La toma de conciencia llega con
la conciencia de la certeza de la muerte, y esto es lo que desespera al ser
humano. Las muertes de los demás, pero sobretodo la propia muerte es lo que nos
asusta. Así que el ser humano ante esa
certeza de ser para el no ser, de que ha nacido de la muerte o nada y a ella se
dirige, se des- espera, nada puede esperar, no puede sobrevivir, ser inmortal y
esto le frustra en un primer nihilismo.
Y ese nihilismo le lleva a creer
en el miedo, la codicia o el odio como única forma de vivir. Siente miedo a
morirse y eso le lleva a acumular objetos y cosas que le sobrevivan como
persona, enterrarse en una tumba faraónica de dinero y bienes, el dinero se
guarda en cámaras acorazadas pero él mismo es la cámara- funeraria en que
queremos acorazarnos. El odio, para
Savater, también brota del miedo, y sólo se odia lo distinto, lo diferente a
nosotros. El miedo, la muerte y el odio sólo nos hace obsesionarnos con
sobrevivir, con querer ser inmortales. El mortal desde fuera acepta la muerte
pero por dentro no puede aceptarlo ya que él se nota vivo y ese vitalismo nadie
lo puede matar. Una cosa es el conocimiento de la muerte y otra la experiencia
vital que se niega a aceptar esa verdad, por puro instinto de conservación, por
pura defensa animal. Si todo el día pensáramos en la muerte no podríamos vivir,
viene a decir en resumidas cuentas Sabater. El miedo a la muerte, el odio a la
muerte o la codicia para burlar a la muerte no son sino impedimentos y
obstáculos sicológicos por miedo a atrevernos a vivir y a vivir bien, con
placer ético.
Por sentirnos mortales nos
desesperados pero por sentirnos vivos experimentamos alegría. Lo más grave que
podía pasarnos ya nos ha pasado al nacer, al nacer condenados a la muerte.
Saber que nuestro mayor delito es haber nacido condenados a morir. Por lo tanto
todo lo demás en la vida no puede ser para tanto. Y eso es tomarse la vida con
levedad y alegría, para Savater. No hay problema que no pueda arreglarse, salvo
la irreversible muerte. Una ética de esperanza, desde luego, en estos tiempos
oscuros. El conocimiento es mortal, pero la razón es vital. Lo que vio Spinoza,
Nietzsche y Ortega. Hay que aceptar la vida alegremente, aceptando con ella
todo el dolor que pueda haber y lo más duro y difícil de aceptar; la muerte. La
muerte es fatalidad, absurdo y sin sentido, y por ello nuestra vida debe ser
racional, consecuente, coherente, con sentido y en vez de una fatalidad; una
libertad, una elección de vivir como eligamos. Quien tiene sentido de la
alegría trágica podrá ser sombrío pero nunca deprimente. Y pone de ejemplo al
Hamlet de Shakespeare.
Spinoza dice que el sabio es el
hombre que menos piensa en la muerte y más en la vida. porque el miedo a morir
nos paraliza en su fatalismo y determinismo sin dejarnos ser libres. Lucrecio
decía que la mayoría de crímenes se hacían por miedo a la propia muerte. (si me
voy a morir, antes me cargo a otro)
La meditatio mortis sólo puede
caer en dos conclusiones opuestas; la desesperación racionalista que acaba en
nihilismo negativo o la esperanza irracional que acaba en fanatismo religioso,
supersticioso. NO HAY NADA QUE APRENDER DE LA MUERTE Y SI, EN CAMBIO, HAY MUCHO
POR APRENDER DE LA VIDA. dice Spinoza.
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