Estoy escuchando el independence
day de Bruce Springsteen mientras por la televisión los estadounidenses cometen
uno de los mayores genocidios de la historia. Si suman las victimas de la
guerra del golfo y la de Vietnam pueden hacerse una idea de cuantas personas
están muriendo en Irak. Por eso escribo lo que escribo.
La guerra. Hobbes decía
que la guerra es innata al hombre porque el hombre es una bestia, un lobo para
el hombre. Y Shopenhauer, su discípulo, dijo algo muy parecido. Y podríamos concluir
que el hombre tiene un instinto irascible como decía platón o thanatico como
decía Freud de infringir daño a los demás. Sí, es muy fácil escudarse en los
instintos, ¿verdad? Es muy fácil y cobarde decir que yo pego porque tal es mi
naturaleza. Los animales tienen
instintos asesinos, cierto, pero ellos matan simplemente por necesidad, por
instinto. Nosotros matamos por deseo, por voluntad, porque la imaginación puede
hacer cosas éticas y entonces decimos que hace “cosas racionales” o cosas
amorales lo cual nos resulta “absurdo”. Lo que nos separa de un animal es
nuestra Imaginación que sublima esos instintos. Y sí a esto gustan de llamarlo
Razón, allá ustedes pero no es lo mismo sublimar que reprimir. Para lo único
que al hombre le ha servido su concepto ya en desuso de Razón es para
reprimirse internamente. Tenemos resistencia a abandonar definitivamente este
concepto obsoleto de Razón porque creemos estúpidamente que en la ONU descansa
“el tribunal de la razón universal kantiana” o algo así, y sí no... en la Unión
Europea. Cuando las decisiones que allá arriba se toman los de aquí abajo las
ven absurdas y nada racionales. La razón simplemente es una palabra bonita pero
nada en esta vida se hace racionalmente, la razón es tan relativa y subjetiva
como el concepto de Dios. Inventamos a la Razón a nuestra viva imagen y
semejanza. Y decir esto no es relativista sino muy realista. Igual que se ha
desmitificado a Dios, el segundo paso es desmitificar a la Razón, pero no para
quedarnos en pañales sin ningún concepto sustitorio sino para erguir
definitivamente a los mitos, a las creencias, a las religiones, a las
literaturas, a las fantasías y a la Imaginación como la principal y soberana fuerza que rige en el hombre; la
capacidad de soñar, de desear, de inventar, de crear. Y para llevar a cabo esta
transmutación de valores a la que Nietzche ya invitaba debemos juzgar
críticamente lo que hoy se entiende por lógico y sustituirlo por nuestra
ilógica del corazón, que los buenos sentimientos, como Espinoza o Kant decían,
son la base de toda ética. Lo que se entendía por “sentido común” será en la
postmodernidad sentido utópico, acomún, diferente. Lo que hoy entendemos
por “normal” hay que desestructurarlo y erguir a lo “diferente” como lo que
siempre nos va a aportar novedad y originalidad, y por tanto evolución y
progreso moral. (Cuando todos piensan lo mismo nadie piensa demasiado) Hay que
constatar que las diferencias existen; políticamente hay diferencias Norte-
Sur, geográficamente Teruel también existe, educativamente hemos sido los
marginados de la clase, sicológicamente todos somos diferentes. Todos somos
diferentes de hecho aunque iguales en derecho. Lo que hoy se entiende por
“racional” es sólo fruto de la imaginación circunstancial, del espíritu de
nuestra época, de la tormenta de ideas de nuestra sociedad.
Lo que se entiende por “realidad”
al fin y al cabo son las novelas positivistas y realistas y naturalistas del
siglo XIX. Sólo se entiende por realidad lo que los medios de comunicación
crean. La realidad es una ficción. Lo que no sale por un telediario no existe.
Y frente a esa realidad nosotros reivindicamos nuestras fantasías, las de cada
cual, personales y únicas. Frente a este mundo inamovible y este sistema
tecnocratico nosotros proponemos otro mundo. No sé si mejor o peor, pero quiero
otro. No me creo el mejor de los mundos posibles y el sistema menos malo de
todos pueda causar tanta muerte. No estoy creando ninguna utopía ni
reivindicando utopías socialistas ni nada, simplemente invito a crearnos un
mundo interior, pero no para evadirnos en él, sino para crear un nuevo mundo
exterior. Estoy invitando a soñar por nosotros mismos sueños grandes, y no sólo
los pequeños sueños a los que nos invitan las fábricas de sueños del cine o la
literatura.
Una ética basada en nuestros
buenos y grandes deseos y no en los pequeños deseos interesados a los que nos
incita la publicidad. Al final, ¿qué era
la Razón que tanto los antiguos racionalistas como los modernos ilustrados
mentaban hasta la saciedad? Nada, absolutamente nada. La razón de Aristóteles,
Platón, Descartes, Kant y hasta la de Ortega es sólo una palabra, una categoría
filosófica. Lo que de verdad nos separa de los animales es la Imaginación.
Todos los filósofos han intentado crear en sus sistemas pensamientos únicos
excluyentes de los demás, y han mitificado el concepto de razón o logos. Y hoy
los postmodernos lo desmitificamos. El filosofo parte de su imaginación y de la
imaginación de otros como él para crear su filosofía (esto es lo priori) y de su
experiencia o la de los demás (esto a posteriori) Y una vez vértebra todo su
sistema tacha a todo pensamiento diferente de fantasías, de sombras, de
sofismos. Pocos filósofos han aceptado que escribían según su subjetividad e
imaginación, quizá el primero de todos ellos ha sido Nietzsche que por eso ha
quedado como el más sincero de todos, el que reconoce “mentir sus verdades”. Si
sustituimos el concepto anticuado de Razón por el postmoderno de Imaginación,
podemos ya decir que el hombre no hace la guerra por ignorancia o por maldad
que lleva en la sangre o por intereses materialistas y económicos, sino
sencillamente por falta de imaginación. Los norteamericanos no saben que hacer
con su tiempo libre, viven en la indolencia, no tienen cultura ni pasado y por
tanto tienen poco mundo interior, no saben como pasar su “free time” y el tedio
o el spleen se adueña de ellos.
La mayoría de norteamericanos no leen, la educación de este país es la peor de todos los países del Norte, la incultura es tal que el americano para matar el tiempo compra cachivaches tecnológicos, asiste a misa para escuchar al pastor, se pasa todo el fin de semana viendo el final del count down y las ligas de fútbol americano, y béisbol, se va de dominguero al centro comercial a pasar el día o practica el golf a lo Yuppie como su presidente. La falta de “quehaceres” es lo que les lleva a hacer la guerra. No se les educa a pasar mejor su tiempo y sólo les invita la televisión a copiarse unos a otros ese “way of live”. La población se aburre y necesita ver en su televisor la última de guerra y explosiones, un papá- estado que les proteja y les de la seguridad necesaria para no moverse de su sofá- bunker (les aterroriza salir a la calle por miedo a los terroristas invisibles, que es junto a la locura de pensar diferente, lo que más temen, mucho más que a la muerte) Para que estos americanos no hagan zapping y sigan viendo el Telediario...Para que estos americanos sigan robando petróleo y condunciendo de un lado a otro de la ciudad en sus coches sin saber a donde ir, perdidos y desorientados en estrés y horarios. Para que sigan distraídos de la privatización desaforada en su país, de la falta de asistencia social o de todos los problemas con la educación y la sanidad pública, o con su falta de democracia... por todo ello se les distrae poniéndoles una película de guerra en sus televisores. Siempre ha habido dos clases de niños; los que se aburren y necesitan ver películas de acción en la televisión y luego se convierten en pequeños matones en potencia. Y los que no necesitan televisión y se inventan sus propias fantasías, inventándose juegos para los otros niños y resultan ser los más pacíficos. Por desgracia somos menos los niños imaginativos y soñadores que los niños realistas y matones. Somos pocos hombres de reflexión y empollones y muchos matones de acción. Y Bush es el paradigma de este niño pegón y matón. Uno se piensa que la guerra al volverse más tecnológica será también más rápida, un flash, pin pan, guerra relámpago o tormenta, bombardear una población civil desde las alturas y ya. Yo creía, desde mi inocencia, que la guerra postmoderna jamás sería una guerra de desgaste como las del siglo XX, sino una guerra casi virtual, donde se mataría a más personas pero en poco tiempo, para que la opinión pública o la ONU no tenga ni tiempo para hacerse en situación (ética en situación es un concepto sartriano) Y lo que me extraña de esta guerra es que estén asesinando cruelmente delante de todos nosotros, delante de las cámaras, sin esconder nada, abiertamente, y aún así asistamos impasibles a este genocidio. ¿qué nos pasa? ¿no tenemos imaginación, todo esta ya inventado o qué? ¿A nadie se le ocurren alternativas diferentes? ¿por qué nadie mueve un dedo?
La decadencia occidental y
americana no es otra cosa que falta de imaginación. En esta sociedad el
problema no es que hayan muertos las ideologías o religiones anteriores, sino
que escasean las nuevas ideas. El comunismo tenía que caer, como cayó el
cristianismo y antes de él todas las civilizaciones pero siempre ha habido
después sustituciones y cuando no se encuentran nuevas ideas, sino que resurge
en la new age por ejemplo misceláneas de creencias, en la meta literatura o
meta filosofía retazos de todos los autores, en la política copias de los modelos
anteriores y en la arquitectura impera lo eclíptico, ósea la mezcla, la
miscelánea... parece que estamos
condenados a no inventarnos nada nuevo, a no soñar nada nuevo, simplemente a
repetir los modelos anteriores, simplemente repetimos los errores del pasado,
porque Bus no tiene imaginación alguna y ni siquiera ha sido un Edipo y ni se
ha rebelado al padre y no hace sino imitarle. Y cuando las nuevas generaciones
no trasgeden las anteriores (es ley de vida que el discípulo supere al maestro
y el hijo al padre) es porque vivimos un retroceso político (pasamos de los
estados proteccionistas y paternalistas a las multinacionales con fuerte
asistencia social y un giro a lo conservador), una aculturización
estadounidense y una involución histórica. El día que EEUU bombardeó Afnagistan
y se cayeron las torres gemelas, como símbolos de estas ruinas decadentes,
todos sentimos que en vez de empezar una nueva era, como nos intentan hacer
creer, volvimos hacía atrás. Muy atrás en la escala de la evolución humana.
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