Nació el 14 noviembre de 1871 y
murió joven a los 51 en 1922, por lo tanto vivió los dos siglos. Se sentía del
fin de una aristocracia, del viejo mundo y que comenzaba una nueva época en la
que él era ajeno. Por eso decidió tumbarse a escribir en busca del tiempo
perdido como testimonio y crónica de ese mundo que desaparecía. La edición la
pagó él con su dinero pues a la sombra de las muchachas se lo rechazaban las
editoriales. Fue premio goncourt de las letras francesas. Era un aristócrata y
vivía de las rentas. Era enfermizo, sufría de asma. Se relacionó con lo más
selecto de la nobleza. Vestía botones de charol, guantes blancos, levita con
flor en el ojal, el pelo engominado y raya en el pelo y sus famosos bigotes
enroscados. La vida fue fácil y sencilla, invertía en empresas si le gustaba el
nombre, como en el ferrocarril de la robla. Visita los salones de Paris, vive
de noche. Su obra se basa en recuerdos de su vida, primero vivir, luego
recordar. La novela es circular, al final de la novela el personaje decide
escribir una novela. Describe los salones de las casas lujosas y recuerdos sin
orden cronológico sino analógico, un recuerdo lleva a otro. Recuerdo a
fulanito. No hay principio nudo ni desenlace, no hay acción. Cada frase tiene
518 palabras, son frases largas, alambicadas, llenas de adjetivos, adverbios,
subordinadas. Escribe al ritmo del recuerdo, con una percepción impresionista.
Proust es el Monet, el Manet, el Pisarro, el Renoir de la literatura. Busca la forma de parar el tiempo. Los
detalles tienen mucha importancia. El tiempo le angustiaba, lo trasforma todo; las cosas, los seres humanos. Vive el tiempo
con angustia, son momentos vitales, de su vida, en los que el tiempo se detiene.
Recorrer estos recuerdos hace que el tiempo se detenga. La propia escritura, con
su minuciosidad, congela el tiempo. La abuela le da una magdalena y empieza a
recordar. Toma una cucharilla de te, y una madalena; recuerda las personas
fallecidas, las casas derrumbadas, los olores, los sabores, reconstruye el
mundo perdido. Se levantaba muy tarde, asmático, pasa los últimos 10 años de su
vida en la cama. Tenía las paredes acolchadas con una concha. Vivió sólo hasta
los 51 años pero escribió una de las obras monumentales del siglo XX. Si nos
tocan el culo, si nos pintan bigotes, hemos de sentirnos orgullosos de que nos
estén llamando vagos, Prousts, pues fue un auténtico genio de las letras. Y de
vago nada.
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