EEUU La inminente guerra de Irak estriba en una cuestión
meramente económica, nos cuenten las historias atómicas para no dormir que quieran. Los europeos
imaginamos “Yanquilandia” como el Saloon donde Bill Gates al piano y las
animadoras de instituto bailando el cancan, frivolizando ante Bush-Trump. Resulta más
triste presuponer su inocencia; confundidos a estas alturas entre liberalismo
económico y libertad social. El 4 de Julio sustituirán el día de la
independencia y libertad, por el de la Seguridad Nacional, pobrecillos. Un país
con tanta paranoia, con esa influencia de la CNN y multinacionales, puede ser
todo, menos libre. Su política(Y por
contagio, la europea) carece del más nimio ideal. Sus guerras se sustentan en
bases “racionales”, y no utópicas, entendiendo por racional bombardear un país
por el “oro sucio”. EEUU se cree liberal por retransmitir televisivamente una
muerte en la silla eléctrica. Sus valores morales giran en la veleta de as
oscilaciones bursátiles. Si Kant opinaba que la ilustración se definía como el
abandono de la minoría de edad y la dependencia de papá estado, actualmente la
globalización es la llegada a la tercera edad, al asilo del siglo XX, donde la
razón descansa herida de muerte. Y la ha sustituido el relativismo, la
ambivalencia moral, el todo vale para el convento. Y con esta disparidad de
morales e interpretaciones personales de la razón, es imposible acuerdo ético,
Razón Universal o consenso de prefectos básicos para convivir. Como la ONU,
pero tomándoselo en serio.
Actualmente nos asolan 2000 guerrillas en todo el
mundo, si consideramos las “partes impúdicas” de la tierra, el sur de nuestro
ombligo; Africa. Ejércitos reclutados entre adolescentes que beben cocacola y
fuman Lucky, aunque se mueran de hambre. (Se internacionalizan antes estos
“productos de primera necesidad” que las ayudas humanitarias) A las ONGs ya no
les vale su definición, ahora deberían
denominarse No- Empresariales. La actual guerra ni siquiera precisa una
realidad; se decide virtualmente en la pantalla de un PC. Igual que se vota por
carisma televisivo y fomento de pensiones. Por si alguien lo dudaba; han muerto
los ideales, dejan en herencia mensajes anacrónicos, prototipos sociales
comercializados por la publicidad vacíos de toda anterior simbología y
contenido. (No hay más que ver la extensión de las efigies del Ché en las
camisetas quizá también de Taiwan) ¿Qué doctrina contemporánea nos impregna del
ímpetu del antiguo Ideal? La publicidad, el ideal del Bohemius Borgueus. Cierto
es que por ellos se ha muerto y matado, pero ahora sin ellos, se sigue muriendo
y matando. Sólo que ahora las justificaciones a la guerra resultan más
primarias, más cercanas a las rivalidades del clan neolítico que a las grandes
y peligrosas palabras de antaño.
En nuestro país, ya
eximio el servicio militar obligatorio, nos hablan de vocación y nos da la risa
floja. Intentan justificar la presencia de la violencia organizada, alegando
ser el hobbie y pasión de unos cuantos. Para los que aman tanto los gatillos,
no hay diferencias entre proteger la nación, disparar halcones, pronunciar
levantamientos, o pertenecer a un comando terrorista. Los asustados por una
simple metralleta de plastico, nos cuestionamos su protección en nuestros días.
Para disturbios nacionales contamos con un cuerpo de policía, para asuntos
internacionales; la ONU, las ONGS, las palabras... Pero el ejercito sigue
ahí,ante la invisible amenaza exterior, ante los Bin Laden fantasmagoricos y
los Sadams Huseim de Casterville. Sobrevive su ¿prestigio? por ofrecer ayuda a países
asolados por otros ejércitos menos caritativos, por promocionar a la mujer y
sustentarse del fracaso escolar. Su obligatoriedad desaparece precipitadamente,
dejando paso a la acelerada profesionalización, a unas cuentas que no acaban de
cuadrar; Miles de millones de publicidad, escuelas impartiendo FEM (La
asignatura de la Formación del Espíritu Militar), pruebas de acceso para
soldados profesionales excesivamente fáciles de superar (¿Que clase de batido
de cerebros nos protege?) y a pesar de todo siguen sin cubrirse todos los
puestos vacantes. ¿Aceptamos ya la muerte de la vocación militar? ¿Quién puede
sentir el deseo de matar?
La guerra medieval (Héroes y armaduras) no dejaba
muchos regueros de sangre (Más bien asfixias entre tanta chatarra y caídas del
jinete) y se eternizó hasta cien años. La actual se salda en un par de
estratégicas coordenadas; y los soldados, lejos del honor renacentista o el
heroicismo romántico, se venden a la mejor bandera, con tal de ascender en la
jerarquía de mandos. ¡Qué ridículo hablar de vocación como si de curas,
escritores o científicos se tratara!; ¡Llamémosle con propiedad profesión!.
Negocio
que mueve fortunas tan rentable como la prostitución, el trafico de drogas y la
cosmética, enriqueciendo a una minoría. El 80% de la humanidad sumida en la
miseria no justifica que la fuerza bruta sea la única forma de mantener vivo un
mundo injusto. 2,5
billones con B de Barbaridad se destinan
en nuestro querido país democrático para gastos militares. Ese dinero proviene
de nuestra renta, de no negarnos a la abstención fiscal para gastos militares,
a favor de mayor atención social. Una realidad tan cercana como la fábrica
armamentística de Eibar.
EL PACIFISMO COMO FILOSOFIA El movimiento antimilitarista percibido en los
juicios de faltas, sólo en Euskadi detuvo y procesó a 150 individuos en
consejos de guerra por acciones no violentas como negarse a coger un arma. Es
celebre la frase de Gandhi de que no hay camino para la paz, que la paz es el
camino. El fin esta en los medios y por ello no debemos quedarnos pasivos sin
mediar en esta desbordante realidad. El nihilismo rechazó la guerra como
rechazaba toda actividad, refugiándose en el pesimismo existencial de que el
infierno son los otros, y la culpa de los políticos. El infierno somos cada uno
de nosotros, pasivos ante el televisor; y nuestra obligada libertad nos fuerza
a ser consecuentes con SaperAude; pensar por nosotros mismos y negarse a
empuñar la peor arma, la de la indiferencia, grillete del ser humano.
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