miércoles, 31 de agosto de 2016

CLONITIS FOBIA Y MIEDO A MORIR



CLONITIS- FOBIA O EL MIEDO A LA MUERTE

La clonitis fobia es el temor al paso del tiempo. El hombre nace mortal y teme la muerte. El primer poema de la humanidad es el del canto de la creación de los sumerios. Le siguen el del diluvio universal y la epopeya o poema épico de Gilgamesh. Este rey- héroe eternamente se lamenta de su condición mortal, saberse efímero, gratuito, de más, ave de paso. La vida es devenir dinámico, río de ser hacía una Laguna Estigia de muerte y Olvido, ríos que dan a las aguas del morir, nada y vacío. Las religiones y los mitos siempre han intentado convencernos de nuestra inmortalidad. El hombre reflexiona sobre la muerte con la de un ser querido o un extraño, pero al intuir la suya se angustia existencialmente. El hombre no puede ni imaginarse su propia muerte. En el imaginario colectivo la muerte tiene rostro de femme fatale y de calavera a partes iguales (se mezcla lo erótico y lo thanatico, lo apolíneo y dionisiaco que dicen los proto- cursis) La muerte en nuestra cultura tiene el rostro de espigadora cortadora de hilos con su guadaña al llegar la época tardía de la vida, el verano de la vejez, sempiterna sombra de oscuridad, manto tras el cual sólo hay vacío y una nada totalizada en tinieblas y penumbras. (¿para ti la nada es blanca o negra? Esto dice mucho de si sigues un nihilismo positivo o negativo). La mascara de la calavera es la última mascara que nos ponemos. La muerte lleva una mascara de muerte que no es otra que la mortaja de calavera con que nos disfrazamos al morir. Porta  la parca una espigada guadaña sembrando a su paso el dolor, dejando yerma la tierra por la que pasa cual Atila. Esta es la forma nihilista, el sentimiento trágico, el nihilismo negativo, de enfocar la muerte y no aceptarla (la muerte es a lo único que debemos conformarnos y sin embargo a la vida no debemos resignarnos). Pero este sentimiento trágico de la muerte sólo es una visión, un prisma cristiano y decadentista o Heiddeger- iano; tumbas, cruces y santuarios.

Nos han hablado de la muerte tanto que nos han atemorizado, pero nos han hablado muy mal de la muerte.

Los filósofos nos han dicho que hay dos formas de vivir una vez que tomamos constancia de nuestra propia finititud; el existencialismo negativo y el positivo. El nihilismo negativo es una especie de pesimismo o crítica destructiva (el peor Nietzsche); hallar nuestra sociedad en malestar, nuestro mundo en decadence o catástrofe, en ruinas, en crepúsculo, hastiarse con la nausea, ver el patetismo de las cosas... El nihilismo positivo (el mejor Nietzsche) engloba el nihilismo negativo pero también el positivo ya que es la superación del negativo (como diría Hegel la tesis negativa y su antitesis positiva se funden en una síntesis) Es aceptar el absurdo vital cotidiano, que esto no es el mejor mundo posible e intentar cambiarlo, desmitificar las creencias de esta sociedad e inventarse nuevos mitos con la imaginación, desenmascarar las hipócritas mascaras de los falsos o bien reírse con ellas, burlarse de la muerte con elegancia, reírse a lo ingles o irónico de esta tragicomedia humana que es la existencia.
El hombre se angustia por su muerte cuando esta se halla cerca, acechando, entonces se mira el ombligo cual Narciso. Unamuno se lamenta; ¡Ay, me voy a morir!
¡Dios, me has abandonado, con todo lo que te he estudiado!... Toma conciencia de su mortalidad, de su efímera existencia y se angustia a lo Kirkegaard, se mea en sus pañales de bilbaíno universal. Unamuno no aceptó su muerte; Unamuno es el vivo (digo muerto) ejemplo de un nihilismo negativo. El sentimiento trágico de la vida (y por ende de ver la muerte) no me parece del todo satisfactorio: nada ganas con quejarte, hay que aceptar la muerte cuando esta se presenta, aceptarla como parte de la absurda vida. (tan absurda que naces en lo mejor y te vas en lo peor)

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