La
revista Diez Minutos realizó un reportaje fotográfico no autorizado (un robado)
a la familia del presidente de Gobierno, Zapatero, en el cual sus hijas
aparecían fácilmente identificables. El presidente del ejecutivo envío un
“burofax” a la directora para que cubriera el rostro de sus hijas, reclamando
así el derecho a la intimidad que debería proteger – sobretodo- a los menores
de edad. Una portavoz de la revista se retractó por esta publicación. Según “la
ley de protección jurídica del menor” y según “la ley de protección del honor”
para fotografiar a un menor se exige una autorización del tutor en el que recae
la patria potestad.
Los medios de comunicación no
ejercen hoy en día un cuarto poder, ya que están subyugados a intereses
políticos- económicos como legitimidadores de su “status quo” y no como
críticos del mismo (como eran por ejemplo a finales del franquismo o en la
transición) Sin embargo, los medios tienen aún mucho poder, sobretodo como
creadores de la realidad y de los personajes interventores- protagonistas- de
esta realidad. Por ello en los medios se dan luchas de poder, igual que en el
mundo político o el empresarial, todos dominados por la competencia a toda
costa. Esto lleva a pensar que detrás de cada noticia dada se esconden muchos interés
personales. Puede analizarse si la revista citada ha estado siempre más
tendente a la derecha. O puede reflexionarse sobre el mundo arribista o
“pelotero” del periodismo: la revista después de “errar” se retracta
oficialmente. (si hubiera sucedido con un vulgar famosillo no se habría
arrepentido públicamente)
Al margen de estas reflexiones
políticas, la reflexión periodística en sí son los límites entre lo público y
lo privado. Un debate ético que Kant ya
intentaba solucionar, diciendo que él como pensador era visto en un rol
de personaje público – de maestro, de profesional- pero en su intimidad era
visto por quienes le querían como una persona, acabada en “a” y no en “aje”. No
sólo somos como nosotros nos vemos, sino como nos ven los demás. Los medios de
comunicación pueden subir a una persona a la cima, a los 15 minuto de fama que
Warhol popularizó (rodando “cortos” de frikies o monstruitos sociales), y con
las mismas pueden arruinar la carrera de una persona importante hasta
extinguirla totalmente. (un político que ya no interese y al que se acuse de
pactar con tal o de lo que sea, un escritor a quien haya que silenciar etc)
Los medios de comunicación pueden
infringir mucho daño interesadamente, intencionalmente. Y lo alarmante de esta
noticia no es que fotografíen a las hijas de un presidente de gobierno o de una
cantante de moda, sino que hayan llegado a tener tantos instrumentos
tecnológicos y tantos profesionales mercenarios – freelances, paparaccis,
espontáneos que ayudan...- que la intimidad del ser humano este siendo
seriamente amenazada. Cuando una persona no puede conservar su parcela de
privacidad, se convierte en una fashion victima. El ejemplo es una Lady Dí
acosada hasta la muerte, fotografiada hasta su calavera. Que es el mito de Marylin
pero llevado al extremo. Quizá este sistema capitalista que supuestamente tanto
insiste en el concepto de “privacidad” (el capitalismo se origina en la
Inglaterra terrateniente del “tanto tengo, tanto soy” “mi casa, mi mujer,
my...”) no puede garantizar la intimidad en las personas. (Las súper- wowans
han de renunciar a ser amas de casas para rendir más en el trabajo, la vida
personal esta completamente subyugada a la profesional, los mismos estudiantes
comen en la universidad, los trabajadores en la empresa. La vida privada se
reduce casi al “week end”, al “finde”, con lo cual sucede como en las
esquizofrénicas megalópolis japoneses donde estos ejecutivos en esa dictononía
mal sana vida- trabajo “explotan” del estrés catárticamente) Un derecho a mantener
la intimidad que debemos de reclamar en nuestro trabajo, sea cual sea.
El de Zapatero simplemente es el
de presidente de Gobierno y como dice el protector del menor; la relevancia
pública pertenece al padre y no a los hijos. Pero lo que me parece grave del
tema es que no se garantice la intimidad en estos Estados cada día más
proteccionistas. (instalación de cámaras por la calle para evitar “situaciones
delictivas o terroristas”) Una paranoia de la seguridad que atenta sobretodo
contra nuestra intimidad. No existe casi intimidad en Internet (los
especialistas o hackers pueden entrar en tus contenidos en cualquier momento)
Tu correo estará lleno de cartas comerciales. La mayoría de empresas de tu
ciudad te tendrá controlado como un posible consumidor potencial. Serás
objetivo estratégico de los políticos, las empresas, las multinacionales... y
ese atentado contra la intimidad puede convertirnos en una sociedad como la de
la pesadilla de George Orwell. Y para ello se necesita una nueva legislación
que proteja el derecho de imagen e intimidad de las personas. Por ejemplo, los
medios pueden buscar un personaje frikie o monstruito como el “pos sí” para
reírse de él. Él no es consciente de todo el circo mediático que a su alrededor
sucede. (antes había otro respeto hacía las personas con deficiencias físicas o
síquicas, hoy sólo crueldad) Recuerda que ese “personaje” puede ser tu abuelo
sin dentadura. Recuerda que ahora ya no sólo hay unos famosos sino que se da la
oportunidad a cualquiera de convertirse en uno de ellos. La solución me parece
que es que haya una canalización de estos famosos, una separación. Por ello que
exista gran hermano es positivo si así se consigue que “el que quiera ser
famoso, lo sea” y se les distinguirá más claramente de aquellas otras personas
que con su esfuerzo hayan llegado hasta puestos de relevancia pública, como
Zapatero. (y yo a mis zapatos, porque en este articulo ni le alabo ni le
critico)
Pero nosotros como periodistas no
deberíamos nunca confundir nuestra capacidad de crear protagonistas con la de gestar personajes o
frikis (de freak- raros), Frankis o monstruitos sociales de los que reírnos.
(esto tan postmoderno de gestar monstruitos es una de las causas indirectas de
que haya bulling. Los de la escuela quieren frikies de los que reírse, por puro
mimetismo con la tv) Nunca deberíamos olvidar como periodistas que estamos al
servicio del Pueblo, y de las personas (NO PERSONAJES) si queremos ser éticos y
usar a las personas como fines en sí mismas y no como medios.
Mire usted; personajes
sólo hay en las novelas.
Y es que nos disculpamos (ante
nuestra falta de profesionalidad , humanidad y ética) con que el público pide
esa basura y esa mierda, el público pide carnaza y hay que darle pan et circum.
Eso es el colmo del cinismo y la hipocresía porque todos somos ya mayorcitos y
sabemos el poder que tienen los mass medías como creadores de realidad. Y
sabemos que el espectador verá lo que le demos. Lo que pasa que no interesa
políticamente o económicamente darles cosas de calidad o que les hagan pensar.
Hay que dárselo todo ya pensado y no incitarles a que piensen por sí mismos ya
que esto es paternalista y proteccionista (¿Y no lo es robar la intimidad a
muchas personas del pueblo?)
Y a la Maruja que compra el
Pronto para ver que los ricos también lloran, le diré que la que debería llorar
sería ella al mirarse a un espejo. Estas señoras me dicen en la peluquería,
mientras espero a que la Juani me haga la permanente, que “los famosos se lo
han buscado”. Hay mucho resentimiento, mucha mala uva, mucho rencor pero como
siempre no se paga con quien debería pagarse sino que se echa a las victimas de
turco para que estas furias lo desmiembren. Y estas victimas de turno son los
intelectuales anti- sociales que hacen daño al pueblo y se meten en lo que no
deben, o los famosos que no son más que una panda de histriones, clows y
marionetas. La verdadera mano invisible, el Armancio Ortega que mueve desde la
sombra el país, esos no van a salir por
su televisor, señora, para que usted los acribille.
Los periodistas debemos respetar
la intimidad de las familias cada día más “vistas” y “controladas” desde
arriba. El anonimato de las personas infiltradas, de los topos y demás
secretismos político- militares- económicos bien que se respeta, sin que nadie
tenga que cuestionárselo. Con los civiles debería respetarse aún más esta intimidad.
Y sobretodo no deberían publicarse fotos macabras o amarillistas de cadáveres ni pornografía infantil que nos hace ser cada día más animales insensibilizados ante el dolor de los demás. Hoy en día la intimidad es un valor en alza si usted tiene para vender, pero otros queremos seguir conservando nuestro domus privado y que no nos metan sus narices los entrometidos buscadores de chismes. A la intimidad podríamos definirla como un “vivir para ti mismo, desde ti mismo” y a su ausencia como “vivir para los demás, desde los demás, desde sus ojos y prisma” Diferencia entre ser o que te sean, entre hacerte persona o que te crean personaje. Creo que todas las personas deberían reflexionar sobre ello antes de renunciar a uno de los bienes más preciados que tenemos; la intimidad. La intimidad es lo que en esta sociedad liberal aún nos queda de libres. La intimidad es lo que a todos nos iguala en esta sociedad desigual. El ideal democrático es el bienestar general o el bien común pero esto no debe interpretarse como una reducción de nuestras intimidades en aras de la colectividad tele mediática.
La burguesa renunció a su
intimidad que hoy todos conocemos por las novelas, películas o revistas de
cotilleo, pero ahora no democraticemos también la perdida de intimidad,
haciendo que el proletariado pierda su intimidad familiar. Además, poniéndonos elitistas, creo que hay
dos clases de intimismos; el intimismo romántico y el bouyerismo de portera. El
intimismo romántico es la confesión de nuestros sentimientos más profundos y
humanos, de nuestras reflexiones más intimas. Y esta literatura de la
sensualidad intelectual o del erotismo sentimental, o pornografía sentimental
si quieren, donde me desnudo, dista leguas del amarillismo y marujeo de patio
de portera. Esta prensa del corazón más
que cardiaca es indigestible estomacalmente. Y hacía quienes consumen estos
dimés y mentís y “secretitos” de alcoba sólo me cabe el epíteto de antropófagas,
caníbales, devoradoras de personas. No nos engañemos, la mayoría de estas
señoras de la peluquería no leen estas revistas buscando heroínas, mitos e
ideales (quienes toman a Audrey Herburn de heroína romántica, generalmente ya
se ha leído Madam Bobary), sino que estas mujeres buscan precisamente lo
contrario; anti- heroínas, personas degradadas en el fango, alimentarse de las
tragedias ajenas para creerse ellas felices en esas ausencias de vida que
tienen.
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