sábado, 25 de febrero de 2017

EL NUEVA YORK QUE NUNCA HE ESTADO




¿cómo describiría yo Ny que nunca he estado? Sería como pedirla a esa boba de madam bobary que describiese el parís de sus noveluchas. Desde niño soñé con las películas de Woody allen. Mi familia no me entiende, no les cabe en la cabeza como me puede gustar un viejo neurótico, delgaducho e hiperactivo, vamos, el típico hombre del que las mujeres se enamoran por pena o para intentar cambiarlo. Me imagino las múltiples infancias inventadas de este director hecho así mismo; la madre judía y castradora, el estresante mundo del teatro, mucha mierda, los barrios funcionales o los ricos por supuesto, ¿por qué no aparecen los barrios dormitorios o los bajos fondos en sus películas? negros del bronx jugando a básquet, vamos, lo típico tópico en las películas de acción o humor, poli bueno, poli malo. Me gustaría ver a estos negros como los veía lorca o tenensse williams, el lorca yanqui. Pero el cine y los comics han cambiado mi forma de verlos y parece que nos dan hasta miedo, pero no los que llevan trajes de ejecutivos, sino los otros; los que son sempiternos en los barrios donde nacieron.
Edward hooper retrata granjeros, mulatas, como lo que el viento se llevó, y también me atrae manhattan, los barrios de los millonarios. El center bussines, la zona política, los distritos, la gran manzana, central park..
La carta se la dirijo a mi madre pero no sé donde esta, sospechoso que con mi abuela, ¡como encontrarla en esta ciudad laberíntica de historias y calles cruzadas en espiral postmoderna! A mi me parece escribir una elegía por más que intento convencerme de que mi madre no ha muerto, a pesar de todo. Se la dirijo a los de Casablanca, siempre nos quedara Ny, a la agencia marlowe, al instituto Cervantes declarándome su muy amado quijote, o a un vagabundo del parque, pulmón verdecido  de la ciudad. O la lanzaré al viento para que caiga junto a what Whitman y sus hojas de hierba. Se la dedicaré a los matones que mataron mi infancia. Esos que hoy juegan a béisbol y tienen profesoras especiales cual indomable willi hunt, club poetas muertos o la feifell, esos profes que les quitan del entrenamiento si arman bulla en clase. Se la dedico a los asesinos o actores de truman capote, tom Wolfes/hoguera vanidades/, jhon dos passos o norman mailer. Y a todo lo que se relaciona con nueva york, desde las series de televisión hasta las torres gemelas. A los pobres hispanos que van cada día recorriendo su camino en el metro cual peces.
Mi padre, esa extraña mezcla de dios y monstruo o ogro, volvía como cada noche de beber en el bar y de pagar toda su frustración y su desempleo, con mi madre. Dos bofetadas en la cara, pim pam. Venía de alguna reunión de alcohólicos anónimos., tanta doble moral entre lo dicho y lo hecho, sus palabras de que todo cambiará y la cruda realidad de sus acciones, vejaciones e humillaciones. Le odio más que Kafka al suyo.
El hizo que mamá abandonase la casa, y se dirigiera con su madre, a saber en que recodo de este ny laberíntico. Y también que yo terminase por dejarlo. Aun recuerdo la amenaza de mamá de cortarse las venas, las cuchillas, las pastillas, los tripis, el periódico con sangre, cocaína, heroína etc. Si esto fuese el diario de opra o de laura yo me desahogaría contándola cruel relación de mis padres y quien sabe si acabaría en un show de esos junto a michael moore. Mi madre que era una superwoman y una luchadora, no aguantó sus menosprecios cargados de alcohol. Y mi padre, que era un excelente gourmet, la amenazó con trocearla y guardar después sus restos en el capó del toyota o en la alacena de la cocina. Por suerte mi madre le denunció, y se marcho, y espero descubrir a esta cenicienta sin zapato o a esta fashion victim, bella durmiente con somníferos a lo Marilyn, o a esta rana que un día amanecerá princesa.

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