En este
ensayo Lucía Etxebarria expone una introducción sobre el mundo literario y sus razones
para escribir. El panorama que presenta es bastante desolador pues hace una fotografía
de un mundo lleno de envidias, rencores, redecillas entre escritores… los
grandes premios están amañados, la crítica está alejada de los gustos del
público y llena de clichés y prejuicios. Es un mundo predominantemente machista
y patriarcal. A la mujer escritora se la trata despectivamente y muchas veces
con sobre protección, la infantilizan y la cosifican, y la tratan con
paternalismos. Lucia Etxebarria expone sus orígenes vascos, habla de su madre,
de que empezó a leer a los 3 años por aburrimiento y soledad a pesar de su
cantidad de hermanos. Tenía fama de escribir buenas redacciones en su cerrado
colegio de monjas. Quizá no tuvo muchas amigas en el colegio, donde la trataban
de “empollona”, pero sí en la carrera. Su
carrera en Madrid de Ciencias políticas y de la Información le abrió la mente y
desarrolló su afición a la escritura, al arte, a la música. Relata alguno de
sus viajes en el extranjero, las noches de farra, y como tuvo muchas relaciones
sin encontrar nunca el amor verdadero.
La
principal razón para escribir radica en su “enfermedad” entre sicologíca y
física, que muchos critican de provocada y fingida para darse importancia. Su enfermedad
mezcla episodios de bulimia, amenorrea, obesidad, neurosis, crisis de
identidad, anemia... y adicción al prozac.
Ella necesita
escribir como terapia, como curación y recuperación de sus crisis. No lo enfoca
nunca como un negocio. Es más bien una vocación o una instrucción, un conjunto
de obsesiones que deben salir para estar ella bien y entenderse así misma. Es
una escritora atípica; en su juventud no asistía a todas las conferencias ni se
codeaba con escritores ni compraba revistas literarias, acaso compraba la que
leer, el hola de los escritores. No perseguía a los escritores por la calle o
los seguía a todas sus ruedas de prensa y conferencias. Para empezar, Lucía desconfía
de la Critica, del pensamiento globalista y cerrado, y por supuesto del lastre
franquista que todavía acarrea el mundo literario.
Arremete en
este ensayo contra la distorsión de frases y entrevistas por parte de los
periodistas y de la subjetividad de críticos y periodistas que la llamaron en
su día “puta, provocadora”. La consideran una escritora joven e inmadura (a sus
más de 30 años). La han tildado de transgresora y la han puesto mil etiquetas. Se
ha querido ver una polémica y una enemistad entre ella y la escritora de Llodio
Laura Espido Freire. La han acusado de tenerla recelo, o envidia, ya que ella
es de clase social más alta, más guapa, más fina, ha viajado más y ha sido niña
prodigio. Esta enemistad ha sido parte de un márquetin y una campaña de las
editoriales por vender más libros. Las han asociado porque ambas son vascas
(Lucía de Bermeo y Espido de Llodio), jóvenes y de parecida edad aunque no hay
relación entre lo que escribe una y la otra (quizá el tema de la secta de
Melocotones helados se parezca al del contenido del silencio) Espido ha sido
mejor acogida por la crítica que Lucía, a la que consideraban escribía una
prosa infantil, sensacionalista y basada en abanderarse de todas las causas
postmodernas; el pacifismo, el ecologismo, la defensa de los gays y LGTB, el
feminismo sobretodo, lo anti taurino, el veganismo… Se podría hablar de la
misma generación en cuanto a origen, edad y tema. Laura es más dada al amor y
Lucia al sexo. Espido sería la chica buena que va al cielo y Lucía la que va a
todas partes. Laura tiene estudios de canto, teatro y filología inglesa. Lucia
Etxebarria es periodista y doctora honoris causa en muchas universidades. Ambas
han hecho másteres, han trabajado en revistas de moda, han viajado mucho al
extranjero, han recibido multitud de premios… nadie es profeta en su tierra y
Lucia ha tenido que irse a París para encontrar el reconocimiento de público y crítica
u el éxito. En Alemania la critica la recibe bien. En Europa siguen más
adelantados que en España en materia literaria.
Lucía critica
el panorama literario actual y habla de su porvenir, quizás es el ensayo con mayor
realismo hasta ahora sobre la verdad de los certámenes literarios. La autora no
proviene del mundillo literario sino de la calle. Las columnas que Lucía
publica en el Mundo y en el ABC tienen un toque irónico, sarcástico, gracioso y
punzante en su ABC literario. Un periódico puede ser de derechas y conservador
como ABC pero mantiene en la plana de columnistas a firmas de izquierda como es
el caso de Lucía Etxebarria. Parece que así el periódico lava su imagen de
trasnochado y aporta una nota de color a la grisura del periódico.
Respecto
al Feminismo, junto al erotismo femenino, es el gran tema de la autora. Al
contrario que Angeles Caso y Ana María Matutes distingue entre literatura
femenina y masculina. Cree que el hombre ha recibido otra educación, más
liberal, y que la educación de la mujer es más recesiva y opresora. Hombres y
mujeres entienden de diferente forma la sexualidad. El hombre es explícito y
salvaje, le han educado para desfogarse, para necesitar el sexo. Esto viene de
la prehistoria cuando el hombre cazador buscaba una mujer de pechos grandes
pues estos eran garantía de tener buenos hijos y preservar la especie. A la
mujer en cambio se la ha educado para que caze marido y ella busca amor y
relación mientras que el busca sexo. La mujer debía ser ángel del hogar, esposa
y ama de casa y madre, buscar al príncipe azul. Al hombre se le permitía más y
podía tener más infidelidades pues el sexo era para el hombre una necesidad
natural. La mujer debía hacerse de rogar, dejar el sexo para después del
matrimonio.
La mujer debía
ser dulce, sensible, tierna, intimista y romántica. Arremete Lucía contra el
maltrato a la mujer, señala que las mujeres leen más y habla sin tapujos del
lesbianismo, el incesto, la vida privada, el morbo, la eutanasia, la píldora y
el aborto.
Lucía
defiende el plagio, no el plagio brutal y textual sino lo que ella llama “intertextualidad”.
Es la idea de que todo esta escrito ya. Nos seguimos preguntando lo mismo que Aristóteles
pues la filosofía solo son preguntas y el humanismo no avanza aunque avance la tecnología
y el pensamiento tecno científico. Las pasiones humanas son siempre las mismas,
no pasan de moda, todo está ya en Shakespeare. Nada del hombre es ajeno y no hay nada nuevo
bajo el sol. Por eso, porque los grandes temas son eternos, todos nos plagiamos
unos a otros. Lo que decía Cicerón puede decirse ahora con otras palabras. Y en
ese sentido está bien hacer homenajes a los grandes maestros, colocar en las
novelas frases e incluso párrafos, pero siempre citando la autoría. Se trata de
una especie de homenajes a estos autores, a estos grandes maestros. Todos pensamos
parecido, tenemos parecidas escalas de valores y por eso una frase puede
recordarnos a otra ya dicha con anterioridad.
Se posiciona a favor del apropiacionismo. Los temas se copian (nada es
original), pero el talento, lo que hace
cada gesto diferente(la personalidad y carácter), no se remeda.
Luego, Lucía
toca un tema personal sin llevarlo a lo egocéntrico; Ella si es como las demás.
Se considera una mujer normal. De hecho, titula a una de sus recopilaciones de
cuentos; una historia de amor como otra cualquiera. Ella es una mujer que ya no
quiere sufrir por amor, como otro de sus ensayos. Y como diría María Teresa
Campos. ¿amar, para qué? El amor nos causa más depresiones y molestias que el
estar solos. Lucía quiere que la dejen de agobiar con regalos, invitaciones,
flores, proposiciones de amor, declaraciones… San Valentín es un invento del
corte inglés. Tampoco le gustan los comentarios sexistas y xenófobos del Facebook,
las subidas de tono de algunos de sus detractores en internet, y esos pesados
agolpados en la feria del libro a por una firma suya. Al igual que las postales
de lugares turísticos (nunca ha entendido su cometido) no entiende qué sentido
tiene sacarse una foto con ella y que les garabatee una firma en su libro. Si
no fuera famosa, no la entrarían así. Es el precio que hay que pagar por la
fama, quizá. Ella en el fondo es tímida, aunque tenga apariencia de verdulera
por su forma vehemente y sincera de decir las cosas. Puede gritar, puede
defender con vehemencia sus convicciones y opiniones, pero en el fondo forma
parte de esas tímidas que hablan por los codos sin parar por su timidez. Habla por
miedo a quedarse callada. Es una gran vergonzosa. Odia la prensa rosa, la
intromisión. Un escritor es escritor, no un modelo de fotos ni una relaciones
públicas. Tampoco es un sabio que sabe y opina de todo en la opinión pública. Los
que se la declaran no lo hacen por ella sino por su físico y la versión
idealizada que tienen de la autora. En el fondo son prejuicios hacía ella
(buenos o malos), ya que no la conocen. Además, no puede servir de mentora, ni
de asesora literaria de nadie ya que tiene gustos muy particulares, eso es
subjetivo y no querría arruinar a nadie. Por eso no lee novelas de autores
noveles. Y el último tema es un
presuroso (y que no quizá no venga a cuento en un ensayo literario- feminista) repaso
de problemas, crisis, guerras, modas, enfermedades y noticias que afectan al
mundo.
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