martes, 2 de agosto de 2016

3 poemas de Rubén DArio


La princesa esta triste, que tendrá la princesa

Los suspiros se escapan de su boca de fresa

Que ha perdido la risa y el color

La princesa esta pálida en su silla de oro

Mudo el teclado de su clave sonoro

Y en un vaso olvidada se desmaya una flor

 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales

Parlanchina la dueña dice cosas banales

Y vestido de rojo piruetea el bufón

La princesa no ríe, no siente

Persigue por el cielo de oriente

La libélula vaga de una vaga ilusión.

 

¿Piensa acaso en el príncipe de golconda o de china

O en el que ha detenido su carroza argentina

Para ver de sus ojos la dulzura de luz

O en el rey de las islas de las rosas fragantes

O en el que es soberano de los claros diamantes

O en el dueño orgulloso de las perlas de ormuz?

 

Ay! La pobre princesa de la boca de rosa

Quiere ser golondrina, quiere ser mariposa

Tener alas ligeras, bajo el cielo volar

Ir al sol por la escala luminosa de un rayo

Saludar a los lirios con los versos de mayo

O perderse en el viento sobre el trueno del mar.

 

Ya no quiere el palacio ni la rueca de plata

Ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata

Ni los cisnes unánimes en el lago de azur

Y están tristes las flores por la flor de la corte

Los jazmines de oriente, los nelumbos del norte

De occidente las dalias y las rosas del sur

 

Pobrecita princesa de los ojos azules

Esta presa de sus oros, está presa en sus tules

En la jaula de mármol del palacio real

El palacio soberbio que vigilan los guardas

Que custodian cien negros con sus cien alabardas

Un lebrel que no duerme y un dragón colosal

 

Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida

La princesa esta triste y pálida

Visión adorada de oro, rosa y marfil

Quién volara a la tierra donde un príncipe existe

La princesa esta pálida. La princesa esta triste.

Más brillante que el alba, más hermosa que abril

 


Calla, calla princesa, dice el hada madrina

En caballo con alas hacia acá se encamina

En el cinto la espada y en la mano el azor

El feliz caballero que te adora sin verte

Que llega de lejos, vencedor de la muerte

A encenderte los labios con su beso de amor.


Antes de todo gloria a ti leda

Tu dulce vientre cubrió de seda

El dios, miel y oro sobre la brisa

Sonaban alternativamente

Flauta y cristales. Pan y la fuente

Tierra era canto. Cielo sonrisa.

Ante el celeste, supremo acto

Dioses y bestias hicieron pacto

Se dio a la alondra la luz del día

Se dio a los búhos sabiduría

Y melodías al ruiseñor

A los leones fue la victoria

Para las águilas toda la gloria

Y a las palomas todo el amor

Pero vosotros sois los divinos

Príncipes. Vagos como las naves

Inmaculados como los linos

Maravillosos como las aves

En vuestros picos tenéis las prendas

Que manifiestan corales puros

Con vuestros pechos abrís las sendas

Que arriba indican los dioscuros

Las dignidades de vuestros actos

Eternizadas en lo infinito

Hacen que sean ritmos exactos

Voces de ensueño, luces de mito

De orgullo olímpico sois el resumen

Oh blancas urnas de la armonía

Ebúrneas joyas que anima un numen

Con su celeste melancolía

Melancolía de haber amado

Junto a la fuente de la arboleda

El luminoso cuello estirado

Entre los blancos muslos de leda

 

Dichoso lo fatal q es apenas sensitivo

Y piedra dura porque no siente

No hay dolor mas grande q el de ser vivo

Ni mayor pesadumbre q la vida consciente

Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto

Y el temor de haber sido y un futuro terror

Y el espanto seguro de estar mañana muerto

Y sufrir por la vida y por la sombra

Lo q no conocemos y apenas sospechamos

La carne que tienta con sus frescos racimos

La tumba que aguarda con sus fúnebres ramos

No saber a donde vamos ni de dónde venimos

 

Juventud divino tesoro

Te vas para no volver

Cuando quiero llorar no llor

Lloro a veces sin querer

Plural ha sido la celeste

H de mi corazón

Era una dulce niña en este

Mundo de duelo y aflicción

Miraba como el alba pura

Sonreía como una flor

Era su cabellera oscura

Hecha de noche y dolor

Era tímido como un niño

Ella naturalmente fue

Para mi amor hecho de armiño

Herodías y salomé

Y más consoladora y más

Halagadora y expresiva

La otra fue más sensitiva

Cual no pensé encontrar jamás

Pues a su continua ternura

Una pasión violenta unía

En un peplo de gasa pura

Una bacante se envolvía

En brazos tomó mi ensueño

Lo arrulló como a un bebé

Le mató triste y pequeño

Falto de luz, falto de fe

Otra juzgó que era mi boca

El estuche de su pasión

Y que me roería loca

Con sus dientes el corazón

Poniendo en un amor de exceso

La mira de su voluntad

Mientras eran abrazo y beso

Síntesis de la eternidad

De nuestra carne ligera

Imaginar siempre un edén

Sin pensar q la primavera

Y la carne acaban también

Los demás en tantos climas

En tantas tierras siempre son

Si no pretexto de mis rimas

Fantasmas de mi corazón

En vano busqué a la princesa

Q estaba triste de esperar

La vida es dura, amarga y pesa

Ya no hay princesa q cantar

Mas a pesar del tiempo terco

Mi sed de amor no tiene fin

Con el cabello gris me acerco

A los rosales del jardín

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