viernes, 26 de agosto de 2016

POEMAS DE ANGELA FIGUERA


Ángela Figuera octubre 1902 84. Nace en la  Calle Ibáñez Bilbao Mazarredo jardines albia. Cultiva la Poesía social de la generación del 40 50. Ejerce la Autocensura. No sabe escribir sin censurarse. Los libros sociales, publicados en México, Francia llegan clandestinamente a España. Nace en Bilbao, de una familia burguesa acomodada. Estudia en Deusto filosofía y letras. El Padre falleció. Hay un retroceso económico grande, pierde apoyo familiar. Vivió su vida en Madrid. Venía a pasar veranos en barrio de Begoña. En verano hacía tertulias con escritores, artistas influyentes de la época, antifranquista como Oteiza Ibarrola Blas otero o Celaya. Es una autora social y experimental. En 1902 nació. A los 46 años edita su primer libro. Sucedió así por ser mujer, publicó muy tarde. Crecieron y se independizaron sus hijos. No renuncia a tener hijos. Trabaja en la biblioteca nacional de funcionaria y en el servicio del biblio bus, visita barrios periféricos y suburbios llevando libros y cultura a la gente. Esta entre los escritores no exiliados, que se quedaron en España. Los exiliados traen más libros. Escribe Dar cuerda a corazones. No llegan los libros exiliados. Neruda es embajador de Chile en España durante la guerra. Conoce también a  León Felipe. España se queda sin palabra, que se la ha llevado los escritores exiliados. Ella con una beca estudia en París, contacto escritores exiliados y los de aquí. Hace de puente entre ellos. Llevar libros españoles a los exiliados, y trae libros de los exiliados a España. Escribe una Carta a los escritores españoles. Belleza cruel lo escribe de 1946 1958. Quiere que la lea el pueblo de trabajadores, la gente sin  cultura. Por eso escribe A la inmensa mayoría como Blas de Otero. lo que interesaba a la gente de la época eran las telenovelas o el Athletic. Se cura en salud de forma importante, no tiene trascendencia lo que hace. Era una moda, todo el mundo hacía poesía social y experimental. Así escribe Mujer de barro, Grito inútil. Juan Larrea estaba exiliado. Escribe un poema para que las madres digan basta.
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El grito inútil

 

¿Q vale una mujer? ¿Para qué sirve
una mujer viviendo en puro grito?
¿Qué puede una mujer en la riada
donde naufragan tantos superhombres
y van desmoronándose las frentes
alzadas como diques orgullosos
cuando las aguas discurrían lentas?

¿Qué puedo yo con estos pies de arcilla
rodando las provincias del pecado,
trepando por las dunas, resbalándome
por todos los problemas sin remedio?

¿Qué puedo yo, menesterosa, incrédula,
con sólo esta canción, esta porfía
limando y escociéndome la boca?

¿Qué puedo yo perdida en el silencio
de Dios, desconectada de los hombres,
preñada ya tan sólo de mi muerte,
en una espera lánguida y difícil,
edificando, terca, mis poemas
con argamasa de salitre y llanto?

Volvedme a aquel descuido, a aquel sosiego
en que era dable andar por los caminos
pastoreando ensueños como ovejas.
Volvedme al ruiseñor de aquel boscaje,
al vuelo de aquel cisne por el lago
bajo la planta azul de aquella luna.

Volvedme a la andadura mesurada
al trópico dulcísimo y sedante
de un verso con timón y cortesía
donde cantar cómo los bucles de oro
son cómplices del pájaro y la rosa,
porque eso, al fin, a nada compromete
y siempre suena bien y hace bonito.

Pero es vano, amigos, nos cortaron
la retirada hacia seguras bases.
Están rotos los puentes,
los caminos confusos,
los túneles cegados. No sabemos
de cierto si avanzamos o si huimos
dejando por detrás tierra quemada.

Y yo pregunto, vadeando a solas
un río de aguas turbias y crueles,
¿qué puede una mujer, para qué sirve
una mujer gritando entre los muertos?

 

I)             MUJER DE BARRO

Mujer de barro soy, mujer de barro:
pero el amor me floreció el regazo.

Mujer
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente
me llamaron poetas, flor; perfume!

Flor; no: florezco. Exhalo sin mudarme.
Me entregan la simiente: doy el fruto.
El agua corre en mí: no soy el agua.
Árboles de la orilla, dulcemente
los acojo y reflejo: no soy árbol.
Ave que vuela, no: seguro nido.

Cauce propicio, cálido camino
para el fluir eterno de la especie

II)          ÁNGELA FIGUERA AYMERICH - REBELIÓN
(De "El grito inútil" 1952)

III)         Serán las madres las que digan: "Basta"
Esas mujeres que acarrean siglos
de laboreo dócil, de paciencia,
igual que vacas mansas y seguras
que tristemente alumbran y consienten
con un mugido largo y quejumbroso
el robo y sacrificio de su cría.

Serán las madres todas rehusando
ceder sus vientres al trabajo inútil
de concebir tan sólo hacia la fosa.
De dar fruto a la vida cuando saben
que no ha de madurar entre sus ramas.
No más parir abeles y caínes.
Ninguna querrá dar pasto sumiso
al odio que supura incoercible
desde los cuatro puntos cardinales.

Cuando el amor con su rotundo mando
nos pone actividad en las entrañas
y una secreta pleamar gozosa
nos rompe la esbeltez de la cintura,
sabemos y aceptamos para el hijo
un áspero destino de herramienta,
un péndulo del júbilo a la lágrima.
Que así la vida trenza sus caminos
en plenitud de días y de pasos
hacia la muerte lícita y auténtica,
no al golpe anticipado de la ira.

¿Por qué lograr espigas que maduren
para una siega de ametralladoras?
¿Por qué llenar prisiones y cuarteles?
¿Por qué suministrar carne con nervios
al agrio espino de alambradas,
bocas al hambre y ojos al espanto?

¿Es necesario continuar un mundo
en que la sangre más fragante y pura
no vale lo que un litro de petróleo,
y el oro pesa más que la belleza,
y un corazón, un pájaro, una rosa
no tienen la importancia del uranio

CANTO A LA MADRE DE FAMILIA

Canto a la madre de familia    
tan mujer de su casa la pobre,     
tan gris por todos lados,    
tan oveja por dentro     
aunque suele gritar con los chiquillos.
          
Canto a sus manos suaves de lejía     
los lunes y los martes,     
los miércoles y jueves picadas por la aguja,    
quemadas cada viernes por la plancha,     
ungidas por el ajo y la cebolla.     
(El sábado es un día extraordinario:    
limpieza de cocina, compra doble,     
y hacia las seis, barniz sobre las uñas     
para salir a un cine baratito    
del brazo del esposo.)
        
Canto a la madre de familia     
a las ocho de la mañana     
distribuyendo cautamente     
la leche azul del desayuno    
en los tazones de asa rota.     
(Para Juanín que tanto crece     
hay que poner la mejor parte.)
          
Canto a la madre de familia     
que era tan linda hace quince años,    
que ahora se ríe (un poco triste)    
con los consejos de belleza.    
(Dedique usted todos los días     
un cuarto de hora a su cabello.)
           
Canto a la madre de familia    
que suma y suma equivocándose,     
cincuenta y siete y llevo cinco...     
por se han ido veinte duros     
y sin pagar al carbonero.
           
Canto a la madre de familia     
que al acostarse por la noche     
nunca termina un rosario.     
(Lolita sigue tan flacucha,     
Juanito tuvo malas notas,     
el nene va lo que se dice    
con el culito al aire.)
    
Canto a la madre de familia     
cuando se duerme tan cansada     
que un ángel blanco y bondadoso     
baja en secreto y la conforta.

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