Todo
pensamiento, no lo dudes, puede ser tildado de paja mental, de locura. Todos
podemos ser llamados locos y todos podemos estarlo en mayor o menor medida (el
90% de la sociedad es neurótica, vive reprimiendo su parte salvaje e
imaginativa) ¿pero acaso la locura no es un brote de genialidad? Casi
deberíamos postrarnos ante esos locos que vemos por la calle, que filosofan
sobre lo divino y lo humano, que dicen todas esas cosas que nos callamos
hipócritamente los demás. Siempre que puedo les escucho, es mejor escuchar a
estos “locos” filósofos auténticos que leer mil libros de profesores de
filosofía. Recuerdo a uno de estos mal llamados locos que decía haber conocido
a Saramago y haber discutido sobre el tema de la inmigración con él. Lo que
aquel inmigrante demacrado por la droga decía coincidía con lo que luego
Saramago escribió en un articulo. Lo que Saramago decía tenía un estilo
depurado y culto pero en el tema coincidía con el discurso del loco. ¿Ese
marroquí estaba acaso loco? ¿O acaso lo esta Saramago? No, ninguno de los dos.
Simplemente él defendía sus ideas con la vehemencia que le daba estar en plena
“lucha por la vida”, casi a gritos, fumando una china desesperado, pasando de la risa a la lágrima fácil, con
una falsa entereza no aprendida en el cine clásico sino en la escuela de la
calle. Aquel ecce-homo, cuyo rostro era el vivo espejo del sufrimiento de su
alma, decía verdades por un tubo, de su
boca surgían como un surtidor las grandes verdades que ya otros han postulado
en sus escritos con más menos retórica, acompañadas eso sí por un torrente de
blasfemias en árabe y de lágrimas contenidas en su mueca dura, pitillo en
boca. Por eso, deja que los “locos”, los
que la sociedad llama locos, se acerquen a ti y veras lo coherente no sólo de
sus ideas sino – lo más importante- entre sus palabras y su tipo de vida. Por
cierto, aquel loco se despidió de nosotros gritando “HASTA LA VICTORIA”
Hola, amantes de la cultura. Este blog cumplirá la tiple función de informar, entretener y divulgar contenidos humanísticos. Servirá como agenda de las distintas actividades en el panorama cultural. Publicaré relatos propios, entrevistas a escritores, fotos con ellos, conferencias, presentaciones de libros, artículos sobre filósofos o artistas... https://about.me/gonzalovillar
miércoles, 31 de agosto de 2016
LOCURA E INTELIGENCIA
La locura
es la forma suprema de inteligencia. El artista “se hace el loco”, “interpreta”
y se pone la mascara de Hamlet, que es el paradigma del dudoso o filosofo. Ya
dijo Dalí que la única diferencia entre él y un loco es que él no esta loco.
Aunque su mundo interior sea medio esquizo él lo controla y el loco no lo puede
dominar. (El problema es que se te vaya de las manos, bien por caer en
quijotismo- bobarysmo, bien por qué te pervierta el éxito o el fracaso- la
frustración-) Según he leído en textos sobre la locura de Foucault, Platón en
sus últimos escritos jugaba con las palabras cultura y locura, cultura y juego,
cultura y balbuceo de niño, dadá. Unamuno jugando con esa misma ambigüedad dice
que él no es un loco que se cree Dios sino que Dios es el loco que se cree
Unamuno. En la historia de la literatura ha habido locos auténticos y locos que
hoy no serían considerados tales, como Honderling o Nietzche o Coelho al que
sus padres llevaban a manicomios porque escribia letras de canciones de grupos
de música o jugaba a hacer teatro con muñecos y creían que le faltaba algo en
el cerebro, alguna sustancia. Y hoy en dia es un hombre que vive en una casa
sin muebles, con libros y es famoso, rico y respetado como escritor. Por eso
creo que un escritor no ha de huir del epíteto “lunático” con el que pueden
increparlo, sino reafirmarse en él. Cada vez que te llamen lunático piensa que
eres un poeta de la luna. Cada vez que te llamen paranoico piensa que de
paranoias esta llena toda la literatura pues el vocablo “paranoia” se ha
vulgarizado y hoy viene a ser sinónimo de “pensamiento”. Igual que “comedura de
cabeza”. La filosofía daliniana, del absurdo, se basaba en el método
paranoico-crítico (una burla del método cartesiano clásico de filosofar)
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