José Jiménez lozano, con su obra
“el mudejarillo” logra mostrar la pulcritud dentro del castellano. Usa un castellano
antiguo, clásico. Usa un verbo muy florido, costumbrista, lo que analiza es la
intrahistoria de la historia. No los grandes temas o situaciones de absoluto
sino los pequeños detalles. La historia que se inventa es la historia fabulada
de la vida de san juan de la cruz. Contar la vida de este escritor es la excusa
perfecta para recrearse en la buena suerte del castellano y la palabra limpia.
Trata cualquier tema; los nombres y apellidos de gentes que viven en estas localidades
rurales, como es la vida de ellos, en un costumbrismo que se vislumbra en los
pequeños detalles. Es una buena excusa el autor religioso para usar ese
castellano de la época con esos adjetivos, y significados, con la manera
clásica de hablar de los pueblos. No quiere decir que sea un meta lenguaje, su
objetivo no es solo regodearse en el lenguaje. Nos ofrece expresiones y diálogos
con un gran sentido que aparecen en las interrelaciones humanas, expresiones
frescas. Llega a unas expresiones limpias, de costumbrismo en los pueblos
castellanos. Refleja el paso del tiempo pausado, como los cuadros del Veerner;
el tiempo detenido. Entre el tiempo metafísico y concreto, el protagonista es
el tiempo concreto de las situaciones concretas. Luis Landero habla también del
tiempo concreto de las cosas. Es un tiempo que se muestra a través de la fantasía
de los personajes. No es un tiempo que termina en la dureza, la fantasía lo dulcifica
todo. En Lozano el tiempo sirve para sacar a colación las situaciones de una
vida sin necesidad de la fantasía. En este relato pausado no hay necesidad de
fantasear. Ante una realidad hostil hay que fantasear, como hace Landero, pero
la que refleja Lozano es una realidad del día a día. Parece que a veces se ha
quedado detenido el tiempo. Son situaciones de un tiempo histórico, ubicados en
los tiempos de san juan de la cruz., Landero escribe sobre la postmodernidad, la
lucha por la vida en las ciudades (como Baroja) Se trata de reinventar la vida
con la fantasía o sin ella. Sin fantasía la realidad no podría vivirse. En lozano el tiempo es determinado, no hay
necesidad de fantasear la realidad. Los personajes trabajan en campos, celebran
costumbres en días festivos, nos deja un colorido de las vestimentas. No es una
lucha histórica. La historia es una situación. Gracias a la intrahistoria nos
explica como son los personajes. y gracias sobre todo a la riqueza del
lenguaje. Usa adjetivos con mucha presencia. Usa un lenguaje rico en
descripciones; cómo es una mañana, una puesta de sol, cómo es el labriego. No
se mete en como es el trabajo en el campo. Usa gran cantidad de palabras para
describir cual es la labor de un campesino cuando trabaja en el campo. Lo bello
a destacar es el placer que tiene más que de un significado. El placer de leer
como significante la palabra precisa y florida que él pone en sus escritos. Habla
de seres que viven en el pueblo castellano y que todos días hacen costumbres
determinadas, nos hacemos una idea de cómo es ese hombre o mujer a través de la
pulcritud del lenguaje. Es de esa clase de autores que uno sabe que se va a
encontrar siempre lo mismo aun siendo diferente. Refleja la belleza de los paisajes,
la cadencia, lo pausado, lo anti neurótico, lo anti hostil, la anti negritud.
Como los cuadros de Veermer de muchachas o la joven con la perla. Aparece la mujer
con el cantarillo y se ve como hecha agua, prepara la mesa, los campesinos que
están en pequeñas poblaciones. No hay ruido como en los cuadros de Munch, que
son el comienzo de la neurosis, de las sociedades contaminadas por unos ambientes
históricos. Aquí no hay contaminación. En esos cuadros todo es ya artificial. Pero
esta literatura y esta manera de reflejar la realidad es natural. No hay
artificialidad que esconda o embadurne o maquille la propia realidad. Es una narrativa
limpia, nada superflua, nada baladí. Lozano nació en 1931. Su literatura no es
literatura social al amparo de un Cela con la colmena. No es estilística como en
Luis Goytisolo que se recrea en un lenguaje. Es un lenguaje muy pulcro.
Goytisolo emplea el lenguaje del tiempo de la postmodernidad; las afueras, los años
60 y 70. Con la intrahistoria se puede presentar en el siglo XV en un
pueblecito de zona castellana y recrear la vida de personajes que se inventa o que
tienen realidad histórica. Lo importante no es la historia sino la intrahistoria.
El valor bruto de su componente
estilístico es importante y el componente creativo que da significados. Tiene
un diario que se llama los tres cuadernos rojos. Es un diario escrito por el.
Empieza en el año 72 y nos va dando una visión también del tiempo histórico, de
pensamientos filosóficos, su narrativa usa ese lenguaje de forma cadenciosa. No
es una forma hiriente como en el realismo francés (Zola. Flaubert. Balzac)
Reflejar esos ambientes para el autor realista es hacer una literatura pulcra
pero hostil, la lucha por la vida barojiana. Esa cadencia es recreación de un
bienestar porque la vida en esos ambientes produce y provoca el bienestar del
sentir, de una manera no neurótica. No es exactamente una Arcadia feliz sino una
reivindicación racional de la misma. Refleja el fluir natural de las cosas
sosegadas. va hacía una arcadia feliz pero no de una forma ingenua, ¡qué bonito
es el valle! Sabe encontrar la situación de la propia realidad de la vida,
encontrar los matices coloristas de un bienestar que la vida también te regala.
En el mundo árabe es como aquí en la posguerra. La guerra trajo muchas cosas,
pero también la tranquilidad de los pueblos. La abuela pobre dejaba las puertas
abiertas, tomaba las relaciones de forma muy tranquila, con sosiego, trato
afable. Parece que no hay tiempo en los pueblos; la gente se echa largas siestas,
hay tertulias por la noche, te sacan una bandeja de pastitas y te o embutido de
la matanza. Se juega al julepe, o juegos de cartas. El mundo de la ciudad es
una simbología que invitaba a la rapidez, al mundo de las velocidades
ultrasónicas en la convivencia humana. El pueblo sin embargo ofrece los pequeños
detalles y las costumbres de jugar a las cartas un domingo a la tarde mientras los
anfitriones te dan su té y sus pastas. El autor pasaba la tarde en esos
lugares, con los muebles antiguos de caoba, sillones como estos, mesas. En os
pueblos se vivía entre la penumbra de las casas y la luminosidad de la
naturaleza. Eran otros tiempos, otros lugares. También escribe Saradur, una
muchacha judía y como vive en estas localidades castellanas. Y escribe El grano
de maíz rojo. Todos sus cuentos están relacionados con las tradiciones
castellanas como la siesta, o la tertulia por la tarde “a la fresca”.
En los
años 60n surgió el grupo musical el nuevo mester de juglaría. Recopilan escritos
tradicionales de castilla, romances, coplas, zarzuelas, cantares y lo cantan
con la música de aquellos años. Una de
las canciones dice; Por el puente de Aranda se cayó el tio Raymundo pero no se
mató. Son canciones de la tradición castellana, del romancero antiguo. Divulgan
romances y canciones. Agapito Marazuela
es una canción de la tradición oral. La hija del ventero tenía una relación con
no se quien, o un señor rico quería casarse con una chica joven. Era un hombre
potentado de la localidad y en la canción copla se refleja la picardía y el
juego simpático con la diferencia de edad que había entre ellos. La zarzuela,
la copla y la canción tradicional son el
género costumbrista tradicional, trasmitido por la tradición oral. En Goytisolo
denotamos el meta lenguaje y los juegos experimentales, experimentos. No hay
tradiciones ni una muchacha judía que vive en Toledo ni mujeradillos, Goytisolo
usa el lenguaje de ahora, el postmoderno. Goytisolo es la recreación abierta
del lenguaje. Y Lozano se recrea en el lenguaje concreto de tradiciones de los
lugares. Lozano tendrá ahora 85 años. Se le puede comparar con Miguel Delibes
con el que tiene muchas similitudes. Refleja la sencillez del campo, de la naturaleza,
con precisión y descripción de las cosas. Prevalece una prosa poética, se
relame en el lenguaje, enriquece lo narrativo. Es una narrativa de los
adjetivos. Constantemente da significado y mucho color y musicalidad a lo
descrito. Se yergue esta prosa poética frente a una prosa narrativa que se
limita a ser descriptiva. Hay que destacar el lenguaje del propio autor y de
los protagonistas. Embellece y embelesa el texto y la lectura con esas palabras
tan precisas. Pla da también mucha importancia al adjetivo o el propio Juan
Ramón Jiménez. La poesía actual tiende a no usar adjetivos y que lo natural sea
lo más sencillo. Esa sencillez y naturalidad en Juan Ramón es una impostura,
una cosa buscada. Hace apología de la perfección a través de la prosa poética. Es
paradójico que se necesite tanto trabajo artificial y complejo para lograr un
resultado tan natural y sencillo como es Platero o la poesía de Juan Ramón que
está dentro del purismo; buscar la palabra pura, exacta. En Juan Ramón sólo hay
un adjetivo correcto, hay que dar en él, buscarlo, porque no admite polisemia,
cada sustantivo necesita un adjetivo preciso y concreto y no admite otros. Es una
forma matemática y musical, rítmica y ordenada, de hacer poesía, con mucha
riqueza del lenguaje. Hace la realidad sublime a través de la prosa poética.
Lozano no refleja la realidad mágica sino la realidad a secas, pero en ella
siempre encontraremos elementos fantásticos. El hecho de que lo narre un niño
gira el punto de vista hacía una cierta fantasía, que la historia la cuente un
niño con su forma mágica y re encantada de ver el mundo. También el realismo mágico de Márquez es eso;
una prosa poética embellecida sobre la propia realidad. Macondo es un mundo de
una intensa riqueza descriptiva, fruto de esa realidad mágica que inventa. En Lozano
no hay realidad mágica, es la realidad cotidiana, pero a través lenguaje
embellece el entorno. Y las descripciones para que los receptores lectores se
enriquezcan con esos contenidos, del significado y del significante, por el
propio uso de la palabra. Jun Ramón buscaba el Purismo, la pureza del lenguaje,
estaba obsesionado por la palabra o adjetivo que necesitaba en cada momento. La
poesía modernista se regodea en el lenguaje, pero Juan Ramón vira del
modernismo hacia la desnudez de su última poética. Busca la poesía clara y
sencilla, natural. Es una poesía menos narrativa, con muchos adjetivos y poca
acción. Realmente en Platero no hay mucha acción; es la historia de un burro y
la historia solo se mueve lo que el burro se mueve. Juan Ramón solía decir; Vino
a mí la poesía, se quitó la ropa y volví a quererla. Pasa del modernismo a la nueva
sensación de usar el lenguaje concreto dentro de la poesía. Esa sencillez final
es resultado de un proceso muy rebuscado
artificioso. Parece la realidad sencilla como un cuadro de Solana. O de Turner,
del romanticismo inglés. Los paisajes son embellecidos con pequeños detalles
coloristas. Parece improvisado, pero esta buscado; la idea de color, la luz... se
asemeja a los pintores naif, dicen que puede pintarlo un niño, pero el niño lo
hace inconscientemente, y el artista lo hace buscado. La poesía de Juan Ramón
es artificial muy trabajada, busca la pureza. Es pura, desnuda, sencilla, clara.
Se fija en los detalles, en la naturaleza, cuando retrata el burro. Usa un lenguaje
exquisito preciso y atinado. Se tiende ahora a no usar adjetivos en la poesía,
pero para Plá o Juan Ramón eran muy importante. El purismo degeneró en cierta obsesión por el
lenguaje preciso.
Lozano es inclasificable. No
tiene un movimiento donde encasillarlo. Quizá en la narrativa de la tradición
castellana antigua, de la tradición oral, de la tradición costumbrista y del
lenguaje. No es narrativa social ni del absurdo. No se le puede considerar
novelista de posguerra como Cela con la colmena, o Ignacio y josefina Aldecoa. Su
Lenguaje es el de la intrahistoria. Tiene una deuda con el realismo español de Pereda
clarín o Galdós o Bazán, pero sólo en el plano formal, de estilo, de forma; esa
descripción de los pequeños detalles. La novela Entre visillos de Gaite refleja
la tradición costumbrista pero no del costumbrismo social sino de la costumbre
en sí misma. Lozano habla de un tiempo histórico concreto. Habla del niño que
era san Juan de la Cruz. No lo ubicas en los años de posguerra o en el siglo
XVI sino en el lenguaje en si mismo. Lo importante no es el cuándo sino el cómo.
Ubicas la realidad desde sus significados,
lo importante es el lenguaje que empleaban en la época. Narra la historia de
san juan cruz en la novela, recrea la narración con la fantasía del niño que habla
con la madre, con el campesino. Nos encontramos con esa sensación que tenemos
al ir a los pueblos. Es una novela imaginativa pero no fantasiosa. Mudejarillo le
llamaban al niño san juan de la cruz, porque su familia era de tradición
mudéjar. Vive en la zona castellana. La tradición histórica hace que haya niños
vinculados con la realidad religiosa histórica de los árabes. Es la tradición
de sus abuelos que venían de esa línea histórica tradicional. Tenía antepasados
árabes. Jiménez lozano habla de Saramur, una muchacha de tradición judía que
vive en Toledo. Es la excusa para reflejar sus costumbres y religiones. Miguel
Delibes en el hereje el hereje habla de un judío que es converso al
cristianismo, pero sigue teniendo la tradición judía. Le detienen y le condenan
por pertenecer a una religión que conspira contra el cristianismo. La inquisición
era la realidad del siglo XVI, el control ideológico de la población a través de
religión. Convivían las tradiciones cristianas y la propia árabe. Conviven culturas
judías, cristianas y árabes. La novela está llena de símbolos, de iglesias,
mezquitas, sinagogas. Habla de la prolongación de cada ser a través de la religión.
Que el personaje sea un niño aporta cierta magia dentro del realismo. Se refleja
la educación, los trabajos, la vinculación con los padres, su cultura. El niño
tiene una forma encantada de ver el mundo desde una forma fantasiosa.
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