Eduardo Diaz Zuhaitz con sus
hikaris ha ganado el premio de rapsoda de la asociación algorteña de Sopamento.
El martes presentó su segundo poemario en la Bolsa con la asociación artística vizcaína.
Ya lo había presentado en la biblioteca de Bidebarrieta el año pasado, aunque
la música coral no estuvo a la altura de sus poemas. Estaba bastante nervioso en
ese recital en el que Maitane por ejemplo leyó poemas suyos. El jueves le
dieron el diploma honorifico. El año pasado le dieron el premio al mejor lector
de poesía los de la asociación. Leyó el poema obligado de Blas de Otero, si el hombre pudiera decir y un poema de Cernuda
A los 12 años, en la escuela
primaria (en sexto), escribió una redacción analizando poemas de Bécquer y
creando nuevos poemas. Al principio escribía poemas rimados pero el religioso
del colegio le dijo que no era tan importante rimar y cumplir las normas poéticas
como sentirlo. Escribe lo que sientas y luego rima. Ese profesor le recomendó
leer a los poetas barrocos del siglo de oro (Inés de la cruz, santa teresa, Fray Luis
de León o San Juan de la Cruz, Quevedo, Góngora, Lope de Vega y Zorrilla además
de Cervantes y Calderón) y también a toda la generación del 27 (Carlos Bousoño,
Unamuno, Machado, Lorca Alberti cernida Juan Ramón Jiménez Felipe Vallejo Dámaso
Alonso Vicente Alexandre Cesar Vallejo Guillén Neruda Rosales Miguel Hernández…)
y luego empezó a leer autores surrealistas, vanguardias y europeos; Holan Celan
Bukowsky Baudelaire Rimbaud kavafis andre gide Kali Gibran Tagore Yoyce Masnoud
What Whitman Stevenson Wilde Eluard breton. A día de hoy escribe 4 hikaris al
dia. Los hikaris son poemas cortos, a veces prosas poéticas, un conjunto de reflexiones
cortas que no llegan a ser haiku y que tampoco son greguería, juego de palabras
o micro versos. Para escribir poemas es necesario el Ritmo, el oído musical
pues la poesía no deja de ser una cadencia musical. Para consuelo de los que no
tenemos buen oído musical, se puede escribir poesía sin tener oído musical o saber
recitarlo como auténticos rapsodas. La emoción y la pasión se adueñan de estos
poemas.
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El verso que está a punto de brotar
Palabras sin decir, sin esbozar,
que surgen en la mente primitiva,
desguace de la frase en la misiva,
a punto de salirse por crear.
Viniendo de otra tierra y otro mar
en paso decidido y entregado,
la suerte de crear y haber pensado
aquello que se pueda imaginar.
La mente es el principio de la acción,
la luz y resplandor de nuestro credo,
venciendo en la razón todos los miedos
desde la fortaleza y convicción.
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