El video recrea el transito
de esclavos del XVII y XVIII, desde su vieja África natal hasta el “Nuevo
Mundo” mortuorio. Un guía enseña a sus descendientes africanos los restos de
los mercados y los resquicios de aquel pasado vergonzoso. En esta isla Dorin se
comercializó con millones de esclavos, embaucándoles y embarcándoles en largos
viajes trasatlánticos.
El comercio de esclavos es tan antiguo como la
civilización, no sólo los griegos o romanos, sino los árabes ya los vendían en
los mercados del Sahara. Antes de estas transacciones transoceánicas
esclavistas a gran escala, se daba la trata árabe.
En ella se demandaban y ofrecían mujeres y efebos
vírgenes a los que castraban en plan enenuco. También se acudía a estos
mercados en busca de mujeres fértiles que pudieran fecundar un descendiente.
Estas tratas de esclavas se relacionaban directamente con la prostitución, los
harenes, los baños turcos y los placeres voluptuosos árabes.
En cuanto a la tragedia africana, el video hace
patente el pacto encubierto entre los europeos colonialistas y las tribus
originales de la zona. Los mismos fuertes militares o civiles se edifican con
el beneplácito de los gobernantes locales. Los mercaderes se constituían como
báculo entre las familias paupérrimas en la necesidad de vender una hija y el
colono que precisaba mano de obra barata para las minas de oro o las
plantaciones o encargadas del hogar en sus grandes ranchos y haciendas. (Sur
segregacionista EEUU) Los autóctonos de los pueblos africanos, especialmente en
los puertos, comerciaban con los prisioneros de sus guerras tribales. Casi
muchas de ellas se desencadenaban con esta finalidad económica. Los enemigos o
incluso sus propios conciudadanos eran vendidos como otros bienes tangibles, igual
que intercambiaban marfil o oro a cambio de los “exóticos” productos europeos.
Este clima de disgregación tribal se debía precisamente a la inculturización
llevada a cabo por la que se preciaba de única civilización, en la verdad
absoluta y en el cenit cultural y científico (positivismo). Su sistema
colonista de dependencia- explotación sumado a las sequías asolaban a ese
gigante herido que es el continente africano.
La misma infraestructura económica Metrópoli-
colonia posibilita y desencadena esta
reacción colaboracionista con “el hombre blanco”. La crisis de sus sistemas
políticos tradicionales cuestionados por el conquistador potencia inestabilidad
social y el empobrecimiento de unas familias hasta ahora dedicadas a la
agricultura autarquica y autosuficiente, que se vean obligados a luchar contra
otras tribus por mediación de los europeos en su expansión colonial. Es el
sistema implantado por los colonos el que provoca la inseguridad colectiva de
venderse entre ellos. Una triste realidad histórica que a los africanos que
visitan la Isla Dorin les resulta difícil de aceptar, y la entienden por
traición.
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