sábado, 25 de febrero de 2017

LA GUERRA



EEUU La inminente guerra de Irak estriba en una cuestión meramente económica, nos cuenten las historias atómicas  para no dormir que quieran. Los europeos imaginamos “Yanquilandia” como el Saloon donde Bill Gates al piano y las animadoras de instituto bailando el cancan, frivolizando ante Bush-Trump. Resulta más triste presuponer su inocencia; confundidos a estas alturas entre liberalismo económico y libertad social. El 4 de Julio sustituirán el día de la independencia y libertad, por el de la Seguridad Nacional, pobrecillos. Un país con tanta paranoia, con esa influencia de la CNN y multinacionales, puede ser todo, menos libre.  Su política(Y por contagio, la europea) carece del más nimio ideal. Sus guerras se sustentan en bases “racionales”, y no utópicas, entendiendo por racional bombardear un país por el “oro sucio”. EEUU se cree liberal por retransmitir televisivamente una muerte en la silla eléctrica. Sus valores morales giran en la veleta de as oscilaciones bursátiles. Si Kant opinaba que la ilustración se definía como el abandono de la minoría de edad y la dependencia de papá estado, actualmente la globalización es la llegada a la tercera edad, al asilo del siglo XX, donde la razón descansa herida de muerte. Y la ha sustituido el relativismo, la ambivalencia moral, el todo vale para el convento. Y con esta disparidad de morales e interpretaciones personales de la razón, es imposible acuerdo ético, Razón Universal o consenso de prefectos básicos para convivir. Como la ONU, pero tomándoselo en serio.
Actualmente nos asolan 2000 guerrillas en todo el mundo, si consideramos las “partes impúdicas” de la tierra, el sur de nuestro ombligo; Africa. Ejércitos reclutados entre adolescentes que beben cocacola y fuman Lucky, aunque se mueran de hambre. (Se internacionalizan antes estos “productos de primera necesidad” que las ayudas humanitarias) A las ONGs ya no les vale su definición, ahora deberían  denominarse No- Empresariales. La actual guerra ni siquiera precisa una realidad; se decide virtualmente en la pantalla de un PC. Igual que se vota por carisma televisivo y fomento de pensiones. Por si alguien lo dudaba; han muerto los ideales, dejan en herencia mensajes anacrónicos, prototipos sociales comercializados por la publicidad vacíos de toda anterior simbología y contenido. (No hay más que ver la extensión de las efigies del Ché en las camisetas quizá también de Taiwan) ¿Qué doctrina contemporánea nos impregna del ímpetu del antiguo Ideal? La publicidad, el ideal del Bohemius Borgueus. Cierto es que por ellos se ha muerto y matado, pero ahora sin ellos, se sigue muriendo y matando. Sólo que ahora las justificaciones a la guerra resultan más primarias, más cercanas a las rivalidades del clan neolítico que a las grandes y peligrosas palabras de antaño. 
En nuestro país, ya eximio el servicio militar obligatorio, nos hablan de vocación y nos da la risa floja. Intentan justificar la presencia de la violencia organizada, alegando ser el hobbie y pasión de unos cuantos. Para los que aman tanto los gatillos, no hay diferencias entre proteger la nación, disparar halcones, pronunciar levantamientos, o pertenecer a un comando terrorista. Los asustados por una simple metralleta de plastico, nos cuestionamos su protección en nuestros días. Para disturbios nacionales contamos con un cuerpo de policía, para asuntos internacionales; la ONU, las ONGS, las palabras... Pero el ejercito sigue ahí,ante la invisible amenaza exterior, ante los Bin Laden fantasmagoricos y los Sadams Huseim de Casterville. Sobrevive su ¿prestigio? por ofrecer ayuda a países asolados por otros ejércitos menos caritativos, por promocionar a la mujer y sustentarse del fracaso escolar.  Su obligatoriedad desaparece precipitadamente, dejando paso a la acelerada profesionalización, a unas cuentas que no acaban de cuadrar; Miles de millones de publicidad, escuelas impartiendo FEM (La asignatura de la Formación del Espíritu Militar), pruebas de acceso para soldados profesionales excesivamente fáciles de superar (¿Que clase de batido de cerebros nos protege?) y a pesar de todo siguen sin cubrirse todos los puestos vacantes. ¿Aceptamos ya la muerte de la vocación militar? ¿Quién puede sentir el deseo de matar?
La guerra medieval (Héroes y armaduras) no dejaba muchos regueros de sangre (Más bien asfixias entre tanta chatarra y caídas del jinete) y se eternizó hasta cien años. La actual se salda en un par de estratégicas coordenadas; y los soldados, lejos del honor renacentista o el heroicismo romántico, se venden a la mejor bandera, con tal de ascender en la jerarquía de mandos. ¡Qué ridículo hablar de vocación como si de curas, escritores o científicos se tratara!; ¡Llamémosle con propiedad profesión!.
Negocio que mueve fortunas tan rentable como la prostitución, el trafico de drogas y la cosmética, enriqueciendo a una minoría. El 80% de la humanidad sumida en la miseria no justifica que la fuerza bruta sea la única forma de mantener vivo un mundo injusto. 2,5 billones con B de Barbaridad  se destinan en nuestro querido país democrático para gastos militares. Ese dinero proviene de nuestra renta, de no negarnos a la abstención fiscal para gastos militares, a favor de mayor atención social. Una realidad tan cercana como la fábrica armamentística de Eibar.
EL PACIFISMO COMO FILOSOFIA El movimiento antimilitarista percibido en los juicios de faltas, sólo en Euskadi detuvo y procesó a 150 individuos en consejos de guerra por acciones no violentas como negarse a coger un arma. Es celebre la frase de Gandhi de que no hay camino para la paz, que la paz es el camino. El fin esta en los medios y por ello no debemos quedarnos pasivos sin mediar en esta desbordante realidad. El nihilismo rechazó la guerra como rechazaba toda actividad, refugiándose en el pesimismo existencial de que el infierno son los otros, y la culpa de los políticos. El infierno somos cada uno de nosotros, pasivos ante el televisor; y nuestra obligada libertad nos fuerza a ser consecuentes con SaperAude; pensar por nosotros mismos y negarse a empuñar la peor arma, la de la indiferencia, grillete del ser humano.

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