profundamente de el.
Medea habla con Egeo, rey de
Atenas que debe buscar a Piteo para vaticinarle un oráculo. Le pide que le acoja
en Atenas. “Apiádate de mí” grita vehemente. Él quiere casarse con ella y
acepta, aunque no quiere que ella cumpla su venganza y mancillarse con esa
sangre su prestigio. Medea reflexiona y
su conciencia (encarnada en el corifeo, en el coro griego) le ruega que no
asesine a sus hijos. Pide perdón a Jasón y sella con él su tregua. Ella le pide
permanecer con sus hijos, pero Jasón quiere que los adopte Glauce. Glauce regala
vestidos a Medea para convencerla de que lo correcto es que ella se case con
Jasón y adopte a sus dos hijos. Medea se marchará a tierras extranjeras, pero dejará
a sus hijos a buen recaudo con su padre. Medea no soporta que Jasón ame a
Glauce y no a ella, ni que se vayan a casar por dinero y poderes. Habla con
Pedagogo y duda si asesinar o no a sus hijos.
“No permitiré que tiemble mi mano. ¡No, corazón, no cometas este crimen!,
le grita él. Pero Medea no puedo consentir que los eduque una extranjera y “puesto
que les da la vida, también se la quitaré” Medea le regala a su enemiga Glauce un
peplo (un vestido) y una corona envenenada, aunque el Corifeo de su conciencia le
recomienda que no lo haga. Medea asesina
a sus propios hijos vengándose así de Glauce, de Jasón, del padre de Jasón y del
padre de Glauce. Todo está determinado por su voluntad personal, pero sobre
todo por el destino, hado o fauto, parece decir al final Eurípides.
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