martes, 7 de febrero de 2017

MAQUIAVELO SOBRE LA FORTUNA



Maquiavelo el dominio de la fortuna en el hombre                                  

Este texto es un fragmento del capítulo XXV de la obra el príncipe de Maquiavelo, padre de la política moderna tal y como la entendemos ahora. Es una obra escrita en pleno Renacimiento, en la Florencia del siglo XVI. Se trata de una obra destinada a la educación del príncipe Maximiliano de Alemania. Es un texto político de carácter expositivo argumentativo que apela al lector instruido con un lenguaje culto y formal, que intenta dar unas pautas de cómo debe ser el gobernante ideal, el “príncipe” de la “republica” (del estado- nación) La republica era el estado político ideal que viene ya de Platón. En el renacimiento se escriben muchas obras sobre cómo debe ser el gobernador de ese imperio utópico. En esa época se estaban desarrollando los imperios españoles, y el francés e inglés que tuvieron su auge en la época barroca. Autores como Bastar de Castiglione con el perfecto cortesano intentan servir de manual para los emperadores de la época. El modelo que cogen estos ensayos es el de unas cartas y enseñanzas basadas en las que Aristóteles escribía dando consejos al emperador macedonio Alejandro Magno.  Este texto por tanto se engloba en la época concreta del renacimiento que todos conocemos por las obras de arte de Miguel Ángel, Da Vinci, Rafael, Donatelo, Fra angélico, Masaccio… y por las traducciones humanísticas de los textos clásicos grecolatinos. Esto no quiere decir que en la edad medía no se tradujeran obras clásicas. De hecho, en la edad media, la escolástica teológica traduce las obras de Platón (San Agustín bautiza su mundo de las ideas al cristianismo) y de Aristóteles (Tomas de Aquino traducirá las obras de Aristóteles y su seguidor el árabe Averroes) La diferencia entre las traducciones medievales y las renacentistas es que se abandonará ese intento de bautizar las ideas de los filósofos clásicos al cristianismo. Se empezarán a estudiar los textos, pero en su contexto histórico, no intentando incorporarlas al discurso eclesiástico. En el renacimiento habrá un retorno a la filosofía platónica (sobre todo gracias a Plotino) pero también a Aristóteles. Es la época en la que Rafael pinta la academia de filósofos en la que aparecen representados todos los filósofos griegos (los presocráticos, los sofistas, los cínicos, Epicúreo, los estoicos, Diógenes…) y Platón señalando con un dedo arriba el cielo y el mundo de las ideas y Aristóteles señalando con el dedo abajo el mundo de las cosas y lo terrenal.  En general, el renacimiento será una vuelta a la cultura clásica en todos sus campos; moral ético, político, social, cultural, artístico… Autores de esta época serán Dante con su divina comedía o Petrarca con sus poemas a Laura, o Garcilaso de la Vega y sus poemas a Isabel Freyre. La literatura renacentista seguirá con este ideal del hombre de letras y armas. Y también con la literatura bucólica pastoril. Los poemas se crearán en versos alejandrinos, de 7 y 14 silabas. Si está será la literatura juglar, la literatura religiosa que prevalecerá será la de los místicos; Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León… una poesía de religión autónoma y personal, frente a la moral heterónoma católica de la época. Protestantes como luteranos calvinistas y erasmistas traerán nuevas ideas como la del sacerdocio universal o la libre interpretación de la biblia. Los poemas místicos estarán relacionados con la nueva forma de ver la sexualidad, mucho más liberal como se ve en los cuentos de Canterburby o en el Decamerón de Bocaccio o el Heptamerón de Margarita de Valois. Serán poemas religiosos, pero donde la religare con la religión será más abierta. Esta relación con la religión será casi antecedente del erotismo. En la pintura y escultura de Miguel Ángel vemos una liberalización en la moral y en las costumbres, pintando modelos desnudos. De hecho, se empezará a ver la edad medía como una época de transición, de sombras, oscurantista. El humanismo renacentista dirá en boca de Demócrito que el hombre es la medida de todas las cosas, y que nada de el hombre nos será ajeno. Filosóficamente se da un paso de una cultura teocéntrica (donde el hombre o el yo no importa nada frente a Dios y un sistema y realidad impuesto) a una cultura androcéntrica donde lo importante es el sujeto y no el objeto de la realidad. 

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En la edad meía el noble es simplemente el guerrero que protege a los campesinos militarmente. Estos hacen un pacto feudal con el señor feudal; ellos trabajan las tierras a cambio de protección por ejemplo durante las cruzadas. El noble medieval era analfabeto, apenas sabía leer o escribir, y se dedicaba a los banquetes y a la cacería, como reyes absentistas. El noble renacentista en cambio debía ser un hombre de letras y de armas. El príncipe debía ser guerrero y militar pero también cortesano, culto, cultivado. El ideal del hombre del renacimiento era una persona noble en el arte de la guerra, pero instruido en el mundo de las letras. En el renacimiento surge la figura del diletante o el sabio autodidacta, que sabe de todo. Y es en este contexto donde incluimos el príncipe de Maquiavelo.   Maquiavelo nació en aquella Florencia en que florecían las artes. Políticamente Maquiavelo vivió una época de cambio y transición. Hemos de entender al autor desde el nacionalismo imperante en su época. Italia vive una recuperación nostálgica de la era clásica, sobre todo romana. Estaba a favor de una Italia unida y no dividida en distintos reinos y territorios. No existía la democracia actual y el país se debatía entre tiranías y republicas. Los medicis eran una familia de mecenas de estos artistas y ostentaban cargos de poder. En aquella Italia estaba a la orden del día los asesinatos políticos, las intrigas palaciegas como leemos en la historia de los Borgia. La mayoría de gobernantes morían por envenenamiento o asesinados con una daga en el pecho. El poder político y el religioso estaban mezclados y no seguía el cesar papismo (dar al cesar lo que es del cesar y al papa lo que es del papa) Y es que la religión estaba muy presente pero más aún lo estaban los intereses económicos. Es en Italia en esta época que empieza la banca y las familias de lo que hoy llamaríamos “mafias”. La aristocracia tenía rentas y tierras cultivados por los campesinos, pero pronto surge una clase social que rompe con este sistema estamental; la burguesía. La burguesía nace en los burgos o ciudades donde se desarrollan los gremios de artesanos, pequeños comerciantes y profesionales liberales que derivan de estas nuevas clases sociales; banqueros, abogados, profesores de universidad... la ciudad trajo la libertad, el individualismo y la creación del capitalismo y la industria posterior. El campo representaba el sistema antiguo, más proteccionista y conservador. Maquiavelo leerá a los clásicos grecolatinos, sobre todo a Tito Livio. Estaba en la ciudad y en el momento adecuado; la Florencia renacentista. Aquella ciudad era un laboratorio para utópicos proyectos políticos.
Nos ha quedado el vocablo “maquiavélico” como el de alguien que miente, extorsiona, y es capaz de todo para alcanzar el poder. Una especie de “trepa”. Es un término despectivo, pero englobándolo en el contexto de su época no lo es; Maquiavelo fue una persona libertaria y trasgresora que quiso ofrecer consejos prácticos a los gobernantes de su época.  Maquiavelo estudió mucho a los teóricos clásicos de la política, pero también tuvo experiencia como secretario de cancillería, embajador y ministro de asuntos exteriores en Florencia. Fue diplomático en una época en que no existía este vocablo y viajó por toda Europa, ávido de conocimiento. Estuvo en la cárcel porque sus ideas estaban adelantadas a su época, casi hablaba de una especie de “súper hombre” político. Su política era un conjunto de ideas, pero sobretodo basadas en la experiencia, en el método empírico (adelantándose al empirismo de Jon Locke en Inglaterra). Se le tildó de inmoral por ir más allá del bien y el mal cristiano; el buen gobernante podía recurrir a la mentira, el robo o el asesinato si con ello hacía un bien social. Para evitar miles de muertos podía asesinarse a sus crímenes políticos, como un castigo ejemplar. Se puede recurrir a pecar o hacer algo mal si con eso se salva el estado. Maquiavelo invitaba a ser astuto y “malo”. Prefiere al gobernante inteligente antes que al gobernante bueno y es más importante esa astucia a su fortaleza. Mejor ser zorro que león.  Por eso entendemos este texto en aquella Florencia perversa. La salvación del estado estaba antes que la salvación personal. El gobernante debía ser viril y tener honor y fuerza. Incluso defiende la violencia justificada.
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En el texto se reflexiona sobre qué es lo que mueve el mundo, si la libertad y libre albedrío o el fatalismo llamado “destino, fortuna o providencia”. La fortuna se guía por este destino, pero también por la suerte, “la buena fortuna”. La suerte es caprichosa. La fortuna es como “un rio fatal que se embravece e inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro” El hombre puede tomar precauciones contra ese rio, pero al final es el rio de la fortuna el que nos lleva. Desde los griegos se creía que el hombre tenía poca libertad (el libre albedrio cristiano). El hombre estaba sometido al destino, al hado, al fatuo, a la Moira. Se creía en un destino determinista y este fatalismo dejaba poco espacio a la voluntad y libertad humana. Esto cambia con el renacimiento. En esta época se da el giro copernicano (la tierra como centro del universo) y el cogito ergo sum de Descartes; pienso, luego existo. Será el inicio de la entronización de la Razón como Diosa que llegará a su culminen en la ilustración y el racionalismo. Nike era la diosa de la suerte para los romanos y la diosa Fortuna en su carro. Se representaban horóscopos en los palacios. Les preocupaba el futuro. Querían anticiparse a los golpes de la fortuna. Por buena suerte que tengamos en la vida siempre hay cosas que salen mal. El hombre entraba en crisis, en kairos y catarsis. Por eso, el gobernante necesita anticiparse al destino. No existía ni de lejos el estado del bienestar, pero el príncipe debía garantizar al pueblo vivir en paz. Frente a la moral ultraterrena, la política era amoral o se servía de una moral terrenal y más pragmática; garantizar la paz a través de las armas.  Por eso era tan importante la política frente a la moral del más allá. El estado debe garantizar la moral de lo terrenal.  Esto no gusta al catolicismo que prohibió sus libros durante la inquisición. De ahí viene esa visión de Maquiavelo como un perverso diablo que enseñaba a ser malo.  La moral del mundo de las cosas se contradecía con la del mundo de las ideas. El estado no mata por maldad sino por salvar el bien común, del estado. Se justicia el asesinato en términos políticos como al dar castigo a unos bandidos para que dejaran de matar y violar. En el texto se usa la metáfora de la fortuna como un río y también se habla de las invasiones bárbaras que estaban por entonces invadiendo Italia. De ahí viene la idea de que los nuevos barbaros querían destruir la cultura clásica como unos invasores verticales. Maquiavelo es un autor muy actual. En mi opinión su trasgresión en la época es parecida a la que tuvo Nietzsche en el siglo XVIII. Se atrevió a ir contra la moral religiosa católica, cuestionar la idea del bien y el mal cristiano y proponer un hombre, fuerte y astuto como zorro y león. Nos hace plantearnos si es más ético el que mata a un asesino o el que lo deja libre para que mate a gente. De nuevo produce un debate en la moral imperante. De hecho, en internet he encontrado una carta que le escribe Maquiavelo a Rajoy. 
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