No hay peor crimen que dejarse
morir sin más ni más, sin que le maten a uno. Con esta cita del Quijote se abre
el eventual maratón literario que organiza la casa de cultura Clara Campoamor. Este
año junto a la lectura de los tradicionales libros (poesía, narrativa, de todo)
degustaremos excelentes vinos acompañados de tapas. Los vinos son de la tierra
de Burdeos (centenario aniversario de Sthendal) de Madrid (Centenario de Gloria
Fuertes) y de Alicante (en Orihuela nace Miguel Hernández en su centenario)
Fragmento del diario de Sthendal en 1832 Sol, viento de siroco y calor
delicioso sobre Castengolofo y las villas de los príncipes en Borguese.
Naranjos en el huerto de un capuchino, en el priorato de Malva. Santa maría la
mayor. Roma antigua, la vía acua, los acueductos y jardines, lugar único en el
mundo, que espectáculo de belleza. Veo el cuadro de Rafael, trasfiguración, en
una galería normal t gris. Esta obra estuvo durante 250 años. Cumpliré 50 años
dentro de 3 meses, tendré la crisis de los 50. Mucha gente a mi edad ha muerto
No he empleado mal la vida. El azar no me ha mandado muchos infortunios. ¿Qué
he sido, qué soy? Un hombre ingenuo, insensible. Absorbido por amores
imprudentes. Conseguí amores de 3 o 4 años como mucho. No estoy curado de esos
amores. He confiado mi interior a mis amigos. Se tenido victorias en hazañas
militares y mucho pesar me causaron las derrotas. Tengo un carácter triste.
Sobre las sublimes ruinas romanas, el coliseo, el palacio Ferlosio. Soy un
hombre de ingenio, ¿he tenido talento para algo? El frio súbito desagradable de
esa región me cala los huesos. Vuelvo aburrido de la velada del embajador.
Escribo mi vida, ¿he sido inteligente o necio, valeroso o cobarde? Que cantidad
de yo y de mí, dirá el lector mas malévolo. Doy cuenta de los movimientos del
alma. Viaje a Barrrera. Me place escribir. Si existe otro mundo veré a
Montaigne. Se enojará y me dirá que no he tenido talento, ¿qué ojo se ve así
mismo?
Vinos de borgoña. Tintos, blancos, claretes, rosados. Es
un vino limpio y brillante. Rojo cereza, de lagrima gorda y lenta. Huele bien. No
hay suciedad. Tiene un aroma intenso. ¡Que quiten estos cacahuetes y pongan
queso y jamón! Tinto claro a 50 cts. Fermentación amarga
FRAGMENTO
DE LA CONJURA DE LOS NECIOS, premio PULITZER, el inmortal personaje quijotesco
de Ignacius. Escrito por un escritor, Toole, que acabó suicidándose, su madre
paseó su novela por todas las editoriales hasta que se la publicaron:
Al desmoronarse el sistema
medieval, se impusieron los dioses del Caos, la Demencia y el Mal Gusto»,
escribía Ignatius en una hoja de sus cuadernos Gran Jefe. Tras el periodo en el
que el mundo occidental había gozado de orden, tranquilidad, unidad y unicidad
con su Dios Verdadero y su Trinidad, aparecieron vientos de cambio que
presagiaban malos tiempos. Un mal viento no trae nada bueno. Los años luminosos
de Abelardo, Thomas Beckett y Everyman se convirtieron en escoria; la rueda de
la Fortuna había atropellado a la Humanidad, aplastándole la clavícula,
destrozándole el cráneo, retorciéndole el torso, taladrándole la pelvis,
afligiendo su alma. Y la Humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo.
Lo que antes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio.
—Esto es magnífico —se dijo
Ignatius, y prosiguió escribiendo apresuradamente. Mercaderes y charlatanes se
hicieron con el control de Europa, llamando a su insidioso evangelio «La
Ilustración». El día de la plaga estaba próximo; pero de las cenizas de la
humanidad no surgió ningún fénix. El campesino humilde y piadoso, Pedro
Labrador, se fue a la ciudad a vender a sus hijos a los señores del Nuevo
Sistema para empresas que podemos calificar, en el mejor de los casos, de
dudosas. (Ver Reilly, Ignatius, J. Sangre en sus manos: El gran crimen, un
estudio de ciertos abusos que se cometieron en la Europa del siglo XVI,
monografía, dos páginas, 1950, sección de libros raros, pasillo izquierdo,
tercer piso, Biblioteca en Memoria de Howard Tilton, Universidad de Tulane,
Nueva Orleans 18, Lousiana.)
(Nota: Envié esta monografía
singular a la Biblioteca como un regalo. Sin embargo, no estoy totalmente
seguro de que la hayan aceptado. Muy bien pudieron tirarla a la papelera,
porque estaba escrita a lápiz en una hoja de cuaderno.) El giroscopio se había
ampliado. La Gran Cadena del Sur se había roto como si fuera una serie de clips
unidos por algún pobre imbécil; el nuevo destino de Pedro Labrador sería
muerte, destrucción, anarquía, progreso, ambición y auto, superación. Iba a ser
un destino malévolo: ahora se enfrentaba a la perversión de tener que IR A
TRABAJAR
Trabaja en invierno, con artrosis
en los dedos, artesano maldito. Nevada. Dedos absueltos del mundo. Manos que acarician,
cogen el cuarzo del suelo. Manos de niño pobre cogen manzanas, manos infantiles
tocan tocino rancio, manos diseccionan ortografía en ojos analfabetos. Manos
como secretos. Orografía humana. Manos instrumentos. Rastrillo al viento. No
rezan las manos, creen en estrellas cargadas de aguas. Sol Heliodo, obedece en
tus manos. Mente en deshielo. Tierra de tus uñas. Manos ancianas de oro harina,
tus manos junto a las mías
Violeta Rangel escribió cosecha roja, sobre un chulo y la prostitución
del personaje. La escritora es en realidad un hombre con seudónimo.
Jodidos cansados como yo, locos
cagalera de amas, niña toma frascos de transilium, viejo que no acaba de
guiñar, muchacha niña, estrellas. La mujer hace caja, estudiante mujer,
acongojada tormenta, resplandor, frio cuchillo hundido entre tus piernas. No
abras las ventanas, figuras, no hay luz Estamos muertos. Llegaron pateras como
hilo de pescar. Abrir todas las puertas, grifos, juró que me pasaría un par de
chutes, solo me queda confiar, cabron, en que te mueras
Eduardo Galeano. Periodista en estos tiempos contemporáneos y
locos. En el libro de los abrazos aparece su micro cuento Celebración de la fantasía En un pueblo desprendido de turistas ofreció
dibujar un cerdito a un niño, los niños querían que les dibujara bichos en las
manos, fantasmas, un ladrón. Envenenada tierra del destierro. No hay aire, sino
lluvia acida. No hay pueblo sino sociedad anónima. No hay empresa sino política.
Aglomeración de ciudades, acciones de las empresas. En vez de realidad;
publicidad. Parece de plástico es el elogio a una flor
Fue a la entrada del pueblo de
Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y
estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar,
enclenque, haraposo, se acerca a pedirme que le regalara una lapicera. No podía
darle la lapicera que tenía, ¿por qué la estaba usando si no? que aburridas
anotaciones, pero le ofrece dibujarle un cerdito en la mano. Súbitamente, se
corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños
que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas
cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: haba quien quería un cóndor
y una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían
un fantasma o un dragón. Y entonces, en medio de aquel alboroto,
un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj
dibujado con tinta negra en su muñeca:
Juana ibarbourou. Poeta uruguaya 1892 en Montevideo 1918 25 escribió tres
libros, lengua diamante, cántaro fresco y nariz salvaje
Vendedor De Naranjas Juana
de Ibarbourou
Muchachuelo de brazos cetrinos
que vas con tu cesta
rebozando naranjas pulidas
de un caliente color ambarino
que vas con tu cesta
rebozando naranjas pulidas
de un caliente color ambarino
Muchachuelo que fuiste a las chacras
y a los árboles amplios trepaste
como yo me trepaba cuando era
una libre chicuela salvaje
y a los árboles amplios trepaste
como yo me trepaba cuando era
una libre chicuela salvaje
Ven acá muchachuelo, yo ansío
que vuelques tu cesta en mi falda
pide el precio más alto que quieras
Ah!, qué bueno el olor a naranjas
que vuelques tu cesta en mi falda
pide el precio más alto que quieras
Ah!, qué bueno el olor a naranjas
A mi pueblo distante y tranquilo
naranjales tan prietos rodean
que agosto semeja de oro
y en diciembre de azahares blanquea
naranjales tan prietos rodean
que agosto semeja de oro
y en diciembre de azahares blanquea
Me crié respirando ese aroma
y aun parece que corre en mi sangre
naranjitas pequeñas y verdes
siendo niña enhebraba en collares
y aun parece que corre en mi sangre
naranjitas pequeñas y verdes
siendo niña enhebraba en collares
Después lejos llevóme la vida
me he tornado tristona y pausada
¡Qué nostalgia tan honda me oprime
cuando siento el olor a naranjas!
me he tornado tristona y pausada
¡Qué nostalgia tan honda me oprime
cuando siento el olor a naranjas!
Si a otro pago muy lejos del tuyo
muchachuelo algún día te llevan
y no eres feliz y suspiras
por volver a tu vieja querencia
Si una tarde en un soplo de viento
el sabor de tus montes te asalta
ya sabrás indiecito asombrado
lo que es la palabra nostalgia
muchachuelo algún día te llevan
y no eres feliz y suspiras
por volver a tu vieja querencia
Si una tarde en un soplo de viento
el sabor de tus montes te asalta
ya sabrás indiecito asombrado
lo que es la palabra nostalgia
Leonardo fabio. Compositor argentino. Etapa de los niños en que el pensamiento
es más profundo que sentir cuando ya no exista. Como un pibe en su dialecto dirá
a su pareja, lo hizo sentir. En la noche verano volvíamos a encontrarnos. Me ofrecías
tu amistad. En el colegio sentí algo especial. No me equivocaba. En tus ojos está
el encanto de tu mirada. Manos con suavidad de caricias. En tu sonrisa
felicidad me faltaba. Encontré todo cuando pensé que no tenía nada. Encontré el aire que me faltaba, desde que te
conocí, todo lo que necesitaba, mi amor por ti
Blas otero baile. Carmín o violeta. Tardes febrero, la nieve volaba
en los prados. Quería caminar por la carretera de Ibarra. El aldeano alzaba la alzada.
Brillaba el sol. Roma de un cerezo. Fluir vivo en sudor presuroso. Menea las hojas
el árbol. Agita las hojas el cerezo, el cielo se apaga de la muerte soñada por mis
antepasados
ROMANCE DE LA LUNA a Conchita García
Lorca
La luna vino a la fragua con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
El Vino
Alberto Cortez
reproducciones
18.781
"Sí señor... el vino puede sacar
cosas que el hombre se calla;
que deberían salir
cuando el hombre bebe agua.
Va buscando, pecho adentro,
por los silencios del alma
y les va poniendo voces
y los va haciendo palabras.
A veces saca una pena,
que por ser pena, es amarga;
sobre su palco de fuego,
la pone a bailar descalza.
Baila y bailando se crece,
hasta que el vino se acaba
y entonces, vuelve la pena
a ser silencio del alma.
El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Cosas que queman por dentro,
cosas que pudren el alma
de los que bajan los ojos,
de los que esconden la cara.
El vino entonces, libera
la valentía encerrada
y los disfraza de machos,
como por arte de magia...
Y entonces, son bravucones,
hasta que el vino se acaba
pues del matón al cobarde,
solo media, la resaca.
El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Cambia el prisma de las cosas
cuando más les hace falta
a los que llevan sus culpas
como una cruz a la espalda.
La puta se piensa pura,
como cuando era muchacha
y el cornudo regatea
la medida de sus astas.
Y todo tiene colores
de castidad, simulada,
pues siempre acaban el vino
los dos, en la misma cama.
El vino puede sacar
cosas que el hombre se calla.
Pero... ¡qué lindo es el vino!.
El que se bebe en la casa
del que está limpío por dentro
y tiene brillando el alma.
Que nunca le tiembla el pulso,
cuando pulsa una guitarra.
Que no le falta un amigo
ni noches para gastarlas.
Que cuando tiene un pecado,
siempre se nota en su cara...
Que bebe el vino por vino
y bebe el agua, por agua."
Desde que el
alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.
¡Qué olor a madreselva
desgarrada y hendida!
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y sintieron vivas bruscamente las cosas.
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y sintieron vivas bruscamente las cosas.
Eres más
clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ríe, porque
eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojo.
Ríe, que
todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Nunca tan
parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.
"Poemas últimos" 1939-1941
De 1510 son las primeras uvas de alicante. Alfonso x el sabio prohíbe la entrada
a vinos extranjeros, fuera del país. Son vinos de gazmacha manastre. Este segundo
vino pega más.
Silvia castelleja
57 autora mexicana. Profesora universidad
En casa no hay calendarios.
Recuerdos hechos marañas. Los calendarios, primores con imágenes de santos que
colgaban las casas antiguas, han desaparecido. Me fui borrando sin que se
dieran cuenta. Ahora ocupo el desván del patio detrás. Prometieron cambiar el
vidrio de la ventana, se les ha olvidado. Aumentan los dolores traumáticos. Tengo
ganas de escribir. Llevo horas buscando el lápiz, no sabía dónde lo había dejado.
A mi edad las cosas se pierden mucho. Mis hijos nietos no me responden, me
miran, voy a mi cuarto tras tomar una
taza de café. Lo hago asi, para vean que estoy ofendida y vengan a consolarme.
Cuando muera ya me extrañareis. Pero la abuela sigue viva. Y se reían y lloré.
Soy un estorbo. Me di cuenta que era invisible y los niños juegan sin tropezar
conmigo. Le puso un te a su cuñado que veía el televisor. El se te fue enfriando y mi corazón. al día
siguiente pasaríamos la tarde en el campo, me puse contenta. Los viejos
tardamos en hacer las cosas. Arrancaron el carro en bullicio. Ella no estaba
invitada, no cabía en el auto. O molestaría a los que viajaran. Contaba canciones
de cuna. Mi nieta acababa de tener un bebe. No era bueno que los ancianos lo
besaran. Por cuestiones de higiene, tanto miedo en contrariarlo. Cuando llegas
a viejo no sientes el fuego de los desaires., Dios quiera que no se conviertan
en viejos inservibles que quieren llamar la atención. Pata que no se mueran
solos estando tan muertos como yo
Isla
ignorada Gloria fuertes (ver gloria) entre bambalinas
Dolor muerte. Ojos pintados negros. Pupilas
cuajadas de lágrimas, que llamaban ojos. Payaso, sus lágrimas continuaban
sintiendo el aliento desgarrador y la sonrisa enorme, que un niño había perdido
cuando muere,
El vino Madrid sufrió la filosema,
un insecto que se extiende y nos dejó sin villas
El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.
La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.
La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.
Soy sólo una mujer y ya
es bastante,
con tener una chiva, una tartana
un "bendito sea Dios" por la mañana
y un mico en el pescante.
Yo
quisiera haber sido delineante,
o delirante Safo sensitiva
y
heme,
aquí,
que soy una perdida
entre
tanto mangante.
Lo digo para todo el que me lea,
quise
ser capitán, sin arma alguna,
depositar
mis versos en la luna
y un astronauta me pisó la idea.
De
PAZ por esos mundos quise ser traficante
-me detuvieron por la carretera-,
soy sólo una mujer, de cuerda entera,
soy sólo una mujer y ya es bastante.
LA CASA DE MI PADRE Gabriel Aresti , 1963
Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
País rico de
Aresti. Tieen la suerte de vivir en un país rico donde a veces no queremos
comer.
V Hugo
fragmento de los miserables.
En la casa del obispo, este desayuna en la mesa. Estremece solo pensar
ponerse cerca de este hombre. Adelante, dijo el obispo. Los gendarmes llevan
preso a un hombre por el cuello. Hacen un saludo militar. Monseñor no es el
cura, es el señor obispo. Tenía la premura que permitía su edad. Había robado
unos candelabros de plata. Se había llevado unos cubiertos. Es cierto, decía
este hombre. Se los había dado un vagabundo y le dejaron marchar libre,
devuelve los candelabros y marcha en paz. Entra por la puerta de la calle y
cierra el pestillo a la noche. Se convierte en un nombre trincado al robar esa
plata. Compran su libertad. No pertenecéis al mal sino al bien, dice el obispo.
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