¿cómo describiría yo Ny que nunca
he estado? Sería como pedirla a esa boba de madam bobary que describiese el
parís de sus noveluchas. Desde niño soñé con las películas de Woody allen. Mi
familia no me entiende, no les cabe en la cabeza como me puede gustar un viejo
neurótico, delgaducho e hiperactivo, vamos, el típico hombre del que las
mujeres se enamoran por pena o para intentar cambiarlo. Me imagino las
múltiples infancias inventadas de este director hecho así mismo; la madre judía
y castradora, el estresante mundo del teatro, mucha mierda, los barrios
funcionales o los ricos por supuesto, ¿por qué no aparecen los barrios
dormitorios o los bajos fondos en sus películas? negros del bronx jugando a
básquet, vamos, lo típico tópico en las películas de acción o humor, poli
bueno, poli malo. Me gustaría ver a estos negros como los veía lorca o tenensse
williams, el lorca yanqui. Pero el cine y los comics han cambiado mi forma de
verlos y parece que nos dan hasta miedo, pero no los que llevan trajes de
ejecutivos, sino los otros; los que son sempiternos en los barrios donde
nacieron.
Edward hooper retrata granjeros,
mulatas, como lo que el viento se llevó, y también me atrae manhattan, los
barrios de los millonarios. El center bussines, la zona política, los
distritos, la gran manzana, central park..
La carta se la dirijo a mi madre
pero no sé donde esta, sospechoso que con mi abuela, ¡como encontrarla en esta
ciudad laberíntica de historias y calles cruzadas en espiral postmoderna! A mi
me parece escribir una elegía por más que intento convencerme de que mi madre
no ha muerto, a pesar de todo. Se la dirijo a los de Casablanca, siempre nos
quedara Ny, a la agencia marlowe, al instituto Cervantes declarándome su muy
amado quijote, o a un vagabundo del parque, pulmón verdecido de la ciudad. O la lanzaré al viento para que
caiga junto a what Whitman y sus hojas de hierba. Se la dedicaré a los matones
que mataron mi infancia. Esos que hoy juegan a béisbol y tienen profesoras especiales
cual indomable willi hunt, club poetas muertos o la feifell, esos profes que
les quitan del entrenamiento si arman bulla en clase. Se la dedico a los
asesinos o actores de truman capote, tom Wolfes/hoguera vanidades/, jhon dos
passos o norman mailer. Y a todo lo que se relaciona con nueva york, desde las
series de televisión hasta las torres gemelas. A los pobres hispanos que van
cada día recorriendo su camino en el metro cual peces.
Mi padre, esa extraña mezcla de
dios y monstruo o ogro, volvía como cada noche de beber en el bar y de pagar
toda su frustración y su desempleo, con mi madre. Dos bofetadas en la cara, pim
pam. Venía de alguna reunión de alcohólicos anónimos., tanta doble moral entre
lo dicho y lo hecho, sus palabras de que todo cambiará y la cruda realidad de
sus acciones, vejaciones e humillaciones. Le odio más que Kafka al suyo.
El hizo que mamá abandonase la
casa, y se dirigiera con su madre, a saber en que recodo de este ny
laberíntico. Y también que yo terminase por dejarlo. Aun recuerdo la amenaza de
mamá de cortarse las venas, las cuchillas, las pastillas, los tripis, el
periódico con sangre, cocaína, heroína etc. Si esto fuese el diario de opra o
de laura yo me desahogaría contándola cruel relación de mis padres y quien sabe
si acabaría en un show de esos junto a michael moore. Mi madre que era una
superwoman y una luchadora, no aguantó sus menosprecios cargados de alcohol. Y
mi padre, que era un excelente gourmet, la amenazó con trocearla y guardar
después sus restos en el capó del toyota o en la alacena de la cocina. Por
suerte mi madre le denunció, y se marcho, y espero descubrir a esta cenicienta
sin zapato o a esta fashion victim, bella durmiente con somníferos a lo
Marilyn, o a esta rana que un día amanecerá princesa.
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