Soledad Sevilla es una pintora
que hace una obra llena de luz, materia y espacio. Siempre busca el equilibro entre
lo racional y emocional. Nos habla de lo velado, del vacío de Oteiza, de lo que
hay que descubrir e investigar para saber apreciarlo. Su arte es conceptual y
se puede entender intelectualmente o limitarnos a que nos guste sensorialmente.
Ha hecho una exposición en Barcelona; Nuevas
lejanías. Ha revisitado las meninas en un cuadro llamado olvidando a Velázquez.
En el cuadro estudia el espacio para Velázquez, como pintaba las líneas del
borde y la perspectiva y también reconoce una influencia de la escultura de
Oteiza. Su cuadro está dedicado al vacío. Pensar es ya un ejercicio y un
esfuerzo, y el que está cansado no se esfuerza. Es una artista joven y en
activo que hay que seguir. Nos ofrece una mirada actual sobre el arte y una
reflexión sobre la historia del arte y las obras antiguas. Sus grupos de
personajes figurativos y también sus cuadros abstractos. En ráfagas de luz y
con la sensación de lluvia dibuja sus telas. Retoma el hilo de plata. “La Soledad
es buena para el arte, eso seguro, estar tranquila aislada y por tanto sola. En
el mundo del arte muchas veces hay que romper el papel, y empezar de nuevo”. La autora visita
mucho el palacio de invierno del retiro, y la casa Velázquez. El gusta el Espacio
trasparente, inmaterial. El vacío y la materia son las características con las
que ella trabaja. Su obra se adapta a eso. La de Chillida, siendo magnifica,
podía estar ahí o en otro lado. Las cosas no ocurran porque sí. Insomne, por la
noche se ve todo más claro y es por eso que pinta de noche. Lleva a la pintura el
espacio negro y gris. El cerebro esta oscuro también, lleno de materia gris. Es
la materia gris lo que le interesa, porque es materia y es ausencia de, vacío. Su
obra la compró un decorador inglés y un americano rico en Manhattan, director del Metropolitan museo
de Nueva York, donde se instaló allí la obra. “Analizar es pasar sin rozar,
solo hay aire a mi alrededor, vacío. Pintar por encima de todo es lo que más me
interesa”. Es duro para sus parejas aguantarla, reconoce la pintora, pero todos
los artistas ha tenido sus manías. Matisse
se quedó ciego y recortaba papeles y los pegaba. En la obra las Meninas y la Rendición
de Breda ofrece una exposición por capítulos. Lo que le interesa va a por ello,
lo que no le interesa no le interesa. El cuadro no puede expresarse en palabras.
Hay que ordenar el mundo, limpiarlo y ordenarlo, buscar la verdad. El tiempo
vuela es una obra que hizo del 98 al 200. Representa en ella su reloj de cocina
que estaba hecho en madera. Otra obra es Paseos por la vega 2007, arquitecturas
rurales de los secaderos. “Para pintar un retrato abstracto hay que buscar la belleza
en la mirada del retratado. Fotografié 3
fábricas de tabaco” Lo reinterpreta luego.
Permite el pase a la memoria colectiva. Hay que sensibilizar a la sociedad
de que el espacio puede recuperarse- “al pintar en estudio, en el mundo del espacio,
controlas lo que quieres. Que cantidad de millones tenía cien años de soledad. Uy,
cuanto trabajo me da el autor”. El trabajo no le gusta nada, reconoce que es un
poco vaga. Pero no sólo trabaja el pintor o el escritor, el lector y el
espectador también tienen que trabajar al interpretar la obra. Las cosas que
hace solo puede hacerlas una mujer, asegura. El arte occidental es masculino Lo femenino tiene
connotaciones negativas No me atrevo a poner un rosa porque lo femenino en arte
es peyorativo, nos cuenta. En su última obra hace una radiografía de la rendición
de Breda con los cambios que hizo Velázquez a carboncillo. No había dibujo, solo
un poco de mancha en los personajes importantes, atacado en plan directo. El Libro
del desasosiego es el libro que más la aporta.
La pintora tiene grandes ambiciones, muchos sueños. Sueños tiene todo el
mundo, pero es necesario una deferencia y una fuerza para conseguirlos o
conseguirlos en los otros
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