sábado, 13 de mayo de 2017

ANGEL GAVINET



ANGEL GAVINET
Nace en 1865 en Granada un año después de Unamuno y muere en 1898. Escribe una prosa llana y descuidada. Estudia letras y derecho. En 1889 estudia en España filosofía contemporánea. Cuando le dan la cátedra a griego conoce a Unamuno. En 1892 es vicecónsul en Amberes. En 1893 cónsul en Helsinki y Riga. Sufre una parálisis general progresiva y se suicida en el río Dwina en 1898. Tiene una preocupación por España como concepto abstracto filosófico. Es de un escepticismo depresivo, un gran pesimismo y existencialismo negativo. En 1893 escribe sobre la conquista del reino maya por el último conquistador. Critica el capitalismo y el progreso económico tecnológico e industrial. En 1896 escribe 12 artículos para el defensor de granada, Ganada la bella. Fue un teórico del “idearium español” que influirá en la generación del 98 y en el nacionalismo español. Escribe en 1897 cartas finlandesas y los trabajos infatigables del creador pío cid. Esta novela en episodios va de un intelectual angustiado que se suicida, un retrato de él mismo. En sus obras está siempre la investigación del espíritu español y el amor al saber. Es escultor de su alma. Como en torno al casticismo de Unamuno, la solución está en una cura colectiva, una regeneración del país y una vuelta al estoicismo de Séneca y al cristianismo. Solo eso puede salvar España. España es una casi isla. Ni por norte ni por occidente ni por oriente hallara España una promesa de engrandecimiento mediante la acción política exterior. España necesita una concentración de energías para recuperar el país. La abulia es una forma de locura de los alienistas, un delirio de contacto. España es una jaula de locos rarísimos, no se pueden sufrir unos a otros. Esta perturbación de la voluntad revela desorden. Es un abatimiento de energía funcional. España sufre una depresión sentimental, falta de deseo y voluntad. La atención no es viva ni la percepción es clara y la voluntad no es intensa. Escribir es el acto axiomático de crear. Un apetito espiritual que combate la desidia. Es necesaria la energía asimiladora interna que los aristotélicos llaman entendimiento agente y los positivistas sentido sintético. Habla de la inteligencia, ley de asociación de los sentidos, que busca datos intelectuales irreductibles. Los desacuerdos son representaciones aisladas en los individuos privados, que no obedecen a un interés común. Los trastornos son retrocesos para las sociedades libres. Él cree en una Restauración de la vida espiritual de España. Estaba a favor de nuevos centros docentes, y una ley de instrucción pública. 
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